“Haiga sido como haiga sido”, lo caido caído


Por J. Enrique Olivera Arce



"No llores como mujer lo que no supiste defender como hombre." Sultana Aixa, madre de Boabdil, último rey de Granada.

Todo lo que tenía que decir sobre el peor gobierno de los últimos diez lustros en Veracruz, lo expresé en mis artículos a lo largo del sexenio de la administración fidelista, señalando y advirtiendo de la simulación y el engaño. Hoy estoy convencido de que ya no tengo nada que decir al respecto.


Destapada la cloaca, la desconfianza le va ganando la batalla a la construcción de soluciones a los graves problemas comunes que enfrentamos. La mugre seguirá brotando para alimentar el morbo, la especulación, el rumor y la maledicencia, que destruyen más que coadyuvar en la construcción de ciudadanía y gobernanza, sin que ello de lugar a que la rueda de la historia de marcha atrás. “Haiga sido como haiga sido”, el pueblo veracruzano no recuperará ni el tiempo perdido ni los miles de millones de pesos que, en su extravío, extraviara el gobierno priísta de la fidelidad.


Lo caido, caido. Políticamente incorrecto o todo lo contrario, guste o no, tratando de ser congruente sólo me resta afirmar que la gubernatura del Dr. Javier Duarte de Ochoa, la posición que hoy ocupan algunos de sus colaboradores, la mayoría de los diputados federales y locales priístas, así como los más destacados alcaldes en la entidad, son fruto innegable de esa perversa engañifa de la que fuimos víctimas a la par que coparticipes, dejando hacer, dejando pasar, aplaudiendo un mal sueño que en nuestra inconsciencia hicimos propio.


Así las cosas, por salud mental y para bien de Veracruz, deberíamos preocuparnos ya no por la pesadilla vivida sin que eso quiera decir borrón y cuenta nueva, los presuntos ilícitos en que incurriera la anterior administración deben investigarse y, en su momento, castigarse con todo el peso de la ley.


El presente y futuro cercano de la entidad reclama hoy ocuparnos de lo mucho que hay que hacer para su reconstrucción, así como en aquellas tareas que exige el retomar el camino del progreso y la esperanza. Recrear el pasado sólo acarrearía amargura y pérdida de la fe que merecemos.


Antes que dejar que nos vuelvan a saquear, la obligación común es participar activamente en una permanente vigilancia y cuestionamiento del quehacer público, constituyéndonos todos como responsable y avispada contraloría social. Se puede engañar nuevamente a uno, dos, tres, pero no a todos los veracruzanos.


A mi juicio, para empezar habría que partir de tomar conciencia de que si bien por ahora se confía en la nueva administración pública veracruzana, esta no cuenta con un cheque en blanco, expedido por una ingenua ciudadanía dispuesta una vez más a tropezarse con la misma piedra.


Tal toma de conciencia implica valorar el papel de cada quien en el ejercicio de gobierno, empezando por nosotros mismos como mandantes, para así saber a ciencia cierta que esperamos de quienes en nuestro nombre se desempeñan como mandatarios de la voluntad popular. Si no se tiene claro quien manda en Veracruz, sólo hay un paso a la sumisión y al dejar hacer dejar pasar en un gatopardismo que se repite sin cesar, y que se nos impone desde las esferas de un poder político y administrativo que hemos depositado en manos de unos cuantos mortales que, ni son superiores a nosotros, ni tienen por qué asumirse como tales, toda vez que les pagamos para desempeñarse como servidores públicos a nuestro servicio.


El segundo paso es el exigir transparencia en cada uno de los actos de gobierno. Pleno derecho y libertad para escudriñar hasta el más nimio detalle de cómo nuestros representantes disponen de los bienes materiales, financieros y humanos, que hemos puesto en sus manos para beneficio de toda la sociedad.


La simulación y la opacidad son inherentes a la corrupción y a la impunidad; no se debe ni puede permitir que se nos vuelva a jugar el dedo en la boca con medias verdades, medias mentiras y desplantes demagógicos soportados con bombardeo mediático pagado con dineros del contribuyente.


Desde el más humilde servidor público hasta el gobernador del estado, deben desempeñarse en caja de cristal, hablando con verdad, humildad y honestidad intelectual, en un marco de congruencia que empezando por barrer la casa, elimine el lastre que para la opinión pública representa el que los pillos de ayer sean los mismos que hoy rodean a Javier Duarte de Ochoa.


Es nuestra responsabilidad como sociedad que así sea y, para ello, debemos pugnar por una puntual y oportuna rendición de cuentas, lo mismo del Poder ejecutivo que del legislativo y el judicial.


Insistiría en que todo plan de desarrollo o programa sexenal de gobierno, debería hacerse acompañar por un sistema estatal de evaluación y control de obras y servicios públicos, a cargo de un COPLADEVER ciudadanizado y desconcentrado regionalmente en el que la población y no los partidos políticos tengan la última palabra.


La democracia participativa es condición sine qua non. El tercer paso, quizá el más importante, es aceptar que en democracia, la tarea de gobierno se comparte corresponsablemente, actuando en consecuencia. No podemos exigir al otro que cumpla si nosotros como ciudadanos no cumplimos en aquellas esferas de nuestra personal y colectiva competencia y responsabilidad. La tarea es de todos y a cada uno corresponde aportar su grano de arena, contribuyendo al buen gobierno.


