A temblar se ha dicho

Por J. Enrique Olivera Arce




Desde Sinaloa Calderón Hinojosa hizo un anuncio que debería ponernos a temblar. “México acumula pérdidas fiscales de entre 70 mil millones y 80 mil millones de pesos a consecuencia del incremento del precio del petróleo, en virtud de que entre 40 y 45 por ciento de las gasolinas y el diésel son de importación”, reconoció precisamente quien se ha encargado de obstaculizar todo intento por aminorar nuestra dependencia energética del exterior mediante la refinación del crudo que exportamos. La nueva refinería en Hidalgo, que tanto ruido y debate generara, no cuenta ni siquiera con la primera piedra.

Si a esta pérdida fiscal le sumamos lo que el pueblo de México paga por servicios de la deuda del Fobaproa, es lógico suponer que tales montos multimillonarios son recursos que no se destinan a infraestructura, atención al campo, pequeña y mediana industria, así como a dar respuesta pronta y eficaz a crecientes demandas sociales de la población. Razón esta, entre otras, de nuestro estancamiento y atraso.

Al déficit anunciado debería agregarse con el mismo énfasis el desequilibrio comercial entre los alimentos que producimos y los que importamos de diversas partes del mundo y que han dado lugar a la pérdida de soberanía alimentaria, no obstante los cuantiosos recursos fiscales que se otorgan en subsidios a la agricultura que concurre a los círculos comerciales, más los que se otorgan de manera indiscriminada y electorera a la subsistencia en el medio rural. Recursos de los contribuyentes que anualmente se desperdician por ausencia de políticas públicas que premien producción destinada tanto al mercado interno como al autoconsumo campesino.

Pérdida de soberanía energética y alimentaria, así como la desatención al desarrollo humano, son bombas de tiempo cuyo inminente estallido se deja al azar, en tanto se canalizan cuantiosos y crecientes recursos fiscales en una tan inútil como fallida “guerra” contra una delincuencia organizada que pone cotidianamente en jaque al gobierno y al Estado-Nación. Otros países del orbe, como se observa en el mundo globalizado, por menos están caminando sobre el borde de la navaja confrontando a las autoridades con sus pueblos en un camino que no tiene retorno.

Urge no sólo sanear Pemex librándole de la pesada carga de la corrupción, impunidad y simulación, sino privilegiar el diseño y aplicación de políticas públicas que permitan el aprovechamiento racional y nacionalista de las escasas reservas de hidrocarburos con que aún contamos. Así como con la generación de energía eléctrica, ahora casi en su totalidad en manos de empresas extranjeras cuyas utilidades se concentran en sus matrices en el exterior, descapitalizando a México.

Lo mismo podría decirse en materia agropecuaria. El incremento de la producción y productividad en el campo pasa por el combate a demagogia y corrupción, políticas públicas transparentes con criterios nacionalistas y una reforma agraria integral que considere con seriedad y racionalidad requerimientos alimentarios crecientes del pueblo de México, vinculada y de la mano con bienestar y desarrollo de la población rural.

El horno no está para bollos. O se actúa en consecuencia con prontitud y eficacia ó cuando menos lo esperemos, seremos noticia de primera plana en la prensa internacional, ya no por la muerte escandalosa que ronda en nuestras calles, sino por un estallido social que nadie desea.

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Reclamos, corrupción, gritos y sombrerazos.

Por J. Enrique Olivera Arce




En diversas ocasiones y en relación a algunas actitudes asumidas por jóvenes impacientes que expresan su irritación social con mentadas de madre, he comentado que con ello no van a modificar la realidad que les agobia. Antes al contrario, la reafirman, generando frustración y desencanto y perdiendo perspectiva respecto al camino más idóneo para canalizar su descontento que, a mi juicio, es el estudio, la organización, y la participación política ideológicamente consecuente, para impulsar un proceso de cambio que les de expectativas de crecimiento y desarrollo respecto a su futuro y el de la sociedad hoy lastimada.

Esto viene al caso en virtud de que observo que diversos grupos de jubilados afiliados al Instituto de Pensiones de Veracruz, IPE, molestos por presuntas afectaciones en sus ingresos, derivadas de la aplicación de obligaciones fiscales improcedentes por parte de la administración del organismo, pretenden modificar a su favor ésta equívoca política mediante gritos y sombrerazos, en estériles marchas y manifestaciones, sin encontrar respuesta.

Lo mismo podría decir de aquellos empresarios a los que no habiéndoseles pagado aún adeudos contraidos por el gobierno estatal, despotrican en contra del subsecretario de egresos de la Sefiplan y piden a los periodistas hacer del dominio público que existe toda una confabulación en esa dependencia con la intención de “agarrar ahorcados” a los desesperados acreedores y comprarles la deuda con un 30 ó más de castigo sobre el monto total reclamado. Cuidándose de no aportar pruebas concretas del presunto ilícito.

En el caso del IPE lo razonablemente lógico es que los descontentos se asesoren por expertos fiscalistas y, por el camino idóneo pre establecido en las leyes y códigos de la materia, demanden lo que legalmente corresponda, ya que pudiera darse el caso de que entonces si sean escuchados, atendidos y la irregularidad reclamada sea corregida. Los gritos y sombrerazos frente a burócratas insensibles y sordos, no son el mejor camino, salvo para beneficiar a líderes corruptos que con ello tienen armas para negociar en lo oscurito.

