Ahora que sigue...

J. Enrique Olivera Arce



En otro espacio hace unas semanas comentamos que de acuerdo a nuestra personal percepción Andrés Manuel López Obrador se daba por derrotado en las urnas y que su convocatoria para tomar el camino de la resistencia pacífica, presionar al gobierno de Fox y al TEPJF e irritar a sus adversarios, apuntaba a objetivos suprainstitucionales de integración de un movimiento social fuera de los límites del marco electoral.

Los acontecimientos posteriores al recuento ordenado por el TEPJF, apuntan ya en tal sentido. La resolución del tribunal del pasado lunes 28 en términos prácticos ratifica el triunfo de Felipe Calderón en la elección del 2 de julio en tanto que López Obrador convoca a una Asamblea Nacional contestataria para el 16 de septiembre, desconociendo la vigencia de las instituciones y llamando a modificarlas al margen del ya muy cacareado estado de derecho.

El caminar al filo de la navaja adoptado por la Coalición por el Bien de Todos concluyó, abandonándose el escenario electoral de la política formal. Los siguientes pasos se darán ya al margen de la ley y de la incertidumbre postelectoral que agobiara al pueblo de México a lo largo de más de 55 días. El escenario en puerta, a partir del Primero de Septiembre en que rinde su VI Informe de Gobierno el Presidente Vicente Fox, en este momento constituye una incógnita.

Por lo pronto, una vez más PAN y PRI cierran filas y mayoritean en la LX Legislatura Federal impidiendo el que el PRD como segunda fuerza política del país se haga de la Presidencia de la Mesa Directiva de la Cámara y/o de la Junta de Coordinación Política, acotando con ello el marco real en el que habrá de ubicarse en el futuro cercano este instituto político. La señal es clara, la permanencia del PRD en el sistema de partidos políticos y en el marco institucional electoral queda sujeta a las reglas del juego de respeto irrestricto al estado de derecho. Pretender actuar en contrario bajo la etiqueta de “violento”, equivale a su muerte en el contexto de la política tradicional acotada por la ley.

Dicha señal también tiene como destinatarios a Convergencia y Partido del Trabajo. O se alinean o quedan fuera del juego.

Con esto la disyuntiva está planteada: los partidos que integran la Coalición electoral Por el Bien de Todos tendrán que decidir entre permanecer en el juego institucional ú optar por secundar la aventura del movimiento social que encabeza López Obrador. Conociendo a estos partidos, sus dirigencias, estructura y estrategias, ni duda cabe que optarán por lo primero, en la inteligencia de que ni sus adversarios ni sus militantes aceptarán el doble discurso.

Bajo este supuesto el movimiento social de resistencia y su indiscutible líder verán no sólo mermar su fuerza cuantitativa; también afrontarán la pérdida del apoyo cualitativo que deviene de líderes políticos, organizaciones no gubernamentales, sindicatos, intelectuales, artistas, entre otras fuerzas afectas al PRD, Convergencia y PT, cuyos intereses más próximos se vinculan a las instituciones republicanas. Decantadas las filas, pese a la capacidad de convocatoria de López Obrador, lo que se vislumbrara como un movimiento de masas respaldado en las urnas por cerca de 15 millones de mexicanos se reducirá a su mínima expresión, siendo incapaz por tanto de poner en jaque al gobierno de Felipe Calderón y enfrentar con relativo éxito a las medidas represivas que se tomen para restablecer el orden institucional.

Pero por otra parte, sin la fuerza del movimiento social y el liderazgo de López Obrador, frente a la mayoría del PRIANAL en el Congreso la capacidad de maniobra y la posibilidad de frenar el vuelco a la derecha será prácticamente nula para Senadores y Diputados del PRD, convergencia y PT.

De ahí que si bien lo que sigue en las próximas semanas es una incógnita, la razón indica que López Obrador y el movimiento social que encabeza tienen que poner pie a tierra y aceptar el peso de la realidad. Abrevar de sus propios errores, convenir en que se estuvo cerca y aceptar las reglas del juego institucional en espera de una oportunidad más en la que de una vez por todas la izquierda aprenda que la unidad hace la fuerza. Persistir en el camino de la confrontación está fuera de toda lógica formal y representa ahora sí “un peligro para México”.

