Proceso electoral, rompecabezas sin instructivo para la ciudadanía

Por J. Enrique Olivera Arce




A escasos días de que inicien formalmente las campañas de los candidatos que aspiran a la gubernatura de Veracruz, el proceso electoral en curso es un verdadero rompecabezas, sin instructivo racional al alcance de los votantes potenciales. A lo largo de las internas, el único mensaje que mediáticamente se trasmitiera a la ciudadanía fue el de un galimatías de todos contra todos, alimentado por el prejuicio y el odio exacerbado que lo único que deja es la sensación de que todas las opciones electorales son iguales. Los 49 días de intenso proselitismo, no serán suficientes para borrar tal percepción y sí, para profundizar confusión y desconcierto.

El origen de tal estado de descomposición de un proceso electoral que debería ser ejercicio democrático, motivo de optimismo, reflexión y análisis, con vías a permitir que el ciudadano frente a la urna se inclinara a favor de la mejor opción para el futuro de Veracruz, no es otro a mi juicio, que el afán desmedido del Maestro Fidel Herrera Beltrán por perpetuarse en el poder; cada vez son más los que coinciden con esta percepción, atribuyéndosele al gobernador en turno la creación de un “Frankenstein” que se le ha salido de control.

Destruyó al PRD en la entidad; desestabilizó al panismo veracruzano; coptó a buena parte de la militancia de los partidos menores y a no pocos medios de comunicación; privó de credibilidad al Instituto Electoral de Veracruz, árbitro en la contienda y, de paso, contaminó a todo el quehacer político con su fobia personal de rechazo a ultranza de todo lo que huela a su enemigo. Esta percepción tiende a generalizarse en amplios sectores de la sociedad veracruzana.

Paradójicamente, el Maestro Herrera Beltrán también ha dividido al PRI, polarizándole en una soterrada pugna entre fieles e infieles y arbitrarias asignaciones de candidaturas a diputaciones locales y alcaldías sin que el candidato priísta a gobernador toque baranda. Tanto que ya ha trascendido que Javier Duarte de Ochoa cuenta con tres equipos de coordinación para la campaña, confrontados entre sí: el propio, integrado por personas de su entera confianza, el designado por el gobernador con Enrique Jackson a la cabeza, y el que, de manera marginal o de membrete, se hace figurar como tal para el “control de daños” y consumo mediático para una despistada opinión pública. Obviamente, la voz cantante la lleva Fidel.

Carlos Salinas de Gortari para prolongar su poder, pretendió en su momento vender la idea de un nuevo partido político sustentado en el programa “solidaridad”, Fidel hace lo propio con la corriente “fidelidad”, que responde a sus particulares intereses promoviendo el pensamiento único, con un también único color, el rojo. El primero no logró de manera ostensible su propósito, el segundo, perdió la ruta en el camino y sí ha creado confusión, desorden, descrédito en un proceso sucesorio al que no se le ve ni pies ni cabeza, orillando al electorado a sufragar el próximo cuatro de julio más por inercia, imitación o inducción extra legal, que por convicción razonada.

¿Quién pagará los platos rotos de tal desaguisado? Creo que la única respuesta válida es: Veracruz.

Gane el que gane la elección de gobernador, en su momento recibirá a una entidad federativa polarizada, cargada de odios y prejuicios, en el que el adversario político será visto y tratado como enemigo. Quien gobierne, carecerá ante un nutrido grupo de ciudadanos de legitimidad y autoridad moral y política para sumar y no restar y dividir en los esfuerzos colectivos por impulsar el ya de sí lento y desarticulado proceso del crecimiento económico y el desarrollo de la entidad. No puede olvidarse el efecto post electoral de la elección del 2006, con todas las consecuencias que hasta hoy venimos arrastrando como sociedad y como país.

También cabe preguntarse entonces, si en el ánimo de los tres candidatos en contienda, cabría la prudencia y el buen juicio como para deslindarse de tal estado de cosas, contribuyendo, con la oportunidad que acotan los tiempos legales preestablecidos, a reencausar el proceso electoral privilegiando humildad, transparencia, legalidad, credibilidad y participación ciudadana, sin más interés que el atender con honestidad la demanda popular de dejar atrás gatopardismo y simulación.

La gente ya no quiere más de lo mismo y, al sufragar, debería dejarlo clara y concientemente sentado, si es que aún confía en la viabilidad de la vida en democracia como fórmula para una sana y productiva convivencia. Los aspirantes a gobernar Veracruz deben ser garantes de que sus conductas y propuestas están encaminadas a ir de la mano con el pueblo y su demanda sustantiva. Su mejor opción es convencer a un electorado hoy en ascuas, sin que medie más guerra de lodo y que gane en buena lid el que los votantes decidan.

