Reforma energética. ¿Por qué tanta prisa?

J. Enrique Olivera Arce



La derecha no para mientes en su propósito de imponer a la Nación un proyecto ajeno a la historia e intereses del pueblo de México. La tarea de desinformar, en el tema del petróleo, que por cierto no es tema menor, es constante y cotidiana, valiéndose de todos los recursos disponibles para lograr su propósito. En este contexto, se inscribe la labor de zapa de muchos políticos, legisladores y comunicadores encargados de magnificar diagnósticos catastróficos, propalar verdades y mentiras a medias y descalificar a quienes patrióticamente se manifiestan a favor de defender un recurso natural, que es propiedad social de todos los mexicanos, y al que al Estado se le tiene encomendado ejercer dominio exclusivo en su explotación.

En este escenario, llama la atención el que algunas voces, magnificadas por los medios de comunicación, opongan al debate en el seno del Senado, una prisa injustificada por la aprobación en el Congreso de la Unión de la llamada “reforma energética”. Eso sí, para no confrontar su insistencia con el pensar de las mayorías, aclaran que debe preservarse la rectoría por parte del Estado; cuidándose de poner un velo que medianamente oculte el propósito último de transferir la explotación petrolera a particulares y, específicamente, a empresas extranjeras.

Para justificar la prisa, se antepone lo urgente a lo importante. Hablándose de la necesidad de satisfacer demandas y rezagos, lo mismo en materia de pago de pasivo ambiental, abatimiento de la pobreza, del analfabetismo, de la insalubridad, de las carencias de infraestructura social y productiva, como de la reconstitución del campo mexicano frente a una inminente crisis alimentaria. Todo con cargo a la renta petrolera y en el marco de un diagnóstico amañado de la situación que guardan la Paraestatal (PEMEX) y las reservas disponibles de hidrocarburos.

Privilegiándose la idea no probada de que en las condiciones actuales, Pemex no genera suficientes recursos para apalancar tanto su propio desarrollo como el del país en su conjunto; que las reservas probadas actuales se agotarán en un período de 9 años y que, por tanto, urge acceder a mantos petrolíferos presuntamente existentes en aguas profundas del Golfo de México. Cuanto antes se “modernice” la Paraestatal y se acceda al “tesorito” calderonista, mejor, dice la derecha, calificando al debate en el Senado como “estéril Torre de Babel”.

Pasándose por alto que los resultados que se derivan del debate en el Senado, no sólo implican confrontar o validar criterios y propuestas tendientes a rescatar, fortalecer y modernizar a la Paraestatal. También está de por medio el valorar visiones y estrategias de largo aliento que comprometen el futuro de México.

Pemex no es una empresa mercantil más, a la que haya que adaptar a modernas corrientes y modelos de organización y gestión; la materia prima sobre la que opera, es un recurso no renovable y de carácter estratégico para la Nación; su objeto último no es el de cualquier empresa privada cuya finalidad es la acumulación y reproducción de la ganancia, a su rentabilidad económica se le hace acompañar por la rentabilidad social en beneficio de todos. Entre otras cosas, aporta contribuciones fiscales a la Federación, que ningún otro tipo de empresa privada estaría dispuesta o en condiciones de pagar. Ni se puede ni debe, sometérsele en su modernización únicamente a criterios economicistas ó inmediatistas, de ajuste e inserción a la economía global, basados en expectativas de urgencia. Muchos menos a intereses políticos de corte sexenal, como los ya explicitados por algunos gobernadores.

Pero hay algo más, que no se quiere tomar en cuenta, ó que de considerarlo, le inquieta a la derecha, le ofende y le teme: El debate sobre el petróleo que tiene lugar en el Senado, con todo y sus limitaciones y propósitos últimos presuntamente negociados con anterioridad en lo oscurito, reivindica, así sea de manera imperfecta, el derecho de todo ciudadano a estar informado y ser escuchado, así como la obligación de la representación popular a dar cuenta de su gestión a los electores. Principios democráticos cuyo ejercicio aún en ciernes, es de la mayor relevancia para la vida actual y futura de la Nación.

A lo que habría que agregar, como un “plus”, (y en esto reside la urgencia de la derecha para cancelar el ejercicio y forzar la aprobación de las iniciativas), que el debate en el Senado se ha hecho extensivo a la calle. Contribuyendo con una importante lección al pueblo de México, sobre la necesidad imprescindible en todo tiempo y con mayor razón en tiempos de crisis, del retorno a la vigencia plena de nuestra Carta Magna; entendiendo esta como el pacto social, político y programático, que los mexicanos nos hemos dado para propiciar una equilibrada e incluyente convivencia entre diferentes, a lo largo y ancho del territorio nacional. Ello implica para todos, el conocerla, leerla a conciencia, y asimilarla a cada uno de nuestros actos en la vida cotidiana; lo mismo en el terreno de lo social que en lo económico, político y cultural; así como exigir de las autoridades su cabal cumplimiento.