Instituciones republicanas,
estado de derecho y
malas conductas

J. Enrique Olivera Arce



“México se encuentra viviendo horas definitivas para observar y evaluar la consistencia, ya no de la traídas y llevadas instituciones o del ajetreado estado de derecho, sino de la capacidad para procesar conflictos políticos que ponen en serio riesgo la convivencia social”.
Javier Oliva Posada




Tras una reñida contienda en la que para variar hubo de todo, la elección en Chiapas deja un mal sabor de boca. Una vez más se cuestiona la limpieza de un proceso electoral en el que se pone en duda tanto la neutralidad gubernamental como el apego a la ley por parte de los principales actores políticos. Hasta el momento de escribir estas líneas, los candidatos de la Coalición por el bien de Chiapas y la Alianza del PRI-PVEM, apoyada por el PAN y el PANAL, siguen enredados en acusaciones de mutua desconfianza y descalificación en torno al resultado de la jornada electoral, en tanto que la ciudadanía incrementa su percepción de que los únicos responsables de la pérdida de credibilidad en la legalidad y en las instituciones, son los propios actores políticos que con sus actos se apartan del estado de derecho, invalidándolo.
Los responsables de los entuertos son los políticos, que sean ellos los que los enderecen. Percepción popular cercana a la de las fuerzas armadas que según trascendiera, tienen claro que el entuerto es obra de los civiles y a estos les toca resolver.
Nadie más que quienes responsables de la representación popular, conducción del país y partidos coadyuvantes estando obligados a respetar y hacer respetar la ley, parecen ser los primeros en desconocer tal principio de convivencia. La clase política, casi sin excepción relevante, renuncia de facto a la importante y trascendental tarea que le tiene asignada la sociedad.
Si en el estado de Chiapas en la elección del 2 de julio se alcanzó una participación ciudadana del 49.5 por ciento, histórica para esa entidad federativa, el pasado domingo 20 de los corrientes esta disminuyó al 44.4. En escasos 48 días la convicción de los chiapanecos de que el voto de cada ciudadano cuenta, se redujo en 5 puntos porcentuales. Confirmándose la percepción de una creciente pérdida de credibilidad de una ciudadanía frustrada y cansada de la manipulación de que es objeto en nombre de la democracia, las instituciones republicanas y el estado de derecho.
En esos mismos 48 días actores políticos y sus corifeos orgánicos en todo el país, han repetido hasta el cansancio que el estado de derecho es la medida de todas las cosas; que en el respeto a la ley y a las instituciones se sustenta la paz social y que, por ende, es dentro de este marco que deben dirimirse diferencias y conflictos. El propio presidente Vicente Fox ha advertido que la ley no puede estar sujeta a caprichos y que la democracia demanda respeto y tolerancia, orden, responsabilidad y patriotismo, pero no cede en su postura de declarar al candidato presidencial de su partido como presidente electo (“claro triunfador”), aún a sabiendas de que la elección no acaba hasta que se acaba. Tales manifestaciones y desgarre de vestiduras se invalidan por sí mismas cuando quiénes lo expresan, con su conducta, dicen al pueblo lo contrario.

Como colofón, el mismo señor que ante la Soberanía del pueblo en el Congreso de la Unión jurara cumplir y hacer cumplir lo dispuesto por la Constitución General de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen, públicamente hace patente su desprecio para con la Carta Magna, cuestionando su plena vigencia porque algunos de sus ordenamientos son obsoletos y fueron “hechos con los pies”. Esta grosera afirmación del titular del Poder Judicial de la federación, el juramentado Mariano Azuela Hitrón, no es sino muestra inequívoca de falta de respeto a nuestra historia como Nación; al Poder Legislativo y lo que este representa; a más de una grave injuria al pueblo de México y sus instituciones. Este es el estado de derecho y no otro, al que de manera reiterada hace mención nuestra clase política.
Definitivamente si algo valioso nos deja la experiencia histórica de las elecciones en México y en especial las del 2 de julio y la del 20 de agosto, es que una gran mayoría de los mexicanos hemos tomado conciencia de que una cosa son las instituciones que nos hemos dado y por ende merecen reconocimiento y respeto y, otra, lamentable por su persistencia, son las conductas asumidas por quienes las materializan. Hombres y mujeres de carne y hueso que en nombre de la justicia y el estado de derecho, ceden frente a la corrupción moral, intelectual y material que domina a nuestros políticos.
Mientras la corrupción sea el denominador común en quienes están obligados a respetar y hacer respetar la norma jurídica, fuente primigenia de convivencia en la razón, poco o casi nada podemos esperar de las instituciones. Mucho menos el que en nombre de estas se convaliden legitimidad, derechos humanos y garantías sociales plasmadas con sangre en la historia de un pueblo que escogiera el camino de la libertad.
Agradeceré sus comentarios: pulsocritico@gmail.com