Esperar que otros, ya sea el titular del Poder ejecutivo, el Congreso local, los partidos políticos o las organizaciones no gubernamentales, hagan la tarea a la que como ciudadanos estamos obligados; perdidos en la comodidad de la abulia y apatía es aceptar sin mayor actitud crítica un destino incierto, en el que habremos de recibir no más que aquello que como pago a nuestra irresponsabilidad merecemos. Parafraseando al ex presidente López Portillo, ya nos saquearon, no permitamos que nos vuelvan a saquear. Organicémonos para participar cuidando y fortaleciendo un patrimonio que es de todos.


No más engaño, estridente simulación y manipulación mediática, por el bien de Veracruz. El gobernador lo debe entender así tanto como los ciudadanos estamos obligados a exigirlo.









Gobierno de Veracruz. ¿Flotando o hundiéndose?

Por J. Enrique Olivera Arce



Mientras el mundo asiste angustiado a la pérdida del control de la energía nuclear en Japón y a una latente amenaza de guerra globalizada, despertando a la hidra panárabe, México se pierde en dimes y diretes entre las cúpulas de los poderes fácticos y políticos, en tanto que en Veracruz dormimos el sueño de los justos en medio de una calma chicha, víctimas de la virtual parálisis de una administración pública que no encuentra el camino más idóneo para administrar el conflicto a que da lugar el creciente endeudamiento, bancarrota, corrupción e impunidad.

Ello en medio de la crisis económico financiera global que ve perder esperanzas de recuperación y avance en el combate a un descalabro sistémico que se profundiza con la caída de la producción de petróleo en Líbia, el incremento de los precios de energéticos y alimentos, y el costo de la reconstrucción de un Japón devastado que, desde ya, influye en el comportamiento negativo de los mercados financieros.

La concatenación de hechos en la última semana en el ámbito nacional e internacional, no parece ser motivo de preocupación en Veracruz. La “prosperidad” virtual aflora en todo lugar, siendo motivo de espectaculares encabezados en un prensa sin el menor asomo de talante crítico, envuelta como está en el estira y afloja de una negociación con el gobierno estatal que le asegure ingresos, conservación de prebendas, favores especiales y, porqué no decirlo, en algunos casos impunidad por su participación en el saqueo.

Como comentaramos en artículo anterior, en tanto no se encuentra rumbo seguro para paliar la crisis financiera gubernamental y avanzar en la puesta en práctica de un programa estatal de desarrollo, congruente, social y económicamente viable, circo y operación política van de la mano en tanto el descontento social crece a límites ya no soportables para el gobierno de Veracruz.

La indiferencia ante el contexto negativo de barruntos de una tormenta que amenaza con ser la madre de todas las tormentas en el cercano oriente, denota ignorancia o indolencia intelectual, reflejándose en las absurdas e inoportunas expresiones de triunfalismo sin sustento de los personajes más relevantes de nuestra aldeana clase política. Lo mismo en el renglón turístico que en el tema agropecuario y pesquero o, de manera inaudita, en el área responsable del desarrollo económico y portuario que, debiendo tener los pelos de la burra en la mano, ignora el contexto dentro del cual los límites de maniobra de los sectores público y privado se estrechan de manera ostensible.

Así, el comportamiento de la escasez de petróleo y sus derivados y los altos precios de los energéticos en el mundo entero, no cuentan, lo mismo que la amenaza de una hambruna global sin precedentes como consecuencia del cambio climático y la especulación con el precio de los alimentos. La isla de la fantasía que heredara Fidel Herrera Beltrán presuntamente “está blindada” contra cualquier contingencia que nos llegue del exterior. Sin parar mientes que el hilo se revienta por lo más delgado, como es el caso de una entidad federativa que dependiendo en un 95 por ciento de recursos presupuestales federales, no fortalece con imaginación y sensibilidad social la captación de recursos fiscales propios.

Nadie en la medianía se atreve a ponerle el cascabel al gato, asentando los pies sobre la tierra, advirtiendo sobre la necesidad de ser cautos en la proyección del camino que conduce al utópico reino de la prosperidad.

Tampoco nadie se inmuta ante la necesidad de la instalación de una nueva base militar en el norte del estado, en tanto existe la convicción de que "en Veracruz no pasa nada", todo está en calma, impera la ley y el orden, el gobierno estatal con el auxilio de las fuerzas federales tiene el control, estando en condiciones de brindar seguridad a la población, mientras las expresiones de violencia contra las personas en todo el territorio veracruzano se multiplican conforme pasan los días.

Las circunstancias obligan al gobierno estatal a nadar temporalmente de muertito, simplemente a mantenerse flotando, me dicen algunos conocedores del paño político administrativo de Veracruz, ponderando que en tanto no se recupere liquidez en las arcas públicas estatales, la parálisis observada se tiene que compensar con estridente propaganda mediática.

La realidad pareciera ser esta, en efecto, más sin embargo me permito diferir de tal opinión. Lo que flota tiene aire en su interior; hasta para flotar se requieren recursos de los que hoy se carece. A mi entender, y en tanto la totalidad de los servidores públicos de los tres primeros círculos de decisión de la administración veracruzana no asimilen la idea de lo que representa el llamado a la austeridad y racionalidad en el gasto, dictado por el gobernador Duarte de Ochoa y lo que éste instrumente para asegurar que su propósito sea exitoso, materializándose honestidad, eficiencia, eficacia en resultados e impacto social en la percepción popular, el barco gubernamental tiende a hundirse perdido en sus propias contradicciones.