La Constitución General de la República no es historia inerte plasmada en un texto. Es la historia viva de una Nación que a lo largo del tiempo y tras mucha sangre derramada, deja como legado y lo proyecta al futuro, lo que el pueblo de México quiere y debe entender por una sana convivencia sustentada en la paz, la concordia, el respeto mutuo, el trabajo, la educación, la salud, y el acceso a una vida digna. Lo que debe entender como aspiración a un modelo de país que le satisfaga en sus necesidades de crecimiento y desarrollo. Honrarla, respetarla y defenderla, es honrar, respetar y defender nuestra propia historia como pueblo. La Carta Magna, es pasado, presente y futuro de México. En ella reside nuestra voluntad soberana y en ella descansa lo que debemos entender por defender el petróleo de la Nación.

Lección de vida que la derecha no puede suprimir a voluntad, de un plumazo y a espaldas de la Nación. De ahí la prisa.

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El debate en el senado. “Quien pega primero pega dos veces…”

J. Enrique Olivera Arce


“Nunca antes desde el año 2000, el tricolor se había opuesto con tanto denuedo a una iniciativa de Los Pinos), y nunca antes había hecho naufragar al panismo con un lujo de detalle tan extenuante”.
Ilán Semo

En el debate sobre el petróleo que tiene lugar en el Senado, la polarización que priva en la calle se refleja en las posturas de los diversos ponentes, abierta o con matices diversos, pero al fin polarización en torno a un tema de la mayor relevancia para el futuro de México. La disyuntiva que ocupa el centro del debate está entre privatizar la actividad petrolera, como es la intención de la derecha representada por Calderón Hinojosa y su partido el PAN, así sea por “la puerta de atrás” mediante argucias legaloides y criterios tecnocráticos, y la postura de centro izquierda, hasta ahora expresada por las corrientes nacionalistas tanto del Frente Amplio Progresista como del ala izquierda del PRI, que estando a favor del rescate, saneamiento y modernización de la paraestatal, se oponen a las iniciativas privatizadoras.

En la calle existe la percepción de que el debate es para Calderón Hinojosa, los sectores conservadores del PRI, que encabezan Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa Patrón, y para el PRD de los “chuchos”, un simple taparle el ojo al macho; como el mismo presidente nacional del PAN, Germán Martínez Cazares, lo deja entrever al declarar que “Mientras se está debatiendo, estamos construyendo una mayoría que respalde el fortalecimiento, la transparencia y la modernización de Pemex. ¿Con quién?, pues no sólo con el PRI, también con el PRD, hay una parte del PRD que está dispuesta a ver las bondades que se necesitan y que están en la iniciativa”.

Pero también el tono y rumbo hasta hoy adoptado en las primeras escaramuzas del debate, ha dado lugar a pensar que sin el movimiento en defensa del petróleo y la toma de las tribunas en el Congreso, ya las iniciativas hubieran sido aprobadas por mayoriteo simple y al vapor por el Senado sin mayor discusión. Así como también, el que la movilización popular ha sido determinante para que al interior del PRI, al igual que en PRD, se separe el agua del aceite; definiéndose importantes sectores en contra de la privatización. Por lo que independientemente de las intenciones de la derecha, lo que se diga o deje de decirse en los foros de la Cámara alta, el debate abona a favor de una mayor transparencia a la hora de definir que pasa y que no pasa de la iniciativa calderonista.

En este contexto, las propuestas de los gobiernos priístas de las entidades federativas que se auto designan “productoras”, incorporadas previo maquillaje a la propuesta del institucional dada a conocer en el foro por Beatriz Paredes, fueron ignoradas por estar sobre entendido que contravienen el espíritu del pacto federal.

En las ponencias presentadas en los dos primeros foros sobre los principios que deben regir a la modernización de la industria petrolera, se observaron diferencias de fondo y forma pero también coincidencias, a las que legisladores del PRI y Frente Amplio Progresista se sumaran, en el sentido de la necesidad de una política de Estado en materia energética; librar a PEMEX de las garras de la Secretaría de Hacienda, transparentar su operación y destinar mayores recursos a la paraestatal para su rescate y desarrollo; así como de fortalecer las actividades de investigación y formación de recursos humanos con visión de futuro. Prevaleciendo eso si, en unos, la idea de una privatización abierta o encubierta del recurso petrolero, en tanto que, en la mayoría, la convicción de que la explotación de los hidrocarburos es del dominio exclusivo de la Nación.

