“En todos lados se cuecen habas”

Por J. Enrique Olivera Arce




Mérida, Yuc. Diciembre 22 del 2010 Temas de la semana. Opinión generalizada en el sector laboral: “una verdadera mentada de madre el incremento del 4.2 por ciento al salario mínimo”, establecido por una comisión nacional ajena a la realidad del pueblo de México, avalada por un secretario del trabajo del gobierno de Calderón Hinojosa, tan inútil como la propia comisión que preside. El destacado panista Diego Fernández de Cevallos, es liberado por sus captores. Explosión de ductos de PEMEX en Puebla, con pérdida de vidas humanas. Hechos aparentemente ajenos entre sí, pero que en la realidad guardan relación estrecha con el clima de violencia, corrupción e impunidad que cada vez en mayor medida se abate sobre México.

La opinión de los trabajadores coincide plenamente con la mayoría del empresariado mexicano, identificando violencia en las calles y bajo nivel de la demanda agregada, como los principales frenos al crecimiento económico del país. Coincidentemente, la “guerra” desatada por Calderón Hinojosa, y el mantener congelado el salario y, con ello desigualdad y pobreza, se inscriben como violencia generalizada en contra del pueblo de México.

Sin capacidad real de compra de más del 50 por ciento de la población, el mercado interno permanece deprimido y, por ende, la pequeña y mediana empresa nacional tiende a estancarse y a retroceder, a la par que la demanda externa, como consecuencia del proteccionismo comercial fruto de la crisis global, presiona a la baja al sector exportador nacional, cerrándose el círculo perverso del crecimiento negativo de la economía, mayor desempleo y creciente deterioro de las finanzas públicas. Caldo de cultivo para la expansión de la delincuencia en todas sus manifestaciones.

En tal contexto, ¿en que beneficia a México el contar con una comisión nacional de salarios mínimos? En nada. Antes al contrario, sus resolutivos generan malestar entre la población más desprotegida y ponen en evidencia instituciones y políticas públicas que actúan en contrario al interés nacional. La incongruencia a que da lugar una macroeconomía virtual que se sostiene a raja tabla contra toda lógica en el marco de la crisis sistémica global, y una microeconomía real cuyo principal indicador se ubica en el bolsillo de hombres y mujeres de a pie, es el común denominador en todo el país.

“En todos lados se cuecen habas”, dice el refrán popular.. La misma falta de visión, así como incongruencia entre lo que el gobierno y la partidocracia dicen proponerse y lo que llevan a la práctica, es tabla rasa en todas y cada una de las entidades federativas y entre todas éstas, en el régimen federal pactado que Calderón Hinojosa conduce al desastre.

Aquilatando lo que viviéramos en Veracruz en los últimos seis años y observando y escuchando lo que un alto porcentaje de yucatecos piensan del desempeño de su actual gobernadora, no hay diferencia. Endeudamiento público creciente e injustificado, triunfalismo sin sustento, y un más que evidente retroceso económico y social, aderezado con crisis política recurrente, califica la pésima actuación de Ivonne Ortega Pacheco al frente del gobierno de Yucatán, al igual que hoy se señala a Fidel Herrera Beltrán como el peor gobernante que ha padecido Veracruz en los últimos cincuenta años.

En ambos casos, el multimillonario derroche de recursos públicos destinados a los medios de comunicación para construir sobre mentiras la verdad mediática oficial, no fue suficiente para ocultar liviandad y corrupción bajo la máscara de exacerbado culto a la personalidad y el triunfalismo sin sustento del que ya se fue, como tampoco lo ha sido para tapar ante la opinión pública yucateca los desvaríos de Ivonne promoviendo su imagen tele novelera, mientras su gobierno apunta al derrumbe y la entidad registra retroceso económico y social. El peso específico de la prensa no opaca lo que la gente común observa y vive en carne propia.

Tan evidente, que se opina en cada vez más amplio círculo de la sociedad yucateca, que salió más caro el caldo que las albóndigas con el retorno del PRI, tanto en el gobierno estatal como en el municipal en el caso de Mérida. Considerándose como un fracaso tanto la alternancia como el relevo generacional. Es sintomático que siendo Ivonne una cercana operadora política de Enrique Peña Nieto en el sureste, sea Televisa quien le descalifique, como queda constancia de la aseveración de Joaquín López Dóriga: “El gobierno de Ivonne Ortega se derrumba”.