Los trapos sucios...
J. Enrique Olivera Arce


Los asuntos de familia, como la ropa sucia se ventilan en casa. Pero cuando el cochinero sale a relucir en el tendedero público trascendiendo la intimidad del hogar, el tema se hace del conocimiento generalizado y sin duda da de que hablar.

Es el caso de nuestros partidos políticos cuyas diferencias internas, lo mismo que propósitos, objetivos y buenos deseos, lejos de limitarse al ámbito de sus militancias se hacen del conocimiento público, dando pie a toda clase de conjeturas, especulaciones, críticas, unas fundadas y otras en el camino fácil de la maledicencia, pero todas justificadas en tanto que manchas y remiendos están a la vista de todos.

Y es que nunca faltan los protagonismos y los afanes por estar en los medios, aún a costa del buen nombre de la familia poniendo en evidencia que ninguno de nuestros partidos políticos logra superar la etapa tribal. Unos y otros, a cual más refleja en las declaraciones públicas de sus voceros oficiales y oficiosos lo mismo diferencias ideológicas y políticas que pugnas irreconciliables entre cotos de poder y jaloneo por intereses mezquinos personales y de grupo.

Como quedara registrado la semana pasada con las declaraciones del joven discípulo de Arturo Herviz, Rogelio Franco Castán, dirigente estatal del PRD, quien no tuvo empacho en señalar que para el 2007 su partido ira sólo a la búsqueda de diputaciones locales, sin medir las consecuencias que su dicho podría acarrearle a su organización partidista.

Empujado por su maestro y aspirante a la gubernatura, ensoberbecido por la copiosa votación a favor de la Coalición, quien se dice dirigente no evalúa ni el como es que se lograra tal cantidad de sufragios ni lo que en este momento representa la alianza de su partido con Convergencia y el Partido del Trabajo. Mucho menos toma en cuenta el brete en que está metido el PRD con la impugnación de la elección del 2 de julio. Y sí, carente del conocimiento y dominio de los tiempos, anticipa y anuncia una ruptura con sus aliados ante el ya inminente proceso electoral local del 2007.

Para nadie es un secreto que el PRD en Veracruz en términos prácticos ni cuenta con la militancia y estructura ni mucho menos con la unidad requerida para ser considerado como una fuerza política de primer nivel en la entidad. La copiosa votación obtenida el pasado 2 de julio es fruto de una Coalición que no sólo aglutina a tres partidos, también a las llamadas redes ciudadanas y a miles de ciudadanos sin partido o militantes del PRI que optaran por emitir su voto útil a favor de Andrés Manuel López Obrador y Dante Delgado. Ignorarlo se justifica en un ciudadano ajeno al tejemaneje político, más no así en quien se precia de ser dirigente estatal.

El inexperto directivo abundando en sus declaraciones también hace público que su partido no alcanzó mayor número de diputaciones federales por haber seleccionado a sus candidatos fuera de tiempo, justificando con ello lo injustificable, pues tuvo el mismo tiempo que sus adversarios. Lo que no dijo es que el tiempo se perdió en pugnas internas, en el juego permanente del canibalismo entre tribus, en un pragmatismo coyuntural con el que dieran la espalda a la militancia privilegiando candidaturas externas entre tránsfugas y caciques regionales y porque no decirlo, negociando con el partido en el poder siguiendo el juego del acuerdo para la gobernabilidad y el desarrollo implementado por el gobernador.

El tema da para más y esto debería ventilarse al interior del partido, con espíritu autocrítico y con el propósito legítimo de enmendar el sinnúmero de errores en que el PRD ha incurrido en Veracruz.