Es de hacerse notar que Porfirio Muñoz Ledo, Coordinador Nacional del Frente Amplio Progresista (FAP), el ex senador Manuel Bartlett, del PRI, y en nombre del “gobierno legítimo”, Claudia Sheinbaum, fueron los únicos que pusieran en el contexto geoeconómico y geopolítico mundial -y sus implicaciones para México-, lo que en el debate en el senado se ventila.

No pasó desapercibido el que sea nuevamente Andrés Manuel López Obrador, con su propuesta ya formalizada, quien marcara la pauta en estos primeros foros del debate nacional. Así las cosas, al margen del resultado ulterior del debate y de un posible albazo calderonista, es un hecho que no fue en vano la estrategia trazada por AMLO, de defensa anticipada. El movimiento popular pegó primero y sin duda, pegará dos veces.

Por cuanto al foro de este martes 20, sobre la constitucionalidad de las seis iniciativas calderonistas de reformas, el lenguaje especializado empleado no evitó el dejar la sensación al hombre común que lo determinante en la interpretación que se hace de la Constitución General de la República para validar o descalificar las iniciativas, es la intencionalidad de las mismas, prevaleciendo la polarización e imponiéndose la idea de no permitir la privatización.

Y en el inter., los chuchos del PRD ya no saben que hacer para mantener en sus filas a la mayoría de los militantes, conservar para sí las prerrogativas, y disponer del peso de la estructura partidista en el terreno de la negociación y el chantaje legislativo. De no lograr su propósito vendrá la desbandada, y el voto duro de la militancia perredista y simpatizantes en el 2009, quedará al garete con la disyuntiva de sumarse al abstencionismo u optar por sumarse a Convergencia y el PT. El tiempo lo dirá.

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¡Ya basta!

J. Enrique Olivera Arce


Pleno consenso nacional en torno al ¡Ya basta! De Felipe Calderón Hinojosa. El país no puede permitirse el que el Estado mexicano esté a expensas del crimen organizado, que el tejido social se vulnere, y que los efectos colaterales deban pagarlos personas inocentes. En donde no existe consenso es en el cómo erradicar el flagelo. Para unos el camino debe ser el de más policías, más armamento, mayor intervención de las fuerzas armadas, en tanto que para otros, la ruta a seguir es la de una mayor participación e involucramiento de la sociedad civil en el combate a la delincuencia. Así como también se escuchan voces que proponen ir a la raíz del problema: el deterioro social y económico de varias decenas de millones de mexicanos. Lo cierto es que hasta donde le es dado conocer al ciudadano común, todas las vías deberían pasar por la previa erradicación de la corrupción en los tres órdenes de gobierno.

Este asunto, que ya toma visos de un problema de seguridad nacional, aunque es de interés general y así lo ve Calderón Hinojosa, periodísticamente puede y debe ser tratado responsablemente únicamente por quienes dominan el tema. Así que hasta aquí mi comentario. No obstante, lo que si no se puede soslayar, es el hecho de que en este delicado asunto, como en un ramillete más de preocupaciones que son de la incumbencia de toda la sociedad, es denominador común la opacidad con la que las autoridades manejan el quehacer público. Predominando información proporcionada a la ligera que, una vez en manos de los medios de comunicación, se presta a la especulación y a la confusión. Desinformándose más que informar a la sociedad. Contribuyendo el mismo gobierno a su pérdida de credibilidad.

Sin información veraz y oportuna, se deja al criterio de cada quién el sacar sus propias conclusiones. Destruyendo y no construyendo consensos y participación conciente de la población en la búsqueda de respuestas viables para atacar y abatir problemas y rezagos, que hoy mantienen a la sociedad en un clima de incertidumbre.

Lo mismo tratase de la amenaza de una crisis alimentaria en puerta, que del tan traído y llevado asunto de la modernización de PEMEX. O bien del desempleo, el combate a la pobreza y la desigualdad, así como del tema de la seguridad pública. Un día nos amanecemos con una información determinada y, al siguiente día, con otra que desmiente, minimiza o magnifica la anterior. Nuestras autoridades locales, expresan apoyo incondicional al gobierno de Calderón Hinojosa, para más tarde informar que la federación le escamotea a Veracruz lo que en justicia le corresponde, por concepto de excedentes petroleros repartibles. Se dice que el gobernador Herrera Beltrán no está de acuerdo con que en el tema petrolero se violente la Constitución y días después, se le atribuyen declaraciones en las que considera que las aguas someras y profundas –mar territorial y mar patrimonial- , del dominio exclusivo de la Nación, son parte del territorio veracruzano y entidades federativas del sureste. Bajo esta óptica, los veracruzanos un día somos parte de la federación y al día siguiente somos sus acérrimos contestatarios.