La tabla de salvación está en la comprensión y auxilio oportuno del gobierno calderonista, no hay de otra. Así pienso se debería entender para frenar la inercia, apostándosele al cambio de rumbo y conductas personales de los servidores públicos, ganando la credibilidad del gobierno federal y confianza de la población sin alardes partidistas inoportunos.

No todos lo ven así en un despliegue de soberbia y triunfalismo frente al marasmo financiero y saqueo confirmado. Las diversas fuerzas políticas que concurren al interior del PRI en la entidad, y un nutrido número de funcionarios de primero y segundo nivel en los gabinetes legal y ampliado del gobierno veracruzano, insisten en aferrarse a viejos y superados esquemas electoreros en los que la demagogia, corrupción e impunidad está por sobre el interés más general de la administración. Baste con escuchar el manido y obsoleto discurso priísta o asomarse a lo que sucede, por ejemplo, en la Secretaría de Desarrollo Agropecuario, Rural, Forestal y Pesca, hasta ahora intocable.

Atado de manos y con un muy estrecho margen de maniobra, el gobierno de la entidad está siendo arrastrado al fondo, sin que haya una voz de alerta. Frente a problemas al parecer insolubles, se opta por dejar hacer dejar pasar, pretendiéndose ganar tiempo al tiempo en espera de un recurso federal que no llega.
No pasa nada, se dice fingiendo demencia, cuando el gobernador debería estar obligado a salir al frente, dar la cara y, con toda honestidad y humildad, reconocer públicamente la profundidad de la crisis que heredara. El daño no es de su año, el pueblo, que no es tonto, ya señala al culpable; pillo de siete suelas o pésimo administrador, para el caso es lo mismo, Fidel Herrera no supo gobernar y hundió a Veracruz.

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Veracruz, promoción turística de jícama y horchata

Por J. Enrique Olivera Arce



Si el propósito de Calderón Hinojosa de alcanzar en quince años el quinto lugar mundial en turismo, resulta utópico a juicio del sector, contando con destinos de la importancia de Cancún, Costa Maya, Puerto Vallarta o Los Cabos, el colocar la actividad en Veracruz a nivel sustantivo de pilar del crecimiento, empleo y desarrollo en escasos seis años, politizando el tema y sin conocer a fondo las entrañas de la industria sin chimeneas, ¿cómo podríamos calificarle?

Existiendo consenso y sustento respecto al potencial turístico de la entidad y las razones por las que el gobierno de Veracruz le da alta prioridad como detonador de crecimiento, generación de empleo y desarrollo, bien valdría la pena el que a partir de las experiencias del Carnaval de Veracruz y La Cumbre Tajín, se tomaran como referencia para hacer un balance realista de fortalezas y debilidades del sector.

Partiendo de la idea de que, por lo hasta ahora difundido por las autoridades estatales y municipales de turismo en la entidad, no existe un diagnóstico preciso de lo que tenemos y condiciones actuales de aprovechamiento del potencial como para, en el corto plazo, impulsar la actividad del sector y llevarle a los niveles que como propósito ha señalado el titular del Poder Ejecutivo en el estado. Es más lo que se habla sin ton ni son sobre turismo, que el tener un concepto claro de lo que regional y sectorialmente tenemos y las acciones concretas por llevar a cabo para alcanzar condiciones razonables de competividad como destino turístico de primer orden en el concierto nacional.

Resultando infantil el vanagloriarnos con motivo del Carnaval, de ocupación hotelera al 100 por ciento en la conurbación Veracruz-Boca del Río, principal destino en la entidad, cuando a la par se afirma que en la zona se cuenta con disponibilidad limitada de cuartos de hotel, al mismo tiempo que los restauranteros se quejan de que los festejos más importantes del año para el sector turístico, no cumplieran con las expectativas esperadas. Así, lo que resulta positivo para un reducido número de hoteleros no cubre en igual forma las expectativas de la industria gastronómica y las autoridades. ¿Qué pasa entonces?

En este contexto, las autoridades de turismo se quejan amargamente de la baja calidad social y económica de la afluencia de visitantes, llegando incluso a prohibir que se pernoctara en las playas de Veracruz y Boca del Río, en franca contradicción a lo anunciado a bombo y platillo en cuanto a los beneficios esperados por el arribo de un millón de turistas. Si no es en la playa, ¿en donde esperaban las autoridades que se alojaran e hicieran sus necesidades un millón de almas, cuando en 34 hoteles medianamente aceptables la oferta de cuartos disponibles en cada uno de ellos en promedio apenas es de 100?

En lo que respecta al sitio arqueológico “El Tajín”, el festival anual conocido como “La Cumbre”, concecionado en usufructo permanente a un grupo de vivales, ajeno a la cultura y a las necesidades reales y sentidas de los pueblos originales a los que se les explota y manipula como objetos-marioneta, marcha por igual camino. Se habla de más de 200 mil visitantes nacionales y extranjeros, sin parar mientes en la carencia regional de infraestructura turística y servicios de apoyo para soportar tal afluencia y, por ende, en el perjuicio que de ello resulta tanto para la preservación de un sitio arqueológico de primer orden para la humanidad como del medio ambiente en su entorno.

Ven, disfruta un rato del paseo y te vas, pareciera ser la consigna dictada por las autoridades de turismo a los visitantes, perdiéndose de vista el objetivo económico del aprovechamiento racional de ambos destinos turísticos y lo que ello representa fiscalmente en el marco de la crisis de las finanzas pública estatales. Amén de que tales destinos pareciera que sólo son importantes para el gobierno estatal en fechas específicas y no a lo largo del año como debiera esperarse por parte de hoteleros y prestadores de servicios.

