Especulaciones y escenarios post electorales

Por J. Enrique Olivera Arce




A la mayoría de los votantes potenciales que habrán de manifestar sus preferencias en las urnas, le tiene sin cuidado, sus preocupaciones son otras, más identificadas con su vida cotidiana que con el futuro de Veracruz, pero por lo que toca a los círculos políticos, que hacen girar su existencia en torno a los avatares del poder, conforme se acerca el cuatro de julio el rumor y la especulación se privilegia por sobre el análisis sereno y razonado. El tema de la próxima elección y sus posibles resultados, es el centro en tertulias de café y corrillos palaciegos.

Lo mismo se especula sobre una posible anulación del proceso electoral que de una judicialización post electoral que eche abajo el resultado de la elección. Sin faltar, claro está, las apuestas en torno al triunfo inobjetable de uno u otro candidato a la gubernatura, que haga caer por su propio peso a todo intento de impugnación y, por tanto, que haga nugatoria una presunta intervención de los tribunales en la materia.

Llamando la atención el que, por anticipado, ya se hable de si Miguel Ángel Yunes cumplirá su amenaza de cobrar a Javier Duarte de Ochoa la nada despreciable suma de mil millones de pesos, o si éste último decretará el exilio para el primero y sus más cercanos colaboradores. O bien, si Dante Delgado Rannauro, capitalizando a su favor la ríspida polarización, se hace de la gubernatura y llama a sus oponentes a zanjar diferencias y sumarse a su ambicioso proyecto de nuevo rumbo para la entidad.

Más allá de la especulación, lo cierto es que el cuatro de julio se inicia una nueva etapa en la historia de Veracruz y, en este marco, habrá un compás de espera entre la elección y la toma de posesión del sucesor del Maestro Fidel Herrera Beltrán, tan o más ríspido que el propio proceso electoral por concluir, independientemente de quien triunfe en las urnas o en el tribunal electoral.

De ser Javier Duarte de Ochoa el beneficiado, su mayor obstáculo para legitimar su triunfo y asumirse plenamente como gobernador electo será su propio padrino y mecenas. Herrera Beltrán se declarará triunfador de la elección y así habrá de cacarearlo en todos los ámbitos desde el cinco de julio hasta el último día de noviembre, y más allá, restándole méritos a su propia creación.

Caso de que contrariamente al oráculo oficial, Miguel Ángel Yunes Linares ganara la elección, la pugna personal e irreconciliable de éste y el gobernador, tomaría caminos inéditos nada deseables para la vida política y social de Veracruz. Fidel Herrera Beltrán se encargaría no sólo de buscar revertir el triunfo de su oponente en tribunales, sino que, en guerra abierta, le haría la vida imposible al gobernador electo. No existe ningún elemento para considerar que esto no sea así.

El que mejor la libraría a lo largo del compás de espera, caso de inclinarse a su favor el peso del sufragio ciudadano, sería Dante Delgado Rannauro, quien ajeno al pleito personal que Fidel Herrera Beltrán extrapolara a la arena electoral, tendría mayores posibilidades de negociar un pacto de no agresión tanto con el mandatario como con Miguel Ángel Yunes Linares, que le permitiera asumir el mandato si no tersamente, cuando menos con menores posibilidades de ríspido conflicto.

Lo curioso es que, en los tres escenarios, el eje del esperado pero nada deseable conflicto post electoral, es el Maestro Fidel Herrera Beltrán y su enfermizo y protagónico apego al poder.

Ante la sola posibilidad de banquear cuando menos un año, caso de no ser llamado a desempeñarse en un cargo en la cúpula partidista o ver frustrada su aspiración a un nuevo desempeño en el Senado, que le permitiera colocarse entre las diversas opciones del PRI en la búsqueda de la presidencia de la República en el 2012, por todos los medios a su alcance buscará prolongar meta constitucionalmente el poder que le confiaran los veracruzanos, así sea pasando por sobre quien sea gobernador electo, primero, y posteriormente titular del Poder Ejecutivo.