Lo de la compra venta de deuda no es nuevo. La banca ha sentado precedente vendiendo deuda a empresas de cobranza poco escrupulosas, bajo el criterio de que más vale pájaro en mano que millones volando, frente al creciente número de deudores sin capacidad real de pago. Este mal precedente, quizá “legal”, pero a todas luces irregular, da lugar a múltiples abusos por los nuevos dueños de la deuda, incurriendo, estos sí, en situaciones francamente al margen de la ley.

Luego la presunta compra de deuda a cargo de funcionarios corruptos no debería sorprendernos, más siendo parte de la vida cotidiana en una entidad federativa donde ha sentado sus reales la corrupción, la impunidad y la simulación. Lo verdaderamente grave, siempre a mi modesto entender, es que los que se dicen afectados, por miedo a perder lo más por lo menos, lejos de denunciar el hecho ante las autoridades se constituyan en cómplices, aceptando vender; descalificándose como empresarios honestos que exigen lo que en justicia les corresponde. O bien, guardando silencio ante funcionarios de la Sefiplan que presuntamente incurren en tal irregularidad, para después, saliendo de la dependencia despotriquen en tertulias de café, derivando en chisme un acto punible de corrupción.

Si los que se consideran afectados no actúan conforme a derecho ante un presunto ilícito que les afecta, bien pueden gritar a los cuatro vientos lo que les venga en gana que, por esa vía, no encontrarán el camino de la justicia.

“Al ministerio público y a los jueces les vale madre si el gobierno nos paga o nó. Todos se tapan con la misma sábana”, me dice un empresario de la construcción al que, presuntamente, se le planteara comprarle la deuda, cuando le expreso mi punto de vista. Quizá tenga razón, la procuración y administración de justicia en Veracruz y en cualquier rincón de México, no es muy confiable ni merece respeto por parte de la ciudadanía, pero no hay peor lucha que la que no se hace. De todas formas, la mayoría de los acreedores ya se encuentra al borde o en franca quiebra por el desface en el pago de los adeudos contraidos con proveedores y constructores por la administración de Fidel Herrera Beltrán.

Mal haría si guardara silencio frente a este tipo de reclamos, la corrupción no se debe tolerar y si es tarea de todos combatirla. Así que, por lo que a mi toca en descargo, pediría desde estas líneas a quien corresponda, se investigue y se actúe en consecuencia de existir tal irregularidad en la subsecretaría de finanzas, antes que un “chisme” derive en conflicto político por dejar hacer dejar pasar, en una nueva administración pública sobre la que aún se guardan esperanzas de honestidad y buena fe.

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El lopezobradorismo y el juego del gato y el ratón

Por J. Enrique Olivera Arce



El diputado Jesús Zambrano, líder de la corriente Nueva Izquierda —que ocupa la presidencia del PRD— dijo que los permisos (licencias) no existen y que “no se puede ser perredista cuando conviene y dejarlo de ser cuando no conviene”. Expuso que el sol azteca “no tiene espíritu masoquista como para dar permisos a sus militantes para que vayan a otra trinchera y desde ahí nos disparen y golpeen… en los hechos esta división al final divide a la izquierda y termina haciéndole el juego a los que dice combatir”.

Esto en respuesta a López Obrador quien pidiera licencia a su militancia en el partido del sol azteca.

Sin apasionamiento y al margen de considerar que la dirigencia nacional del PRD no representa más a la izquierda electoral, estimo que Zambrano tiene toda la razón. Se es o no se es, sin medias tintas como pedir licencia para combatir a su propio partido en los procesos electorales, así sea como resultado de la indudable traición de las corrientes que encabezan “los chuchos” y su alianza de facto con Calderón Hinojosa y su partido.

Ya son muchos meses (¿O años) los que han transcurrido sin que el lopezobradorismo se defina, jugando al gato y al ratón con amenazas, abiertas o veladas, de no ir ya más con “los chuchos” sin que se decida de manera evidente al rescate del partido de la Revolución Democrática y/o dar el paso lógico de romper en definitiva con el PRD y construir su propio camino más allá de los intereses electorales de coyuntura.

Tal juego da que pensar. O Andrés Manuel López Obrador “blofea” con la fuerza y estructura del movimiento que encabeza, dando por sentado que fuera del PRD no hay nada que hacer, o bien, carece de visión, estrategia y voluntad política para auspiciar que sean las propias bases partidistas las que, democráticamente, tomen el control de las dirigencias nacional y estatales rescatando lo poco que queda del partido.

Me inclino por lo segundo. López Obrador y su círculo cercano, ganados por la prisa coyuntural de pesar en la elección de Edomex y la presidencial del 2012, no ven más allá de los procesos electorales perdiendo visión de largo plazo y cayendo en el juego electorero del esteril debate sobre las alianzas que conjuntamente promueven “los chuchos” y el calderonismo, en contraposición al propósito explícito del lopezobradorismo de impulsar un proceso de cambio en México favorable a las mayorías. Sin dejar de lado que precisamente en el círculo cercano a López Obrador, paradójicamente opera el salinismo en contra de tal propósito.