La actividad turística es, sin duda, multisectorial y multiregional. Si no se le ve de manera integral, su fomento, por los medios que sean, resulta irrelevante al no considerarse congruencia y complementariedad en políticas públicas, inversión, infraestructura de comunicaciones y transporte, hotelera y de servicios, así como la promoción de la cultura y participación activa de la población para la atención de los visitantes. Si no se contempla de manera integral con todo su soporte, el turismo seguirá siendo lo que es ahora y, difícilmente, se puede aspirar a más. No se puede avanzar sin un plan preconcebido, al que concurran todas las variables sectoriales y regionales a considerar para el buen éxito del fomento a la hoy prioritaria acción de gobierno.

Resulta ocioso el comentar que la promoción turística debe estar en manos de expertos y profesionales de los sectores público y privado en estrecha coordinación y complementariedad. Sin embargo dado que ello en Veracruz no sucede, cabe señalar con todo respeto que en principio las señoras Leticia Perlasca y Dalia Pérez, no reúnen el perfil ni tienen experiencia que les avale para la envergadura de la tarea puesta en sus manos. Viajes a USA o Europa en plan de compras o paseo, no les califica para entender la complejidad de una actividad económica y social ubicada entre las más competidas del mundo.

No bastan buenas intenciones y ambiciosos propósitos si éstos no aterrizan con seriedad y profesionalismo. Mantenernos en la misma ruta de la improvisación, autocomplacencia y chacoteo mediático, lo que parece ser bueno para el futuro de Veracruz terminará en más de lo mismo: promoción turística de jícama y horchata.

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Veracruz. ¿Expectativas fallidas?

Por J. Enrique Olivera Arce




En efecto. Es aún muy temprano, apenas cien días, para calificar el desempeño de la administración pública ahora a cargo del Dr. Javier Duarte de Ochoa. Los elementos hasta ahora visibles se aprecian difusos e inciertos. Más allá de golpes mediáticos cuyo impacto inmediato se diluye en unos cuantos días, el panorama no es nada claro, percibiéndose parálisis y, peor aún, ausencia de estrategia para controlar la crisis financiera que tiene atado al gobierno estatal, así como a gran parte de los Ayuntamientos.

Pero si bien no hay elementos para juzgar el temprano desempeño, si los barruntos de tormenta son indicadores valiosos para estimar que el beneficio de la duda que se le otorga al joven gobernante, va en picada.

Conforme pasan los días, lejos de convencer sobre sus intenciones de conducir la nave a puerto seguro, el gobernador genera dudas y escepticismo. Al grueso de la población no le inquieta el saber si en el mediano plazo se generarán miles de empleos, en su mayoría en el sector servicios y, por ende, mal pagados, como tampoco le conmueve conocer de si el PRI está o nó en el camino correcto para dar la pelea en el 2012. Más que declaraciones que soslayan la problemática específica por la que se atraviesa, la población pide resultados en relación a rezagos, ya no históricos, sino de coyuntura en la atención a promesas no cumplidas de la anterior administración.

No hay dinero, se dice en las dependencias gubernamentales, haciéndose de ello eco los medios de comunicación, mientras el número de manifestaciones de descontento están a la orden del día. Si no son los pobladores de comunidades afectadas por los fenómenos naturales, son los jubilados, empleados gubernamentales, o los contratistas y proveedores que no saben para cuando se hará efectiva la promesa de pago. No hay dinero, es la respuesta aunada a la promesa de que en abril se restablecerá la liquidez.

Sin hacer de lado que el lento ritmo de generación de nuevos empleos se frena y el desempleo real y el comercio informal se incrementan, a partir de cierres de pequeñas y medianas empresas incapaces de sobrevivir en medio de un mercado interno contraído y a la baja.

Las presuntamente esperanzadoras ofertas de apoyo a los productores agrícolas, pecuarios y pesqueros, no impactan en la medida de lo deseable. Pesa más saber que no hay fecha para su cumplimiento cuando a la par trasciende que el gobierno estatal se gastó 10 mil millones de pesos, sin haber resuelto la demanda de auxilio de los afectados por el mini huracán y la tormenta tropical el año anterior, con sus correspondientes secuelas de inundaciones y pérdida de infraestructura, hogares, enseres domésticos, cultivos y ganado.

Los funcionarios estatales se lavan las manos. El gobierno federal no abre la llave, los recursos federales no bajan, dicen. Al mismo tiempo que el gobierno calderonista, por lo consiguiente, afirma haber cumplido en tiempo y forma. Mientras el gobernador se exhibe mediáticamente como un acertado y efectivo gestor que recompone la relación perdida con el gobierno central.

Esperanzas y expectativas de cambio, alimentadas por un presunto cambio en el estilo de gobernar, se desmoronan. El combate a la corrupción al interior de la administración estatal y de los Ayuntamientos, tiene más contenido mediático que efectividad. La impunidad domina y está a la vista de todos, mientras que el gobernador declara no tener intenciones de provocar una ruptura con su amigo y antecesor, ocupado como está en salvar su relación con su partido y pesar en la toma de aquellas decisiones que habrán de desembocar en la designación del candidato priísta a la presidencia de la República. Lo sustantivo es el partido y la elección del 2012, lo accesorio es Veracruz. No porque así lo desee el gobernante, estimo de buena fe, sino porque frente a la incapacidad para administrar la crisis financiera derivada de cuantiosos adeudos heredados, requiere de la operación política para mantener en paz y trabajando a la entidad.

