Veracruz.
Crisis y masoquismo social
J.
Enrique Olivera Arce
Pulso
crítico
En política lo que
se ve, es. Anónimo
En medio de una profunda crisis de aceptación
social y credibilidad, el gobernador de Veracruz se resguarda con patadas de
ahogado que ponen en condiciones de alto riesgo ya no solo la ya de
frágil condición que guardan
tanto la economía como la hacienda pública estatal, también la
gobernabilidad y la paz pública Patadas de ahogado de un gobernador fallido
que, con la complicidad de un poder legislativo abyecto y el silencio del
judicial, colman ya el hartazgo de una sociedad lastimada y dolida.
Esto a ciencia y paciencia de una población
que, como invitado de piedra, no tiene ni voz ni voto en una democracia
simulada, en la que una minoría privilegiada y corrupta se despacha con la
cuchara grande con toda impunidad, haciendo y deshaciendo a su antojo ante el
silencio masoquista de las mayorías.
Pálido reflejo de la crisis de
representatividad que acusa en el entorno más amplio del contexto nacional el
régimen político vigente -sustentado en una partidocracia voraz, insensible,
corrupta- por principio obsoleto por obvia caducidad de su función social y
política, Veracruz se debate en su propio lodo.
Crisis veracruzana que la mayoría de los
medios de comunicación en la entidad parecen ignorar, o bien le descartan en su
agenda de negocios, atendiendo más a sus intereses coyunturales cortoplacistas
que a la función que la sociedad le tiene encomendada.
Se dice que el hilo se revienta por lo más
delgado y Veracruz se encuentra ya en tal tesitura como parte del todo
nacional, exhibiendo la podredumbre de
las póstulas que afloran en el cuerpo económico, político y social de la
entidad. Si Veracruz en el pasado destacara por su pujanza económica, su
fortaleza política al servicio de gobernabilidad y gobernanza del partido
detentador del poder formal, y un tejido social proclive a la cultura y el
progreso, hoy por hoy no es ni la sombra de lo que endenantes fue. Así lo
asienta la estadística oficial, lo percibe la población y lo ratifica una clase
política ramplona, rapaz y acomodaticia, que se resiste a aceptar su flagrante
divorcio con la llamada sociedad civil, renunciando a la salvaguarda de las
mejores causas de la sociedad veracruzana.
Lo paradójico de esta situación es que
percibiéndolo, una inmensa mayoría de la población en Veracruz deja hacer deja
pasar, avalando con su silencio y ausencia de ciudadanía responsable y
consecuente, todo aquello que por principio le afecta y lastima. “Palo dado ni
Dios lo quita”, dice para sus adentros la víctima del desorden, el saqueo y la
corrupción oficial impune, haciendo gala de un enorme sentimiento de
resignación frente a lo que presumiblemente no está en sus manos remediar. Y de
eso se vale quienes gobiernan profundizando el lamentable y desastroso estado
de cosas que tiene postrada a la
entidad.
Y aún más paradójico, el observar que la
mayoría de los medios de comunicación y sus “formadores de opinión”,
presuntamente mejor informados que la audiencia a la que dicen servir con
verdad y objetividad, toma el rábano por las hojas, destacando lo accesorio y
callando lo sustantivo; contribuyendo por comisión u omisión al deterioro
generalizado de una entidad federativa que debiera tener mejor destino.
El que paga manda y, con este criterio empresarial, la prensa, salvo contadas y
honrosas excepciones, dice lo que el
régimen corrupto quiere escuchar y propalar. Sin parar mientes en que la terca
realidad real desmiente a la palabra escrita. O, en el mejor de los casos,
contribuyendo inconscientemente con cortinas de humo sustentadas y alimentadas
con rumores, chismes y maledicencias en torno a la grilla que no política, en
el quehacer gubernamental y partidista; constituyéndose en juez y parte de la
crisis del régimen y agotamiento de la administración duartista en la entidad.
En este escenario pedestre, sociedad,
gobierno, política y prensa son a la par
víctima y victimarios de sus propias contradicciones. Y es en este marco que la posibilidad del tan
necesario como urgente rescate de la buena marcha de Veracruz, se aleja cada
vez más en un ominoso horizonte dejando camino libre al más de lo mismo.
¿Hasta cuando? Es lo que debería preguntarse
una sociedad que con más visos de masoquista que de protagonista activo de su
destino presente y futuro, es parte del problema y no de una esperada solución
al círculo perverso que nos ahoga.
Hojas
que se lleva el viento
Estando constituido el gobierno de Veracruz
por los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, ninguno se salva en el
perverso quehacer cotidiano por el que transita el desastre generalizado de la
entidad. Los tres poderes se cubren con la misma sábana, haciendo nugatorio
todo esfuerzo de la población por hacer valer el escuálido y maltrecho estado
de derecho. La democracia representativa está secuestrada y el principio de
soberanía popular vulnerado. Y sin embargo, lo aceptamos como algo natural y
con ello somos felices, compartiendo con Duarte de Ochoa la tan distante como
ilusoria prosperidad que nos motiva a seguir avalando en las urnas al
dinosaurio tricolor y sus espurios satélites.
-o-o-o-
No podemos ni debemos olvidar que el PRI en
Veracruz electoralmente es primera minoría, representando en el Congreso local
a su voto duro y a un reducido número de veracruzanos apáticos o mal
informados. A nadie más, luego la
aprobación por mayoriteo del tricolor de la aberrante iniciativa de Javier
Duarte, de endeudar de por vida a los veracruzanos con una cuestionable
“reestructuración de la deuda pública”, no cuenta con el reconocimiento y aval
de la mayoría del electorado. Vale la pena refrescar la memoria para actuar en
consecuencia y negarse a la posibilidad del triunfo del tricolor en los
comicios venideros.
-o-o-o-
Si no fuera porque el PRI es parte del
gobierno y lo que a su interior acontece nos afecta a todos, su enlodado
acontecer cotidiano en Veracruz no
debería de ocuparnos y mucho menos preocuparnos, salvo para tomar nota de sus
debilidades y atacarlo en las urnas donde más le duele, negándole el sufragio a
sus candidato en elecciones venideras. La descalificación de las dos corrientes
mayoritarias encabezadas por Yunes Landa y Yunes Zorrilla por parte de Duarte
de Ochoa y el presidente estatal del tricolor, debería ser una más que obvia ventaja
para la oposición, empero, hasta esta opción nos es negada en tanto no se
percibe una oposición responsable y capaz de una alianza con la ciudadanía y
ofertar un programa mínimo unitario tendiente a revertir el actual estado de
cosas. Más de lo mismo es lo que se espera.
-o-o-o-
A mis cuatro lectores: El Semanario en línea
“Pulso crítico”, por razones de índole financiera y técnica está temporalmente
suspendido en la Web. Esperamos que a la mayor brevedad quede subsanado el
problema. Gracias por su comprensión.
Xalapa, Ver., 29/10/2015