Caso similar el del joven ya no tan inexperto, Ricardo Landa, quien en su discurso de toma de posesión como nuevo presidente del CDE del PRI, lejos de guardar las formas, aceptar la realidad y sentar las bases para una auténtica reconstrucción de su partido, tuvo a bien reconocer su subordinación al titular del poder ejecutivo; mentir al afirmar que el PRI “es ahora de los ciudadanos” desconociendo la pluralidad de la sociedad veracruzana; reincidir en la mentira hablando de democracia a sabiendas de que su designación no fue resultado de una consulta amplia entre la militancia sino producto de un “dedazo”; y volver a mentir al afirmar que “los privilegios políticos son del pasado cuando estos están a la vista de todos. Así como incurrir en una aseveración políticamente incorrecta frente al espíritu democrático que debería reinar en un auténtico relanzamiento de su partido, al destacar “que la sana distancia con el gobierno que tanto se pregonó, no debe existir más”. Con ello, lejos de ocultar el mugrero que predomina al interior de su partido, lo sacó a la luz del sol exhibiendo a la familia.

Ni el partido es de los ciudadanos, ni los privilegios son cosa del pasado. Tampoco se puede hablar de sanas distancias que nunca han existido, cuando su designación es fruto de la perversa cercanía entre partido y gobierno. Esto y otras cosas, más que el tiempo, son el principal enemigo del priismo a vencer para sacar con éxito la elección del 2007. Si ello no lo entiende el joven dirigente, entonces si será el tiempo y los ciudadanos los que en su momento le abran los ojos.

En la misma tesitura se encuentra el tendedero de ropa sucia que se hace público tanto en las tribus del PAN como en las de Convergencia, Panal, PT y similares. Todos, sin excepción, asumen ser de los ciudadanos cuando a nadie escapa que son simples clubs copulares, aglutinación de cotos de poder y usufructuarios de prerrogativas que sin consulta previa con la ciudadanía se autoasignan en un sistema construido a modo para que nuestra clase política pueda vivir cómodamente del erario público.

Cuando menos deberían tener la delicadeza de lavar su ropa sucia en casa, asistir con traje nuevo y a la moda en cada elección y reconocer que los mexicanos aún no contamos con auténticos partidos políticos.
pulsocritico@gmail.com

En el filo de la navaja

J. Enrique Olivera Arce

El movimiento social impulsado por Andrés Manuel López Obrador transita ya por el filo de la navaja. La decisión de establecer campamentos permanentes cerrando algunas de las principales vialidades de la ciudad de México adoptada el pasado domingo 30 por la Coalición, le puso el cascabel al gato.

Tal y como era de esperarse, los medios electrónicos, la mayoría de la prensa nacional impresa, la presidencia de la República, el Secretario de Gobernación, Senadores, Diputados, Cámaras empresariales, y destacados prestadores de servicio turístico y gastronómico del área afectada, se orquestaron para poner el grito en el cielo destacando sin proponérselo una flagrante contradicción constitucional.
Entre la libertad de expresión y la libertad de tránsito los pueblos libres privilegian la primera.

Los medios, se fueron con la finta y mordieron el anzuelo. A lo largo de toda la semana dedicaron grandes espacios a destacar y condenar los taponamientos viales, hablando en nombre de una mayoría ciudadana a la que ni por asomo representan.

La piedra estaba lanzada y los efectos deseados sobrepasaron las expectativas, colocando al movimiento lopezobradorista en el centro de la atención nacional e internacional. No sin riesgo por cierto, pues en el camino toparon con la andanada mediática en contra del Jefe de Gobierno del D.F. y de Carlos Abascal quien calificó de ''bloqueo ilegal'' el megacampamento instalado del Zócalo a Paseo de la Reforma, exhortando a Alejandro Encinas a ''garantizar el orden y las libertades de todos los ciudadanos''. Así como con la indignación de no pocos ciudadanos, entre ellos Carlos Monciváis, quién formando parte de la comisión de coordinación de la resistencia pacífica del movimiento, declaró enérgicamente que no se vale afectar el derecho al libre tránsito ni los intereses de terceros.

