Que festeje Javier y la fidelidad. Mañana recogerán las varas

Por J. Enrique Olivera Arce



Partiendo del supuesto de que para la gran mayoría de los veracruzanos el Maestro Fidel Herrera lo es todo, que su poder es omnímodo, y que el pensamiento único que el promueve se impone por sobre la pluralidad de una sociedad que permanentemente exige cambios y respuestas disímbolas en atención a sus demandas de progreso y modernidad, un convulsionado PRI, fracturado y cada vez más alejado de las necesidades reales y sentidas de la población, celebra con fastuosidad y soberbia el primer aniversario sexenal de eso que llaman “fidelidad”, ungiendo al adalid que como candidato único ya se asume como el llamado a gobernar a Veracruz.

En días pasados Javier Duarte de Ochoa expresó que tanto Miguel Ángel Yunes Linares como Dante Delgado Rannauro, no representan a nadie y, bajo tal criterio tanto el como el ejército clientelar que le sigue actúa en consecuencia, uniformando en pensamiento y acción a la corriente de la “fidelidad” –que no a la militancia priísta veracruzana en su totalidad- dando la espalda a la realidad y subestimando peligrosamente a sus adversarios políticos y partidos a los que éstos abanderan en la búsqueda de la gubernatura, diputaciones locales y alcaldías. Bajo esta premisa, no desmentida y si alentada por el gobernador Herrera Beltrán, “fidelidad” celebra su onomástico y el triunfo anticipado del PRI en las urnas el próximo cuatro de julio, para dar paso a la continuidad de un régimen que sustenta sus éxitos lo mismo en el triunfalismo mediático que en teñir todo de rojo a su paso.

Sin contrapesos, cooptada la casi totalidad de la prensa impresa y electrónica, con honrosas excepciones, la disidencia, la crítica y la autocrítica, no tienen cabida en los escenarios virtuales de lo que con boato festeja la fidelidad. Cual la frase bíblica atribuida a Jesús: “El que no está conmigo está contra mí; y el que no recoge conmigo desparrama.”, la corriente maniquea galopa desbocada, no atiende a razones y mucho menos escucha el estruendo que deja a su paso tras ofender y lastimar a quienes piensan diferente. Virtudes y defectos, fortalezas y debilidades de aspirantes desdeñados y candidatos impuestos no cuentan, mucho menos el sentir o el pensar lo mismo de la militancia que del resto de la población; Al igual que en 2007 o 2009, el esperado triunfo en las urnas tiene un solo artífice: Fidel, “el que nunca ha conocido de derrotas”.

En medio de todo esto, los adversarios electorales del proyecto fiel avanzan, acumulando aceptación y simpatía incluso entre la tropa priísta. A la parafernalia de la fidelidad y el chato discurso del improvisado delfín responden con propuestas puntuales, interactúan con la población y concitan expectativas y esperanzas. Quienes “no representan a nadie” escuchan, amarran y construyen, cada uno a su paso una oposición real que convencida de que el tiempo de Fidel Herrera ya pasó, otean nuevos horizontes en los que no tiene cabida el color rojo de la imposición y la continuidad. Oposición que no se quiere ver ni escuchar, pero que ahí está, latente, esperando su oportunidad de expresarse en las urnas.

También, en medio del barullo y la quema de incienso, bajo la mesa operan quienes desde el centro neurálgico del priísmo nacional ven en un posible carro completo de la fidelidad, amenaza a sus futuros intereses. No pueden permitir que el Maestro Fidel Herrera tome la elección en Veracruz como su pasaporte a la candidatura por la presidencia de la República. Tampoco se ven, tampoco se escuchan en la torre de marfil de la fidelidad, pero ahí están el PRI de Enrique Peña Nieto, el PRI de Manlio Fabio Beltrones, lo mismo prestos a negociar una calculada derrota del PRI del veracruzano Herrera Beltrán que a recoger el tiradero a reconstruir del que habrán de valerse para el 2012.

