Frente a la crisis, el debate y la autocrítica
J. Enrique Olivera Arce


Recuperar para la política su dignidad clásica como ordenadora y cauce del conflicto, dique férreo contra la violencia y la ignorancia, obliga a darle a la calle su papel primordial. La verdad de cada uno debe ir a ella para iluminar la esperanza y modular la crispación. Sólo así se puede probar congruencia y disposición democrática.
Rolando Cordera Campos

Más allá del ruido mediático, incluso ignorándolo, la pugna interna del PRD por la renovación de sus dirigentes, debería ser para todas las corrientes que conforman a la llamada izquierda, punto de partida para un tan necesario como amplio debate en torno al partido o partidos a que esta aspira le representen en el marco de la vida política institucional de nuestro país.
Si bien las baterías y reflectores se concentran en torno al proceso fallido de elección del partido del sol azteca, no puede hacerse de lado que este instituto político es apenas un instrumento más de las fuerzas progresistas y no el todo de la izquierda, como pretenden la mayoría de los medios de comunicación y la derecha hacernos creer.
El discurso de López Obrador en las tareas organizativas del movimiento social en pro de la defensa del petróleo, tiene este enfoque. Su llamado a organizarse bajo la premisa de una férrea convicción, disciplina y acatamiento al carácter pacífico de la resistencia frente a los embates del gobierno de Calderón y de las empresas trasnacionales, no está dirigido al PRD, como así lo interpretaran los reporteros que cubrieran la reunión del Comité Estatal de Defensa del Petróleo, celebrada en nuestra ciudad capital el pasado sábado. Es más, para quienes observáramos la composición del auditorio, no pasó desapercibido que la mayoría de los asistentes fueron militantes de Convergencia, del Partido del Trabajo y ciudadanos sin partido. Salvo Atanasio García Durán, los personajes más conspícuos del perredismo estatal brillaron por su ausencia.
Los destinatarios del mensaje del ex candidato presidencial, fueron todos los ciudadanos que de motu propio y de buena fe, como lo ha señalado José Agustín Pinchetti, “ni quieren posiciones, ni curules, ni remuneración, pero que si están dispuestos a correr el riesgo en un movimiento de resistencia civil, afrontando calumnias, descalificaciones e incluso represión”. Y así lo entendieron la mayoría de los asistentes, que en ningún momento hicieran referencia a sigla partidista alguna. Únicamente los representantes de los medios, poco informados o por consigna, pretendieron ver en el evento un acto de proselitismo perredista.
Sin embargo, el PRD y su crisis no dejan de ser referente obligado para la izquierda de este país. Mal que bien es el único partido que en la vida política institucional, aglutina a la mayoría de amplios sectores de las fuerzas progresistas. Lo que hoy le duele al PRD debe dolerle a toda la izquierda en su conjunto. De ahí la necesidad del debate a todos los niveles y en todos los foros; de un ejercicio autocrítico que coadyuve a hacer de esta dolorosa coyuntura, parte aguas en el proceso de renovación, unificación y fortalecimiento de la izquierda, y no pretexto para bajar la guardia, haciéndole el juego a la derecha.
Pero también la necesidad de sacar conclusiones de la experiencia vivida por el PRD a lo largo de sus 20 años de existencia. De una vez por todas debe considerarse que son muchos los llamados pero poco deben ser los escogidos. La fuerza de este partido no debería radicar en el número, alimentado corporativamente mediante el reparto de cuotas de poder. La verdadera fuerza debería sustentarse en la calidad de dirigentes y militancia, exigiéndose claridad y compromiso ideológico, honestidad y disciplina, que lo demás arribará por añadidura. En lo que toca al PRD, el discurso de López Obrador y las medidas organizativas adoptadas para la integración de las brigadas para la defensa del petróleo, son más que elocuentes.
Por cuanto a la descalificación por parte de los medios y de la derecha, debería valorarse en el seno de las organizaciones de izquierda en su justa dimensión. No ignorarlo pero tampoco sobredimensionarlo. El llamado “cochinero”, no es privativo del PRD ni de la izquierda. Baste señalar la relevancia del daño a la nación infringido por el salinato priísta; el cínico contubernio de Calderón y Mouriño con el poder económico y, más claro aún, el saqueo de que los mexicanos hemos sido víctimas a manos de Vicente Fox, su familia y sus más entrañables amigos y colaboradores. Estas expresiones de corrupción e impunidad, son algo más que el desaseo de una elección interna partidista, y nadie se rasga las vestiduras por ello.
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El camino del PRD

