Duarte ya negoció. Especulación y rumor a la orden del día

Por J. Enrique Olivera Arce





Entre si es o no es, Javier Duarte no pierde el tiempo. Si bien mediáticamente es lucidor andar micrófono en mano con el agua hasta las corvas y paleando lodo en las comunidades afectadas, para quien quiere ser gobernador de Veracruz es tanto más importante como prioritario afianzar amarres con vista al futuro, partiendo de una condición presente muy real, la entidad está colapsada y las finanzas públicas estatales quebradas. Pragmáticamente el Sr. Duarte seguramente valora la situación y se inclina a favor de donde está el billete, de ahí que su acercamiento con Felipe Calderón no es casual y, como ya trascendiera, con Enrique Peña Nieto tampoco. En ambos confía puedan inclinar la balanza a su favor en el TRIFE, al mismo tiempo que obtiene de estos el compromiso de no dejarle de tender la mano a Veracruz en uno de los momentos más difíciles de su historia.

El compromiso es recíproco. Una mano lava a la otra. Felipe Calderón contará con todo el apoyo del gobierno de Veracruz en lo que resta de su mandato. Por lo consiguiente, Peña Nieto también contará con el respaldo duartista, en su intento por hacerse de la Presidencia de la Republica.

En ambos casos, según trascendiera, Javier Duarte está bien encaminado en sus negociaciones. El dinero de la federación ya está fluyendo para atender las necesidades más urgentes en las regiones siniestradas y, para el caso particular del por ahora gobernador electo, su equipo de trabajo y las tareas que éste lleva a cabo en presencia y auxilio a damnificados, así como en la preparación de una propuesta de programa sexenal de gobierno, el apoyo le llega del Estado de México.

Paradójico, pero así es. En tanto que el gobierno estatal no cuenta con recursos para pagar oportunamente la nómina del personal a su servicio, Duarte de Ochoa cuenta con suficientes fondos para preparar su aún dudoso ascenso al poder.

Esto mientras la inquietud e incertidumbre respecto a la decisión inatacable del TRIFE, crece mientras se prolonga la espera. Por lo pronto, inquieta el saber que en la agenda del tribunal federal electoral la prioridad está concentrada en el análisis de la revisión de la elección en el estado de Hidalgo.

La presidente nacional del PRI, Beatriz Paredes, pareciendo no conocer Veracruz, sostuvo “que nadie debe lucrar con la tragedia de los damnificados a consecuencia de las inundaciones provocadas por el huracán Karl” ¿Ello es posible en nuestra entidad? Seguramente que no. Querámoslo o no, la política se impone y la tragedia es moneda de cambio.

Entre la clase política y círculos periodísticos cercanos a ésta, el tema de los embates de la naturaleza se subordina a la especulación y el rumor respecto a la sucesión del Mtro. Fidel Herrera Beltrán y el futuro cercano de éste. Comentándose que en tanto el gobernador está concentrado en la problemática ambiental y social de su entidad, el gobernador de Coahuila Humberto Moreira Valdés, con el apoyo de Peña Nieto, se le anticipa como futuro dirigente nacional del PRI. Lo que se interpreta como posibilidad de que Herrera Beltrán pase a ocupar la banca a lo largo del 2011, perdiendo la oportunidad de acceder a la candidatura de su partido a la Presidencia de la República como es su explícito deseo.

Lo curioso es que en tanto en el exterior se fortalece, al interior de la entidad Javier Duarte pierde terreno. En parte porque crece la duda sobre su ratificación como gobernador electo por el TRIFE, como por el hecho de consentir que públicamente se ventile la posible integración de lo que sería su gabinete. Nombres y más nombres se barajan en los medios de información y cada vez es mayor la certidumbre de que los personajes que se mencionan son los menos indicados para acompañarle como primer círculo en su aún presunto gobierno. Salvo muy contadas y honrosas excepciones, se habla de un nefasto ramillete de ineptos, corruptos y de fama pública precedida de un muy oscuro historial, perjudicando más que beneficiando al Sr. Duarte, sin que este frene la especulación y el rumor.

Lo más grave, a mi juicio, es que en las actuales circunstancias de Veracruz ya se mencione que Duarte estaría más preocupado por armar un equipo de operadores políticos de su partido, con vías al 2012 y en apoyo a la candidatura de Enrique Peña Nieto, que rodearse de verdaderos expertos en sus respectivas áreas de competencia para sacar al buey de la barranca, recuperando lo perdido en el menor tiempo posible, como lo espera la gran mayoría de los veracruzanos. Más administración, eficiencia y eficacia, y menos política, es el sentir generalizado que se percibe entre la gente.

Aspecto este último que no puede echarse en saco roto, sea quien fuere el sucesor del Mtro. Herrera Beltrán, pues tras la emergencia, en el corto y mediano plazo, lo que hoy es contingencia de desastrosos efectos sociales y económicos, podría devenir en crisis política y de gobernabilidad si no se privilegia una buena administración y eficacia en la atención a los problemas torales de Veracruz, por sobre esteril politiquería de corte electoral.