Si no hay dinero suficiente en las arcas públicas, el circo substituye al pan, mientras en el grueso de la población la falta de pan actúa como pésimo consejero. ¡Vaya enredo! Cuando lo que menos interesa en este momento a la mayoría de los veracruzanos, fuera del diario chacoteo sobre el tema, es el considerado aún lejano proceso electoral.

Se dio el cambio en la presidencia del CDE del PRI, ¿y? ¿A quién le interesa si se designo de un dedazo a fulano o a sutano? Eso no resuelve en lo más mínimo la intranquilidad social y sí, paradójicamente, lejos de fortalecer al partido en el gobierno, le debilita, constatando la opinión pública que el PRI en Veracruz en lugar de evolucionar como se estableciera como compromiso ineludible desde el 2002, involuciona, a la par que se agudiza la pugna entre los anquilosados clanes regionales; dificultando esto último la conducción política a cargo del “gran elector” en turno, frente a la que el nuevo dirigente estatal del tricolor se lava las manos declarándose simple peón de estoque del gobernador, ante el asombro de sus correligionarios.

Efectivamente, no hay elementos suficientes de peso como para juzgar el desempeño del Dr. Duarte de Ochoa en sus primeros cien días de gobierno. Es aún demasiado temprano en medio del caos. Sin embargo, la percepción se agudiza al paso de los días; ante la ausencia y/ o insuficiencia de elementos válidos de juicio las tendencias cuentan en el imaginario popular, y estas se manifiestan ya en contra de la esperanza en el joven gobernante.

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Javier Duarte y su circunstancia

Por J. Enrique Olivera Arce




Parte de la inercia que se arrastra tras el desastre fidelista en Veracruz se manifiesta, a mi juicio, en la reiterada insistencia en colocar gobierno y vida política de la entidad fuera de contexto; como si permaneciéremos anclados en la idea de una ínsula aislada de la realidad nacional e internacional que, a lo largo de seis años, se nos impusiera por la concepción unipersonal tan peculiar de gobernar de Fidel Herrera Beltrán. Ignorándose lo real y tangible, como el que ya contamos con un nuevo gobernante en la persona del Dr. Javier Duarte de Ochoa, cuyo estilo de matar las pulgas es diferente en un Veracruz que, a su vez, es distinto al que hundiera su antecesor.

Se insiste en ver al joven gobernante como se viera en los últimos seis años a quien mal gobernara a Veracruz. Garrafal equívoco, a mi entender. El incapaz de delegar funciones, proclive al autoritarismo y corrupción, a quien le valiera, en aras de proyectar y fortalecer su imagen de virrey de la isla de la fantasía, la necesaria y obligada relación institucional entre los tres órdenes de gobierno, ya no está, ya se fue. Así tendríamos que asumirlo como también debería asumirse que “El poder no se comparte”, Javier Duarte de Ochoa es hoy gobernador en tanto que el pasado debería ser historia superada.

Veracruz en lo local refleja objetivamente, la incertidumbre de los gobiernos del mundo para manejar y controlar la crisis global que acelera el deterioro sistémico, económico y social y, en el marco de la creciente descomposición de un país atrapado en el combate a la delincuencia, tiene hoy, en lo político, diferente peso específico en el juego de intereses que desde el centro neurálgico de los poderes fácticos, determina el rumbo presente y futuro del Estado-Nación.

La administración pública veracruzana que encabeza Javier Duarte, no escapa ni a los efectos de la crisis global ni al juego neoliberal de intereses dentro del cual éste está inmerso con vías al 2012.

En este escenario el Dr. Duarte no sólo debe enfrentar el desorden y corrupción que heredara de su antecesor. También está obligado en su circunstancia a desempeñarse como buen gobernador, a la par que, en paralelo, como eficaz guía moral de su partido, si es que se desea que la entidad pese electoralmente en el relevo presidencial. Ser buen gobernador implica, por un lado, gobernar para todos en una estrecha coordinación y cercanía institucional con el gobierno federal de extracción panista, en tanto que, como guía moral del PRI en la entidad, debe velar por la organización y fortaleza de su partido.

Dicotomía en la que el equilibrio es más que exigible. Cargarse en demasía a favor de uno u otro polo, implica riesgo en gobernabilidad y fracaso para una renovada administración pública que concita esperanza y expectativas de cambio.

Tarea nada fácil que pondría a sudar hasta al más pintado. No es de un solo hombre al que hay que cargarle toda la responsabilidad, esta debería descansar en un equipo prudente, preparado, y capaz de interpretar la más mínima señal del gobernante.

A diferencia del sexenio anterior en que se gobernara sin partitura y sin orquesta, bajo la conducción de un director tan chambón como ramplón, las nuevas circunstancias obligan a una estrecha coordinación y complementariedad entre todas las instancias de la administración pública en los tres órdenes de gobierno y, entre estas y la llamada sociedad civil; en lo local ello será posible si se da una acertada conducción por parte del titular del ejecutivo quien, a su vez, debe apoyarse en su partido sin desconocer la importancia de su relación institucional para con Calderón Hinojosa y su gobierno.