J. Enrique Olivera Arce



“Este debate histórico nos hace ver en los escenarios políticos la lucha que por un lado agrupa y cohesiona a las derechas y, por otro, divide y pulveriza a las izquierdas…”
Eduardo Pérez Roque



Aunque todo parece indicar que gracias a la conjunción cochinero-medios, el PRD se ha derrotado a sí mismo, polarizándose al grado de una ya virtual ruptura entre las dos corrientes encontradas y con ello fortaleciendo a los sectores más reaccionarios de la derecha, que le apuestan a una muerte súbita del sol azteca y al desarme de la defensa de la soberanía energética de la nación, la moneda aún está en el aire. La situación prevaleciente no parece ser tan simple como la esperada por la reacción. Por encima de las contradicciones internas del PRD y de la incapacidad de la actual cúpula dirigente para conducir de manera racional el control de daños, la unidad de propósitos de una amplia y plural base social hasta hoy no se ha perdido. El objetivo inmediato de defensa a ultranza de la soberanía energética flota en el aire. La concentración en el zócalo capitalino de la semana pasada y la programada para hoy martes, es la medida.

No se puede descalificar a toda la izquierda de este país por los groseros y antidemocráticos excesos de las tribus perredistas, registrados en el proceso interno de elección el pasado 16 de los corrientes. No es lógico pensar que se tire por la borda la fuerza acumulada a lo largo de medio siglo. La negativa experiencia de lo que pretendiera ser una elección democrática, es una más y de ninguna manera la última y definitiva, de una lucha por hacer de la vía institucional el camino políticamente correcto para acceder al poder. Insistimos. No hay bien más caro que el que no se tiene y hoy por hoy, el único instrumento con que cuenta la izquierda para incursionar con relativo éxito, en la búsqueda del poder por la vía electoral constitucional y hacer frente a los embates de una derecha retrógrada y entreguista, es el PRD.

Si la cúpula perredista no lo ve así, cegada por sus espurios intereses coyunturales, y optara por profundizar la fractura evidente, arrastrando al partido a su desaparición como tal, la lógica más elemental orillaría a pensar que estos dirigentes serían desconocidos por una base movilizada que no está dispuesta a dar su brazo a torcer; la que recuperaría para sí la hoy maltrecha estructura sustentada en las cuotas de poder de las tribus. Si esto fuera así, tras la autoflagelación y la descalificación generalizada de que hoy es objeto el partido negro amarillo, este saldría fortalecido abriéndose la posibilidad de su rescate y reconstrucción desde abajo.

Para ello la militancia debería entender que en la normalidad democrática los procesos electorales no deberían ser mero trámite para el reparto de cuotas de poder ni sus resultados constituyen un fin en sí mismo. Un partido moderno de izquierda, dispuesto a servir a la sociedad y no a servirse de esta, debería comprender que el acceso al poder en la democracia representativa en que se sustenta la vida política del país, es históricamente una oportunidad en la búsqueda de cambios profundos para lograr una sociedad más participativa y más justa y no objetivo per se. Por la casa se empieza, generando una cultura política al interior del partido, acorde con los nuevos tiempos, a la altura de los retos presentes, y al ritmo que la sociedad demanda.

Bajo esta óptica, la lógica también indica que la participación activa, democrática, tolerante, solidaria e incluyente de las bases perredistas en el rescate de su instrumento político electoral, arrastraría a su favor a otras importantes expresiones de izquierda y de centro izquierda, sumando y multiplicando fuerzas y no dividiendo lo que con tanto esfuerzo e incluso pérdida de vidas humanas ha costado. Lo que propiciaría un significativo avance en los intentos por democratizar el sistema de partidos en su conjunto, enriqueciendo la vida política de la Nación.