Como dice el ex presidente Carlos Salinas, cuidándose muy bien eso sí, de señalarse como uno de los principales responsables, el país es hoy un desastre. Esta es la percepción generalizada en tratándose de la vida política, de la economía, y de las relaciones sociales que conforman el tejido social y la prevalencia del estado de derecho. ¿En que se funda tal percepción? En experiencias vitales de lo cotidiano, sin duda. Pero también en la precariedad del flaco favor que a la ciudadanía hacen los medios de comunicación, promoviendo la confusión que, a su vez, tiene como origen la ausencia de transparencia y claridad en el manejo de la cosa pública.

La opacidad y la desinformación en el ejercicio de gobierno, también es corrupción. Daña tanto o más al tejido social, que muchas de las manifestaciones de la delincuencia, organizada o común. Exigir transparencia es también responsabilidad ciudadana a comprometer.

Si todos los mexicanos debemos sumarnos al ¡Ya basta!, que sea en todos los frentes de la vida en sociedad. ¿No estaría usted de acuerdo con ello, estimado lector?

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Salinas, juez y parte de lo que denuncia

J. Enrique Olivera Arce



En algo estamos de acuerdo: el país entero es un desastre. No era necesario que Carlos Salinas de Gortari, retornara a la vida pública de México para echarnos en cara lo que para la sociedad es resultado de la acumulación histórica de resultados de políticas públicas equivocadas.

Si “el innombrable”, especifica que la situación que vive hoy el país debe considerársele como resultado de lo que el denomina como “la década perdida”, por principio de cuentas miente. Estudios serios hablan de un modelo de país agotado ya desde finales del sexenio priísta de Gustavo Díaz Ordaz. El modelo de “desarrollo estabilizador”, hizo crisis en el 68 y, en los intentos de rescate, fue a partir del sexenio de Luís Echeverría Alvarez, que se dio el viraje. Tomándose el camino de un neoliberalismo que tímidamente primero opuso las leyes del mercado al interés del Estado, hasta concretarse tardíamente en todos sus términos, en el sexenio de Carlos Salinas.

Ernesto Zedillo, Fox y Calderón Hinojosa, en todo han sido herederos de un desastre anunciado, que les rebasara con creces. Manifestándose incapaces de reconocer tanto la profundidad de la crisis económica, social y política, como de la necesidad de corregir el rumbo, desprendiéndose de la tutela de los organismos financieros internacionales, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, entre otros, y tomar un camino propio.

Hoy día, efectivamente el país es un desastre. Para el hombre común, no obstante estar sujeto a una información acotada por los medios de comunicación o, en su caso, a un proceso permanente de desinformación, el desbarajuste no pasa desapercibido. Como no le pasan desapercibidas las crisis al interior de las instituciones republicanas, la crisis del sistema político sustentado en una partidocracia carente de representatividad democrática, y la amenaza de una crisis generalizada de la economía, frente a una presión combinada; que ejercen tanto el desequilibrio energético en el mundo globalizado, la especulación de los precios de los alimentos en el mercado internacional, y la recesión en los terrenos de nuestros vecinos del norte.

Frente a este fenómeno, Carlos Salinas retorna asumiéndose como salvador y muleta de Calderón Hinojosa, al que califica como “presidente reformador”. Pretendiendo ignorar que es juez y parte, responsable por acción y omisión de lo mismo que denuncia. Afán obvio de explicitar su interés por montarse en el PRIAN y conducir el proceso de sucesión a la presidencia de la República en el 2012. Capitalizando la debilidad e ineficacia para gobernar de Calderón Hinojosa y su partido el PAN; el derrumbe del partido del sol azteca, que difícilmente remontará su desprestigio y pérdida de credibilidad para hacer un papel digno en los comicios venideros. Y sin olvidar que el propio tricolor acusa ya a su interior, notable pérdida de unidad y liderazgo.

A río revuelto, ganancia del pescador y de los grupos oligárquicos que le acompañan. Mejor momento no podía esperarse. El ruido derivado de las iniciativas de reforma a la paraestatal PEMEX, propuestas por Calderón Hinojosa, y lo que se derive del presunto debate en el seno del Congreso, lo mismo ha dividido al país que paralizado al gobierno frente a la profundización del desastre.
Falta únicamente que la sociedad “civil” se permita el lujo de dejarse nuevamente secuestrar por el canto de las sirenas del neoliberalismo social, a propuesta del “chupacabras”. O recurriendo a la memoria histórica, reconozca en las intenciones del ex presidente, un insulto más a la inteligencia de los mexicanos.

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