Con la perspectiva que da el observar a nuestra entidad veracruzana desde la capital económica del sureste de México, hoy en riesgo de perder lo ganado en los últimos 30 años, obliga a pensar que Javier Duarte de Ochoa, está obligado a poner las barbas en remojo; por lo que publican los medios de comunicación, el joven gobernador tiende a seguir el mismo camino de su antecesor, improvisando, errando el camino, y apoyándose, con honrosas y contadas excepciones, en lo más nefasto de la llamada clase política y cúpula sindical, en aras de un inconsciente deseo de legitimarse con exacerbado protagonismo y falso triunfalismo; a sabiendas de que la situación que guardan las arcas públicas, la reducida captación y déficit fiscal que le hace dependiente en grado superlativo de las aportaciones federales, el cada vez mayor endeudamiento público, así como el deterioro creciente de la economía veracruzana, obliga a gobernar con cautela, mesura, humildad y buen juicio.

El reconocer públicamente que hereda una administración en bancarrota, no es suficiente. O se enmienda rumbo y destino para, con inventiva y creatividad señalar nuevos caminos ajenos a la corrupción y manidas fórmulas económicas y sociales neoliberales, o el gobierno de Duarte seguirá los mismos pasos, tropiezos y fracasos de su antecesor y de la gobernadora yucateca.

Decíamos en artículo anterior que es temprano aún para un giro brusco de timón, y que la inercia de un pasado desastroso se impone. Lo mismo podría afirmarse respecto a juzgar y calificar la actuación del Dr. Duarte en el inicio de su administración cuando apenas han transcurrido 20 días. Sin embargo, y no estando el horno para bollos, lo que ya se percibe no es nada alentador, empezando con la integración de su primer círculo de colaboradores, en el que se incluye a los cuestionados Reynaldo Escobar Pérez y Erick Lagos; la temprana creación de la secretaría del medio ambiente; su peregrinar guadalupano en Nueva York violentando la ley, y hoy, la imposición de un personaje tan nefasto como Morgado Huesca, como titular del Instituto de Pensiones, y, para colmo, la cereza del pastel, el anuncio de la aplicación de nuevos impuestos a la sociedad veracruzana, en contrario a su promesa de campaña.

Señales estas que la propia prensa oficialista juzga como negativas, a la par que se comenta que el Dr. Duarte está obligado en la coyuntura a mostrarse cuanto antes como el Javier Duarte de Ochoa, joven, preparado, y sin antecedentes oscuros que ocultar, como el gobernador del cambio que todo mundo espera. Poniendo fin a la inercia y gobernar por sí mismo y no por cuenta de…

Con un incremento salarial como el anunciado, es de esperarse mayor desigualdad, pobreza, marginación, desempleo y violencia en el país y Veracruz no es la excepción. Frente a ello, hechos y no palabras calificarán la actuación de nuestro joven y, a mi juicio, inexperto gobernador. En el está demostrar que el traje le queda a la medida, o fracasar en el intento, siguiendo los pasos de la glamorosa gobernadora de Yucatán, a quien su pueblo identifica como folklórico personaje salido de la tradicional carpa del finado “Cholo Herrera”. “Como gobernadora, es una vacilada”, dicen.

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Secretaría del medio ambiente. No por mucho madrugar…

Por J. Enrique Olivera Arce




Mérida, Yuc., Diciembre 15 2010 Contradictoria y sin sentido de la realidad, la vida política de Veracruz transcurre cotidianamente sin que a nadie parezca importarle lo que para la entidad, en lo colectivo, y para cada ciudadano en lo particular, significa lo acertado o equívoco de las decisiones verticales de aquellos que, desde la administración pública, determinan presente y futuro de la sociedad. Los mandantes acatan y los mandatarios imponen; nada más alejado de la vida en democracia y nada más cerca del autoritarismo decimonónico del cacicazgo faccioso.

El gobernador de Veracruz, en su mensaje de toma de posesión el primero de diciembre, anuncia su pretensión de crear una nueva secretaría del medio ambiente y, sin el mayor talante crítico, conocimiento de causa, ni consulta alguna con la ciudadanía a la que se debe, la LXII Legislatura del estado, apenas quince días después, aprueba a bombo y platillo lo que, a todas luces resulta un absurdo en las actuales condiciones de la administración pública veracruzana y de la sociedad en su conjunto.

Lo que públicamente exponen como justificación, tanto el gobernador Duarte de Ochoa, como los diputados involucrados, no pasan de ser lugares comunes, burda calca de los irrelevantes posicionamientos que, en materia ecológica y desarrollo sustentable, suelen adoptar los falsos profetas que se autonombran defensores del planeta azul, en tanto ello no modifique las reglas impuestas del capitalismo rampante.