Los principales medios de comunicación, haciéndole el juego a una derecha que no reconoce partido, no lo ven así. Le apuestan a la desbandada y disolución del PRD y su salida definitiva de la vida política del país. Sin embargo, la orquestada campaña de descalificación y condena parece estar operando en contrario. Está resultando un elemento más de cohesión para la base militante que honestamente confía en su instrumento político institucional. La profusamente difundida carta de Cuauhtemoc Cárdenas y los lloriqueos de plañideras contratadas para anunciar la muerte anticipada del PRD, recomendando la nulificación de la elección como paso previo para su desaparición, sólo parecen hacer mella en aquellos que desde la derecha pretenden decidir sobre la vida interna del partido y el futuro de la izquierda. Nadie parece estar tomando en cuenta que las bases también cuentan con opciones válidas para salir del embrollo, y que la izquierda en su conjunto no es sólo el PRD

Querámoslo o no. Nos guste o no nos guste, lo que el futuro depare para el partido del sol azteca también pone en juego el destino de una legítima, plural, patriótica, y no siempre comprometida izquierda mexicana, que ya tomó partido a favor de la defensa de la soberanía energética.

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Mouriño, crisis de credibilidad del sistema de partidos

J. Enrique Olivera Arce



“Más allá de la simpática y desesperada defensa del joven Mouriño; más allá de que sea o no culpable por tráfico de influencias, lo cierto es que para esos poderes fácticos que son la opinión pública y el árbitro mediático, el señor Juan Camilo Mouriño ya fue juzgado. Y sí, la sentencia dice culpable”. Escribe Ricardo Alemán en su columna de El Universal del 12 de los corrientes, agregando: “¿Que por qué es culpable el señor Mouriño? Y se contesta: “Por lo menos —y a reserva de que las investigaciones oficiales del caso digan lo conducente— por algo que los señores del PAN y del gobierno de Calderón parece que no quieren ver o no quieren entender. Por un asunto de principios que se llama ética.”

Opinión con la que coinciden diversos analistas políticos, cobrando relevancia en tanto que para la opinión pública en efecto, el “hombre fuerte” del presidente Calderón, pierde atributos que deberían ser consubstanciales a su encargo como secretario de gobernación y a su calidad de hombre público: la credibilidad, transparencia y autoridad moral y política.

Casuísticamente, la pérdida de tales atributos, en el marco de la simulación, corrupción e impunidad que caracteriza a la vida política de México, no pasaría más allá de lo anecdótico. La opinión pública en tal sentido ya está curada de espanto, una raya más en el pelaje del tigre. Lo verdaderamente trascendente es la implicación política y de gobernabilidad que el hecho lleva implícita. Querámoslo o no, se inscribe en un escenario en el que está de por medio la legitimidad del titular del poder ejecutivo federal, y el ya de sí bajísimo nivel que ante la opinión pública acusa el sistema de partidos políticos en México.

El estira y afloja, dimes y diretes en el seno del Congreso de la Unión, se aleja de la cosa juzgada ya por amplios sectores de la población; poniéndose en duda la credibilidad y representatividad de diputados y senadores como expresión del sistema democrático que nos rige. La defensa que de Mouriño hacen gobernadores panistas desde la casa presidencial, secundada a tras mano por no pocos diputados, senadores y gobernadores priístas, confirma la profundidad de la crisis de un sistema político anacrónico que ya no aguanta más.
Para Santiago Creel, líder de la bancada panista en el Senado, el tema es jurídico y corresponde a las autoridades judiciales proceder en lo conducente. En este tenor se inscribe la acotada comisión investigadora de la Cámara de diputados que en un plazo de dos meses, de considerarlo procedente, pondrá en Manos de la Procuraduría General de la República y la Secretaría de la Función Pública las conclusiones a que haya lugar.

Paradójicamente, el mismo Secretario de Gobernación, anticipándose, ya se puso a disposición de las autoridades citadas para que sean estas las que jurídicamente califiquen su posible responsabilidad o lo exoneren, si así en términos de ley ello es procedente. Luego la comisión investigadora del PRIAN y sus satélites, está de más, salvo que su objetivo sea taparle el ojo al macho, evitando crezca la ola mediática en un tema que podría dar lugar a la apertura de la “Caja de Pandora”. Cuando se tiene casa de cristal no se pueden tirar piedras a la casa del vecino.