De ahí que el juego del gato y el ratón, más que fortalecer al lopezobradorismo lo desgasta ante sus propios seguidores y la opinión pública en general. Asumiéndose que por encima del interés nacional prevalece en López Obrador el interés electorero de alcanzar nuevamente la candidatura de la izquierda electoral a la presidencia de la República. Perdiéndose la ventaja comparativa del tiempo como factor decisorio para influir en la población con vías a la creación de un nuevo partido político de izquierda, una vez concluida la elección presidencial del 2012.

Se es o no se es. Con alianzas con la derecha, o sin estas, López Obrador debería definirse, de una vez por todas, decidiendo si rompe o no con el PRD y no curándose en salud con una cuestionable licencia temporal.

Se está aún a tiempo para sepultar en definitiva el nauseabundo cadáver y emprender un nuevo camino alejado del oportunismo y pragmatismo tribal con que el PRD refleja la crisis generalizada del sistema electoral y partidos políticos en México.

La última palabra la tienen las propias bases perredistas y no Andrés Manuel López Obrador. ¿Se está o no se está con el PRD y su espuria dirigencia? ¿Se está o no se está a favor de la construcción de un nuevo partido de izquierda, que atienda a las nuevas condiciones de un Estado-Nación que se desmorona entre las manos de una clase política insensible, oportunista e ineficaz?

En tanto las bases no hablen, el desgaste profundizará la crisis de la izquierda electoral. Con Andrés Manuel o sin éste, una izquierda fragmentada, carente de ideología, visión de Estado, y de un programa mínimo, aceptable y consensuado que le una en el corto plazo, topará con pared tanto en la elección del Edomex como en la presidencial del 2012, facilitándole la tarea a la derecha representada lo mismo por el PAN que por el PRI.

Ya se habla de una desbandada cupular no consensuada con las bases, luego la pregunta obligada es si la militancia está de acuerdo en también pedir “licencia”, o seguirá prestándose al juego de “los chuchos” y su alianza con el PAN. Si llegase a darse el caso de una licencia masiva, debe darse por hecho que revienta anticipadamente el Partido del Sol Azteca quedando fuera de las cercanas contiendas electorales, de ahí que las “licencias” de Andrés Manuel y sus seguidores en el PRD, no tiene ninguna razón de ser.

Ya que la militancia al paso de los años no ha sido capaz de rescatar al partido, o rompe en definitiva buscándose transitar por nuevos caminos, o se seguirá con el desgastante juego del gato y el ratón que auspicia Andrés Manuel como estrategia fallida, con un muy previsible abandono del lopezobradorismo por mero cansancio. ¿Esto es lo que se quiere? Si es así, Carlos Salinas y Felipe Calderón habrán cumplido su propósito de destruir a la izquierda en México.

Lo menos que se puede esperar de la izquierda es congruencia. Se es o no se es.


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Consensos

Por J. Enrique Olivera Arce



“Los resultados, poco satisfactorios, son siempre perfectibles porque no coinciden jamás con el deseo, inmenso e indefinido”. Olivier Debroise




Sin temor a equivocarme, generalizando podría afirmar que si en algo existe consenso es que nadie, o casi nadie, desea que le vaya mal a Veracruz. Hasta por razones egoístas, esperamos un gobierno exitoso en sus propósitos de trabajar por la prosperidad y beneficio compartido para todos. El joven gobernador, Javier Duarte de Ochoa, debería entender que este consenso es el principal capital político con el que puede contar y en el que se debe apoyar para sacar al buey de la barranca.

Y sin embargo, todo indica que no encuentra el camino para canalizar voluntad y participación ciudadana en torno a su administración. Puede más su agradecimiento para con la familia Herrera Borunda y el compromiso adquirido de pago de facturas con los diversos “clanes” que le apoyaran en sus campañas políticas sucesivas, que confiar en una población hábida de participar y contribuir a la buena marcha del estado que le da cobijo.

Dando la impresión de que cortar el cordón umbilical que le ata al pasado no figura en su agenda; lo mismo en la integración de su mediocre equipo de trabajo que en su actitud asumida de ignorar el tamaño y fortaleza del tigre que en suerte, con el obsequio del boleto triunfador, se sacara en la ruleta política de Veracruz. Sin aún lograr entender que el consenso poblacional a su favor, se sustenta en la posibilidad de cambio como expectativa deseable tras padecer el nefasto fidelato.

No más mentiras, triunfalismo anticipado, y política de comunicación social sustentada en un desprecio a la inteligencia de los gobernados, y sí, no me cansaré de insistir, humildad, transparencia, trabajo eficaz, y resultados medibles y cuantificables que jalonen al paso de los días el quehacer gubernamental, es lo que se espera de Javier Duarte de Ochoa.

Lo heredado no es miel sobre hojuelas, la población lo sabe y hechos contundentes de opacidad, pesimo sentido del orden y conducción de la administración, corrupción y finanzas públicas quebradas lo confirman, conforme se va destapando la cloaca. Calificar a Fidel Herrera como adalid de decencia, buena fe y excelente gobernador, a partir de la aprobación de la cuenta pública del período 2004-2009 por el Congreso local, resta confianza y credibilidad al joven gobernante.