La otra opción es dejar hacer, dejar pasar, hasta que Alicia en el país de las maravillas termine por apropiarse de nuestro destino común.

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El ciberespacio, “Hackers”, y libertad de expresión en Veracruz.

Por J. Enrique Olivera Arce




Habiéndome iniciado participando en un “Chat”, con el “nic” de Discípulo”, interactuando con un entusiasta grupo de jóvenes de diversos países latinoamericanos para quienes mi edad no fuera impedimento para brindarme su amistad y cariño, desde 1998 incursiono por esos amplios caminos de la red de redes. Lo mismo tomando parte en foros, grupos iberoamericanos de estudio sobre la globalización y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TICs), que participando en el Primer Congreso Internacional Online del Observatorio para la Cibersociedad.

Siempre con el afán de aprender y familiarizarme con el fenómeno más revolucionario de nuestro tiempo: la internet.

Fue en la red de redes donde tome conciencia de la importancia de la humildad frente a lo que desconocemos y el valor de la amistad solidaria, pese a la distancia y muchas veces el idioma, entre personas que jamás nos imagináramos conocer de diversas partes del mundo; intercambiando y confrontando pensamientos e ideas, también diversas, sobre el mundo real y la percepción que de nuestros respectivos entornos más cercanos influían y determinaban nuestra vida en el acontecer cotidiano de nuestros países.

Así, en ese mundo virtual, me toco vivir y compartir con muchos internautas, entre otras cosas, lo que se pensaba sobre la crisis argentina de 2001, la evolución del chavismo en Venezuela, el ascenso del movimiento indígena en Bolivia, o la invasión de Irak y el saqueo del Museo de Bagdad y la quema de la biblioteca por la soldadesca norteamericana. Sobre esto último escribí un artículo el 10 de abril de 2003, día siguiente de tan infaustos acontecimientos, en el que calificaba tal acto de incivilidad y barbarie como “El destape de la Caja de Pandora”, que tuvo amplia difusión en la red.

La lección aprendida en la red al paso de estos años, me ha marcado para el resto de mi vida. Como expresara el poeta, “no hay caminos, se hace camino al andar”. La palabra se abre paso, siempre en busca del que la quiere escuchar, así este se encuentre en la antípoda de este nuestro pequeño planeta azul. El diálogo, sustentado en la tolerancia entre quienes piensan diferente, encuentra en la palabra la distancia que separa a la barbarie y la civilización. Sin ésta, la libertad, en su más amplia expresión, es inalcanzable utopía.

Si algo trascendente aporta la internet a nuestra civilización, es la infinita posibilidad de que la palabra siempre encuentre puerta abierta para expresarse. No existe valladar alguno que lo impida.

En este contexto supe lo que era un verdadero “hacker”. La rebeldía y el permanente cuestionamiento de sí mismo y de todo lo que le rodea, le distingue del resto de los seres humanos. En su gran mayoría, jóvenes, casi niños, sin su genialidad y permanente afán de búsqueda de la libertad, la red de redes no habría evolucionado al ritmo y alcance que, hoy por hoy, hace del mundo una aldea al alcance de todos. Respetable y respetado, su espíritu libertario tiñe de genialidad a la WEB, a la par que impulsa el conocimiento, la ciencia y la tecnología, como instrumentos al servicio del hombre y no a la inversa. Concebirlos de manera diferente, ayuntados al servicio de intereses espurios, políticos o empresariales -aunque la excepción confirma la regla-, es subestimar al genio y al ser humano que encuentra en la búsqueda incansable de la libertad, razón de existir.

Es por ello que mueve a risa el sólo pensar que auténticos “Hackers” se rebajen y se tomen la molestia de “tirar” modestas páginas o portales de noticias cuyos contenidos molestan al poder instituido, como recientemente viene aconteciendo en Veracruz. Nuestros sitios en la red de ninguna manera podemos considerar son víctimas de un “Hacker”, contratado ex profeso por políticos transgénicos (a fuerza madurados). No. El atentado contra la libertad de expresión en la internet que algunos sufrimos como consecuencia del grosero manipuleo de un proceso electoral atípico por parte del gobernador Fidel Herrera Beltrán, que demerita credibilidad y confianza en partidos políticos, en el árbitro electoral, y en el propio gobernante que se ha olvidado de su obligación constitucional de gobernar para todos, no puede ser otra cosa que travesuras de aprendices que, pagados para ello, se adiestran en técnicas de intolerancia y sectarismo fascistoide, enemigos casi gratuitos del espíritu libertario que mueve a la red de redes.