Lo lastimoso de cómo se conforme el escenario post electoral que se avizora, es que quien llevará la peor parte es el joven y novel Javier Duarte de Ochoa, lo mismo como candidato derrotado que como gobernador electo de triunfar en las urnas. En el primer caso, desaparecería sin pena ni gloria de la vida política de Veracruz, cargando a cuestas con el mote de “delfín fallido”, en tanto que, como gobernador electo, sería títere a la sombra del Maestro Fidel Herrera Beltrán, sin más aspiraciones que dejar de ser muñeco de ventrílocuo esperando su oportunidad de dejar de ser tal una vez con la fuerza del poder en sus manos. Ya como gobernador, seguiría por un largo trecho cargando sobre sus espaldas el peso de la inoportuna e indeseable presencia de Herrera Beltrán en todos sus actos de gobierno, hasta no liberarse.

Por cuanto a sus oponentes, a estos la vida les sonríe. Caso de fracasar en su intento, Yunes Linares se incorporaría a un nuevo cargo en el gobierno federal, en tanto que Dante Delgado regresaría al Senado como si nada hubiera pasado.

Veracruz seguiría su marcha, esta vez para afrontar un nuevo proceso electoral en el 2012, buscando hacer pesar su condición de tercer reservorio de votos en el espectro político electoral de la Nación.

La ciudadanía ni pierde ni gana. Tendrá el gobierno que se merece.

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El audio escándalo y la amnesia de Héctor Yunes Landa

Por J. Enrique Olivera Arce





En un país de leyes, porque si algo nos sobra son leyes, en las que éstas no constituyen ningún impedimento para que florezca por doquier la corrupción y la impunidad, no es extraño que el Maestro Fidel Herrera Beltrán considere infundada y frívola la solicitud de juicio político que en su contra promueve la bancada panista del Senado.

El argumento central en que se apoya el gobernante veracruzano para considerar como improcedente a la iniciativa panista, es el carácter ilícito del espionaje a que dieran lugar las ampliamente difundidas grabaciones de sus conversaciones privadas, asegurando que la presenta alguien que violó el artículo 134 del Código Federal de Procedimientos Penales, que tipifica como delito las intervenciones telefónicas.

En el mismo tenor el diputado y ex aspirante a la candidatura del PRI a la gubernatura de Veracruz, Héctor Yunes Landa, brinda a nombre de la diputación local su respaldo y apoyo irrestricto al Maestro Fidel Herrera Beltrán, expresando: “El Senador Madero, sabe de antemano que su propósito no prosperará, ya que no se puede sustentar apego ni defensa de la legalidad a través de un acto evidentemente ilícito, como lo es la intervención de conversaciones privadas, su edición, y manipulación con fines de persecución política”

¿Qué fue primero, el huevo o la gallina?

Por encima de la ley se simula pretender hacer valer la ley por parte de ambos servidores públicos. Es parte de un juego que el aún gobernador conoce a la perfección, como el mismo lo afirmara ante los medios.

El asunto de las grabaciones de marras, se hace pasar a segundo plano. El autoritarismo y arbitrariedad de un servidor público, titular del Poder Ejecutivo Estatal, no violenta la soberanía popular en tanto el espionaje está penado por la ley. Así, el carácter ilícito del origen de los audios se privilegia frente al presunto irresponsable manejo del patrimonio de los veracruzanos depositado en la administración pública estatal. La intervención del gobernador en un proceso electoral del cual debería ser garante de limpieza, equidad, transparencia y credibilidad, es pecata minuta frente a la acción de “mentes criminales” que, violentando la intimidad del mandatario, graban y divulgan sus conversaciones.

Paradójico, pero así es como de manera frívola, cínica se actúa, violentándose el estado de derecho se exige impunidad en nombre del propio estado de derecho.

En ello se fundamenta la estrategia de defensa legal seguida por el gobernante, los diputados locales y, para confirmar la regla, algunos medios de comunicación afines que le legitiman ante la opinión pública, o el mismo IEV en boca de su consejera presidente; dejándose de lado como algo meramente anecdótico, el tema sustantivo del audio escándalo que, en las actuales circunstancias que se viven en la entidad, tiene o debería tener, preeminencia político electoral por sobre cualquier salida legaloide a dirimir en su oportunidad ante los tribunales.