Nadie se chupa el dedo. El análisis y aprobación, en su caso, de la cuenta pública gubernamental por parte de la diputación local, está referido a recursos propios del gobierno veracruzano, no a los federales que por diversos conceptos contribuyen en más de 90 por ciento al presupuesto estatal y que ya, en el Informe del Resultado de la Fiscalización Superior de la Cuenta Pública 2009, figuran severos señalamientos en cuanto a su transparente y eficaz manejo. Y aún así, uso y destino de los recursos propios, en medio de la opacidad pudieran cuadrar en el papel más no en resultados tangibles y a satisfacción de la ciudadanía, colocando en entredicho las aseveraciones anticipadas del gobernador Duarte de Ochoa respecto al desempeño de su mentor y amigo.

De ahí que se cuestionen lo mismo medidas concretas adoptadas en el arranque de la administración, que contenido de espectaculares campañas mediáticas cuyo impacto en la población en contrario a lo que considera la Dirección General de Comunicación Social, es de bajo perfil y proclive a su cuestionamiento. Temas como el de la creación al vapor de la secretaría del medio ambiente, tenencia vehícular, austeridad en el gasto, pago diferido a proveedores y ahora, la disposición legal de otorgar pensiones a los deudos de los militares caídos en Veracruz en el combate a la delincuencia organizada, lejos de convencer de experiencia, visión de Estado, eficiencia y eficacia en quien gobierna, son objeto de bromas de mal gusto, malestar y rechazo por parte de amplios sectores de la población.

Baste comentar que la última de las medidas citadas, fue tomada como un acto demagógico, orientado a buscar cercanía y aprecio de Felipe Calderón Hinojosa, así como respaldo y reconocimiento de las fuerzas armadas a un gobierno que en sus inicios no percibe presencia y magnitud de su responsabilidad en el combate a la delincuencia.

Nadie ignora que nuestras fuerzas armadas cuentan con una amplia cobertura en materia de seguridad social (ISSFAM); adicionalmente, la dádiva graciosa otorgada, dado el caso, no compromete a nada a las fuerzas nacionales de tierra, mar y aire con el gobierno de Veracruz, que no sea el cumplir con su deber.

La población no quiere a las tropas en la calle, pero tampoco desea que los soldados mueran en una “guerra” de antemano perdida. Lo que exige es que las autoridades civiles cumplan con su obligación. Los veracruzanos desean vivir en paz, el gobierno de la entidad está obligado a proporcionar seguridad, combatiendo a la delincuencia en cualquiera de sus manifestaciones y no esperar que el ejército y la armada le saquen las castañas del fuego.

El gobernador debería estar consciente de que la medida aprobada por unanimidad en el Congreso local, gana animadversión y rechazo cuando es sabido que a jubilados y pensionados en Veracruz se les regatea lo que en derecho les corresponde.

Así como hay consenso en el deseo de que no le vaya mal a Veracruz, es la hora en que Duarte debe reconocer que también lo hay en torno a la pésima imagen de Calderón Hinojosa, de Fidel Herrera Beltrán y a toda manifestación de continuismo que huela a rojo fidelidad. No debe echar en saco roto la reacción de los oaxaqueños por el disimulo de Gabino Cué ante las trapacerías de Ulises Ruíz, su antecesor, y la sumisión acrítica y manifiesta a Calderón y sus nefastas y regresivas políticas públicas.

El gobernador Duarte de Ochoa se comprometió a gobernar para todos, su compromiso es con Veracruz no con camarillas aferradas a un oscuro pasado que, atándole de manos, le apuestan al derrumbe.

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Izquierda y coyuntura

Por J. Enrique Olivera Arce




Perdido todo referente histórico, y sin claridad sobre lo que depara el futuro cercano a nuestro país en el contexto de la crisis sistémica global, la coyuntura parece dominar en el escenario político de la izquierda electoral, manifestándose en un inmediatismo pragmático sin rumbo y sin destino en el que, como bien apunta Uriel Flores Aguayo en Veracruz, lo que está en duda es la supervivencia de un PRD ayuno de ideología, programa y visión de mediano y largo aliento, una vez concluida la elección en el 2012.

Lo comentamos en un artículo anterior: “…la crisis por la que atraviesa el sistema electoral en México y, por ende, los partidos políticos, tocó fondo y y está en suerte que el Partido de la Revolución democrática sea el primero en reventar”, en la inteligencia de que la morralla electoral no cuenta cuantitativa y cualitativamente, al ser el papel de ésta simple comparsa de los partidos mayoritarios.

Si algo ha impedido que el cadáver insepulto no pierda su registro, lo es sin duda la resistencia de sus bases a perder el único instrumento del que se pueden valer para expresarse social y políticamente. Pero tal resistencia tiene límites en un proceso desigual de maduración de la conciencia colectiva, en el que se combina el nivel más alto de información, cultura política contestataria y organización, focalizado en el centro del país, con el atraso mayoritario en el norte y sur-sureste de México en el que el PRD carece prácticamente de presencia.y liderazgo, salvo pequeños enclaves regionales que responden más a condiciones políticas y sociales específicas que a una estructura formal partidista.

La medida cuantitativa y cualitativa nos la dan los recientes procesos electorales en Guerrero y Baja California, donde el PRD pusiera de manifiesto su carencia de base social consecuente y su incapacidad para dar respuesta a las demandas populares, a la par que exhibiera el oportunismo a ultranza de las cúpulas partidistas estatales respondiendo a los intereses de una dirigencia nacional, defenestrada de facto y entregada al gobierno de Calderón Hinojosa.