Así es como debemos interpretar y así debemos aceptarlo, el hecho de que cada vez con mayor frecuencia, desde el poder se nos niegue el derecho a pensar, así como el expresar nuestra palabra, en un ciberespacio que apenas descubre nuestra ramplona y aldeana clase política, cuyo límite de visión no va más allá de los rojos linderos de la llamada servilmente “Fidelidad”.

Hoy “tiran” una página, un portal, y mañana florecen cien más. El poder de la palabra no tiene límites. Cabe entonces preguntarles a los auténticos “Hackers”, si consideran que la libertad de expresión en la red de redes, puede hoy ser frenada desde las esferas del poder.

Dejemos en su genialidad la respuesta.

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Dante Delgado y el insepulto cadáver del PRD en Veracruz

Por J. Enrique Olivera Arce




Hace ya algunos meses comenté que a mi juicio el PRD en Veracruz había pasado a mejor vida, encontrándose el cadáver aún insepulto. El tiempo, sus victimarios y la zopilotada que le ronda, lo confirman.

Tras un nuevo cochinero, Uriel Flores Aguayo, ex diputado local, uno de los fundadores del PRD con mayor presencia en ese partido y aspirante a la Alcaldía de Xalapa, declaró hoy lunes a los medios que la crisis de su partido es profunda y carece de autoridad, por lo que impera el caos. “El partido es un muerto viviente, casi como un zombie que algunos traen cargando. El colmo es que algunos todavía quieren robarle los zapatos o el diente de oro al difunto” En corto nos afirmó que el PRD en la entidad está liquidado. “Lo mejor de la militancia ya se fue”.

No podría pensarse de otra manera. Los intereses espureos y encontrados de los diversos agrupamientos que en Veracruz responden a las tribus cupulares del PRD y a un presumible pacto en lo oscurito con el gobernador Fidel Herrera Beltrán, se han encargado, efectivamente, de liquidar todo viso de organización y vida democrática partidista desde que tuvieran lugar las elecciones federales del 2006, si no es que antes, cuando decidieran sumarse a los requerimientos de “gobernabilidad” del titular del ejecutivo.

El mismo lunes la prensa difunde la información sobre un presunto distanciamiento entre el presidente nacional del partido del sol azteca, Jesús Ortega, y el candidato de la coalición Convergencia-PT-PRD, Dante Delgado Rannauro, así como la decisión del Partido del Trabajo de dar marcha atrás en las alianzas pactadas con el PRD y el PAN en diversas entidades federativas, atendiendo a una recomendación de Andrés Manuel López Obrador. Conformándose un nuevo escenario en el desarrollo del proceso electoral veracruzano, que, objetivamente, apuntaría a una ruptura de Convergencia con el PRD y a la disolución de la alianza de centro izquierda en vísperas de su registro formal ante el Instituto Electoral de Veracruz, quedando restringida la coalición únicamente al partido naranja y el PT.

Cualquier otra posibilidad planteada por los grupos perredistas en pugna, en el sentido de decidir de última hora mantener la alianza, por sí o a instancias de Jesús Ortega que desmiente al PT insistiendo que la alianzas están en firme, incluyendo la que se firmara en Veracruz, dadas las condiciones existentes prácticamente sería irrelevante el aporte de lo que queda del PRD a la coalición de centro izquierda y, como afirmara en artículo anterior, sí un pesado lastre para Dante Delgado Rannauro frente a una ciudadanía harta de los constantes cochineros perredistas.

Liquidado de facto el PRD en Veracruz, carece de fuerza alguna para ejercer “chantaje” o presión para que Convergencia y el PT se plieguen a los muy particulares intereses de quienes rondan en torno al féretro. Así que, como expresara el ex gobernador de Zacatecas, Ricardo Monreal, “Más vale solos que mal acompañados”. Expresión que en su momento vertí en artículo anterior en el que señalaba que Dante Delgado no debería confiar en la difusa y corrupta dirigencia del PRD.

A unas horas de que venza el plazo legal para el registro de la coalición de centro izquierda electoral, el tiempo parece darnos la razón. Convergencia y el PT no tienen nada que hacer con el partido del sol azteca en Veracruz, salvo recuperar a los varios miles de perredistas bien intencionados que, de buena fe, confiaran en su partido como opción de cambio y transformación del país. Sí, aquellos que, como afirma Uriel Flores Aguayo, ya se fueron, o bien, están por irse, empezando por quienes integrados al movimiento social que encabeza Andrés Manuel López Obrador nuevamente se sienten traicionados.