Veracruz entero espera un cambio en el estilo personal de gobernar y en resultados transparentes, medibles y cuantificables en materia de crecimiento económico, empleo, seguridad, y bienestar de la gente. Mucho de ello depende de una inteligente decisión en la conformación del primer círculo de la nueva administración pública veracruzana, el saber delegar y el exigir oportuna rendición de cuentas, contando con un auténtico programa de gobierno, más que plan sexenal, que contemple seguimiento, control y evaluación de todas y cada una de las acciones de gobierno. Si Duarte resultara favorecido por el resolutivo del TRIFE sobre su elección, ojalá y lo tome en cuenta.

Y mientras el tiempo pasa, el rumor crece y la especulación mediática se impone, Veracruz, Tabasco, Chiapas y Oaxaca, viven momentos difíciles en los que la mayor tragedia es la pérdida de vidas humanas. Esperemos que en los próximos días la naturaleza nos conceda un respiro y aprendamos la lección que ésta nos deja.

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La Federación tiene el control. Calderón vino, vio, y venció

Por J. Enrique Olivera Arce





Felipe Calderón Hinojosa llegó a Veracruz haciendo lo que tenía que hacer. Con la oportunidad a su favor vino, vio, y venció. Capitalizando el nivel más bajo de aceptación de un Fidel Herrera Beltrán incapacitado administrativa, económica y financieramente para enfrentar la emergencia, así como la psicosis colectiva frente a los efectos de fenómenos naturales recurrentes, con consecuencias graves en la mayor parte del territorio veracruzano. Esta vez no llegó únicamente a “tomarse la foto”: Con decisiones ejecutivas y con dinero en mano, demostró quien es el presidente, desplazando a la administración pública de la entidad en el control de daños. Y en lo que viene una vez superada la emergencia.

La prepotencia con la que se actuara en la entidad, subestimando la fortaleza y capacidad ejecutiva de quien nos guste o no nos guste es el presidente de México, quedó atrás. Ahora, con humildad, real o simulada, todo es reconocimiento y alabanza para Felipe Calderón al destrabarse la operación del FONDEN para atender la primera etapa de atención a la población afectada, y el anuncio de un apoyo extraordinario para reactivar la economía de Veracruz en tanto se procede a la reconstrucción y vuelta a la normalidad en la entidad.

La coordinación y complementariedad entre los tres órdenes de gobierno, se restablece, con la salvedad de que el recurso económico queda bajo el control de la federación, por conducto del secretario de Desarrollo Social, específicamente designado para ello. Calderón tiene a Veracruz en sus manos.

En este escenario, atípico pero presuntamente justificado para los objetivos de la federación, las condiciones políticas, siempre cambiantes, sufren un giro inesperado en el marco del asunto pendiente de la sucesión del Mtro. Fidel Herrera Beltrán. Si de la emergencia frente a las inundaciones y los efectos del huracán se pretendía sacar raja política para presionar socialmente al TRIFE para que este fallara a favor de la ratificación de Javier Duarte de Ochoa como gobernador electo, el tiro salió por la culata. La confianza en tal posibilidad se vino abajo entre el mismo priísmo en la entidad.

La percepción de una posible anulación de la elección de gobernador y la reposición del proceso, cobra fuerza. Conocidos y destacados operadores políticos de un PRI secuestrado por la corriente de la fidelidad, ya trabajan a todo vapor a favor de uno u otro prospecto que pudiera tener la posibilidad de hacerse cargo de la gubernatura interina. Hasta este momento se tienen identificados cuando menos cuatro grupos, cada uno con su gallo y por su lado, operando en tal sentido. En tanto que a Javier Duarte de Ochoa se le observa cada vez más aislado y desprovisto de la tradicional cauda de la histórica cargada.

La impaciencia frente a lo que pueda resolver el TRIFE, se impone. Y la incertidumbre, madre de la inseguridad y temor a lo desconocido, hace mella en los cimientos del priísmo veracruzano. A mi juicio esto ya se está evidenciando y es en los agrupamientos que no comulgaran con la imposición de Javier Duarte de Ochoa, donde sin rubor se manifiesta. No se habla de traición, como aconteciera hace algunas semanas descalificando a los que no pusieran empeño en sacar adelante la elección del “delfín”, se habla de objetividad y pragmatismo frente a una posibilidad nada lejana de que los dados estuvieran ya cargados a favor de la anulación.

La coincidencia en los diversos círculos de opinión, ya no es en torno a la seguridad plena del triunfo irrebatible de Javier Duarte. Lo que domina es la interrogante sobre la fecha en que habrá de emitirse el fallo inapelable del TRIFE, y sobre quien recaería la gubernatura interina, así como lo que vendría después en una segunda vuelta electoral.

Frente a ello, el PRI se divide y debilita. Fidel Herrera pierde el control conforme se acerca su salida. La correlación de las fuerzas políticas en la entidad se modifica y reacomoda de acuerdo a la circunstancia en la coyuntura. Calderón lo sabe y actúa en consecuencia. Con las finanzas públicas estatales en bancarrota, quien tiene el dinero para sacar al buey de la barranca en la emergencia, tiene el control, le guste o no le guste a Reynaldo Escobar Pérez.