Sin la organización y peso específico de las diversas corrientes o “tribus” que operan en la zona conurbada de la ciudad de México, el PRD en el resto del país no es nada. Como nada se puede hacer para su posible rescate y refundación en la periferia para pesar en la elección presidencial del 2012.

En este contexto todo apuntaría a que el PRI y el PAN marchan en caballo de hacienda, rumbo a la elección presidencial, sin obstáculo que se les oponga por parte de la izquierda electoral. Sin embargo, a mi juicio no es así de lineal tal apreciación. Primero, porque tanto el PRI como el PAN llevan el mismo camino hacia su autodestrucción inmersos como están en sus propias contradicciones, que les divide y debilita y, en segundo término, representando a los mismos intereses de los poderes fácticos ni uno ni otro tienen respuesta a las demandas crecientes de la población, que no sean las fórmulas neoliberales mal aprendidas del capitalismo tardío. Ideológica, programática y estructuralmente, no tienen ya nada novedoso que ofrecer electoralmente que satisfaga a una amorfa y escéptica masa de votantes.

Tanto el PRI como el PAN, dependenden de frágiles alianzas a su interior que ya están chocando entre sí en la búsqueda de consensos válidos en la selección de su respectivo candidato que les abandere en la justa electoral por la presidencia de la República; sumándose el que cada gobernador atienda más a los intereses de sus cotos regionales de poder que al ya perdido sentido de unidad y disciplina partidista. La suma de estas contradicciones internas, aunque no de manera tan explícita, coloca a los dos partidos punteros en la misma tesitura del PRD en el marco de la crisis, tanto del sistema electoral como de la incipiente democracia representativa. De ahí que la elección de gobernador en el estado de México se considere por los tres partidos mayoritarios como “laboratorio” previo para medir sus fortalezas y debilidades con vías al 2012.

Sin aún considerar el contexto más amplio de una crisis mayor, la sistémica, que combina la debacle económico financiera con los efectos del cambio climático que afectando ya a todo el planeta, ofrece oscuros presagios en materia alimentaria; México, con cuarenta millones de personas en condiciones de pobreza y pobreza extrema, no está a salvo de una posible hambruna y, por ende, tampoco del efecto dominó de agitación social y disturbios que rebasan toda medida de control por parte de gobiernos, partidos políticos y liderazgos formales.

¿Qué hacer en la coyuntura, perdido rumbo y destino para el mediano y largo plazo? Eh ahí el dilema para una izquierda renuente a rescatar referente histórico. ¿Retornará al marxismo como herramienta de análisis? ¿Retomará las lecciones de Lenin, Trotsky, ó Mariátegui, para enriquecer bagaje ideológico y organizativo? ¿O seguirá diluyéndose entre la denuncia esteril y el quejumbroso lamento con el que lame su impotencia?

Mientras la izquierda auténtica se decide “a salir del closet”, las masas enardecidas y sin control, bien pudieran encontrar por sí mismas el camino para avanzar. Vale la pena reflexionar sobre ello, antes que pensar en el inmediatismo pragmático de bastardos intereses electorales.

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Beneficio de la duda

Por J. Enrique Olivera Arce



Estimando que en la elección de gobernador en el 2010 alrededor de 2 millones de veracruzanos no sufragaran a favor del Dr. Javier Duarte de Ochoa, éste está más que obligado a demostrar que conducirá a la entidad por el camino correcto. Se le ha brindado el beneficio de la duda a partir de considerársele un político limpio, preparado y bien intencionado, que fuera más que beneficiario, víctima de los excesos de Fidel Herrera Beltrán, pero debe hacerse acreedor a tal muestra de generosidad.

Igualmente se le concede el justificarle confusión en el arranque; no es fácil para nadie estrenarse como gobernador de una entidad federativa tan compleja y desigual en sus bastas regiones y, aún menos, habiendo heredado de su antecesor una administración pública tan cuestionada por su corrupción y desorden, como financieramente desfondada.

Sin embargo, tal beneficio no puede otorgarse ilimitadamente. Cien días al frente de la administración son suficientes para conocer si ofrece rumbo, certidumbre y voluntad política para atender a las necesidades crecientes de Veracruz.

En unos cuantos días se vence tal plazo y, sin ánimo de juzgar a priori, por lo que hemos visto hasta ahora honestamente considero no convence el estilo personal de gobernar del Dr. Duarte de Ochoa; la impresión a bote pronto es de que formado políticamente al lado de Herrera Beltrán, se inclina más a seguir el estilo aprendido de su mentor y amigo que a manifestar uno propio, congruente con su preparación académica y la esperada comprensión que como joven ilustrado debe tener respecto a los retos de nuestro tiempo.

Hasta hoy, domina el viejo y sobado estilo. Tremendismo mediático, anuncios espectaculares de propósitos difíciles si no imposibles de cumplir y, para no perder el camino aprendido de su antecesor, un triunfalismo sin sustento que choca con la realidad.

En la forma se refleja el contenido. Más que palabras del gobernante los ciudadanos esperamos políticas públicas acordes con necesidades reales y sentidas de la mayoría de los veracruzanos, empezando con aquellos más desprotegidos.

En este contexto, es de llamar la atención que, sin mayor análisis, el Dr. Duarte de Ochoa de un plumazo transfiera al DIF y al voluntariado de la mal llamada “sociedad civil”, tareas que son de la absoluta competencia del gobierno que preside, como es el caso de la atención a los quince municipios de mayor atraso relativo en la entidad.