“Con la aprobación de estas modificaciones, se contará con una dependencia especializada en la atención a los problemas ambientales, lo que permitiría, por un lado, combatir la contaminación de los cuerpos de agua y suelos, en busca de su saneamiento para apoyar las actividades productivas y, por otro, definir las políticas públicas orientadas a la preservación de nuestras riquezas naturales. De este modo, la nueva Secretaría será responsable de coordinar las políticas de preservación y restauración del equilibrio ecológico, cambio climático y protección del medio ambiente en el Estado”, dice el párrafo justificatorio que sustenta la aprobación de la iniciativa de reformas a la ley orgánica del poder ejecutivo por parte de la diputación, que da lugar a la creación de la secretaría del medio ambiente.

Para quienes conocen del paño, e incluso para los legos sin mayor sustento que el sentido común, el galimatías expuesto no resiste el menor análisis, confirmándose el absurdo en que se incurriera en la aprobación de la tempranera iniciativa. Veamos una primera aproximación a lo que los expertos tendrán mucho que decir:

a). La dependencia especializada en la atención a los problemas ambientales, permitirá combatir la contaminación de los cuerpos de agua y suelos, en busca de su saneamiento para apoyar las actividades productivas.

b). La dependencia especializada en la atención a los problemas ambientales será responsable de coordinar las políticas de preservación y restauración del equilibrio ecológico, cambio climático y protección del medio ambiente en el Estado”.

En el primer caso, son las actividades productivas las responsables del deterioro ambiental de tierra, aire y agua, y no a la inversa, como lo suponen señoras y señores diputados.

En tanto que en el segundo apartado, el cambio climático no se preserva ni se restaura, se toman providencias para prevenir sus efectos negativos en todo ser viviente y su entorno. Por cuanto a la preservación y restauración del equilibrio ecológico, mediante la coordinación de políticas públicas, ello es tarea de los tres poderes gubernamentales e igual número de órdenes de gobierno, en estrecha vinculación con la sociedad en su conjunto. Lo cual ya está previsto en la legislación federal vigente.

Esto, sin considerar que no podemos hablar aún de políticas públicas en el ámbito estatal, cuando a esta fecha no se cuenta con un Plan sexenal de desarrollo, o programa de gobierno para el sexenio, en el que se establezcan con claridad propósitos, objetivos y metas por alcanzar, regional y sectorialmente, y del que se derivarían las políticas ambientales conducentes.

Como tampoco se cuenta con el presupuesto autorizado y partidas específicas, para ejercer en el presente año y los subsiguientes, como para que la dependencia especializada con holgura pueda cumplir con el cometido propuesto. Y es en este rubro en el que la marrana tuerce el rabo, cuando de todos es conocido por obvio, que tanto la administración pública estatal como la municipal tienen entre manos un problema de quiebra técnica, o como vulgarmente se comenta, están en bancarrota. Lo sabe la diputación, lo denuncian las bancadas opositoras en el Congreso y, aún así, unánimemente aprueban el desaguisado y sueño de un Veracruz verde, en tanto que el Dr. Duarte, un día después de lo aprobado, se apresura a tomarle protesta al secretario del nuevo ramo.

Ya veremos el jaloneo de la cobija, cuando de distribuir el presupuesto de egresos y de la disponibilidad real de recursos líquidos se trate. Ofrecer no cuesta, cumplir es lo que aniquila.

Una nueva estructura burocrática de limitado alcance estatal, como la ya aprobada, en todo caso tendría carácter coadyuvante en la aplicación de políticas públicas ambientales, correspondiéndole al gobierno de Veracruz sumar esfuerzos orientados al cumplimiento de la normatividad existente y esto, en teoría, ha estado a cargo de la Secretaría de Desarrollo Social y Medio ambiente a lo largo de los últimos seis años, sin que la opinión pública conozca de los resultados de su gestión y, por ende, de la necesidad y pertinencia de las modificaciones a la estructura orgánica del Poder Ejecutivo.

No es que se trate de aguarle la fiesta de asunción al Dr. Duarte, pero hay que reconocer que, en el tema ambiental se está equivocando, dejándose llevar por lo que en Cancún se puso de moda. No tiene caso ya insistir en que antes de crear una nueva secretaría, habría que ordenar aquello con lo que ya se cuenta, dándole eficiencia y eficacia. El palo está dado por el mandatario y sus diputados a modo, luego los mandantes tendremos que apechugar años de vacas flacas y los nocivos efectos de un cambio climático ya presente, en una entidad federativa en la que todo está acomodado para perder.

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Veracruz en el marco de la Cumbre ambiental

Por J. Enrique Olivera Arce



El Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, puso el dedo en la llaga al participar en la COP-16 que tiene lugar en Cancún, al afirmar que los participantes están perdiendo el tiempo, en tanto que el jefe de la delegación de Bolivia señalara que el aceptar el documento de acuerdos que se discute en la Cumbre de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, "sería hacernos responsables de una situación que el presidente Evo Morales califica como genocidio y ecocidio".