La dificultad estriba, siempre a mi juicio, en que en la integración del gabinete no se observa calidad y virtuosismo como para que la orquesta interprete una complicada sinfonía en la que se conjugue honestidad, eficacia y transparencia. La administración pública veracruzana renguea, hasta ahora. Cada ejecutante en los primeros círculos cercanos al gobernante, marcha por camino propio, estorbando o zancadilleando bajo la mesa a sus pares, en tanto que el PRI en el estado y las diversas corrientes políticas que a éste concurren, amparado en una falsa unidad, más virtual que real, atiende a sus propios asuntos e intereses al margen de los sanos propósitos de Javier Duarte de Ochoa, dejado llevar por la inercia e intereses heredados de pasadas glorias.

La asincronía y el “fuego amigo” se observa y se comenta en corrillos palaciegos y tertulias de café, en tanto que el grueso de la población no ve más allá de lo que le ofrecen discursos anodinos y entrevistas banqueteras, siempre en espera de que lo prometido se cumpla a cabalidad. Mientras, el tiempo pasa y, pese al cambio en el Comité Directivo Estatal del PRI, la inercia domina, el partido se divide y aleja de una administración pública estatal al borde de la parálisis, en perjuicio del equilibrio deseable en la nueva circunstancia a la que se enfrenta Javier Duarte de Ochoa.

El destacado periodista Quirino Moreno, recomienda a los duartistas ponerse las pilas. Yo me permito diferir. Es la clase política veracruzana en su totalidad la que debería ser consciente de la nueva realidad. Adicionalmente habría que aceptar que “el duartismo” al interior del PRI y en la correlación de fuerzas en la entidad, aún no existe como corriente política de peso. Alrededor del joven gobernante gira un avispero de chile, de dulce y de manteca, que aún no responde de manera unánime a los dictados del gobernador y guía moral de su partido.

El 2012 está a la vuelta de la esquina. El peso electoral del priísmo veracruzano en el concierto nacional, depende de un buen desempeño del gobernador en los próximos meses, a la par que el buen gobierno, como factor determinante, gravita en torno a la dudosa capacidad de su partido para interpretar la nueva realidad y actuar en consecuencia, allanándole el camino. En los próximos días seremos testigos de si Héctor Yunes Landa al frente del CDE del PRI, “se pone las pilas” o persiste inercialmente en dar valor político a la alabanza insustancial que tiñe de rojo a su discurso.
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Veracruz. Gobierno y medios de comunicación

Por J. Enrique Olivera Arce




Enjundiosa la intervención de Gina Domínguez Colío, Directora de Comunicación Social del Gobierno de Veracruz, en el foro de “consulta popular” que en materia de medios de comunicación tuviera lugar en días pasados. Rico en lugares comunes, medias verdades y medias mentiras, teniendo como marco la asistencia de un reducido número de periodistas invitados, dejo entrever el estado que guarda la relación de la actual administración pública de la entidad con una prensa que, lastimosamente, navega de a muertito, a la expectativa y en espera de que las cosas “retomen su nivel”.

Como ya lo comentaramos en entrega anterior, los “Foros de consulta” con vías a enriquecer el “Plan Estatal de Desarrollo”, son de mero trámite burocrático. Taparle el ojo al macho, en lenguaje coloquial, correspondiendo a los funcionarios del actual gobierno estatal el trasmitir algo que ya está decidido de antemano y que, entre líneas, explícita o implícitamente adelanta lo que debemos esperar tanto en gobernanza como en políticas públicas para el sexenio que inicia. El Foro que congregara a un grupo selecto de propietarios de medios de comunicación, comentaristas y reporteros, no escapa al criterio adoptado.

De lo que mujeres y hombres de a pie pudieran enterarse sobre los temas tratados, es aquello que o bien quedara a la libre interpretación de los asistentes, o lo que se da a conocer a los medios por conducto del boletín oficial, sin haber mediado convocatoria, programa y listado de ponentes, que despertara el más mínimo interés en “los ciudadanos” cuya opinión teóricamente enriquecería el debate.

Superada la etapa de “el estado soy yo”, impuesta por el ex gobernador Fidel Herrera Beltrán, acatada y aplaudida acríticamente por la prensa veracruzana, a lo largo de seis años, la actual administración pretende unilateralmente y no mediante el diálogo constructivo, que por cierto pudiera resultar estéril, recomponer el cotarro y recuperar institucionalidad en busca de racionalidad y austeridad en el gasto, atendiendo a gobernanza y propósitos del gobernador Duarte de Ochoa.

En el caso de la relación gobierno-medios de comunicación -de acuerdo a lo filtrado-, sometiendo a revisión montos y condiciones de convenios anuales de publicidad y propaganda política gubernamental bajo nuevos criterios. Valorándose características propias de cada medio, plataformas, contenido, tiraje y circulación, alcance estatal, regional o local, grado de penetración, aceptación e impacto social, para, a partir de estos criterios, eliminar de la nómina gubernamental a medios de comunicación irrelevantes y convenir nuevas tarifas con aquellos que a juicio de la administración le sean útiles.

Aquí es donde la puerca tuerce el rabo. En el estira y afloja, pesa más el criterio asumido por el gobernador, por conducto de la Directora General de Comunicación Social, que los argumentos esgrimidos por aquellos medios que habiendo sido generosamente gratificados en exceso por servicios prestados al gobierno de la fidelidad, hoy, según trascendiera, se niegan a aceptar de buen grado o a regañadientes las nuevas condiciones.