Las festividades habrán de prolongarse por 60 días más y de más despilfarro del joven delfín seremos testigos. Lo único que ensombrece el aquelarre es el temor de Herrera Beltrán a que Calderón Hinojosa siga metiendo las manos; no es de gratis, él con todo el cuerpo inmerso en lo mismo que acusa, sabe de lo pactado en la cúpula nacional del PRIAN. Lo percibe, siente y vive a cada momento, no por mucho madrugar se amanece más temprano, cuando en medio del festejo fiel se escucha el paso de los enanos del tapanco. Ese es el karma de un gobernador que obligado por las circunstancias del momento sabe que debe callar, pues el miedo es contagioso, antes que descarrilar y dar al traste con la fiesta, apechuga. No hay marcha atrás, entrado en gastos su decisión está tomada, “manque le lleven los pingos” en su afán de trascender.

Que festeje Javier y la fidelidad, es su momento. Ya mañana Dios dirá cuando se deban recoger las varas.

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Dante Delgado, exceso de confianza frente a una realidad adversa

Por J. Enrique Olivera Arce




Lo que se diga o suceda al interior de los partidos políticos en sus procesos internos para designar a sus precandidatos y candidatos a cargos de elección popular, debería ser tema de la exclusiva incumbencia de militantes y simpatizantes de cada uno de los institutos políticos, con apego a las formas y tiempos preestablecidos en la legislación electoral vigente. Sin embargo, la realidad, indica que no es así; en clara violación al mandato de la ley y al más elemental sentido común, tanto partidos políticos como aspirantes, en nuestro caso a gobernador, diputados locales y alcaldes, hacen de los procesos internos tema extensivo y de manera abierta a toda la población, involucrando a esta de manera anticipada en dispendiosas campañas de proselitismo partidista. O la ley no es clara y contundente, nació muerta ó los órganos electorales encargados de velar por su cabal cumplimiento no cumplen en lo absoluto con su cometido.

Si esto último es así, la anarquía y no el estado de derecho es lo que rige en el proceso electoral en marcha, abonando el clima de guerra sucia entre partidos políticos y aspirantes en la que, por todos los medios a su alcance, pretenden involucrar a toda la sociedad, contribuyendo al deterioro del tejido social y a la involución de nuestra ya de sí incipiente democracia.

La razón es clara, más no justificable. En primera instancia los partidos políticos no cuentan con un padrón válido y actualizado de militantes y, los simpatizantes que cada uno se atribuye, constituyen una abstracción; todos podemos o no podemos simpatizar eventual y coyunturalmente con tal o cual corriente política, con un partido en particular o sus personeros, ó no simpatizar con ninguno, sin considerarnos atados a los teje manejes, acuerdos, componendas y decisiones que determinen la vida interna de éstos. Luego entonces, la población objetivo a la que deberían ir dirigidas las campañas de proselitismo en los procesos internos, es difusa, no medible ni ubicable y, de ahí la necesidad obligada de lanzar las redes de manera arbitraria.

Pero no para ahí la cosa. El trabajo de coptación, empadronamiento y adoctrinamiento que debería ser permanente en los partidos políticos, se hace al cuarto para las doce ante la necesidad de contar con el mayor número de votos duros que les aseguren el éxito en las urnas, obligándose a abrir sus procesos internos de preselección, selección y proselitismo a la totalidad de una población en principio plural.

Esto es lo que nos dice la lógica. Sin embargo, el factor determinante en todo proceso electoral en México es la corrupción, la impunidad y el desprecio a la vida democrática de las mayorías. Mantener, ganar o perder el poder por el poder mismo, se impone por sobre toda consideración de carácter ético o legal. Luego no es de extrañarse el que la legislación electoral no sea impedimento para que los partidos políticos y sus personeros alteren forma, contenido y tiempos en función de sus intereses, cuando lo importante es ganar una elección como sea y al costo que sea, sin importar en lo más mínimo lo que la sociedad piense al respecto ó lo que mandata una ley de la cual ellos fueran artífices.