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Veracruz entre lo que no acaba de morir y lo que no acaba de nacer

Por J. Enrique Olivera Arce



Parafraseando la clásica frase de Gramsci, en Veracruz el régimen de la fidelidad no acaba de morir y el nuevo no acaba de nacer. La obligada transición permanece estancada y, conforme pasan los días y se acerca el relevo del poder ejecutivo estatal, sin estar resuelto el tema de la sucesión, la incertidumbre se apodera de una sociedad que, en la contingencia, y con un gran alarde de solidaridad ciudadana que estamos obligados a reconocer, se debate entre buscar alivio a las necesidades más ingentes tras los embates de la naturaleza y las expectativas que ofrece un futuro incierto para el mediano y largo plazo en lo económico y en lo social.

Pasada la emergencia, ¿qué? Muchos se preguntan. Parece no existir respuesta. Veracruz y el país entero marchan sin rumbo claro, perdidos en una pugna esteril partidista, se atiende lo que para la clase política es urgente y necesario en función de sus intereses y, lo importante, duerme en la congeladora legislativa o es objeto de respuestas parciales, reactivas frente a la coyuntura e irrelevantes en términos de futuro en los tres órdenes de gobierno.

En nuestra entidad la situación guarda mayor complejidad frente a otras entidades federativas. Si para el norte del país la inseguridad radica en el creciente poder de la delincuencia organizada y la incapacidad manifiesta del gobierno para hacer exitosa la absurda guerra contra el narcotráfico iniciada unilateralmente por Calderón Hinojosa, en Veracruz la inseguridad y zozobra entre las mayorías de la población, tiene como denominador común la pobreza, la desigualdad, y la indefensión frente a fenómenos naturales que de manera recurrente, año con año, colocan a la entidad en condiciones de desastre. Cuando no es la sequía o el frío intenso, es el exceso de lluvias, que se traduce en grandes avenidas fluviales e inundaciones, impactando sobremanera a los sectores más débiles y vulnerables de la población.

Ya alguien señalaba que los mayores índices de afectaciones por fenómenos naturales, coinciden con el mapa mundial de la pobreza. Ello es aplicable a Veracruz. Año con año el gobierno recurre a medidas asistencialistas, de buena fe o con intencionalidad electoral, y los más favorecidos se vuelcan solidariamente en apoyo a los habitantes de misérrimas comunidades en desgracia. Los pobres son siempre las víctimas propiciatorias de la improvisación, la corrupción y la imprevisión.

Lustro tras lustro es lo mismo, las pulgas se cargan sobre el perro más flaco, valga con todo respeto la expresión, sin que se apliquen políticas de estado acordes con la problemática de una entidad federativa con condiciones orográficas e hidrológicas adversas. Pues así como es rico nuestro potencial en recursos naturales, así, en la misma medida, es pobre nuestra capacidad de aprovechamiento racional de las fortalezas que ello ofrece y aún más pobre nuestra capacidad, eficiencia y eficacia, para hacer frente a nuestras debilidades ante la amenaza que la misma naturaleza nos advierte.

Pero si bien corresponde a las autoridades, en sus tres órdenes de gobierno, el diseñar, proponer, autorizar y poner en práctica políticas públicas idoneas y congruentes con nuestra realidad, la sociedad en su conjunto tiene un alto grado de corresponsabilidad frente a la inacción gubernamental, imprevisión, improvisación y simulación con la que se enfrentan desastre como el que hoy padecemos.

Entre los muchos problemas que hoy nos aquejan y lastiman, en su origen, seguimiento y presunta solución, la corrupción e impunidad tiene mucho que ver. Una mano lava a la otra y todos, por comisión u omisión, nos hacemos coparticipes de tal lacra social. El dejar hacer, dejar pasar, ante la ausencia de organización, participación informada, responsable, honesta y democrática de la ciudadanía, más allá de partidos políticos u organizaciones de la llamada “sociedad civil”, que para el caso son lo mismo, da patente de corzo a la ineficiencia y saqueo de que tradicionalmente se nos hace víctimas de las autoridades y políticos cuya ambición por hacer fortuna en un santiamén, no tiene llenadera.

Muchos de lo quienes hoy se quejan y lamentan de la situación en desgracia en que se encuentran, habiendo perdido lo mucho o poco de su patrimonio familiar, e incluso la vida de seres queridos, son los mismos que a cambio de un saco de cemento, una lámina, una despensa, entregaron sin más su voto a los que hoy califican como sus verdugos. Políticos y servidores públicos que pasada la emergencia, no volverán a las comunidades afectadas hasta el momento en que hayan de requerir nuevamente el apoyo de los electores.

La pobreza de unos y la corruptela de otros, cocinan el caldo de cultivo para futuras desgracias, recreándose el escenario de siempre, en la que la obra en escena a la que estamos obligados a asistir año con año, solo sirve para encumbrar a nuestros falsos héroes cuya “generosidad”, "cercanía con la gente", y “apasionada entrega” es motivo de aplauso y alabanza mediática.