El neoliberalismo a ultranza y la crisis mundial, no dan para más.

En tanto los gobiernos representen a los principales actores económicos de sus respectivos países y no a los intereses de sus pueblos y de la humanidad en su conjunto, todo lo que ahí se discute gira en torno al dinero, rentabilidad, tasas de retorno, contracción de la tasa media de de ganancia, así como de la pertinencia de mantener la actual e injusta estructura de un sistema económico en decadencia e incapaz de dar respuesta a una crisis multidimensional global que se profundiza. La imperiosa necesidad de contribuir a la prevención de los efectos de un cambio climático que tiene ya carácter irreversible, así como el futuro que heredaremos a las nuevas generaciones de la humanidad, cobra carácter secundario y hasta irrelevante.

En tanto el tiempo avanza y las respuestas al fenómeno global se circunscriben a declaraciones, acuerdos que nadie cumple, protestas de ecologistas, e incluso la consideración de que el movimiento de traslación galáctica del sistema solar es el responsable, las amenazas a todo ser viviente, dejan de ser tales para cobrar ya en la actualidad ominosa presencia en todo el planeta.

Las advertencias de los científicos a los que se desdeña, y una realidad que ya nos afecta en el presente con pérdida de biodiversidad y de vidas humanas por miles, que habrán de incrementarse en el futuro cercano, han caído en saco roto, en tanto que las posibles respuestas de prevención atentan contra los intereses del poder fáctico del gran capital, que controla el sistema económico mundial y la vida política y social de la humanidad.

En ese marco referencial, Calderón Hinojosa, en representación de México, concluye que todo el problema se reduce a falta de dinero para invertir en nuevas tecnologías, reconvertir economía y poblaciones, así como para la infraestructura de prevención requerida para aliviar los efectos del cambio climático. En Veracruz, somos más realistas y pragmáticos, el gobernador declaró que la entidad ya transita a paso acelerado por la ruta del desarrollo sustentable, sin necesidad de tanta especulación económico financiera y hasta esotérica.

Que se sepa, ningún país transita por dicha ruta. Mucho menos aquellas regiones del mundo en las que la prioridad es aún el salir del subdesarrollo, impuesto históricamente por la dinámica de un sistema económico planetario, basado en la acumulación de riqueza a costa de lo que sea y por todo el tiempo que así se considere necesario; Veracruz como parte de un México en retroceso, estructuralmente debería encontrarse en tal tesitura, y no es así, somos un estado de avanzada, de acuerdo a lo declarado por el gobernante.

Sin embargo, lo que los veracruzanos comunes, quizá por ignorancia y ajenos a los círculos de la academia y la política de gran visión, lo que observamos en nuestro entorno más cercano es que lejos de avanzar por el camino de la sustentabilidad, vamos para atrás; retroceso, imprevisión, y ausencia de consciencia de nuestra responsabilidad para con el planeta que nos acoge, dominan el escenario. Careciéndose de cultura ecológica, y compromiso auténtico en autoridades y población en general, por rescatar, preservar y cuidar el medio ambiente, despilfarrando lo que en justicia sería el sustento de las nuevas generaciones.

De ahí que lo que se perciba es que lo deseable en teoría, resulte imposible en la práctica. Ecuación que no se resuelve con la creación en la entidad de una secretaría del medio ambiente y su correspondiente procuraduría como órgano de de vigilancia y represión, desviando recursos para generar más burocracia, cuando lo exigible es educación, cultura ecológica y, de una vez por todas, afrontar el reto de la reconversión económica y reordenación territorial de asentamientos humanos.

Lo conducente sería entonces la interrogante: ¿Cuenta la actual administración pública veracruzana con la voluntad política para afrontar el reto? No hay que ir muy lejos para conocer la respuesta. Voluntad política, hasta hoy, se tiene la impresión de que existe y anima al Dr. Duarte de Ochoa pero, como afirma Calderón, no se cuenta con los recursos presupuestales para llevarlo a cabo. Y mucho menos con un gabinete que, en su conformación, responde a compromisos políticos contraidos en campaña y no a formación profesional, capacidad y experiencia, para auxiliar al gobernante en las tareas que exige el cambio climático.

La realidad se impone. En la ecuación planteada lo imposible elimina a lo deseable. La dialéctica del subdesarrollo obliga a que por cada paso adelante se retrocedan dos, ¡o más!

