¿Qué instituciones merecen
el respeto de los ciudadanos?

J. Enrique Olivera Arce


Resulta por demás absurdo el que la decisión adoptada por Andrés Manuel López Obrador y sus varios millones de seguidores sea motivo de escándalo, aduciéndose falta de respeto a las instituciones y desacato a la autoridad y al estado de derecho, cuando desde las instituciones mismas se violenta el orden Constitucional de manera reiterada. Siendo cuestionadas cotidianamente incluso por aquellos que con todo descaro se rasgan las vestiduras.

Lo mismo se califica de loco mesiánico a López Obrador que de antidemocrática y al margen de la ley a la Convención Nacional Democrática, por no apegarse a los límites establecidos a conveniencia de un sistema político obsoleto, decadente y ajeno al espíritu que animara a los Constituyentes del 17. Lo absurdo de ello es que los calificativos aplicados devienen no del conocimiento de la ley, de la reflexión serena y del contexto de un proceso electoral plagado de irregularidades que culminara con el triunfo legal pero no legítimo del candidato panista, Felipe de Jesús Calderón Hinojosa. Una inmensa mayoría de detractores de López Obrador, de la resistencia pacífica postelectoral y de la Convención Nacional Democrática, hablan de oídas, influenciados por la machacona propaganda de los medios electrónicos y con un casi absoluto desconocimiento de la importancia política de un movimiento con el que posiblemente no estaríamos de acuerdo pero que tiene relevancia histórica en la vida de la Nación.

Minimizarlo o ignorarlo, como lo hace el Presidente Vicente Fox, no por ello su importancia es menor, al involucrar a varios millones de ciudadanos que en él perciben respuestas a añejas demandas insatisfechas, y vía para avanzar en la reivindicación de agravios profundos generadores de pobreza extrema y desigualdades intolerables.

Más absurdo aún cuando por ignorancia o pereza mental se confunde al movimiento ciudadano de resistencia con el Partido de la Revolución Democrática, cuya estructura orgánica y cuadros dirigentes no sólo es limitada en el ámbito nacional sino muchas de las veces contrapuesta a los intereses populares. El movimiento de resistencia ciudadana es algo más que eso, trascendiendo los marcos partidistas y el sistema político que les sustenta. Con una incipiente organización, con aún limitaciones programáticas y con una estrategia de crecimiento y desarrollo que a la fecha sigue siendo una incógnita por resolver, reivindica ni más ni menos que la revisión y transformación a fondo de las instituciones republicanas. Sí, las mismas cuya eficiencia y eficacia cuestionamos a diario; desde el centralismo de un presidencialismo fuera de época hasta el más pequeño acto de autoridad de los cabildos municipales, pasando por la procuración e impartición de justicia, la representatividad popular en el Congreso de la Unión y Congresos locales, el sistema educativo en todos sus niveles, o los servicios de salud y asistencia social, que ya no responden ni se corresponden con el México de nuestros días. Ya no digamos el sistema político electoral al que se acogen los partidos para medrar a costa del erario público, cuya legitimidad ha quedado en duda a partir del 2 de julio.

Falta de credibilidad y desconfianza en las instituciones constituye denominador común en nuestro país. Así que a que instituciones se refieren los detractores del movimiento de resistencia cuando afirman sin reparo la falta de respeto que varios millones de mexicanos movilizados guardan a éstas. Cuando al mismo tiempo esos mismos detractores se guardan de abrir la boca para señalar y denunciar la satrapía con la que desde el poder se violentan principios Constitucionales, se afecta patrimonialmente a la Nación, y se vulneran derechos humanos y garantías individuales y sociales de los ciudadanos.

¿O qué acaso no es pan de todos los días el tráfico de influencias, la corrupción y la impunidad practicada o solapada desde el poder público?

Condenar a los compatriotas que se atreven a alzar la voz, a movilizarse, organizarse y actuar en consecuencia reivindicando la salud de la Nación, no es otra cosa que hipocresía o contubernio, o bien ambas cosas.