Si el aventurarse a llevar como lastre al PRD está en el ánimo de Dante Delgado, muy a pesar de lo que la ciudadanía percibe de este partido en la entidad, sin duda requerirá de mucha inteligencia, mucho trabajo político y mucho ojo para no dejarse desbarrancar por sus compañeros de camino en la búsqueda de la gubernatura.

La política es veleidosa. De un día a otro cambian las circunstancias y, con ello, la correlación de fuerzas, objetivos y prioridades. Esperemos que Dante, Convergencia y el PT, tomen la decisión tanto más acertada como oportuna, para que no tengan que lamentarse por cargar a cuestas con el insepulto cadáver y los zopilotes que le merodean.

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Centuriones mercenarios, haciendo posible el triunfo del PRI

Por J. Enrique Olivera Arce




Disculpe señora. ¿A que evento se dirigen con tanta prisa? Pregunté con todo comedimiento a una de las integrantes de un “rebaño” conducido por una dama muy popular entre los tianguistas de nuestra ciudad capital, que a toda prisa se dirigían al estadio xalapeño.

Oye tu, ¿adonde vamos?, le dijo la interpelada tras un codazo a la compañera que marchaba a su lado, quien sin perder el paso y con toda seguridad contestó: “a la protesta del que va a ser gobernador”.

Dirigiéndome a esta segunda persona, pregunté: ¿Y contra que va a protestar?

“Contra el presidente que no le cumple a los veracruzanos con el dinero que nos toca del presupuesto”, contestó, alcanzando a la carrera a sus compañeras que ya se habían adelantado tomando rumbo hacia un espacio público, de todos los xalapeños, hoy designado templo del PRI para ungir a su candidato.

Degustando un pambazo de jamón y queso, obsequiado a los concurrentes a la toma de protesta de Javier Duarte como candidato del PRI a la gubernatura de Veracruz, recorrí el muro perimetral del estadio lo mismo observando el comportamiento de los varios miles de acarreados ahí reunidos, que la eficiente labor de organizadores, conductores de grupo, acomodadores y líderes de las diversas porras que de todos los rincones de Veracruz tomarían parte en el magno evento del priísmo estatal para vitorear más que al ahora candidato, a los santones de la cúpula nacional que testificarían el poder de convocatoria de Fidel Herrera Beltrán, gobernador y aspirante a la candidatura de su partido en la búsqueda de la presidencia de la República.

Sin alejar de mi mente el diálogo sostenido con las señoras, presuntamente tianguistas, a la distancia observé al Maestro Fidel Herrera, con su cachuchita roja -promocional de la imagen de su “delfín”-, al senador Beltrones acompañado por Héctor Yunes Landa, y a otros y otras encumbradas figuras del priísmo, que saliendo de un conocido restaurante dirigieran sus pasos a la entrada del estadio para ocupar su sitio en el palco de honor, cuando se les informara que ya prácticamente estaba ocupado todo el graderío. En ese momento completé la imagen en tiempo real sobre el PRI de hoy y de siempre en Veracruz; si el gobierno del estado, los ayuntamientos priístas, y la Universidad Veracruzana no escatimaran gastos para reunir a más de 20 mil personas, disponiendo a su arbitrio de un espacio público que es de todos los veracruzanos, ya podemos darnos por enterados de lo que será la campaña electoral que desembocará en una asimétrica elección de gobernador.

Sustentado en una muy cara pero eficaz parafernalia el partido de la fidelidad logra así su propósito: restregarle en el rostro a la ciudadanía tanto la organización y fuerza de su estructura electoral, como la fortaleza del primer priísta de la entidad en su empeño por hacer de Duarte de Ochoa, contra todos los pronósticos, gobernador de la entidad, como pase obligado para lo que viene en el 2012.

No esperé al discurso plañidero de Javier Duarte de Ochoa ó a las incongruencias de una decepcionante Beatriz Paredes que del Olimpo bajara al nivel de los descamisados de Cesar del Ángel. Tras saludar al siempre atento y caballeroso diputado federal, José Francisco Yunes Zorrilla, y a otros tres o cuatro amigos que militan en las brigadas rojas, retorné a la civilización. Reconstruyendo en mi memoria lecturas de pasajes similares de la historia de la Roma antigua, en los que el Emperador rodeado de la corte ofreciera pan y circo a sus súbditos, en el coliseo construido por Vespasiano en el siglo I de nuestra era.