Las cosas no pueden ni deben seguir así en Veracruz. El régimen no nato está obligado a no heredar los viejos vicios del que ya está próximo a morir, so pena del fracaso y repudio popular. Así como la sociedad veracruzana en su conjunto, obligada también al cambio de conductas y actitudes nocivas, debe asumir su corresponsabilidad, exigiendo sí a sus autoridades, pero fundamentalmente participando y aportando lo mejor de cada quien para que la suma de cada granito de arena contribuya a la construcción del Veracruz que deseamos merecer.

Insistir en el dejar hacer, dejar pasar, sin aprender de lo que nos deja la experiencia presente y actuar en consecuencia, es un llamado a repetir la misma historia, tropezándonos siempre con la misma piedra. ¡Ya basta!


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Frente al cambio climático, honestidad intelectual y voluntad política

Por J. Enrique Olivera Arce



El gobernador de Tabasco, Andrés Granier Melo, propuso a Felipe Calderón Hinojosa realizar una “reingeniería” hidráulica total e integral en su entidad, pues “los tabasqueños no pueden vivir siempre en la incertidumbre” frente a la recurrencia año con año de inundaciones y afectaciones críticas en vidas y haciendas de la población. Visión de largo plazo, previsión y respuesta integral frente a los efectos de un ya irreversible cambio climático en el planeta, la del gobernante tabasqueño, pero también una manera de reconocer que la reacción frente al desastre no puede ya seguir soportándose en políticas públicas asistencialistas, actitudes demagógicas de los gobernantes, y esperanza fallida de las poblaciones que esperan todo del gobierno.

O se asume la responsabilidad colectiva y se toma al toro por los cuernos, o el cambio climático y sus desastrosos efectos terminarán por imponerse por sobre una sociedad inerme y en franca indefensión frente a los embates de la naturaleza. Un proceso de auténtica planeación regional y microregional por cuencas hidrológicas, involucrando a toda la población, que se haga acompañar de la infraestructura física idonea y necesaria aguas arriba y en la desembocadura de los ríos, es ya más que obligada y urgente.

En nuestro entorno más cercano, Veracruz, no podemos seguir engañándonos a nosotros mismos, siguiéndole la corriente a gobiernos ineficientes y al bombardeo mediático, que privilegia la imagen de los servidores públicos por sobre condiciones y necesidades reales y sentidas de la población. El día de hoy amanecimos con la noticia de que el huracán “Karl” dejó un saldo de más de 500 mil afectados, tras golpear al litoral veracruzano con categoría III para, en unas cuantas horas, atravesar la entidad con apenas categoría de tormenta tropical. La realidad es que con “Karl” vino a llover sobre mojado, la mayor parte y de mayor gravedad de las afectaciones que ha venido registrando Veracruz frente a las inclemencias meteorológicas, fueron previas al impacto del huracán.

El origen ya es del dominio público y el propio gobernador así lo ha declarado: “Lo que necesita el Estado para reducir el impacto de las lluvias cada año, es invertir en la reforestación de la zona y en el dragado de las cuencas. “Hay que invertir en dos grandes aspectos que tiene que ver con estos impactos del cambio climático, primero en la reforestación. Otra gran inversión que hay que hacer es el dragado”, El problema, explicó, es “que los canales cada vez más se encuentran reducidos debido a la cantidad de lodo en los cauces desde las montañas, por lo que las cuencas estatales se encuentran bloqueadas.

La intensa lluvia que acompañó a “Karl” durante escasas seis horas, confirmó lo dicho por el gobernante. La crecida de los ríos, deslaves y bloqueo de las corrientes de agua, y no los fuertes vientos del huracán son el origen de la actual contingencia. A ello habría que agregar corrupción oficial, inexistencia o mala calidad de la infraestructura física, la ausencia de una cultura de prevención y educación ambiental entre la población más vulnerable y, sin duda, años y años acumulados de indiferencia e irresponsabilidad al no prever la necesidad del dragado o desazolve de los ríos y sus afluentes. Y ni que decir del carácter comercial y no social del manejo de las presas, públicas y privadas de generación de energía eléctrica.

Después del niño ahogado vendrán las respuestas. El próximo gobernador de Veracruz, tendrá que afrontar el problema recurrente con visión de estado y de mediano y largo plazo. Y así como lo propone el gobernador tabasqueño, pensar seriamente en medidas integrales de reingeniería hidráulica, reordenamiento de asentamientos humanos acordes con las recomendaciones de los expertos avocados al estudio del cambio climático y sus efectos en la entidad. Privilegiando tecnología y sentido social por sobre politiquería electoral sustentada en asistencialismo clientelar. Bienvenidos albergues, láminas, cobijas y despensas, cuando así lo amerite la ocasión, pero por sobre todo ello, coraje y voluntad política para romper con atávicas inercias, simulación mediática, planes estatales de desarrollo de saliva, el obligado “diezmo” en la construcción de obra pública, dando paso a la honestidad intelectual para aceptar la realidad, previsión y racionalidad.

El cambio climático llegó ya para quedarse. Actuemos en consecuencia, con la plena seguridad de que no procede enfrentarle ni a periodicazos ni con reclamos infundados.