En suma, Ebrard tiene razón. Al igual que “…en Cancún se asiste a la pérdida de un tiempo que no es nuestro, perteneciendo a las nuevas generaciones”, en Veracruz transitamos por la misma ruta del subdesarrollo impuesto, sin atrevernos a reconocerlo. Frente a los retos de las tareas del desarrollo sustentable, vinculadas a la nueva realidad del cambio climático en la totalidad del planeta, las barbaridades en que incurre en sus declaraciones el recién designado secretario de desarrollo económico y portuario, lo dicen todo.

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La sombra. Ni perdón ni olvido

Por J. Enrique Olivera Arce




Es muy temprano para que las heridas cicatricen. A una semana del cambio de estafeta en la administración pública, todo parece seguir igual. Tras la parafernalia que acompañara a la entrega y recepción del Poder Ejecutivo, las aguas se asientan pero no se aclaran. Es más lo que la gente desea, o deseara, que lo que ofrece el futuro cercano. La sombra del que se fue, es solo eso, sombra, pero la inercia de lo que sembrara cubre tenue viso de esperanza.

El dolor del agravio no cede, antes al contrario, tiende a profundizarse. Expresándose de manera diferente en la forma pero, en el fondo, permanece. Como en el amor o la guerra, unos olvidan pero no perdonan; otros, perdonan pero no olvidan. Demasiado pronto para que se escuche el llamado del Dr. Duarte al diálogo y la reconciliación y, demasiado temprano para pretender que con un llamado se recupere la unidad perdida.

El peso de la inercia se impone. No hay quien la pare. Los medios de comunicación, impresos o electrónicos, a ello contribuyen. Ríos de tinta y profusas imágenes pretendiendo privar de vestidura propia al recien ungido, cotidianamente bombardean a la opinión pública. Claman por el olvido de quien ya no está, batiendo palmas por el recien llegado, mientras el tiradero heredado resulta mayor de lo previsto.

Lo que no es de tu año, no es de tu daño, es el mensaje mediático. Arcas vacías problema del que sale, esperanza de prosperidad para el que llega. Se apresura el retiro del rojo sangre del rey sol, trocándose por multicolor arco iris que promete el encuentro con el Vellocino de oro. El Veracruz late con fuerza se substituye con el Veracruz próspero, acompañado con el boato cortesano y el mismo dispendio en propaganda, que hace recordar el pasado inmediato. Nadie ni nada frena la inercia. Nadie hace nada por sanar las heridas.

En el inter, la gente común, la que vive o sobrevive al día gracias a su esfuerzo cotidiano, sólo mueve la cabeza, desaprobando lo que ve y escucha, en tanto hace lo imposible por estirar sus magros ingresos para, cuando menos, tener oportunidad de ver reunida a la familia en torno a modesta mesa navideña; aportando, lo poco que tintinea en el bolsillo, a una mayor concentración de la riqueza de unos cuantos que, apoyados en la cultura del consumismo por estos impuesta, hacen del aguinaldo del pobre su agosto de fin de año.

El objetivo, terminar con marginación y pobreza en Veracruz, dilapidando recursos a burla suena, en voz de quien teniéndolo todo, quiere más. Prosperidad es falacia, cuando la meta explícita es terminar con desigualdad y pobreza.

Un estado próspero no requiere de combatir la marginación, como tampoco el pobre aspira a prosperidad, se conforma con justicia y equidad.

Concluyó el sexenio. Concluye el año, y el dolor del agravio, con la herida aún abierta a flor de piel, lo sufre un pueblo empobrecido y engañado que aún no decide escuchar a Javier Duarte de Ochoa, en su tempranero llamado.

Nada cambia aún. Todo sigue igual. Lo mismo de siempre. Con las primeras luces del amanecer se podrá confirmar que se tendrá más de lo mismo, o abrigar tenue esperanza de deseos nunca cumplidos.

Esperemos con espíritu decembrino que ante nuestros ojos, el sol en el horizonte brille a plenitud.

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Veracruz. Convencer sobre la posibilidad de cambio, es el reto

Por J. Enrique Olivera Arce




En una sociedad lastimada y dolida, que difícil es el que una gran mayoría ciudadana alcance, cuando menos, a percibir la sola posibilidad de cambio. Entre los pocos que tuvieran acceso al mensaje del gobernador Duarte de Ochoa en su toma de posesión, el escepticismo domina.

Entre la inmensa mayoría de la gran familia veracruzana, o ni se enteraron del mensaje completo inicial, o no le dieron importancia alguna, como si nada hubiera pasado en la realidad política de la entidad. Lo único, en términos generales, que la gente comenta en relación al cambio de estafeta, es que no se observan condiciones para que modifique el actual estado de cosas. Nadie entiende la diferencia entre continuidad y continuismo, otorgándoseles a estos términos el carácter semántico de sinónimos. “Más de lo mismo”, se comenta.