Conocido y aceptado por todos los actores políticos el que ningún tipo de presión modificará la decisión final que en su momento tome el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, llama la atención el que la Coalición por el Bien de Todos, decidiera no sólo adoptar la medida comentada sino profundizarla, a sabiendas del rechazo que despertaría en amplias capas de población en una ciudad ya de por sí acusando graves problemas de vialidad y como aseguran algunos, con ello la pérdida del capital político acumulado en los últimos cinco años. Costo demasiado caro en términos de la política tradicional si lo que se pretendiera era simplemente agitar el avispero para ganar presencia en los medios y mantener la iniciativa en la agenda política nacional.

¿Perdió el piso Andrés Manuel? ¿Se volvió loco? ¿Se dio por derrotado y la estrategia adoptada de resistencia civil se reduce a patadas de ahogado? ¿Para que correr riesgos innecesarios? ¿Para que restar cuando su circunstancia le obliga a sumar y multiplicar?. ¿El PRD y Convergencia estarán dispuestos a secundarle o le dejarán atrapado en la cerca? Estas y otras muchas preguntas flotan en el aire y más cuando al interior de la República ni conocemos de primera mano ni alcanzamos a percibir la profundidad de un movimiento que ha rebasado ya el marco político electoral.

El costo asumido sin duda es demasiado alto en el marco de la manera tradicional de hacer política. No así caso de que las intenciones sean otras, vistas bajo una óptica diferente. La reivindicación de la democracia como ideal de convivencia civilizada entre diferentes, bien lo vale.

Para quienes conocemos de tiempo atrás el entorno y condiciones en los que surgiera el líder natural, carismático, con una sólida formación ideológica, siempre rodeado de asesores brillantes a los que sabe escuchar en su momento e imponérseles cuando su pragmatismo y visión apuntan en contrario a lo que la mayoría considera racional, no nos es del todo extraña la tendencia a recurrir a las “asambleas informativas”, a las marchas de protesta y presión, y a la movilización de los sentimientos más ocultos pero al mismo tiempo obvios de sus seguidores, como tampoco nos sería extraño que el tabasqueño tenga puesta la mira más allá de los resultados de la elección. Andrés Manuel ya le tentó el agua a los camotes, como se dice coloquialmente, y sabe ya a estas alturas que no le dejarán llegar a la Presidencia de la República, así sea el triunfador legal de la elección. Conoce del sentir y fuerza de quienes le siguen convencidos, identifica a los compañeros circunstanciales de viaje y ha medido la fuerza de sus adversarios. Mi percepción personal es de que López Obrador está convencido de que la oportunidad se le escurrió entre los dedos, a sabiendas de que el poder real en México y el contexto internacional que pesa y determina, le han cerrado la puerta de acceso a Los Pinos.

Hoy con su estrategia se pone de pechito. Deja que los medios y el poder real le hagan pedazos pues bien ha aprendido a lo largo del camino que entre más le peguen más se fortalece. El movimiento hoy denostado y colocado entre la espada y la pared, cierra la paradoja apuntando al futuro.

Podríamos presumir entonces que la estrategia de resistencia ciudadana no está enfocada ni a presionar al TEPJF para que le conceda el acceso al poder por la vía institucional, ni a invalidar por la vía de los hechos la decisión de los señores Magistrados. El domingo 30 en el corazón de la República, Andrés Manuel fue bien claro al afirmar: “Quiero decirles que esto va más allá del hecho de que reconozcan mi triunfo como presidente de la República. Reitero: no soy un ambicioso vulgar. No me mueve el interés al dinero y siempre he sostenido que el poder sólo tiene sentido y se convierte en virtud, cuando se pone al servicio de los demás. Yo lucho por principios e ideales, que es lo que estimo más importante en mi vida, no por puestos públicos, aunque se trate del cargo más importante del país. Y por eso sostengo que en estos momentos, por encima de todo, lo mero principal es dejar a salvo la democracia”.

López Obrador ve y va más allá al caminar sobre el filo de la navaja. Tiempo al tiempo que este nos dirá en su momento que hoy se está gestando uno de los movimientos sociales de reivindicación democrática e incluyente más importantes del México de nuestros días. Primero los pobres, por el bien de todos, consigna que no debemos olvidar en el futuro cercano.

pulsocritico@gmail.com