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Veracruz. Bancarrota y derrumbe de la fidelidad

Por J. Enrique Olivera Arce




La necia realidad termina siempre por imponerse. La falacia de la eficiencia, eficacia y buen gobierno de la fidelidad, sustentada en un manejo mediático a modo tras el que se ocultara simulación, improvisación, opacidad, corrupción, e impunidad, exhibe hoy con toda su crudeza el estado que guarda el erario público en el ámbito estatal y municipal. El fantasma de la bancarrota de una “fiel” pero pésima administración, campea por todo lo alto a lo largo y ancho de Veracruz.

El gobierno estatal no cuenta con recursos para solventar sus obligaciones. No hay un solo peso para cubrir la parte que le corresponde aportar y a la que está obligado por los mecanismos del FONDEN para hacer frente a la contingencia climática. Constructores, proveedores y hasta los mismos servidores públicos, desesperados claman y presionan por un pago que no se hace efectivo. Los sindicatos de trabajadores al servicio de la administración pública veracruzana denuncian al gobierno estatal de no enterar las cuotas obrero-patronales de sus agremiados al Instituto de Pensiones. La obra pública parada y en gran medida abandonada a su suerte. El destino de los recursos provenientes de la bursatilización del impuesto a la tenencia vehicular, es incierto. La opacidad en la información sobre el estado que guardan las finanzas de la administración pública estatal es más que evidente.

En el ámbito municipal, y no lo propala una oposición dolida como argumento para restar méritos al régimen fidelista, lo afirman los mismos diputados locales priístas que llegaran al Congreso de la mano del “bien amado”. Más de cuarenta ayuntamientos veracruzanos en bancarrota y más de cien alcaldes que a lo largo del año no han rendido informes sobre el manejo de los recursos públicos bajo su responsabilidad, existiendo el temor entre la diputación local de que los ediles irresponsables se hayan despachado a su favor con la cuchara grande. Salvador Mikel Rivera, Procurador de Justicia de Veracruz, declara sin empacho que “se han recibido por lo menos unas 700 denuncias en contra de alcaldes que han registrado anomalías en la administración de los recursos públicos, y que solo se ha ejercido acción penal en contra de 50 ediles en lo que va de la actual administración”.

El diputado convergente Alfredo Tress, se pregunta que hicieron los alcaldes con mil millones de pesos del porcentaje que les correspondiera de la bursatilización de la tenencia. No se aplicaron en obra pública y a la fecha en el rubro de gasto corriente, no cuentan con fondos suficientes para el pago de servicios personales, señala. Por su parte, el director del Instituto Veracruzano de Desarrollo Municipal (INVEDEM), Enrique Mendoza Filidor, quien se asume como ideólogo del priísmo estatal, admite que alcaldes enfrentan graves problemas para administrar las finanzas municipales, a tal grado que no tienen para pagar la nómina de empleados ni terminar obras inconclusas. La mayoría no sabe administrar, concluye.

La culpa es de “la cocinera”, afirman el gobernador, sus empleados más próximos, y hasta el presidente de la Mesa Directiva del Congreso local. El gobierno federal a cargo de Felipe Calderón, castiga a Veracruz, no entregándole o escatimándole las participaciones y aportaciones a que la entidad tiene derecho. Tal aseveración no está confirmada oficialmente con números y documentos que así lo demuestren. Todos se tiran la bolita, mientras que los afectados por las inundaciones afirman que el número de despensas y apoyos que reciben es menor a lo distribuido por el partido de la fidelidad en tiempos de campaña política. Las fotos cotidianas de funcionarios públicos con el agua a las rodillas, en las que mediáticamente se exaltan trabajo, entrega y cercanía con la gente, no substituyen previsión y buen gobierno.

Tlacotalpan, patrimonio de la humanidad, hoy sin pobladores es el set escogido para la ocasión, mientras que varios cientos de comunidades afectadas en parecida o aún peor situación, no conocen de la mano generosa y solidaria de quienes le gobiernan.

La desgracia es temporal, las inversiones siguen fluyendo a Veracruz, el crecimiento económico y el desarrollo en todos los órdenes va viento en popa, afirma el titular de Desarrollo Económico y Portuario. Industriales, productores agropecuarios, cámaras de comercio, y hasta músicos y trabajadores de la cultura, dicen lo contrario, Veracruz está de rodillas, el gobierno está quebrado, no paga, los despidos están a la orden del día, y las pérdidas resultantes de la incesante lluvia, desborde de los ríos e inundación de poblaciones enteras y miles de hectáreas, son cuantiosas y por ahora incalculables.

El gobierno de la fidelidad se derrumba a escasas semanas del cambio de estafeta en la administración pública estatal y municipal. Y sin embargo, en medio de la inconsciencia y perversidad calculada, se celebra el Bicentenario de la gesta independentista nacional y Centenario del inicio de la Revolución Mexicana, con el grito “Vamos bien, viene lo mejor”, como en los mejores días del peor gobierno que ha padecido Veracruz.