La anterior reflexión viene al caso ante las declaraciones de Dante Delgado Rannauro, lider moral de Convergencia y aspirante al gobierno de Veracruz, en el sentido de que respetará lo dispuesto por la legislación electoral vigente, atendiendo a los tiempos dispuestos para pre campañas internas y campañas abiertas de proselitismo, guardándose de anticiparse como ya lo hacen otros “adelantados”.

No se si sea una bien pensada estrategia para distinguirse ante la ciudadanía como respetuoso del estado de derecho, o el senador con licencia incurre en una ingenuidad política inaceptable en un político de su capacidad y experiencia. Para cuando llegue el momento legalmente establecido de decir esta boca es mía, sus adversarios en la búsqueda de la gubernatura le llevarán meses de ventaja en una justa que iniciara con los dados cargados y preñada de impunidad y derroche de recursos humanos, financieros y materiales. Pasándose por alto la experiencia del 2004 en la que, de acuerdo con los que saben del paño, de haber iniciado campaña de proselitismo dos semanas antes, Dante Delgado hubiera salido triunfador en la contienda por la gubernatura.

Tal exceso de confianza se agiganta cuando a menos de cien días de la elección, Dante Delgado aún no cuenta con el respaldo unánime de la cúpula estatal del PRD, lastre nocivo al que de antemano la ciudadanía rechaza por sus constantes y desvergonzados cochineros, con el que habrá de cargar en la coalición de la llamada centro izquierda electoral.

El senador veracruzano con licencia está participando en un juego en el que los dueños de las canicas imponen sus propias reglas al margen de la legalidad. Pretender ignorarlas o contravenirlas en nombre del estado de derecho, congruencia, y posibilidad de que la participación ciudadana conscientemente le acompañe y apoye con su voto en las urnas, le honra pero al mismo tiempo lo descalifica como jugador competitivo. Lo deseable, por salud social y política, sería que sus aspiraciones se concreten y alcance a gobernar nuevamente a Veracruz, sin embargo o adecua su estrategia a la realidad política prevaleciente, ajustando sus tiempos y apretando el paso con acciones eficaces y colaboradores idóneos, o seremos testigos de la derrota de un proyecto novedoso sustentado en principios de democracia participativa para la cual los veracruzanos aún no estamos preparados.

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Elizabeth Morales, no basta popularidad y valentía

Por J. Enrique Olivera Arce




Partiendo de la idea que he venido sosteniendo en opiniones vertidas en diversos medios digitales en los que generosamente se me da cabida, reitero que en las actuales condiciones políticas y socioeconómicas prevalecientes, a mi modo de ver el Municipio de Xalapa es por principio ingobernable; confluyendo en el, como centro neurálgico del quehacer político de la entidad, toda suerte de intereses encontrados que privilegian lo accesorio sobre los complejos problemas de una ciudad capital estancada en el tiempo y asentada en una superficie dominada por condiciones topográficas adversas.

El principal obstáculo para su desarrollo es de carácter técnico y, para salvarlo, se requiere de visión de futuro y voluntad política para tomar el toro por los cuernos, tomándose aquellas decisiones que hagan de nuestra ciudad capital reflejo del enorme potencial de recursos naturales, financieros y humanos de Veracruz. Lo cual en el presente ni de lejos se percibe con una administración pública municipal subordinada a los vaivenes de un titular del poder ejecutivo del gobierno estatal perdido en “las grandes ligas”.

En este marco, nos preparamos para elegir sucesor del junior David Velasco Chedrahui, invento del gobernador Herrera Beltrán y pago de factura comprometido con los poderes fácticos dominantes en la región. Hasta ahora, las alternativas para los votantes son escasas y pobres; los aspirantes a la alcaldía no son ni por mucho las personas más idóneas para hacer de Xalapa, o las cuatro ciudades en una que abarcan la casi totalidad de la superficie municipal disponible, una capital de estado a la altura de las que son motivo de orgullo en entidades federativas vecinas. Para los partidos políticos, nuestra ciudad no se alcanza a ver más allá de un potencial reservorio de votos a favor de quien habrá de abanderarles en la justa por la gubernatura, y en ello sustentan la designación de sus precandidatos a contender por la alcaldía. Tanto que para la gran mayoría de los xalapeños, las decisiones cupulares partidistas sobre el particular, les son ajenas.