Por cuanto a los que escucharan con atención el discurso del hoy gobernador, en su mayoría personas relacionadas con los círculos de poder político o económico, el optimismo que pretendiera trasmitir el Dr. Duarte, se contrapone con el pesimismo que despertara la noche anterior el anuncio de la integración de un gabinete que no se corresponde con las expectativas de recuperación, crecimiento y desarrollo de la entidad.

Unos por interés y otros por honesta preocupación, toman al listado de personajes favorecidos por la decisión del Dr. Duarte como un mensaje ominoso. Priístas que se sienten desplazados y opositores por así convenirles políticamente, no ven con buenos ojos aquellos criterios que llevaran al gobernador a integrar un gabinete, presuntamente plural, con mayoría de funcionarios que responden a los intereses de Fidel Herrera Beltrán y, otros, a poderes fácticos como pago de factura.. Se especula pero no se entiende a que responde la decisión adoptada.

En artículo anterior, señalaba como una premisa, el que tenemos que aceptar que Javier Duarte de Ochoa inicia su gobierno maniatado y sujeto a la imposición de personajes, ni lo más idóneos para el cargo a desempeñar, ni los de mayor confianza y cercanía de quien habrá de gobernar en los próximos seis años. Así es el juego de la política y en este debe dominar el saber tragar sapos, por lo que a nadie, entre los sabedores de las reglas del juego, debería causar extrañeza. En el mismo texto expresábamos nuestro deseo, más que confianza absoluta, en que en el menor tiempo posible el gobernador se libre de ataduras y gobierne atendiendo a su estilo y convicciones propias.

Esas son las canicas que le entregaran y, por hoy, es con éstas que tiene que jugar. Pretender un cambio de timón de un día para otro, sin más, es ingenuidad política y, ahí es donde entra el tratar de descifrar el mensaje oculto o entre líneas del discurso del Dr. Javier Duarte de Ochoa, asó como las señales que se pusieran de manifiesto a lo largo de los eventos relacionados con el cambio de estafeta, incluyendo aquellas que se pudieran observar durante el acto en Tuxpan, que indican visos de voluntad de cambio en el talante del gobernante.

Los cambios en la administración pública y en la política son, en sí, resultado de un proceso al que concurren gobernante y gobernados. En tanto el Dr. Duarte no convenza a la ciudadanía de construir juntos un nuevo Veracruz, más justo, más equitativo y mejor gobernado, el proceso habrá de alargarse en su objetivo de transformación y cambio. Insisto, la humildad y no el triunfalismo sin sustento, es el mejor camino, a mi juicio, para que el gobernador logre convencernos. Y aquí es donde entran los peros, en tanto la fuerza de la inercia heredada no se supla con la autenticidad y honestidad en el estilo de gobernar de Javier Duarte, el triunfalismo seguirá imponiéndose sobre la razón y la credibilidad ciudadana.

En el mensaje inicial, a mi consideración, sigue privando triunfalismo y no humildad. Son muchos los compromisos anunciados y pocas las posibilidades de cumplirlos, cuando menos, en las actuales circunstancias de presunta bancarrota de la administración pública e intereses ajenos al desarrollo de Veracruz, contraídos a lo largo de la campaña electoral. Pero sobre todo, por el contexto internacional de crisis sistémica no resuelta y las contradicciones que ello da lugar en el contexto nacional, con un gobierno federal sin rumbo claro y aferrado a políticas públicas neoliberales, sustentadas en fórmulas agotadas y sin futuro.

Esto último debería ser el punto de partida para reconocer nuestras debilidades y ponderar nuestras fortalezas como entidad federativa en el escenario dominante. El no considerar el contexto más amplio que, en lo económico, social y político tiene de rodillas al mundo entero y, en nuestro caso, a México, da lugar a contradictorios afanes y compromisos expresados en el mensaje inicial, y reflejados en la integración del gabinete.

Propósitos, objetivos y compromisos contraídos con la ciudadanía en el mensaje inicial, pareciera que se oponen unos a otros, chocando, incluso, entre lo deseable, lo posible y lo pertinente; perdiéndose en el texto la esperada voluntad política de cambio, que confío en que la hay, sabiendo y queriendo interpretar el mensaje completo, y no a conveniencia inmediatista e interesada de una gran mayoría de la clase política que no le encuentra la punta al mecate, en sus expectativas de acomodo y reacomodo, tanto en la administración pública que inicia como en la vida política de Veracruz.