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La moneda aún está en el aire. Paciencia y humildad, lo deseable

Por J. Enrique Olivera Arce





Tanto insisten en difundir las listas de los listos en las que se barajan nombres y más nombres de presuntos integrantes de los gabinetes, legal y ampliado, que habrán de acompañar a Javier Duarte cuando menos en la primera etapa de su administración, que se olvida que el TRIFE aún no sentencia a favor del cordobés en el juicio de revisión promovido por Miguel Ángel Yunes Linares y Dante Delgado Rannauro, declarándolo gobernador constitucional de Veracruz, como ya fuera el caso de Durango. Tampoco se asume la más mínima consideración para con el Sr. Duarte, caso de que resultara ser favorecido por los magistrados del tribunal electoral federal, al anticiparse al propio gobernador electo en decisiones de la absoluta competencia y responsabilidad de éste y, teóricamente, de nadie más.

Si es por pago de facturas o porque tome la sabia decisión de hacerse acompañar en su gobierno por los mejores hombres y mujeres de Veracruz, Duarte ya dará a conocer la integración de su gabinete, en su momento y sin necesidad de consultar los oráculos de los listos de las listas que tanto se esmeran por hacer de la especulación medio para figurar en el ánimo del por ahora gobernador electo.

En el tejemaneje de la geometría política veracruzana, a nadie escapa que la prensa en su gran mayoría únicamente es vocera, corre ve y dile, de quien paga para hacerse destacar o tratar, en el caso que nos ocupa, de influir en el ánimo y decisiones de quien habrá de tener el sartén por el mango a lo largo de los próximos seis años. Nada más, fuera de eso es efímero papel y tinta que se lleva el viento. De ahí que el ejercicio especulativo, las “señales”, el rumor, la presunta filtración, la cercanía de tal o cual personaje en el ánimo del gobernador electo y, por ende, su casi segura integración al gabinete, no tiene más valor en este momento que la propia aseveración de que Javier Duarte de Ochoa, es ya gobernador constitucional por haberlo así dispuesto la mayoría de los veracruzanos.

Algo más. Los listos de las listas, que por cierto son muchos, no toman en consideración que en la actual circunstancia de incertidumbre y espera de la emisión del humo blanco, así como la contingencia social y económica resultante del desborde de la naturaleza e imprevisión de las autoridades, daña más que beneficiar al joven Duarte de Ochoa el insistirse en mencionar como seguros a personajes de dudosos o no muy claros antecedentes, o bien a aquellos que a juicio de varios señorones del PRI, no merecen ser premiados con una posición de primer nivel. Causando esto último resquemor, descontento e inadversión en torno a las decisiones que pudiera tomar sobre el particular el por ahora gobernador electo, como ya está sucediendo en el aún partido escarlata de la fidelidad.

Pero también, y eso es grave para el futuro de la entidad, el mencionarse con insistencia que ya existe un gabinete designado, e incluso la pasarela que auspicia el mismo Duarte, exhibiéndose públicamente con el cuestionado ex alcalde de Coatzacoalcos, con el ex panista traidor Gerardo Buganza, o con el gris ex diputado federal Adolfo Mota, se interpreta como manifestación de soberbia, burla y provocación por aquellos más de millón y medio de veracruzanos que no sufragaran a favor del candidato priísta a la gubernatura en la reciente elección. Poniéndole más leña al fuego a una polarización que aún no enfría en los ánimos de una oposición que guarda esperanzas en torno al resultado de la determinación final e inatacable del TRIFE.

Polarización riesgosa cuando son tiempos de sumar y no de dividir. Hoy más que nunca, frente a los embates de la naturaleza, quiebra técnica de las finanzas públicas, y pérdida de credibilidad en la eficacia gubernamental, es exigible la unidad, buen juicio y solidaridad de todos en torno a quien habrá de gobernar a Veracruz.

El horno no está para bollos en el escenario nacional y, por consecuencia, en el ámbito estatal, por lo que lo más recomendable en la coyuntura sería paciencia, moderación, humildad y respeto a las mayorías. Caso contrario, la pesadilla pudiera hacerse realidad sin estar preparados para enfrentarle. El ahora optimista escenario veracruzano podría revertirse. Todo está dado para que Duarte sea ratificado por el TRIFE, pero la moneda está aún en el aire, el presunto triunfo pende de un hilo que podría reventarse por lo más delgado. Bastarían cuatro votos de igual número de Magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación para configurar una derrota no prevista.

A propósito. Por ahí leí que en toda estrategia militar, se le apuesta siempre al triunfo en batalla, pero nunca deja de considerarse el escenario de una posible derrota, debiéndose prever una honrosa y ordenada retirada, reduciendo al mínimo el costo del traspiés. ¿Lo estará tomando en cuenta el joven Duarte y su respaldo partidista?