A diferencia de mi amigo Alfredo Bielma Villanueva, quien me distingue generosamente con sus valiosos aportes a mi sitio en la Red de Redes, estimo que tal transferencia de responsabilidades constituye una pésima decisión.

El atraso de los quince municipios seleccionados en principio, no es coyuntural ni puede atribuirse a los mini huracanes que tanto se han publicitado. Tiene carácter estructural, identificado plenamente como rezago social y económico y deuda histórica con nuestros pueblos originarios condenados a sobrevivir en condiciones de explotación, exclusión, desigualdad y pobreza extrema, en las serranías veracruzanas.

Tal deuda histórica no se resuelve con políticas públicas asistencialistas, en palabras más crudas, con limosnas provenientes de personas o instituciones privadas o subsidiarias del poder público “bien intencionadas”, para las que la caridad es manera de alcanzar la gloria eterna, negocio terrenal redondo, vía exención de impuestos ó, en su caso, careta propagandística de pedestres intereses políticos.

Sólo faltó que se dijera que el rescate de los 15 municipios en cuestión, correría a cargo del “redondeo” que con toda impunidad aplican las cadenas comerciales a sus consumidores cautivos.

¿O es que acaso se pretende que, como en el pasado reciente, el DIF substituya a las secretarías de salud, educación, agricultura, desarrollo social y económico, finanzas, y al propio Congreso local? Instituyéndose de facto a la “primera dama” como “vice gobernadora”.

Si es así, ya empezamos mal.

Si verdaderamente existe interés en rescatarles e incorporarles a la senda de prosperidad que se anuncia para Veracruz, como prioridad ello se debe reflejar presupuestalmente en medidas serias y a profundidad a cargo de los gobiernos estatal, y municipales, para erradicar analfabetismo, insalubridad, desempleo, exclusión e injusticia, así como en la dotación integral de infraestructura. Estableciendo metas concretas en tiempo y espacio, soportadas con la participación activa de las propias comunidades, como sujetos con mayoría de edad y no objeto inerte a expensas de la caridad.

Estamos aún a tiempo. Bien vale un alto en el camino recien andado y reflexionar sobre el que y como reorientar con visión de Estado, rumbo y destino perdido en el sexenio precedente. Está más que comprobado que los palos de ciego con eco mediático de tres cuadras a la redonda, no conducen a buen puerto. El joven Duarte tiene que aprender a paso acelerado que una cosa es ser gobernador y otra, más difícil y compleja, es gobernar.

No debe echar por la borda el beneficio de la duda que con generosidad le conceden alrededor de dos millones de votantes.

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El “Jefe Diego”; crisis y pragmatismo sin límite

Por J. Enrique Olivera Arce




Vive, piensa, opera y se beneficia de y para desde las entrañas mismas del poder fáctico, luego no pueden considerarse incongruentes las declaraciones públicas de Diego Fernández de Ceballos cuando con firmeza afirma: “Siempre he estado en contra de alianzas, y de cambios repentinos y de etiquetas que se pongan o se quiten”, refiriéndose a la presunta alianza en construcción entre su partido, el PAN, y el de la “Revolución Democrática” de los chuchos.

Sabe más el diablo por viejo y retorcido que por diablo, luego Fernández de Ceballos conoce de lo que habla y de lo que el mezclar agua y aceite en política significa, cuando se atraviesa por una profunda crisis del sistema electoral y de partidos en un país que ha perdido el rumbo.

Los extremos se tocan. No es circunstancial que desde la trinchera de enfrente, Andrés Manuel López Obrador, con el mismo talante, coincida con el “Jefe Diego”. Ambos saben lo que está en juego y, cada uno, a su muy peculiar estilo de navegar en las turbulentas aguas de la política nacional, sopesa el riesgo que se corre tanto para la derecha como para la izquierda, en su caso, con el travestismo político y un pragmatismo sin límite que desdibuja diferencias ideológicas, valores, principios, y programas en los que debería sustentarse el objetivo sustantivo de todo partido político de masas, que es la toma del poder.

Con visión de Estado en un horizonte de largo plazo, por sobre lo coyuntural, ambos personajes parecen vislumbrar lo que para el sistema electoral y de partidos políticos representan “las alianzas contra natura”, como ha sido dable observar en las últimas elecciones de gobernador en Oaxaca y Guerrero y sus indudables consecuencias para un endeble intento por construir una democracia representativa moderna en nuestro país.

Triunfo pírrico el de las alianzas ganadoras. De la contradicción sustantiva se derivan otras no menos graves que restan gobernabilidad y credibilidad, como ya está aconteciendo en Oaxaca o, para no ir muy lejos, con la coptación por Fidel Herrera Beltrán de las cúpulas partidistas de oposición en Veracruz, generando desconcierto, confusión, incredibilidad y dispersión en el electorado; resultando de tal “alianza de facto” un gabinete de chile de dulce y de manteca en el que cada quien lleva agua a su propio molino; así como un Congreso local sin disidencia, manifestándose incapaz de operar con autenticidad y legitimidad como representante de la voluntad popular.