Sumido en mis reflexiones y con la imagen vívida del despilfarro económico y moral en que incurre nuestra clase política, me imaginé al Cesar, a sus cortesanos y efebos, y a la hambrienta muchedumbre clamando por la muerte del gladiador vencido. Pero al mismo tiempo no pude dejar de pensar en que tanto el PAN como los partidos políticos de minoría, tienen mucho que aprender aún del viejo PRI, si acaso pretendieran ser competitivos en las justas electorales. No me refiero únicamente al pragmatismo ayuno de ideología, a sus trapacerías y escandaloso dispendio de recursos que concurren, lícita o ilícitamente a la obtención de cada voto depositado en las urnas; todo ello sería insuficiente si previamente no se contara con los centuriones y cohortes que conforman el ejército rojo priísta, que operan a nivel del piso.

La estructura partidista real. No la que se sustenta en “cuadros” ideológica y programáticamente formados y convencidos de la bondad de su militancia en el partido, que por cierto ya no existe; esta ha sido substituida por burócratas acomodaticios que del oportunismo pragmático hacen fortuna. Sí, la que aún está viva y actuante hasta el último rincón de la geografía veracruzana, integrada por centuriones y cohortes de mercenarios prestos a servir al mejor postor que el PRI señale y de la cual carecen los demás partidos políticos en el espectro nacional y local. No se construye ni se organiza y capacita en un día; se requiere de tiempo, mucho dinero, y de una alta dosis de cinismo y simulación para prepararle y mantenerle latente, siempre dispuesta para el momento del golpe maestro. Lo mismo para la movilización, acarreo, reparto de dádivas, que para la inducción, compra de mesas directivas de casilla y del voto ciudadano. Es este ejército, no los generales encumbrados, o candidatos fruto de la circunstancia, los que hacen posible triunfo tras triunfo del PRI en todo proceso electoral.

Lo observé con cuidado. Cada centurión y su cohorte, con organización y disciplina, conduciendo a su respectivo rebaño de acarreados. Desde la convocatoria previa, la amenaza o el chantaje, el abordaje del transporte y la marcha al lugar de destino; distribución de gafetes, de camisetas y gorras, paraguas, agua y despensas, hasta el acomodo de cada agrupación en el espacio previsto y la entonación de estribillos y porras en el momento indicado. Si cada acarreado tiene o no conciencia de a donde y a que se le conduce, eso es lo de menos, lo mismo recibirá el pago de su día como retribución a su ignorancia y su miseria.

Son estos mercenarios de camisa roja y ostentoso gafete, los que marchan a paso firme rumbo al triunfo del PRI en julio próximo. El oropel que cubre a los cónsules y generales, es sólo eso, oropel. En tanto que el dinero que hace posible la presencia, disciplina y parafernalia de los centuriones rojos triunfantes, sale del bolsillo de todos. Para eso son los impuestos que nos clavan nuestros próceres del PRIAN.

Mañana, la crónica y la foto oficial difundida por la prensa, hablarán diferente. Centuriones, cohortes y acarreados, serán invisibles. Para la audiencia, el triunfo faraónico en el corazón del coliseo, se atribuirá al pequeño Cesar, a su poder de convocatoria, a su dedo señalando la nada, porque nada tiene que ofrecer. Esto, claro está, si así lo permite el Maestro Herrera Beltrán, por ahora dueño del circo.

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Lo que sigue. El balón está en manos de la ciudadanía

Por J. Enrique Olivera Arce




Inmersos en un proceso electoral atípico, en el que se vale todo, las mejores y peores triquiñuelas, bacinicazos a diestra y siniestra, ríos de dinero corriendo bajo la mesa, prejuicios sexistas, “toma y daca de pompas”, como coloquialmente lo expresa Dante Delgado Rannauro, y todo bajo la premisa de que lo que está en juego es el destino de Veracruz, los diversos partidos políticos cierran su etapa de proceso interno de selección de sus mejores candidatos para abanderarles en la contienda por la gubernatura, pasándole el balón a una desangelada ciudadanía que tendrá que elegir entre más de lo mismo ó el cambio que en todos los órdenes exige la sociedad veracruzana.

Bajo el supuesto de que en las teóricamente precampañas, se consolidara el voto duro y clientelar con el que respectivamente cuenta cada partido, un 35 % por ciento a lo sumo de un total de 5 millones doscientos mil potenciales electores, la siguiente etapa, la de las campañas de los candidatos, estará enfocada a convencer al otro 25 % de los ciudadanos sin partido que suelen, por inercia o por un mínimo de responsabilidad cívica, concurrir a las urnas, asumiéndose con optimismo que el abstencionismo en esta ocasión no rebasará el 40 % del padrón.