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Veracruz. Fidel Herrera Beltrán, esperanza fallida

Por J. Enrique Olivera Arce



“El pez por la boca muere”. Conseja popular aplicable al aún gobernador constitucional de Veracruz, Mtro. Fidel Herrera Beltrán. Tanto habló, tanto dijo, tanto ofreció, tanto presumió con una alta dosis de triunfalismo sin sustento, que al final de un sexenio en plena decadencia, la realidad le coloca en su justa dimensión: un demagogo más que en su inconsciencia, por no decir otra cosa, nos deja un Veracruz en la inopia, endeudado, y con miles de familias que habiendo perdido todo, afrontan el futuro inmediato con una mano atrás y otra adelante. La lengua larga y su manifiesta incapacidad para administrar el patrimonio público de los veracruzanos, le perdió.

A menos de 90 días plazo del término de la actual administración, roto el diálogo con Calderón Hinojosa, lloviéndole sobre mojado, afrontando Veracruz una de sus más severas contingencias, exhibiendo imprevisión ante el cambio climático y no pocas manifestaciones de simulación, corrupción, impunidad, e indiferencia, la gente sólo pide “que ya se vaya Fidel”.

Lástima, se esperaba otra cosa de un hombre inteligente, audaz, ambicioso, forjado en la cultura del esfuerzo, conocedor profundo de fortalezas y debilidades de su patria chica, incansable y entregado pero poco eficaz en su empeño por trascender, al que el 6 de diciembre de 2004, desde las páginas del semanario “Acrópolis”, de Carlos García Méndez, diera la bienvenida como primer gobernador veracruzano del Siglo XXI, esperanzado en que se iniciaba una nueva etapa de trabajo, progreso y bienestar para todos los veracruzanos, tras afirmar Herrera Beltrán en su toma de posesión: “Vamos a convertir las palabras en acciones, los compromisos en realidades, y las obligaciones en resultados, en un diálogo intenso y coordinación efectiva con los Poderes Legislativo y Judicial y también con los ayuntamientos constitucionales conforme al nuevo reparto democrático que la voluntad ciudadana instruyó…Atrás han quedado las diferencias y los desencuentros”. ¡Que decepción!

No cumplió. A la siguiente semana, en las mismas páginas de “Acrópolis”, expresé: “No puede esperarse una buena sinfonía con un magnífico director que carece de orquesta”, al conocerse la integración de un gabinete resultante de un pago de facturas y no de una selección de entre los mejores hombres y mujeres de la entidad o, cuando menos, del partido político que le postulara como candidato a la gubernatura. Con un gabinete gris, anodino, subordinado hasta la ignominia, Fidel Herrera se olvidó de gobernar para todos. Dio acomodo, canonjías y prebendas a quienes le manifestaran “fidelidad” y desdeñó a los mejores y más destacados, integrando una mediocre y pueblerina orquesta.

Sometió a sus caprichos a los Poderes Legislativo y Judicial; subordinó la autonomía de los ayuntamientos a sus intereses políticos y económicos y, lejos de apoyarse en la pluralidad de las diversas fuerzas políticas de la entidad, convenciendo, compró a las cúpulas de los partidos políticos y, por si fuera poco, corrompió como ningún otro gobernador lo hiciera en la historia de la entidad, a una prensa dócil y acomodaticia poniéndole a su servicio –las honrosas y contadas excepciones confirmarían la regla-. La esperanza en un Veracruz mejor que remontará consecuencias del pésimo desempeño del gobierno de Miguel Alemán, quedó en eso, esperanza fallida.

Hoy el Mtro. Fidel Herrera Beltrán nos deja con un amargo sabor de boca. Su administración concluye en desastre tras desastre en todos los órdenes de la vida social y económica de Veracruz. Su triunfalismo mediático no cuajó, Fox le engañó y Calderón lo ha mantenido a distancia. Las arcas públicas estatales están quebradas y las grandiosas inversiones anunciadas como generadoras de riqueza, empleo y bienestar, no se concretaron.

En lo político, pretende heredarnos a su “delfín” y éste, joven aún inexperto pero con presunta buena fe, capacidad y preparación sobrada para gobernar, no sabe aún, o no quiere saber, lo que le depara el destino mientras, obligado a dar la cara frente a los entuertos del padrino, su futuro depende de un reducido grupo de notables que habrá o no de ratificarle como el próximo gobernador constitucional de Veracruz. Fidel ensució la elección tanto como pintara de rojo a la entidad, haciendo del proceso electoral escenario de sus fobias personales y, tanto Veracruz entero como el propio Javier Duarte de Ochoa, pagaremos las consecuencias.

“Muerto el rey, viva el rey”, clamará la misma prensa que hoy ensalza al gobernante en turno. En política hay intereses, no amistad y mucho menos ladrido fiel. Los aduladores le darán la espalda al Mtro. Fidel Herrera Beltrán, cambio de pesebre, ¿la misma pastura? Los críticos, desde el periodismo independiente, dejaremos que la historia y el pueblo de Veracruz sean quienes le califiquen, con la salvedad de que Herrera Beltrán no es otra cosa que hechura y consecuencia de un Estado-Nación hoy cuasi fallido, en el que el desastre no es privativo de nadie. Los responsables somos todos.

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¿Partidos políticos en crisis?