El pragmatismo político tiene límites implícitos, en forma y fondo, no contemplados en la legislación electoral vigente ni en la práctica política ortodoxa. El persistir en transgredirlos nos ha llevado a la inoperancia de las reglas mínimas de civilidad del juego electoral operando, paradójicamente, en contra de los mismos que hacen del pragmatismo sin límite el pan de cada día, los partidos políticos, que han perdido institucionalidad, credibilidad, vigencia y razón de ser para la incipiente vida democrática de México, arrastrando consigo al sistema electoral en su conjunto,

El categórico mensaje tanto de Fernández de Ceballos como de Andrés Manuel López Obrador, así como la ausencia de consenso en el Congreso de la Unión para sacar adelante la reforma del Estado, debería considerarse como una voz de alarma; más, cuando el horno no está para bollos, con la “guerra” perdida de Calderón Hinojosa y la nada velada intencionalidad de Carlos Salinas de Gortari de auspiciar un bipartidismo a modo impulsado desde Washington. A lo que habría que sumar el imparable ascenso de la carestía y el descenso de la calidad de vida de la mayoría de los mexicanos.

Incertidumbre, inseguridad y hambre, son malos consejeros para un pueblo al que se le ha privado de esperanza y expectativas de bienestar y progreso. Observemos lo que está aconteciendo en el mundo globalizado con Egipto, Túnez y gran parte de Europa, teniendo como escenario un renovado efecto dominó en expansión.

La crisis del sistema electoral y de partidos políticos en México está tocando fondo. No hay ni ganadores ni perdedores, “sino todo lo contrario”, no echemos en saco roto la advertencia.

Al PAN, lo que es del PAN como expresión de la derecha en el espectro político y, en contraparte, a la izquierda electoral lo que ideológicamente deberían ser sus objetivos en respuesta a las demandas de las mayorías. De lo contrario, Carlos Salinas, desde un PRI ecléctico, perturbado, que navega a la deriva entre sus propias contradicciones, terminará por salirse con la suya.

Habría que reflexionar si un bipartidismo neoliberal en México, carente de ética política y a merced de los intereses de Washington, sería la mejor fórmula para avanzar en el marco de la turbulencia de una crisis sistémica globalizada, en la que los pueblos oprimidos ya asumen su papel protagónico..

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Honestidad. Lo deseable frente a lo imposible

Por J. Enrique Olivera Arce




Considerando una vieja y justificada demanda de adelgazamiento del aparato administrativo gubernamental, el anuncio de un plan de austeridad y ahorro en la administración pública en Veracruz cae en tierra fértil, debería merecer reconocimiento de la población al mismo tiempo que interpretarse como señal de voluntad de cambio por parte del titular del ejecutivo.

Más, para los que saben de la diferencia entre gasto corriente y gasto de inversión, que estiman la medida como correcta y plausible el privilegiar inversión por sobre gasto improductivo. Gastar menos para hacer lo mismo, o un plus de ser posible, en el manejo de la administración gubernamental, a la par que invertir un mayor caudal de recursos en bienes de capital, como podría ser obra pública o apoyos al aparato productivo implicando efectos multiplicadores, tanto en la dinámica económica y social de la entidad como en las finanzas gubernamentales.

Así que por principio de cuentas, bienvenida la iniciativa del gobernador en su por ahora tempranero propósito de aplicar honestidad, austeridad y racionalidad como prioridad en su administración.

Lo que no se dijo y quizá sea lo más relevante, es que al mismo tiempo el plan de austeridad debería contemplar el establecer estándares e indicadores de eficiencia y eficacia que, en cada una de las dependencias y organismos descentralizados de la administración pública estatal, permitan evaluar desempeño y transparencia en resultados medibles y cuantificables que den cuenta del avance en el hacer más con menos. Punto de partida para entonces si hablar de honestidad, rendición de cuentas y credibilidad en la acción de gobierno.

No obstante, partiendo de experiencias previas recientes y el desconocimiento del aún pendiente Plan Estatal de Desarrollo, el ambicioso anuncio del gobernador tiene diversas aristas a considerar para su cabal aceptación y, en su caso, plena credibilidad por parte de una población en su mayoría legos en materia administrativa y financiera. Pues una cosa es querer y otra materializar un buen propósito que incida en equidad y bienestar para los veracruzanos.

En primer término, a mi modesto entender, no se habla de una límpia a fondo que libere a la administración de una corrupción enquistada que a no dudar se encargaría de dar al traste con los buenos propósitos del gobernador. Tampoco queda claro a cuanto ascienden los montos destinados a pago de nómina de los burócratas de los niveles más bajos del escalafón, por cierto mayoría, y cuanto es lo que se eroga en pago de sueldos u honorarios, compensaciones, bonos de productividad, viáticos, pasajes, vehículos, y minucias dispendiosas como gastos diversos sin comprobar, entre otras cosas, de la alta burocracia.

Habría que aclararlo, pues ahí está el pero que obliga a pensar que lo deseable se enfrenta a lo imposible.

En segundo término, no queda claro a que se destinará el ahorro estimado de 6 mil millones de pesos. Quedando la impresión en una opinión pública desinformada que el destino prioritario final de la inversión se aplicaría a la “reconstrucción” derivada de las afectaciones de los dos mini huracanes que golpearan a la entidad en el 2010.