Mucho menos lo percibe una mayoría desinformada, presionada por la necesidad urgente y exigida de cambios substanciales en sus condiciones de vida. Frente a la galopante pérdida del poder adquisitivo del salario o de los ingresos provenientes de la producción y servicios de las empresas sociales o privadas menos favorecidas, el anuncio de grandes y portentosas obras públicas, no le dice nada a la ciudadanía en condiciones de pobreza y pobreza extrema, como tampoco a una clase media que ya marcha por la misma vía.

Frente a la deplorable y generalizada percepción de finanzas públicas quebradas y, por ende, la necesidad de un gobierno austero, el anuncio de creación de dos nuevos centros hospitalarios regionales de especialidades, se contrapone con la existencia de quince hospitales iniciados en el sexenio de Herrera Beltrán y aún no concluidos, entre ellos, el de Naolinco, cuya obra va a cumplir seis años de puesta la primera piedra, o la torre pediátrica en la ciudad y puerto de Veracruz, en la que apenas hace unas semanas concluyera la cimentación por falta de pago a la empresa a cargo de la obra.

Así como la creación de una nueva secretaría del medio ambiente, acompañada de su respectiva procuraduría, no es de ninguna manera aceptable, cuando la necesidad obliga a reducir, racionalizar y dotar de eficiencia y eficacia, más que ampliar al aparato gubernamental actual. Caso contrario el de la creación de la Universidad Popular Autónoma, que ofrece expectativas de progreso a más de 40 mil jóvenes a los que, anualmente, se les cierran las oportunidades de seguir preparándose. Tal medida, se juzga pertinente, audaz, viable y digna de encomio, con la ventaja de contarse ya con la semilla sembrada en el Instituto de Educación Superior de Veracruz.

La presión social aumenta en tanto los plazos para darle respuesta, se acortan. Continuidad o continuismo, el insistir en transitar por caducas fórmulas económicas y estructuras políticas heredadas y superadas por la realidad, no parece ser lo más conveniente. Javier Duarte debe ser el primero en analizar el contenido de su mensaje inicial y reflexionar sobre ello. El mensaje que los veracruzanos esperan, más allá de lo protocolario y obligado del inicial, es de claridad y objetividad en sus premisas y alcances. A mi modesto entender, el gobernador debería privilegiar en su orden de prioridades el convencer de que podemos esperar con confianza nuevos derroteros para Veracruz.

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Veracruz debe despertar. Nuevo gobierno, nuevos retos

Por J. Enrique Olivera Arce




“La aceptación de la opresión por parte del oprimido acaba por ser complicidad; la cobardía es un consentimiento; existe solidaridad y participación vergonzosa entre el gobierno que hace el mal y el pueblo que lo deja hacer”
Víctor Hugo




La oscura pesadilla se acabó, despertemos. Veracruz inicia una nueva etapa que esperemos sea positiva en todos los órdenes de la vida social y económica de la entidad. Si hay progreso y bienestar compartido, la política se enriquecerá por añadidura. Pero antes de echar las campanas al vuelo, anticipando lo exitoso de los resultados de nuevas tareas frente a nuevos retos, en lo que apenas es el inicio, para mi gusto tendríamos que establecer un mínimo de consenso en torno a algunas premisas que por lo que a mi juicio toca, a todos nos conciernen.

Javier Duarte de Ochoa, es gobernador constitucional de Veracruz, estando todos obligados a reconocerle como tal, así como considerar su compromiso ineludible, como mandatario de la voluntad popular, de gobernar para todos. En tanto esto no se de, manteniéndose el clima de confrontación y mutuos agravios entre diferentes fuerzas políticas a las que aún no les cae el veinte de que las elecciones de 2010, son tema superado, no existen condiciones para avanzar en las tareas sustantivas del crecimiento económico y combate a la desigualdad, pobreza. y amenazas a la seguridad de las familias.

Ha quedado confirmado que no todo Veracruz es rojo o azul. Somos una sociedad plural. Atención y respeto entre diferentes debería ser la pauta a seguir para una sana convivencia y suma compartida de esfuerzo y creatividad.
Debemos ser conscientes de que Javier Duarte de Ochoa iniciará su gobierno atado de manos; compromisos cupulares, pago de facturas y amigos incómodos, son vicios encarnados en la vida política nacional. El que llega tiene que arrastrar con la basura acumulada a lo largo de una campaña política exitosa, o la que bajo la alfombra deja el antecesor. El reto personal para el gobernador será soltar amarras en el menor tiempo posible e imponer su estilo personal de gobernar, ejerciendo “el pinche poder” sin compartirlo.

Es condición sine qua non el que con honestidad intelectual aceptemos las realidades de estancamiento y atraso relativo de la entidad en el contexto nacional. Si se parte de un triunfalismo sin sustento, dando por sentado que en todo vamos bien, rechazando de entrada nuestras propias limitaciones, no hay nada por hacer, todo está resuelto. Duarte podría irse desde ya de vacaciones y no pasaría nada.