Entre los juegos de poder, destaca el estira y afloja de fin de semana en la designación de la precandidatura del PRI a la alcaldía. Amaneciendo la ciudad el martes último con el primero rumor y más tarde noticia confirmada, de que el gobernador había dado marcha atrás, inclinando la balanza a favor de Elizabeth Morales y otorgándole la precandidatura a la diputación local por el distrito de Xalapa Urbano, al ex secretario de trabajo y productividad, Américo Zúñiga. Los diversos asesores de Fidel Herrera Beltrán convencieron a este de que en términos de votos potenciales la primera estaba mejor posicionada. La contabilidad electoral se impuso por sobre las necesidades reales y sentidas de los xalapeños.

Más allá de los prejuicios de una “gente bonita” que se asume con mojigatería no ocultada como la “Xalapa decente”, o de las interesadas maledicencias de una prensa corrupta al servicio del mejor postor que no dudó en arrastrar por el lodo la vida privada de la joven ex diputada federal, se impuso la razón en el Maestro Fidel Herrera y en PRI, más no el interés de la mayoría de la población y las necesidades de la ciudad capital. De resultar beneficiada por el voto popular, a Elizabeth Morales no le bastará popularidad y prestigio de un altruismo asistencialista soportado con recursos públicos, acaso tampoco un legítimo compromiso con los sectores más vulnerables de la sociedad xalapeña. A mi juicio, su hasta ahora potencial aporte en votos a la candidatura de Javier Duarte de Ochoa será insuficiente para enfrentar la compleja problemática de la capital de Veracruz.

Sin embargo, no puede dejar de reconocerse su valentía y firmeza para enfrentar, sin romper lanzas, al gobernador del estado, manteniéndose hasta el último momento de las negociaciones en su postura inicial: quiere ser alcaldesa de Xalapa y no diputada local. Eso ya dice mucho en su favor, dando la pauta a seguir por quienes quieran disputarle la voluntad popular en las urnas el próximo 4 de julio. Carácter y voluntad política para pugnar por una cercana y al mismo tiempo respetuosa autonomía del Ayuntamiento con relación a la administración pública estatal. Si esto último se da, sea quien fuere el triunfador en la elección, es de esperarse que en la jerarquización de prioridades se privilegien respuestas técnicas y no politiqueras como lo espera la ciudadanía. Chance y ese fuera el primer paso para entre todos dignificar a nuestra ciudad capital.

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Partidos políticos. Crisis e involución

Por J. Enrique Olivera Arce



Para quienes hemos condenado el cochinero en que las tribus y grupúsculos de la llamada izquierda mexicana suelen dirimir sus diferencias y confrontar sus intereses en el Partido de la Revolución Democrática, deberíamos tener claro que la descomposición política no atañe sólo a esta entidad de servicio público. Es el sistema de partidos políticos en México el que en general viene acusando una profunda crisis que, a últimas fechas acelera su caída en picada, arrastrando consigo a la clase política, su sustento ideológico, así como su praxis histórica formal e implícita de usos y costumbres, contribuyendo a un mayor deterioro del tejido social.

Al sistema de partidos políticos le queda grande ya un México cuyas aspiraciones y expectativas de modernidad y progreso están inmersas en un proceso de involución estructural en el que frente a la desigualdad, pobreza, exclusión, abandono y estancamiento, el país se polariza; mostrándose, en un extremo, la obscena acumulación de capital especulativo y el proveniente de actividades criminales, con los paradigmáticos Carlos Slim y el “chapo” Guzmán entre los hombres más ricos del planeta y, en el otro, más del 50 por ciento de la población en condiciones de pobreza o pobreza extrema.