Así que la pregunta obligada a estas alturas del proceso, es hacia donde se inclinará la balanza en el terreno de los indecisos. La respuesta es incierta, si como se dice, la elección será una de las más reñidas en la historia de Veracruz. Hasta ahora, todo parece indicar que la contienda culminará con el triunfo de la alianza del PRI con el partido verde y el remedo de partido político local, por cierto no por ser la mejor opción, en tanto que, pisándole los talones, avanzan la coalición de Convergencia, PT y PRD con Dante Delgado como candidato común, y la alianza PAN- PANAL disputándose el segundo lugar. Sin embargo, entre los que saben de estos menesteres, esta última coalición podría dar la sorpresa, al observarse que Miguel Ángel Yunes Linares repunta en las encuestas.

En este escenario de reparto entre coaliciones, durante los obligados 30 días de silencio partidista y los destinados a las campañas de proselitismo en los que todos habrán de poner toda la carne en el asador en busca del triunfo, corresponderá a la ciudadanía reflexionar, valorar y decidir su voto. Tarea nada fácil; el ánimo de los votantes potenciales será objeto de un intenso bombardeo mediático, presiones de todo tipo, incluida la consabida despensa asistencialista y, a no dudarlo, el cacareo en torno a la inauguración de obra pública por parte del gobierno estatal, cuya terminación premeditadamente se ha programado para los últimos días previos a la elección. Claro, sin faltar la dosis de guerra de lodo que atendiendo al morbo de la gente políticamente más atrasada, pesará y mucho a la hora de la decisión frente a la urna el próximo 4 de julio.

Si hasta ahora la ciudadanía se ha mostrado indiferente, como observador de palo ante los jaloneos, descalificaciones y burda imposición de candidatos “de unidad” de la partidocracia, más temprano que tarde tendrá que involucrarse, como protagonista, en un proceso electoral que le ha sido ajeno. Si como ha venido afirmando Dante Delgado Rannauro en su precampaña, parafraseando a Bulnes, “cuando el pueblo dice que es de noche, es hora de encender las farolas”, en referencia a la necesidad de respetar la voluntad popular, será la ciudadanía y nadie más la que diga la última palabra.

¿Se manifestará ésta a favor de la continuidad de la corriente fiel del PRI? ¿Inclinará la balanza a favor del partido y candidato de Felipe Calderón Hinojosa? ¿Optará por aventurarse sufragando a favor del cambio que oferta el aún precandidato de Convergencia? O de plano rechazará el ramillete de opciones tomando la decisión de quedarse en casita disfrutando los juegos del mundial de futbol. Ahí sí, todo dependerá, si los partidos juegan limpio, si sacan las manos del proceso tanto calderón como Herrera Beltrán, de que los votantes elijan la mejor opción y que los candidatos sepan que llegó la hora de encender las farolas.

La moneda está en el aire. El balón está en manos de la ciudadanía, no dejemos que otros decidan por nosotros.

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Prensa y sociedad

Por J. Enrique Olivera Arce




El movimiento inercial de la tendencia a descalificar a los adversarios políticos en un proceso electoral polarizado y contaminado más que todo por fobias enfermizas, todo lo que pueda restar ventaja no al PAN sino a Miguel Ángel Yunes Linares, se refleja en la mayoría de los medios de comunicación, incluidos aquellos que no dependen del boletín oficial para atender la demanda noticiosa de sus lectores. A lo que habría que agregar la descontextualización de la información en relación al marco más amplio del acontecer nacional e internacional, reduciéndole a chisme de aldea.

De ahí que en las notas periodísticas sea lugar común el que se privilegie lo accesorio por sobre lo principal, sesgando la información en pro de destacar todo lo que confluya a promover la imagen del gobernador del estado, así como a “calentar” la confrontación política entre el propio gobernante y su enemigo irreconciliable. No se a ciencia cierta si esto ya se de de manera mecánica, espontánea, o atendiendo a consigna específica ó contraprestación económica, pero por ahora esto no viene al caso. Lo cierto es que, en términos generales, la información que fluye en torno a la contienda electoral en marcha atiende más al escándalo mediático que a las necesidades reales o sentidas de la entidad u ofrecimientos de los actores que se disputan la gubernatura de Veracruz, observándose lo anterior lo mismo en los medios impresos que en la televisión o portales informativos en la internet.

Lo anterior, a mi juicio, no sólo empobrece el papel social de la prensa, también contribuye al deterioro de la vida democrática en la entidad.