No obstante, no se detalla a cuanto asciende el daño a cubrir por parte del gobierno federal, el estatal, y los sectores privado y social. Un adecuado desglose sería pertinente a favor de la certeza y transparencia de una medida en principio correcta en su intención, sin que se preste a malos entendidos; habida cuenta de que en el imaginario popular lo que implícitamente se busca es pagar deudas y sanear arcas públicas en bancarrota, puesto que el metódico y sistemático saqueo del erario bajo la administración de Fidel Herrera Beltrán se dio previamente a los fenómenos naturales que, habiendo afectado a la entidad, se tomaran como pretexto para justificar lo injustificable.

no podemos hacer de lado que también es del dominio público que el gobernador Duarte de Ochoa hereda un estado inercial de cosas en el que entre los diversos rubros que integran el gasto corriente, el mayor peso específico recae en el amiguismo, el despilfarro, la injustificada presencia en nómina de varios cientos de seudo servidores públicos que conocidos como “aviadores”, “comisionados”, o “asesores externos”, no sólo jamás han dado golpe en las dependencias a las que nominalmente están asignados, sino que incluso, adicionalmente a los altos emolumentos que se les asignan, obtienen al paso de los años el beneficio de una jugosa jubilación.

Se dice de una conocida e influyente familia que hasta sus nietos no natos ya figuran en el organigrama de la administración pública veracruzana.

Ejemplos sobran. Bastaría con señalar el buen número de agraciadas jovencitas que, sin más mérito que su proclividad a la liviandad, prestaran sus servicios carnales a cambio de figurar en la nómina gubernamental con escandalosos ingresos y prebendas económicas y políticas. Nada de esto dejó de percibirse por la opinión pública a lo largo de los últimos seis años.

Irregularidades, dispendio y criminal saqueo, que por cierto el Congreso local se ha negado a reconocer en el análisis de la Cuenta Pública del período 2004-2008. No es nada circunstancial que por disposición del ex gobernador Herrera Beltrán se “blindara” la información sobre el gasto larvario de la promoción mediática del gobierno de la fidelidad.

No hay que ir muy lejos para trasmitir confianza y credibilidad en los buenos propósitos de un plan por principio plausible. Bastaría con clarificar donde y por qué, figuran en la nómina gubernamental tanto una “clase” política parasitaria, como “líderes sociales”, periodistas, amigos, ministros de culto y hasta mágicos gurús yerbateros, que medran a la sombra del poder en turno, y entonces sí, actuar en consecuencia; tomándose las medidas pertinentes para corregir y adelgazar el gasto corriente socialmente oneroso con honestidad transparencia y buen juicio.

Pero antes que cancelar la oportunidad de los humildes al acceso a un modesto empleo gubernamental, es imprescindible aceptar con objetividad que, en las quebradas finanzas públicas estatales y municipales, por comisión u omisión, la corrupción en los mandos superiores y no el número y presunta displicencia de la burocracia menor, es la responsable. ¿Es ello posible?

Pretender ocultar la realidad a los ojos de los mandantes, no es honesto ni merece credibilidad. Tampoco se modifica la percepción de que el pretendido cambio en propósitos y objetivos en la administración pública veracruzana, no deja de ser simple gatopardismo. La corrupción e intereses políticos diversos, mata buenos propósitos de inicio de gestión.

Por último, entre otras consideraciones, para no seguir aburriendo a mis tres lectores, estimo que la honestidad en los servidores públicos, efectivamente no debería ser “un discurso”, como afirmara el gobernador Duarte. Se sustenta en la honestidad intelectual para aceptar que lo prioritario es el mandato popular expresado en las urnas y no caprichos coyunturales, excesos mediáticos y conductas ética y moralmente impropias de quienes están obligados a servir con honradez, eficiencia y eficacia en su desempeño.
Si nos atenemos al anuncio en cuestión del joven gobernante, la credibilidad en el propósito se gana con frugalidad y racionalidad en el ejercicio del gasto corriente, equilibrado manejo de las finanzas públicas y un combate frontal a la corrupción, como norma de conducta de un gobierno honesto dispuesto a romper con un pasado lamentable. ¿Podrá entonces el Dr. Duarte frenar la inercia heredada y revertir la tendencia al saqueo que aún tiñe de rojo a su administración?

Insisto de manera reiterada. Hechos concretos, no palabras que no modifican la realidad, legitimarán a la recién estrenada conducción de la administración pública veracruzana.
Mientras a la inercia heredada no se le ponga un hasta aquí, honestidad en el servicio público no pasará de ser eso, “discurso” sobre las mejores intenciones del gobernador de Veracruz. Perseguir penalmente a ediles y funcionarios de municipios de la menor relevancia, por presunta deshonestidad en el manejo del erario público, no basta. Se alborota a los ratones y se consienten a las ratas.

El gasto de inversión es otro rollo. En este renglón tan urgente como necesario es poner también freno al alto nivel de negocios que, con cargo al erario, tienen lugar mediante el tráfico de influencias, evidente corrupción e impunidad en el ámbito de mandos medios y superiores. Los casos del “Negro” Rafael Cruz, y el “hermano incómodo” de Fidel Herrera Beltran, diputados que se desempeñaran como alcaldes y alcaldes ahora diputados o funcionarios del primer círculo del gobierno estatal, son paradigmáticos. Esto, por ahora, no viene al caso comentar pero está presente en el imaginario popular.

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