El creciente vacío de poder político del Estado mexicano es algo que se percibe de manera cada vez más clara. Tanto los organismos internacionales como el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, advierten focos rojos de inminente ingobernabilidad en gran parte del territorio nacional. Calderón Hinojosa y la clase política en su conjunto, están rebasados y son los poderes fácticos los que toman la iniciativa.

Por lo que la población medianamente informada pudo constatar con el bochornoso sainete de dos días en la Cámara de Diputados, que confrontara de manera pedestre a las bancadas del PRI y el PAN y al que se sumara el oportunismo de la del verde y el disimulo cómplice del PRD, Convergencia y PT, no se necesita de agudos análisis para entender que la representación popular en el Congreso de la Unión ha dejado de ser tal; asumiéndose como vulgar camarilla de demagogos, pillos y mentirosos, que más que negociar lo que al interés nacional compete, se disputan a la arrebatinga el botín.

Desde el momento mismo en que se asume con todo cinismo que la voluntad popular es objeto de trueque electoral, los partidos políticos dejan de cumplir su función social y, con todo merecimiento, se hacen acreedores al repudio generalizado de la ciudadanía. Ampliándose la brecha entre clase política y sociedad civil, en un creciente divorcio en propósitos, objetivos y metas de mediano y largo aliento; la carencia de escrúpulos, civilidad, credibilidad, transparencia, aceptación y voluntad política de la primera para impulsar el desarrollo del país, se hace acompañar del desencanto e indiferencia de la segunda. Condenándose a México a un permanente estado de subdesarrollo.

En la cúpula de la partidocracia se habla de corregir el rumbo. Se proponen para ello reformas estructurales con prioridad en la del Estado. Esfuerzo esteril y gatopardista, los encargados de llevarlas adelante, viejos y jóvenes, son los mismos que hoy medran con la miseria de los sectores más vulnerables de la población; los mismos que truecan intereses electorales coyunturales por mayor carga tributaria para una sociedad postrada, no pueden ni deben asumirse como los grandes reformadores.

En otros países, con una ciudadanía educada y con vocación democrática, la situación política, económica y social que prevalece en México, sería suficiente para el consenso en torno a la reivindicación del “que se vayan todos”, en referencia a la clase política.

Nuestra aldea no escapa a la percepción de tal contexto. Con perdón del Maestro Fidel Herrera Beltrán, que todo lo ve color de rosa en su exceso de triunfalismo sin sustento, Veracruz no es ni por asomo parte de las “ligas mayores”. Las condiciones atípicas y regresivas que prevalecen en el actual proceso electoral, son un síntoma más de la descomposición política que impulsa al país al salto atrás; la descomposición al interior de todos los partidos políticos, incluido naturalmente el PRI, y su constante alejamiento de los intereses de la mayoría de los veracruzanos, es un pálido reflejo de la profundidad de la crisis del sistema de partidos políticos que vive México.

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Veracruz. Mundo nuevo, sin daños colaterales

Por J. Enrique Olivera Arce




En este país nuestro, de mentirillas políticas piadosas, todo es posible, hasta el aceptarlas sin el menor cuestionamiento. Nuestra capacidad de asombro duerme el sueño de los justos y, con ella, la de la indignación. El dejar hacer, el dejar pasar es la constante.

Ya nada nos mueve. Lo mismo nos dejamos envolver por la idea de que los partidos políticos sirven a los intereses de la ciudadanía que por aquella que machaconamente, en tiempos de elecciones, nos alienta a pensar que PRI y PAN son diferentes, tanto que aceptamos sin chistar que de triunfar los candidatos del primero viene lo mejor, en tanto que del segundo lo más que podríamos esperar es que las cosas vayan de mal en peor.

¿O acaso nos sorprendió, llegando a indignarnos, el hecho de que las cúpulas de ambos partidos políticos firmaran un acuerdo lesivo de intercambio de intereses electorales por mayor carga tributaria para la mayoría del pueblo de México? Para nada. Es más, me atrevería a afirmar que más allá del estrecho círculo de una población medianamente informada, nadie se enteró del trastupije del PRIAN y, entre la clase política, todo se redujo a un esteril debate sobre si el que mintió fue Cesar Nava o la mentirosa fue Beatriz Paredes, concluyéndose entre desgarre de vestiduras que el primero faltó a su palabra “chamaqueando” a la encumbrada priísta.