Por J. Enrique Olivera Arce




México en decadencia. Un país en crisis económica y social recurrente, sin rumbo cierto, víctima de desigualdad y pobreza ancestral, desgarrado por la violencia criminal; un informe más de un presidente ilegítimo que no convence a nadie; un Congreso de la Unión en el que sus integrantes se disputan prebendas y canonjías colocando el interés personal y de grupo por sobre el interés de la Nación; un Poder Judicial cuyo descrédito va de la mano de un lastimoso estado de derecho; un sistema educativo nacional dependiente de un corrupto sindicato; una partidocracia que tiene secuestrada la voluntad popular. ¿Alguien duda de esta realidad?

Y en este lamentable escenario, el consejero presidente del IFE, Leonardo Valdés Zurita, tiene el descaro de afirmar que el sistema de partidos políticos en México no está en crisis.

“Por el contrario, tenemos un vigoroso sistema de partidos al cual los ciudadanos reconocen y depositan su confianza a través del voto", afirmó en días pasados ante el Consejo General del organismo presuntamente ciudadano, convocado para conocer el informe final del análisis del voto en las últimas elecciones federales. En tanto que el consejero Benito Nacif le secundara, diciendo “…que si bien 3.42 por ciento de votantes expresó de forma intencional su rechazo y no aceptación a partidos políticos, "hay que decir que más de 96 por ciento expresó su apoyo o intentó expresarlo a alguno de los partidos registrados".

¿Y el más del 40 por ciento de ciudadanos que no concurrieran a las urnas? ¿Estos no cuentan?

La legitimidad y vigencia del sistema de partidos no es asunto cuantitativo. Votos más, votos menos, cualitativamente la percepción popular les da por reprobados.

Si algo en el México de nuestros días es ya irrelevante para valorar la función social y política del sistema de partidos es el voto. Se elige a personas de carne y hueso porque no hay otra opción, y no a favor o en contra de propuesta alguna, ideológica o programática, que pudiera ofrecer un partido en específico. Los partidos políticos han dejado de cumplir con su cometido en la sociedad, tornándose en mafias que, entre otras cosas, han secuestrado a la incipiente democracia representativa.

La imagen negativa que ofrece hoy nuestro país al mundo, sin nada que celebrar al conmemorarse el Bicentenario de la Independencia y cien años después del inicio de la Revolución Mexicana, no es un simple espejismo. Más de cien millones de mexicanos lo confirmamos cotidianamente. En lugar de avanzar, retrocedemos y ello, en gran medida, auspiciado por un sistema político que ya no se corresponde con una realidad nacional que exige cambio de rumbo.

Ya en otras ocasiones he comentado que a mi juicio, en su profunda crisis no sólo impiden el avance democrático, también arrastran en su caída a toda la clase política y, de paso, a una ciudadanía que, en condiciones de indefensión, les soporta y les mantiene sus prerrogativas, pero no les confía sus expectativas de progreso y bienestar.

Carentes de identidad que les distinga, sin visión de Estado, ayunos de sustento ideológico y programático, todos, sin excepción, privilegian el pragmatismo inmediatista en función de sus particulares intereses coyunturales, dando la espalda a un país cuyo futuro no entra en sus prioridades. En cada elección votamos por inercia, costumbre, ingenuidad o con un mínimo de esperanza en un cambio deseable, y no precisamente porque veamos en los partidos políticos y los candidatos que nos imponen, respuestas viables a las demandas del atraso, la pobreza extrema, el desempleo, el abandono, la seguridad, y la irritante y criminal desigualdad que cancela toda posibilidad de crecimiento y desarrollo.

Corrupción, impunidad, enriquecimiento más que explicable, demagogia y más de lo mismo, es la respuesta de los partidos políticos al cumplimiento del deber cívico y obligación ciudadana frente a las urnas. La voluntad popular es desechada pasada la elección y el mandato ciudadano toma la forma de cheque en blanco, a disponibilidad arbitraria de los elegidos que habrán de actuar atendiendo a los intereses del partido político que les postulara. Cada ciudadano electo en automático se asume como mandante y no como mandatario, como así lo demanda la vida en democracia. La elección, así sea esta fraudulenta, “legitima” el saqueo del bien público y el secuestro del interés más caro de la Nación, haciendo de la democracia representativa entelequia a la que estamos obligados a aplaudir.

Podría afirmar que es cada día mayor el número de quienes ya no creemos ni confiamos en los partidos políticos ni en la “clase política” que les sustenta. Unos y otros se despachan con la cuchara grande, dilapidando los bienes de la Nación y pignorando soberanía e independencia. Siendo por ello contemplados como parásitos, medrando a la sombra del poder formal, y ajenos al esfuerzo cotidiano de la población por sobrevivir y salvar a México del desastre. Divorcio entre “sociedad civil” y “clase política” es evidente, el no reconocerle en ello descansa la profundidad de la crisis del sistema de partidos.

Y aún así, se tiene el descaro de afirmar que no están en crisis. Aunque quizá Valdés Zurita tenga razón. No son los partidos los que atraviesan por una crisis terminal, el mal es de todos, los más de cien millones de mexicanos que teniendo lo que creemos merecer, no somos capaces de ver más allá de nuestro ombligo para tomar conciencia de la necesidad de cambio y aspirar a algo mejor.

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