La mañana del miércoles tuve oportunidad de escuchar lo expresado en conferencia de prensa por el senador con licencia Dante Delgado Rannauro, aspirante a la gubernatura por la coalición “Diálogo para la Reconstrucción de México” (DIA) a la gubernatura de Veracruz, prevaleciendo en su intervención lo que, de acuerdo a su visión, la entidad requiere para detonar crecimiento económico y mejoría de las condiciones de vida de los veracruzanos; sintetizando el contenido de la propuesta que ha venido divulgando entre diversos grupos de la sociedad, con énfasis en la necesidad de una intensa movilización social que sacuda el marasmo y estancamiento que hoy se vive en la entidad para dar paso a detonantes de desarrollo y bienestar de la población.

Concluida la intervención del ponente, se inició la fase de preguntas y respuestas, llamándome la atención el que la mayoría de los reporteros que intervinieran, de motu propio o por encargo de sus redacciones, ignoraran contenido e intencionalidad de lo expuesto por Dante Delgado. Las baterías se concentraron en aspectos secundarios, atendiendo a la coyuntura, y buscando comprometer al precandidato en su posicionamiento en torno al clima de confrontación y descalificaciones al que se le ha dado en llamar “guerra sucia” electoral. La visión de mediano y largo plazo que debería prevalecer en torno a lo que sería un posible programa sexenal en el contexto de la situación de deterioro que vive el país, estuvo ausente en la preocupación de los reporteros.

Dante Delgado Rannauro no evadió las insistentes preguntas, respondiendo con mesura, respeto a la vida interna de los partidos y a sus oponentes en la contienda. No obstante, no perdió oportunidad para calificar como de perversas a situaciones tales como el despilfarro de recursos en las precampañas y su validación por parte del Instituto Electoral de Veracruz, o bien, la manera como se copta a aquellos que se dejan “tocar las pompas”, atendiendo con respeto a las inquietudes de los representantes de los medios de comunicación y lo que estos querían escuchar de boca del precandidato, sin dejar de insistir en el contenido de su propuesta y de su visión de lo que es hoy Veracruz y lo que el contempla en un horizonte de mediano y largo plazo para el futuro de la entidad.

De un total de cerca de treinta reporteros de distintos medios, tres o cuatro, a lo sumo, interpelaron al precandidato de la coalición de centro izquierda. Salvo una señorita que pidió una aclaración sobre las políticas que se proponían para la atención de las comunidades indígenas, nadie más pretendió siquiera hacer referencia a detalles puntuales de la propuesta, concretándose a operar sus grabadoras o cámaras fotográficas. Lo referente al crecimiento económico, desarrollo humano y proyección a futuro de Veracruz, pasó a segundo plano, lo accesorio suplió al principal. Y así se observó en la publicación de la noticia al día siguiente, por las empresas informativas que quisieron hacerlo, complementada de manera más amplia con la referente a lo expresado por Dante Delgado en las visitas de cortesía que este realizara a las sedes de diversos medios de comunicación de la capital veracruzana.

Llama por ello la atención que se insista mediáticamente que no hay propuestas ni confrontación de ideas entre los diversos candidatos; poniéndose énfasis en que debe tener lugar un debate de altura entre quienes aspiran a gobernar a Veracruz y, sin embargo, cuando se presenta una propuesta concreta, de uno u otro de los actores involucrados, simplemente se le ignora o se trata superficialmente. Con ello, los medios de comunicación lejos de contribuir al enriquecimiento de la vida política, económica y social de Veracruz, se suman a su deterioro. La desinformación, conciente o inconciente, es lo que le llega a la población y en base a esta es que los ciudadanos deben sustentar sin mayor reflexión o análisis, su decisión personal a la hora de ejercer el sufragio.

Son muchas las tareas de impulso al crecimiento económico y bienestar de los veracruzanos en que todos debemos ocuparnos y, en ello, corresponde a los medios de comunicación y a quienes les sustentan, poner su granito de arena para llevarlas adelante. Si de lo que se trata es de propiciar una amplia y decidida movilización social, como la que propone Dante Delgado Rannauro, para detonar crecimiento y desarrollo, ésta no sería posible sin el auxilio y participación conciente, decidida, y consecuente de la prensa. La sociedad espera cumpla con tal cometido y no se quede en el esteril ejercicio de los dimes y diretes a que se nos tiene acostumbrados en la política jarocha.

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Sombra bienhechora opaca a Duarte

Por J. Enrique Olivera Arce



Si muchos esperaban que Javier Duarte de Ochoa se guardara en casa, dejara de aparecer en eventos públicos y en los medios de comunicación, en espera del inicio de lo que será una de las campañas más dispendiosas y sucias de la historia de Veracruz, se equivocaron. La corriente priísta de la fidelidad no puede darse el lujo de ceder terreno a Miguel Ángel Yunes Linares, quien teniendo todo en contra, incluyendo los desvaríos de Felipe Calderón Hinojosa, está logrando remontar con relativo éxito la cuesta de semana santa.

