Aguantar vara y resistir
J. Enrique Olivera Arce
Especular
por especular a estas alturas de los prolegómenos del proceso electoral que
desembocará con la elección del gobernador de dos años, a mi juicio carece de
sentido. De una u otra manera los aspirantes por los diversos partidos
políticos y los que están optando por la candidatura independiente ya están más que vistos, su discurso
proselitista anticipado ya es del conocimiento público y la simpatía en torno a uno u otro ya se ha expresado
por las cúpulas de las diversas fuerzas políticas que electoralmente operan en
Veracruz.
Faltaría
únicamente el que la ciudadanía, hombres y mujeres de a pie, se exprese, pero
esto tendrá que esperar a que lo hagan en las urnas ya que por lo pronto, las mayorías participamos únicamente como
mirones de palo en asuntos que son estrictamente de la incumbencia de la
partidocracia por más que en ello se disponga del futuro de todos.
Así
que no queda de otra que esperar, dándole tiempo al tiempo para que tengamos
candidatos oficialmente designados, para que el proceso tome otro nivel, al
igual que la guerra sucia auspiciada por el gobernador Duarte de Ochoa que no
cede en su propósito de imponer la continuidad del fidelismo, llegando,
incluso, a violentar la legislación electoral vigente.
Lo
que sí podría adelantarse, es que todo apunta al más de lo mismo. En el caso
del PRI y habiendo cedido los bártulos el senador José Yunes Zorrilla a la
espera de mejores tiempos, no deja de ser significativa la alianza de facto de
los líderes la nueva CNC de propietarios rurales pudientes y SNTE en la entidad,
Juan Carlos Molina Palacios y Nicolás Callejas,
con Héctor Yunes Landa, aspirante
presuntamente ya ungido por el CEN del tricolor. En tanto que por el PAN, Miguel
Ángel Yunes Linares, fuera del agresivo discurso de valentón de barrio, no
oferta nada que pudiere inclinar la balanza a favor de un auténtico rescate de
la entidad.
La
morralla partidista se suma al PRI o al PAN, por lo que en términos de cambio
real no tiene la mayor relevancia, en tanto que Movimiento Ciudadano y Morena
con sus aspirantes, hasta ahora no dan color si se trata de modificar el actual estado de cosas en
materia económica y social que tiene a Veracruz sumido en una profunda crisis
multidimensional.
Esto
en el marco de una clase media que siendo la que realmente concurre en libertad
a las urnas, ejerciendo su derecho al voto con más o menos razonamiento previo,
cansada de tantos sobresaltos, dimes y
diretes y cuestionada seguridad pública quiere que la fiesta transcurra en paz a lo
largo del minigobierno.
Por
otra parte, no podemos hacer de lado el peso específico de los propósitos
neoliberales del gobierno de Peña Nieto, opuestos a todo barrunto de cambio que
en las entidades federativas se constituyera en estorbo a su estrategia
transexenal. Propósitos que sin duda hará suyos quien resulte candidato de
unidad del PRI, como se intuye tras la concertacesión pactada entre Manlio
Fabio Beltrones y Javier Duarte de Ochoa.
Luego
no hay electoralmente para donde hacerse, sólo una sopa y esta es la del más de
lo mismo en el banquete. Aguantar vara y resistir en la coyuntura, es la tónica
del bailongo bianual para las mayorías.
Hojas que se lleva el viento
Acostumbrados
como estamos a que el PRI nunca pierde en Veracruz y cuando pierde arrebata, en
los círculos políticos y mediáticos afines, se da como un hecho que para el
tricolor el adversario a vencer es la ya anunciada alianza PAN-PRD con Miguel
Ángel Yunes Linares como candidato de unidad, minimizando lo que en términos
electorales representa Morena, partido de nueva creación que viene creciendo en
aceptación y simpatía entre los electores tradicionalmente indecisos.
Pretendiéndose ignorar que en el escenario de la elección presidencial del
2018, para el PRI, el PAN y el PRD, el
adversario a vencer es precisamente el partido de Andrés Manuel López Obrador,
como ya lo ha dejado entrever Enrique Peña Nieto.
Lo
que estaría por verse es si Cuitláhuac efectivamente será candidato a
gobernador de Morena en la elección de junio próximo en la entidad, o si éste
declinará en sus aspiraciones en favor de un correligionario o aspirante
ciudadano con mayor presencia y experiencia.
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Si bien Javier Duarte ya pactó con el CEN del
PRI, cediéndole a Héctor Yunes Landa la oportunidad de contender por el PRI en
la búsqueda del gobierno de dos años, no se puede hacer de lado que una cosa es
la elección de gobernador y otra, muy distinta, es la de diputados locales, en
la que el fidelismo se jugará su resto. ¿Hasta dónde el PRI de Héctor Yunes va
a permitir que Duarte de Ochoa imponga candidatos a diputados locales? Es la
interrogante que flota en el ambiente. Si Héctor efectivamente es el bueno y
llegara a ganar la elección, una Legislatura fuera de su control sería la
piedra con la que tropezaría si realmente está dispuesto a transparentar el
cochinero que deja el gobernador fallido.
Xalapa,
Ver., enero 15 de 2016.
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