Para la opinión pública, el conflicto de intereses, el tráfico de influencias, y la opacidad existente en el manejo de la cosa pública, se inscribe en la esfera de la ética y la moral social. Frente a la cosa juzgada, lo jurídico es irrelevante. El “Mouriñogate” es político, incide en el conjunto de la vida nacional, y en este ámbito debe actuarse en consecuencia.



La extrema izquierda y los opinadotes

J. Enrique Olivera Arce



“Debe ser una propuesta a favor de la soberanía, en la que se proponga una apertura gradual de la inversión privada nacional y extranjera en exploración y perforación, en tierra y en mar. Debemos tomar una posición muy clara. Respetamos a la nación, pero tienen que escuchar nuestra opinión”.
M.C. Fidel Herrera Beltrán. Gobernador de Veracruz

El interés por conocer de las diversas posiciones que se manejan en torno a la reforma energética, nos lleva a los ciudadanos de a pie a formular nuestras propias especulaciones sin más sustento que aquella información que nos proporciona la prensa nacional y sus opinadores. Por ello es relevante el que un intelectual veracruzano mejor informado, como Cirilo J. Rincón Aguilar, salga a la palestra y nos ilustre sobre los fundamentos del actual debate.

Para ubicar especulaciones diversas, Cirilo establece que la extrema izquierda parece olvidar que la soberanía reside esencial y originalmente en el pueblo y no en el petróleo; que es potestad de nuestro pueblo darse a sí mismo su propia forma de gobierno; que el nuestro, el Estado mexicano, es representativo, democrático y federal; que nuestra soberanía es única, inalienable e indivisible, manifestándose frente a otros estados como valuarte que impide la intervención de naciones extranjeras en los asuntos que solo competen a los mexicanos.

Así las cosas, partiendo de tales precisiones, resulta estéril tratar de especular en torno al petróleo, cuya explotación no tiene nada que ver con la soberanía que reside en el pueblo ni con el gobierno que deviene del pueblo y, mucho menos con el Estado mexicano que es representativo, democrático y federal.

Por cuanto hace específicamente a la explotación de los hidrocarburos, Rincón Aguilar agrega que hemos querido ver en el petróleo la fuente de la soberanía nacional, lo cual no es cierto desde luego, porque el México del 2008 nada tiene que ver con la precaria situación que en lo general vivía en 1938. (No aclara si en el nosotros el se incluye o se refiere a la extrema izquierda). Razón por la cual la explotación y beneficio de los recursos naturales debería dejar de ser trinchera política de quienes aferrados a la presidencia legítima, encuentran en el tema la oportunidad para mantenerse vigentes frente a los procesos electorales del 2009 y 2012.

De lo que se desprende que la condicionante para diferenciar al México de 1938 del de 2008, es la precariedad. Situación que afortunadamente no se da en los tiempos que corren. Ni el pueblo, ni el gobierno, ni el Estado mexicano padecen penuria alguna, luego se infiere que no sólo es inútil, también políticamente incorrecto tomar como trinchera la defensa de los recursos naturales propiedad de la Nación que es una cosa muy distinta a la defensa de la soberanía que reside en el pueblo. Hacerlo por parte de la extrema izquierda se reduce a encontrar tema para -en uso de la potestad que le confiere ser parte del pueblo-, darse la oportunidad para mantenerse vigente frente a los procesos electorales en puerta.

A partir de tal razonamiento, Rincón Aguilar hace una advertencia: “Estamos a tiempo para dar paso a la modernidad tecnológica que nos permita sin perder autodeterminación, ni rectoría en materia de hidrocarburos, insertarnos ventajosamente en el mercado petrolero, para dejar de ser exportadores de crudos y dependientes de empresas petrolíferas extranjeras dedicadas a la producción de refinados.

Cirilo J. Rincón, desafortunadamente no aclara en que consiste dar el paso a la modernidad ni tampoco si autodeterminación y rectoría en materia de hidrocarburos, tiene que ver con soberanía nacional. Así las cosas, si la extrema izquierda, término de por sí difuso, y quienes sin conocimiento de causa opinamos al respecto, no tenemos claro lo anterior, estamos más perdidos que Mouriño frente al Peje.