Se confirma. Convergencia
inicia el deslinde



J. Enrique Olivera Arce


En nuestra entrega anterior señalábamos que “la disyuntiva está planteada: los partidos que integran la Coalición electoral Por el Bien de Todos tendrán que decidir entre permanecer en el juego institucional ú optar por secundar la aventura del movimiento social que encabeza López Obrador. Conociendo a estos partidos, sus dirigencias, estructura y estrategias, ni duda cabe que optarán por lo primero, en la inteligencia de que ni sus adversarios ni sus militantes aceptarán el doble discurso”.
No estabamos equivocados en nuestra apreciación. En la maniobra con la que Diputados y Senadores del PRD y del PT se apartaran del protocolo e impidieran tanto que el PAN hiciera uso de la palabra para fijar su posición como fracción parlamentaria como el que el Presidente de la República diera su mensaje a la Nación desde la tribuna más alta de la República, la fracción convergente con el Senador Dante Delgado a la cabeza permaneció de pié en sus curules absteniéndose de subir al estrado a secundar a sus coaligados.

Incluso, el discurso del convergente Alejandro Chanona Burguete resultó demasiado tibio frente a la exposición de Ricardo Cantú Garza del PT y podríamos afirmar que comparado con la brillante pieza oratoria de María Hilda González calderón, de de la fracción priista, se quedó corto.

Lo cual es una clara señal de que Convergencia arría velas construyendo ya el deslinde de la alianza coyuntural con Andrés Manuel López Obrador y su movimiento de resistencia pacífica que amenaza con transformarse en algo más que un movimiento de desobediencia civil.

Estamos a unas horas de que el TEPJF culmine el proceso de cómputo y calificación de la elección presidencial y dicte su fallo definitivo. Todo parece indicar que este será a favor de Felipe Calderón Hinojosa, por lo que a más tardar el próximo miércoles tendremos Presidente electo. ¿Cuál va a ser la reacción de la Coalición por el bien de todos y específicamente del movimiento social de resistencia? Sigue siendo una incógnita No obstante lo que bulle en el ánimo de una inmensa mayoría, a partir de la reiterada amenaza de impedir que el panista tome posesión del cargo, es que la reacción será de un franco rechazo a la cosa juzgada y con ello se colocaría al margen del estado de derecho.

Si esto ocurre, para antes del 15 de septiembre los partidos que concurrieran en Coalición para fines electorales, tendrán que definirse frente a la disyuntiva planteada. De optar por seguir la aventura de López Obrador lo harían al margen de la ley dependiendo de la gravedad, tono y profundidad de las acciones a seguir, salvo que, como ya se insinuó por parte de los senadores y diputados perredistas, en uso del fuero constitucional los legisladores del PRD, PT y Convergencia apoyarían al movimiento en la calle y, dentro del recinto camaral, se apegarían a las reglas del juego institucional. Doble discurso que como ya señaláramos no sería aceptado fácilmente por los más de 14 millones de ciudadanos que votaran a favor de la Coalición y que en su gran mayoría estarían a por el respeto a la legalidad.

Sea cual fuere el camino adoptado por cada uno de los tres partidos coaligados, como bien señalara el coordinador de la bancada priista en el Senado, Manlio Fabio Beltrones, se está corriendo el peligro de que “la crisis de la política se transforme en una crisis política” de alcance nacional cuyos barruntos ya se observan en Oaxaca y Chiapas.

Al margen de lo anterior, la crisis de la política o crisis del sistema de partidos políticos en México, se pone de manifiesto también al interior del PRI que aún sin reponerse de la derrota del 2 de julio está viviendo una rebelión en sus estructuras. El discurso de María Hilda González calderón lo deja entrever, así como la postura adoptada por el diputado pro panista Emilio Gamboa Patrón, coordinador de la bancada tricolor, frente a los acontecimientos del pasado miércoles. A más de la amenaza de la otrora poderosa CNC que amenaza con dejar al partido de persistirse en políticas neoliberales apartadas de principios históricos surgidos de la Revolución Mexicana.

Los próximos días serán cruciales en la marcha del país. Por lo pronto se ha confirmado la urgencia de una profunda reforma del Estado que de fin al sistema presidencialista en México. Vicente Fox a lo largo de su mandato se encargo de poner de manifiesto lo obsoleto de nuestro sistema actual de gobierno.