La realidad es que en ambos cabe igual responsabilidad, así como en un tema tan relevante en el que va de por medio la economía familiar de millones de mexicanos, tan responsable es el PAN como el PRI. El pragmatismo y oportunismo electorero les iguala.

Así que en este contexto, ¿debería sorprendernos que lo no lograra Carlos Salinas para México, Fidel Herrera lo alcanza virtualmente para Veracruz? Para nada, las mentiras piadosas con las que se pretende encubrir la realidad son parte ya de una vida cotidiana sin sorpresas que nos conmuevan.

“Ya jugamos en ligas mayores” y nos damos el lujo de ser copatrocinadores de la gran fiesta de entrega de los “Oscares”, anunció el gobernador de Veracruz tras ser invitado a transitar por la alfombra roja de la gran industria trasnacional del entretenimiento y la manipulación. No por ser destacados generadores de cultura a nivel mundial, o haber alcanzado mejores niveles de desarrollo humano, vamos, ni siquiera por tener un estadístico ingreso per cápita decente, sino apenas por reunir condiciones para ser locación cinematográfica “ad oc”.

Nadie debería acordarse, salvo una ridícula y pedestre “comisión de la verdad”, de aquellos malhadados tiempos en que el gobernador priísta Chirinos Calero o su homólogo Alemán Velasco, “devastaran Veracruz”, salvo como punto de referencia del cual partir para medir la trascendencia del gran salto adelante que en escasos cinco años y medio, permitiera a una entidad federativa que se encontraba postrada de rodillas, con una administración pública hundida en deudas y sin rumbo cierto, cual foxista ave fénix de entre las cenizas levantarse alcanzando alturas insospechadas al impulso de la administración fidelista, muy por encima de un México que ya nos viene guango.

A Veracruz se le reconoce ya como parte del primer mundo, más que sea virtualmente y al servicio de la pantalla grande.

Pobreza, desigualdad y pueblos indígenas en el abandono y la exclusión, son historia antigua en nuestra aldea. Rememorando un pasado superado, son hoy cotizado escenario para las fabulosas producciones cinematográficas con las que el imperio manipulador reafirma su poder por sobre un postrado tercer mundo.

Tocamos las estrellas con la punta de los dedos, al fin fieles al triunfalismo sin sustento construimos otro mundo, mientras el resto del país se desmorona en medio de la ingobernabilidad ó la violencia institucionalizada. Recreada ésta última en la pantalla grande en la que super héroes virtuales que nos son ajenos, le combaten con singular destreza; registrando un mínimo de daños colaterales para una población de alcohólicos ensarapados que dormitan la siesta entre aves de corral y magros expendios callejeros de frutas tropicales, bajo paradigmático nopal. ¿O no es este el bucólico escenario de fondo con que suele Holywood restregarnos en la cara nuestra condición de país tercermundista?

Mundo nuevo “en el que todos caben, todos los que quieren que la entidad siga adelante como lo ha hecho hasta ahora”, diría un aspirante a gobernador que recorre Veracruz, presunta y ostensiblemente con recursos públicos, uniformando con roja vestimenta a un ejército de extras corporativizados que, fuera de la despensa de rigor, nada piden porque todo tienen, salvo ser filmados a todo color en torno al príncipe bursatilizador.

Veracruz virtual, el de las ligas mayores, ajeno al mundo real. Si el real de todos los días en el que la población se debate entre la crisis y la farándula carnavalesca de enmascarados que pretendiendo ocultar corrupción, impunidad e importamadrismo, ufanos tras la careta piden creamos en milagros.

Continuemos siguiéndoles la corriente y, en sueños, posemos también nuestras plantas en la alfombra roja del falso paraíso. Al fin y al cabo con el silencio cómplice de señoras y señores diputados, a la fiesta magna de la pantalla grande contribuimos con nuestros impuestos.