El principal enemigo a vencer es la corrupción y la impunidad. Si esta lacra social no se combate a fondo, todo esfuerzo para avanzar es bordar en el vacío. Lo mismo peca el que mata la vaca que el que le agarra la pata, la honestidad, honradez y rechazo a los bienes mal habidos, empiezan en el hogar y el gobierno estatal y partidos políticos así lo deben auspiciar y reflejar.

El sistema estatal de educación requiere de una amplia fumigada, a fondo y a todos los niveles, limitando la sumisión a la interferencia del sindicalismo magisterial en la definición, toma de decisiones, y operación de programas encaminados a abatir el rezago educativo. Premiar la corrupción, el corporativismo, y la simulación sindical, alienta estancamiento y retroceso..
La justicia social parte de la equidad, sin esta lo primero es demagogia y slogan de campaña sin relevancia alguna.

La inversión pública es palanca del desarrollo no substituto del trabajo, ahorro, inversión y reinversión de la sociedad en su conjunto. El paternalismo políticamente interesado, así como el asistencialismo oficial indiscriminado y no el apoyo y respaldo a la producción, mantiene per se pobreza y desigualdad, sin posibilidades reales de abatirle. Igualdad de oportunidades sí, pero equidad conforme a lo que cada quien aporta al bienestar colectivo. Una nueva cultura del esfuerzo aplicada a generar trabajo, bienes y servicios en cantidad y calidad a la altura de nuestra particular circunstancia, debería ser, de todos, objetivo y meta por alcanzar.

El potencial para el despegue económico de Veracruz está en el campo. Sin la producción primaria, integrada regional y sectorialmente como generadora de empleo, materias primas y alimentos, las actividades secundarias y terciarias carecen de sustento real para su crecimiento y consolidación. Ello implica cambios radicales en el modo de hacer las cosas, planeación y voluntad política para reordenar y reconvertir la economía estatal. No es deseable ni posible seguir subsidiando con cantidades crecientes, bajo la falacia de que son generadoras de empleo y paz social, a aquellas actividades productivas y a quienes las hacen posibles que, de manera reiterada, expresan agotamiento, obsolescencia y fracaso económico-financiero, mientras mantenemos a la economía campesina de subsistencia y a las comunidades indígenas en total desatención y abandono.

El éxito de un buen gobierno estriba en su aporte a la construcción de la vida democrática y participativa de la sociedad en su conjunto. Formar ciudadanos conscientes, responsables, críticos, y no clientela política, prostituida y manipulada, es la tarea. Planeación, seguimiento, control y evaluación participativa, sería deseable para la aplicación racional y transparente del gasto público, así como para el fortalecimiento de la responsabilidad ciudadana en la búsqueda de respuesta a sus carencias y necesidades.

Reordenación y reconversión económico-productiva, obliga a señalar que el buen juez por su casa empieza. La estructura orgánica y tareas asignadas a las diversas dependencias y entidades de la administración pública estatal, exigen pronta revisión y ajustes, privilegiando complementariedad y coordinación, evitando duplicidad de funciones, despilfarro de recursos humanos, materiales y financieros. Austeridad, racionalidad y evaluación del impacto social y económico del gasto, como fórmula para sanear las quebradas finanzas públicas y ofrecer eficacia en la atención a la ciudadanía, es lo deseable.

Podrían enumerarse otras muchas condicionantes para el buen comienzo de la administración pública estatal que hoy inicia. Expertos y técnicos de gran valía con que cuenta la entidad, tendrían mucho que aportar al respecto. Quien esto escribe, como lego, simple ciudadano de a pie, se aventura a mencionar lo más obvio que, como observador preocupado por el destino de Veracruz, percibe.
Tocará al Dr. Duarte ponderar lo que recibe y en que condiciones, para trazar los cursos de acción que mejor convengan a su gobierno y a la entidad, así como lograr el mínimo de consenso que le permita sumar y multiplicar el concurso de las mayorías a la búsqueda de respuestas a nuestra compleja realidad. Los hechos, los logros y el bienestar creciente de la población, y no la manipulada intermediación mediática, deberán hablarán por sí mismos.

No sería nada deseable que el gobierno de Javier Duarte culmine derrotado y cuestionado como el que hoy concluye. Veracruz no pide, exige, mejor destino.
Desde estas líneas mis mejores deseos para un exitoso nuevo gobierno, tras la pesadilla vivida, con el ferviente deseo de que ésta no vuelva a reinar en territorio veracruzano.

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