La mayoría fueron fieles al desorden y corruptelas fidelistas; aplaudieron acríticamente estilo personal de gobernar y decisiones adoptadas por el “rey sol”, y dieron brillo a las campañas políticas, "apoyando" mediáticamente a quien ahora gobierna a Veracruz. Suficiente, a su real entender, para cobrar factura; pretendiendo ratificar ventajas, prebendas, favores especiales, y cuantiosos beneficios económicos alcanzados en la anterior administración y que, ahora, les son negados.

De ahí que la Directora General de Comunicación Social aprovechara la comodidad de un foro a modo, entre amigos, para puntualizar de manera muy precisa, los términos de la política pública en materia de relación gobierno-medios, señalando en lo sustantivo:
“Desde el primer día de este gobierno, la instrucción del mandatario Javier Duarte de Ochoa ha sido privilegiar la comunicación de Estado, entendida como una vinculación transparente y abierta con la sociedad, a través de los medios de comunicación para la difusión permanente de la acción y el quehacer del gobierno…”.

“Los medios de comunicación son hoy por hoy un canal permanente de consulta, porque en ustedes el gobierno ve reflejado su quehacer cotidiano, y en ustedes los ciudadanos pueden hacer escuchar su voz…”

“Los medios” son un dique, un muro de contención para que los poderes de un estado se desarrollen en equilibrio, cumplan a cabalidad lo que es su obligación; el servicio público ordenado y eficiente”.

Cuidándose de advertir que “…El reto es actuar con eficiencia, orden y transparencia, y con los medios de comunicación se trabajará en esta dirección, respetando el derecho ciudadano a la información y la libertad de expresión”.

¿Mensaje subliminal respecto a un buen propósito? No lo veo así. El mensaje fue claro para quien lo quiera entender. De una gobernanza patrimonialista sustentada en la concepción feudal de “el estado soy yo”, y de la cual se hicieran eco la mayoría de los medios de comunicación, se pasa a una nueva relación institucional gobierno-medios, que privilegia la comunicación de Estado por sobre el interés transitorio, personal o de grupo, de los servidores públicos. Si esta interpretación sustentada en filtraciones fuera del todo válida, la interrogante obligada sería: ¿Por cúanto tiempo el régimen que preside el Dr. Javier Duarte de Ochoa resistirá la presión de los medios de comunicación que hoy se ven afectados en sus intereses personales, familiares y empresariales?

Tiempo al tiempo, sin perder de vista la proximidad de las campañas políticas del 2012. Por ahora el “diálogo respetuoso” se circunscribe a la negociación que bien a bien se da entre los medios de comunicación y el muro de contención representado por la Sra. Gina Domínguez Colío, así como la libertad de prensa no tendrá más valladar que la autocensura por parte de las empresas periodísticas. Creo que está claro.

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Moreira y Veracruz


Por J. Enrique Olivera Arce



Al recibir la estafeta en la conducción nacional del PRI, Moreira comentó que Fidel Herrera Beltrán tendrá un lugar en el Comité Ejecutivo Nacional que preside. Mala señal para un priísmo que agita la bandera del buen gobierno, toda vez que se deja un resquicio por el que habrá de colarse el ex gobernador para seguir interviniendo negativamente tanto en la vida política como en la administración pública veracruzana.

Lo anterior posiblemente no se valora por el recien estrenado Presidente del CEN del PRI, quien de hacer efectivo lo por el anunciado en Querétaro, antepondrá la amistad con Fidel a un necesario respaldo a Javier Duarte de Ochoa para, de una vez por todas, éste pueda sacudirse la influencia de su mentor y gobernar en paz, aplicando su propio criterio y personal estilo de conducir los destinos de Veracruz, contribuyendo así a la fortaleza de su partido y pesar en el proceso electoral del 2012.

De cumplirse la amenaza del ex gobernador de Coahuila, el Dr. Duarte de Ochoa estará obligado a buscar contrapesos en el bando contrario, dejándose envolver por el nada generoso cerco que ya le tiende un Felipe Calderón Hinojosa que bien sabe de la principal debilidad del actual gobernador de Veracruz: el iniciar una administración endeudada y con arcas públicas en bancarrota.

En nuestra aldea, con ligereza mediaticamente se afirma que el Dr. Duarte de Ochoa está mostrando eficacia en su propósito de recomponer la relación con el gobierno federal, estrechando cercanía y lazos de amistad con Calderón Hinojosa. Considerándose como buena señal el que los más destacados miembros del gabinete presidencial tomen a Veracruz como pasarela, ofreciendo al gobernante veracruzano las perlas de la virgen. A mi juicio, es todo lo contrario.

Si de algo puede hacer gala Calderón Hinojosa, es su capacidad probada como operador político y se está aplicando con éxito en Veracruz. El acercamiento y muestras de amistad y respaldo es de Calderón para con Javier Duarte de Ochoa y no a la inversa; el gobernador veracruzano está aún demasiado tierno como para percibir y evitar el cerco que se le tiende desde Los Pinos, aunque su presunta debilidad reside más en el tigre maltrecho que heredara que en su corta experiencia en las lides políticas. En su momento, Vicente Fox actuó de igual manera, calibrando la egolatría y soberbia de Fidel Herrera Beltrán, le jugó el dedo en la boca al entonces gobernador de la entidad veracruzana, chucha cuerera que en política dice saberse de todas, todas.

No olvidemos que Vicente y Martha pasearon a su antojo a lo largo y ancho de Veracruz, ofreciendo todo aquello que mediáticamente beneficiara en lo local al gobernador, para que, a la larga, le pintaran un violín, como fuera el caso del famoso “Proyecto Fénix”, entre otros ofrecimientos no cumplidos por la pareja presidencial.