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“Fidelina”

J. Enrique Olivera Arce



En colaboración de fecha 17 de febrero, ante la insistencia por dar como iniciada la carrera en busca de la sucesión del titular del poder ejecutivo, comentamos que: “Quienes se precian de conocer al gobernador Herrera Beltrán, no de ahora sino de muchos años atrás, no les cabe la menor duda de que si alguien conoce y domina el complejo entramado de la política mexicana es precisamente el hombre de Nopaltepec. Forjado desde muy joven lo mismo en las duras que en las maduras, abierto siempre a aprender y a actuar en consecuencia, nada le es extraño o desconocido en ese ámbito al que por vocación innata ha entregado gran parte de su vida. Por lo que resulta harto ingenuo el sólo pensar que hace del ejercicio político una actividad lineal, ignorando tiempos, circunstancias, coyunturas y visión de futuro, jugando con todas las cartas abiertas. Si así fuera, no estaría donde está”.

Concluyendo que “Para que comer ansias, jugando al adivino y abrogándose una capacidad de interpretación de los gestos de un político tan brillante como impredecible”.

Al parecer seguimos en lo mismo. Tanto en los círculos políticos como en los diversos medios, no se quita el dedo del renglón, especulándose lo mismo en torno a la sucesión en la titularidad del ejecutivo estatal como en la correspondiente al ámbito federal, insistiéndose en colocar fuera de tiempo al gobernante en la carrera por la silla presidencial. Ante tal insistencia, en días recientes, el Mtro. Fidel Herrera Beltrán se vio obligado a ser muy claro ante los medios y, con un evidente mensaje a los adelantados, declarando que “quienes ya piensan en ocupar mi puesto en palacio de gobierno, si son del PRI, se irán al vacío y sin paracaídas”. Y por si fuera poco, consideró como una falta de respeto el que se hablara de la sucesión de Felipe Calderón Hinojosa, cuando apenas ha completado un año de gestión al frente del poder ejecutivo federal.

Más claro ni el agua y, sin embargo, las especulaciones no cesan, ocupando ahora la atención el brete en que se ha metido Víctor Arredondo Álvarez, con el asunto del IVEA, al que en los círculos políticos y entre no pocos comunicadores, se ha calificado como el “Waterloo del secretario de educación” en su búsqueda de la gubernatura de Veracruz.

Para los enterados del tejemaneje de la grilla palaciega, Arredondo está pagando el costo de haberse quejado ante el gobernador de la manera discrecional y ajena a la institucionalidad con la que Guillermo Zúñiga Martínez venía operando los programas del Instituto. Fue escuchado por el gobernante y la educación para adultos retornó al redil de las autoridades educativas estatales, sin que hasta el momento estas tengan la menor idea del paquete que se echaran encima. Agregando que el grupo hoy desempleado de Guillermo Zúñiga, se está encargando de ponerle más leña a la hoguera.

La fidelina

Para los más avispados, Arredondo cayó en su propia trampa. Como en las corridas de toros, el gobernador ejecutó una magistral “fidelina”, allanándole el camino al Dr. Arredondo para su propia descalificación como aspirante a la gubernatura. Sacrificó a Zúñiga Martínez, dejando herido de muerte al quinto de la tarde.

En este contexto, fuentes cercanas a la secretaría de educación, comentan que Arredondo no aguanta seis meses más al frente de la dependencia, enredado como está con los problemas derivados de la confusión y ambigüedad de la vigencia y validez de los programas de educación media superior y superior promovidos por el IVEA. Por cuanto al director del Instituto, también comentamos en su oportunidad que está entrampado y poco es lo que le puede aportar al secretario de educación, ni puede dar marcha atrás en los programas heredados, ni puede ir para adelante sin antes resolverse a cabalidad los temas de la vigencia y validez de los estudios y la situación que guarda el esquema de financiamiento adoptado.