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Yunes Landa y el ejército del desencanto

Por J. Enrique Olivera Arce




Lo que tenía que pasar, pasó. Héctor Yunes Landa se juega su última carta en rebeldía ante el Tribunal Federal Electoral. ¿Y ahora qué? Se preguntan sus miles de seguidores en territorio veracruzano, tras considerar que hasta aquí llega la aventura del diputado local con licencia en su pretensión de ser el abanderado del PRI en la justa electoral por la gubernatura.

La moneda está en el aire y son pocos los que aún confían en que Yunes Landa pudiera por un golpe de suerte alcanzar ansiada pre candidatura, tras la advertencia del legislador de que no renunciará a su partido, dejando a sus leales en libertad de optar por el camino que mejor convenga a sus intereses políticos. ¿Cuáles intereses? ¿Sumarse a la cargada en apoyo de Duarte de Ochoa, virtual candidato? ¿Sumarse a los seguidores del neopanista Miguel Ángel Yunes Linares? ¿Incorporarse a las filas de la alianza de nunca jamás, compartiendo nuevas esperanzas en un proyecto que parece haber nacido para perder con un Dante Delgado Rannauro que no da color?

Vaya dilema para un ejército de más de 100 mil priístas que aseguran por la vida de su madre que sus firmas, ahora desechadas por la Comisión de Asuntos Internos del PRI estatal, son auténticas. Si bien hoy se sienten colgados de la brocha, confundidos y lastimados, lo que les mantiene con la frente en alto es saber que actuaron de buena fe, que no se les puede tachar de traidores y que le apostaron a un hombre íntegro, valiente, que no claudicó ante la incomprensión de correligionarios y amigos, ni las amenazas ni mucho menos con los intentos de soborno bajo el agua. Como el “implanchable”, le califico destacado analista político.

La carne es débil. Algunos, los más viejos quizá, seguirán siendo leales a la camiseta, por convicción, por inercia o por comodidad. Sin embargo, nadie sabe ni nadie está en capacidad de prever cuantos de ese ejército de desencantados formado en “Alianza Generacional”, negarán su voto al candidato oficialista. Mal cálculo de la cúpula priísta en la entidad en su afán de ungir al delfín, cerrándole la puerta en sus narices a Yunes Landa porque así lo decidió “quien manda en Veracruz”.

No hay fijón, dicen los fieles de la ola roja; La aventura de Héctor así como empezó, terminó, sin que su actitud en rebeldía mellara la fuerza y unidad del partido. “Las firmas auténticas recabadas por “Alianza Generacional”, son mínimas y quienes las suscribieran no tienen ningún peso”. Dando por cerrado el expediente. ¿Será esto cierto? O la borrachera de un sobredimensionado inicio de pre campaña, derroche de recursos públicos incluido, de un Javier Duarte de Ochoa que ufano acepta cabalgar a nancas en el “caballo del hacendado”, nubla la visión de quienes minimizando y desdeñando el peso electoral de “Alianza Generacional”, olvidan que en el 2004 el Maestro Fidel Herrera Beltrán obtuvo del TRIFE la victoria con una diferencia de apenas 26 mil votos sobre su más cercano oponente.

Y mientras esto sucede en los patios del PRI, en los que por cierto se rumora la pronta salida de Jorge Carballo, presidente del CDE, ante los apremios de una presunta investigación de su persona por parte de la PGR, el malestar crece entre los xalapeños ante una andanada más de los desclasados desnudos de Cesar del Angel, que exigen y esperan pronta respuesta del gobierno del estado a su propuesta de hurgar en el pasado y aplicar el peso de la ley al virtual candidato del PAN a la gubernatura. Turbio inicio del proceso electoral, ahora amenizado con la ingrata música de viento del Registro Nacional de Electores, que investiga la existencia en el padrón de cuando menos 50 mil “turistas” dispuestos a vender su voto al mejor postor.

¡Que bonito es Veracruz! ¡Y falta lo mejor!

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