En el tablero y con vías al 2012, Calderón sacrificó a su alfil, dando por derrotado en el TRIFE a Miguel Ángel Yunes Linares -¿a cambio de qué?- bajo el supuesto de que Javier Duarte sería un frágil cordero a su merced, sometido al chantaje por los excesos de su antecesor y dependiente de lo que bien a bien, en montos y oportunidad, tenga en gana el gobierno federal aportar al presupuesto estatal; asegurando desde Los Pinos campo abierto al panismo para sus propósitos electorales en el futuro cercano. Es así como percibo el escenario dentro del cual se mueve nuestro novel gobernante.

Lo cómodo y “políticamente correcto”, sería coincidir de dientes para afuera con la generalidad, exaltando la fortaleza, que no es tal, por ahora, del gobernador Duarte de Ochoa en los primeros cien días de su administración. Pero no puede soslayarse que para un intento serio de análisis, el halago no modifica la realidad. Fidel Herrera Beltrán, hoy aspirante a una senaduría en el 2012, es una serio inconveniente para el gobierno de Javier Duarte de Ochoa y así lo debería considerar el presidente del CEN del PRI, si acaso conociera de cerca la historia reciente de nuestra aldea. Tampoco puede hacerse de lado que los torcidos propósitos de Calderón Hinojosa en su acercamiento y apapacho a quien hoy gobierna a los veracruzanos, no son precisamente los que podrían animar a la “madre Teresa”.

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Veracruz. Plan estatal de desarrollo; foros y falacias

Por J. Enrique Olivera Arce



Una vez que el Congreso local valide el proyecto de Plan Estatal de Desarrollo para el sexenio 2010-2016, se entiende que con ello se institucionaliza un instrumento de política pública con carácter obligatorio para la administración pública de Veracruz y optativo para la población en general. De este instrumento habrán de derivarse tanto el programa sexenal de gobierno como los programas operativos anuales de aplicación en todo el territorio veracruzano.

Lo anterior no es tema menor, en tanto que se le apuesta en el corto y mediano plazo a un modelo de desarrollo y un esquema de gobierno, del que dependerá presente y futuro de la entidad. Por ello es de preocuparse que, por un lado, como sustento a su formulación se recurra no a un diagnóstico serio y responsable de las necesidades reales y sentidas de la mayoría de los veracruzanos, sino a la falacia politizada de los llamados “foros temáticos de consulta popular” y, por otro, el que su aprobación quede en manos de una domesticada y acrítica diputación local que representa todo, menos la legítima voluntad popular que deviene de una elección presuntamente democrática.

En el primer caso, los foros de marras están diseñados y pre fabricados a modo; la voz cantante la llevan los propios funcionarios del gobierno estatal, sus “especialistas” e “intelectuales” orgánicos y, tanto en el diagnóstico como en los propósitos, objetivos de carácter regional o sectorial, y metas por alcanzar que habrán de alimentar al Plan Sexenal, por ende privará el criterio gubernamental y no el interés de la mayoría como sujeto de desarrollo.

En artículo anterior me tomé la libertad de expresar que queda la duda de si no se estará repitiendo el mismo esquema de falta de visión de Estado y ligereza en materia de planeación. Por lo hasta ahora filtrado o lo que sobre el particular públicamente ha expresado el gobernador de Veracruz sobre los ejes rectores que dictarán el ejercicio de gobierno a lo largo del sexenio, de la duda paso a la certeza: caprichos personales e intereses focalizados de grupo, habrán de privilegiarse por sobre un mínimo de racionalidad, sustento técnico y contexto social a considerar. Nada del otro mundo, así ha sido siempre y así será. ¿O nó?

Por cuanto al papel del Congreso local, no hay que ir muy lejos. Baste conocer su proclividad al sometimiento a todo lo que provenga del poder ejecutivo con la que ha venido actuando, para no esperar otra cosa de la diputación local, que la votación acrítica, descontextualizada y unánime a favor del bodrio que, como presunto y caprichoso Plan Estatal de Desarrollo, carente de mecanismos de seguimiento, control y evaluación, habrán de aprobar.

Con lo anterior, también se confirmará que habremos de padecer seis años más de estancamiento y retroceso en las tareas del crecimiento económico y desarrollo, en perjuicio del bienestar y calidad de vida de los veracruzanos; institucionalizándose como instrumento marco de políticas públicas, la improvisación, demagogia y falaz simulación, en beneficio de personas o grupos específicos vinculados al poder económico y político, como beneficiarios directos e indirectos de los programas de gobierno.

La mayoría de los veracruzanos habrá de conformarse, una vez más, con pan y circo, con la salvedad de que, considerando el contexto más general del país y del concierto internacional, el pan escaseará y el circo poco o nada habrá de satisfacer la creciente necesidad de estabilidad social, seguridad pública, y sostenimiento, cuando menos, de los niveles de calidad de vida hasta ahora alcanzados.

La aprobación del Plan Estatal de Desarrollo habrá de coincidir, días más días menos, con el cumplimiento de los primeros cien días de Javier Duarte de Ochoa al frente de la administración pública veracruzana. En el contenido del instrumento marco, el inexperto Doctor habrá de auto calificarse como el gobernador capaz y con visión de Estado en el que debiéramos confiar nuestro futuro, o triste remedo de su antecesor, cuya nefasta sombra carga sobre sus espaldas.

Esperemos.

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