No porque el pre candidato panista sea un buen, regular o malo prospecto para gobernar a Veracruz es que se estima que avanza a trote tendido ganando aceptación. No. Aceptarlo así, sin más, también nos llevaría a equivocarnos. En el juego de espejos de la política electoral la percepción de la realidad es engañosa, como lo son los resultados de una encuesta descontextualizada y parada en el tiempo.

Una cosa es que el ex director del ISSTE mediáticamente de la impresión de que crece, con base en encuestas de dudosa manufactura y otra, muy distinta, es que objetivamente se cuente con datos duros que confirmen un avance significativo en el logro de sus objetivos, frente a un Javier Duarte del que se percibe a su vez que se desinfla alejándose a la baja del pre candidato del PAN-PANAL.

Miguel Ángel Yunes Linares está arriba presuntamente en las preferencias, se dice, pero podría asegurar como simple especulación y no otra cosa, que ambos contendientes no han logrado rebasar el nivel de aceptación entre sus respectivos bagajes de voto duro y, mucho menos, el porcentaje mínimo deseable del voto potencial de un padrón de 5 millones, 54 mil 180 ciudadanos en condiciones de sufragar, que pudiera asegurarles legítimamente el triunfo. Uno y otro contendiente no han logrado aún, incluso, legitimarse ante sus respectivos partidos.

A mi juicio la razón es simple. Todo el peso de la administración a cargo del Maestro Fidel Herrera, en alianza con la prensa cooptada, impide crecer más a Yunes Linares; los obstáculos que le oponen a éste superan su capacidad de maniobra, buen juicio y operadores políticos involucrados, en el intento por lograr resultados eficaces en su carácter aún de pre candidato. Tiene todo en contra, incluido su historial de desempeño en el gobierno de la entidad y los yerros de Calderón Hinojosa en la conducción del país.

Por su parte, Javier Duarte de Ochoa, en el marco de la guerra sin cuartel que se deriva de la mutua animadversión existente entre el gobernador y el precandidato de la coalición PAN-PANAL, estando en el medio de la absurda confrontación, sin autonomía de maniobra y sin peso real en la toma de decisiones en la conducción de su temprana aventura electoral, por más presencia pagada en los medios y esfuerzos personales por superar sus limitaciones de imagen, prácticamente desaparece en un escenario en el que debería ser el principal protagonista.

Fidel Herrera se resiste a dejar de promoverse mediáticamente, al mismo tiempo que, de facto, se asume como el que habrá de ser el triunfador el próximo cuatro de julio, cuando de acuerdo a la experiencia histórica, como candidato oficial del partido en el poder a la gubernatura, Javier Duarte de Ochoa debería ser el hombre fuerte del momento, pasando ya el gobernador saliente a segundo plano. Y no es así. La sombra de su mentor y padrino, le empequeñece ante la opinión pública para la que aún sigue siendo “el delfín impuesto”.

Paradójicamente, el Maestro Herrera Beltrán se constituye así en el principal obstáculo tanto para el avance del panista como para el crecimiento de su fiel discípulo. De ahí que ambos contendientes se mantengan empantanados en sus propósitos, sujetos a lo que el gobernador disponga en un proceso electoral bajo su control, en el afán de éste de arribar al 2012 como el mejor posicionado entre quienes en su partido se presume aspiran a la presidencia de la República.

Ni uno ni otro avanzan en la medida de lo deseable en sus propósitos pese al enorme dispendio de recursos aplicado. Pierde la elección en marcha el sentido democrático que espera la sociedad, y gana, para infortunio de los veracruzanos, la pauperización de la política.

Insisto, lo anterior es simple especulación. La inédita situación política que se vive en Veracruz, derivada de enconos personales, no da para más. En esta tesitura, pues, considero válido preguntarse: ¿Hasta cuando y en que momento Fidel Herrera dejará de contaminar el proceso electoral en marcha para dejarle el camino libre a Duarte de Ochoa?

Fidel ya lo dijo: gobernará hasta el último día de su mandato, lo que implícita y explícitamente, significa que el 4 de julio será fecha a celebrar por el gobernante, como triunfo personal y de su administración, en tanto que el gobernador electo, si Duarte logra crecer y ganarse la voluntad popular, seguirá siendo el empleado a modo de su mentor hasta que este decida soltarle y, Miguel Ángel Yunes Linares, el malo de la película, vencido pero no derrotado dará aún mucho de que hablar.

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