Vistas así las cosas, al resto de los suspirantes no les queda más remedio que atender al pie de la letra el mensaje emitido por doble vía por el gobernador, so pena de quedar en la estacada. En cuanto a los lambiscones que ya ven al Mtro. Herrera Beltrán despachando en Los Pinos, bien harían en dejar que sea éste el que, en su oportunidad y cuando así lo considere prudente, defina y haga públicas sus legítimas aspiraciones.
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La violencia política, sentimiento sectario de impotencia

J. Enrique Olivera Arce



Para quienes gustan de minimizar la importancia del movimiento social que encabeza Andrés Manuel López Obrador, cayó como anillo al dedo el bochornoso espectáculo que diera un grupo de provocadores, perredistas o no, al agredir a los coordinadores de las bancadas del PRD en la Cámara de Diputados y el Senado, Javier González Garza y Carlos Navarrete, señalándoles como traidores.

Y podrían tener razón los detractores de López Obrador, si partimos de la idea de que la violencia en las lídes políticas es consecuencia de un sentimiento sectario de impotencia, de achicamiento frente al adversario, así, como en el caso que nos ocupa, reflejo de un partidismo de izquierda que en México se ha dejado ganar por el pragmatismo pedestre y el oportunismo de ocasión, alejándose del camino de las ideas que es en donde reside su verdadera fuerza. Más cuando la sociedad se siente amenazada por manifestaciones antisociales con las que la delincuencia organizada lastima la tranquilidad ciudadana.

No así, cuando algunos de quienes alzan la voz para criticar acremente y no precisamente al pequeño grupo de revoltosos sino a la izquierda y en especial al PRD -sumándose a la cortina de humo que diera lugar a que mediáticamente se devaluara el acto en defensa de la industria energética nacional-, cuando careciendo, entre otras cosas, de calidad moral y política, juzgan y condenan en función de sus propios y mezquinos intereses, mostrando que son iguales o quizá peores que aquellos provocadores puestos en la picota. Los extremos se juntan.

Por ello resulta oportuno el que tanto la Convención Nacional Democrática como el Frente Amplio Progresista, e incluso el propio López Obrador, se deslindaran de los condenables hechos, haciendo un llamado a sus seguidores a mantener la estrategia de resistencia pacífica y evitar tanto la violencia como la intolerancia, lo mismo al interior de las organizaciones de izquierda que hacia el exterior. Toda vez que manifestaciones como las del pasado domingo 24, perjudican más que beneficiar al movimiento social que se construye en defensa de los recursos energéticos de la Nación, como lo afirmara el propio ex candidato presidencial.

Privilegiándose, con ello, nuevamente en primer plano, la prioridad sustantiva en las tareas de la izquierda hoy día, por encima de las diferencias a que hay lugar en la contienda por la dirigencia del partido del sol azteca. Sin hacer de lado una realidad inobjetable como lo es la cada vez mayor polarización social derivada de la elección presidencial del 2006.

Al margen de lo anterior, debe considerarse como preocupante para el país el que la violencia se esté imponiendo por sus fueros. No ya en el terreno político que cuenta con sus propias fórmulas para atemperarla, pero sí en el ámbito de las manifestaciones antisociales de la delincuencia organizada que, permeando entre las fuerzas gubernamentales llamadas a combatirles, genera un clima de inseguridad y desconfianza que afecta a todos por igual, dañando el tejido social. La “guerra sin cuartel”, como le calificara Calderón Hinojosa, no parece rendir frutos y si son más frecuentes lo mismo las ejecuciones de servidores públicos que los daños colaterales que victimizan a una población que sin deberla ni temerla, paga las consecuencias.

Hipotéticamente, sonando más a utopía que a expresión de sentido común, con la reforma judicial que está aprobando el Congreso de la Unión a iniciativa del ejecutivo federal, se pretende coadyuvar al abatimiento de este fenómeno delincuencial. Lo cierto es que como es del dominio público, en nuestro país la ley es letra muerta frente a la corrupción y la impunidad. De ahí que en tanto no se de una auténtica y eficaz depuración al interior del aparato del Estado, limpiando la casa, la llamada “guerra” podría derivar en derrota para las fuerzas del orden. Situación nada deseable para una población que anhela vivir en paz.

P.D.: Con todo respeto señor Gobernador, la libertad de expresión no se preserva con llamados a la concordia, respeto y coordinación. Podría resultar un llamado más a misa.
Nuestra solidaridad con el reportero gráfico Gabriel Hugue.