Pretender tapar el sol con un dedo, desviar la atención de lo políticamente sustantivo a un asunto de barandilla de ministerio público, cuando la opinión pública ya juzgó y condenó políticamente lo presuntamente expresado por el mandatario en conversaciones telefónicas, eso no sólo resulta frívolo e inconsecuente, constituye un insulto a la inteligencia de los veracruzanos y una afrenta a la vida democrática que con tanto esfuerzo se pretende construir.

De Fidel Herrera Beltrán no es de asombrarse, lo frívolo y cínico como político innato, lo lleva en su naturaleza. Lo verdaderamente vergonzoso es que su defensor oficioso sea Héctor Yunes Landa, quien ahora manifiesta graves síntomas de amnesia.

El legislador y presidente de la Mesa Directiva del Congreso Local, olvidó en provecho propio que apenas hace unos cuantos meses denunció el carácter antidemocrático de la vida interna de su partido político, la intervención del gobernador en la preselección y elección del candidato a la gubernatura, y el uso arbitrario del poder en apoyo a Javier Duarte de Ochoa. Denunció públicamente, en su pretensión de ser el elegido, lo que hoy defiende con tanto ardor en nombre del estado de derecho, involucrando a todos los diputados locales entre los que se cuentan algunos de sus más acres críticos que le condenaran por insubordinarse a la voluntad de Fidel Herrera Beltrán. ¡Vaya incongruencia! Esto no es frivolidad, para los ciudadanos informados tiene otro nombre.

Flaco favor por cierto, le hace Héctor Yunes Linares al Sr. Javier Duarte de Ochoa, víctima involuntaria de los arranques y proclividad de su padrino y mecenas a ofender a los miembros de su gabinete. ¿O ya se olvidó aquello del “tontín, “el borrachito” ó “el coco”. Don Héctor alza la voz en contra de un ilícito espionaje pero se guarda muy bien de no desmentir lo que presuntamente expresó telefónicamente Herrera Beltrán, quien colocara ante la opinión pública al hoy candidato del PRI a la gubernatura de Veracruz en calidad de “retepen…”, servil, y complice de malos manejos del erario público. Ya lo pagará Don Héctor Yunes Landa, caso de que el delfín triunfe en las urnas.

Lo explícito de la defensa legal, no exime de lo que implícitamente representa en términos político electorales el tenor de las grabaciones difundidas. Prospere o no la solicitud de juicio político en contra del Maestro Herrera Beltrán, para bien o para mal quizá ello pudiera reflejarse en las urnas el próximo domingo 4 de julio. Lo demás es lo de menos, en un país en el que las leyes de dictan para violarlas y los mexicanos estamos prestos para aplaudirlo, porque ya estando acostumbrados, carecemos de capacidad de discernimiento e indignación.

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En la recta final. Convencer o avasallar a indecisos, el reto

Por J. Enrique Olivera Arce




Tras la mascarada del IEV y su debate, ya en la recta final, todo parece indicar que las propuestas de los candidatos a la gubernatura de Veracruz se tornaron en accesorias, corriendo la suerte del principal: ganar al precio que sea, en una elección a todas luces de Estado en un proceso electoral pseudo democrático en la que la voluntad popular es lo de menos.

Candidato que impacto con sus propuestas, impactó y a otra cosa mariposa. De aquí para adelante el convencer a los indecisos, entre los que se cuentan los abstencionistas y los convencidos del voto en blanco o nulo, sería el gran reto. Estaríamos hablando, cifras más, cifras menos, en un escenario optimista, del 55 por ciento del total del padrón vigente de votantes potenciales registrados en la entidad con sus derechos a salvo. Más sin embargo, dado el rumbo tomado por el proceso electoral, esto resulta ostensiblemente irrelevante, al darse por sentado que el objetivo ya no es convencer sino avasallar.

Pero a manera de ejercicio vale la pena asomarse un poco a lo que representa ese universo de indecisos. De acuerdo a resultados de los tres últimos comicios en la entidad, el mayor porcentaje de este nada despreciable reservorio de votos está concentrado en los principales asentamientos urbanos de Veracruz e integrado por jóvenes adultos, mujeres y hombres, para los que votar no es relevante, habida cuenta de que no perciben beneficio alguno con su participación comicial como respuesta a expectativas y esperanzas de mejoría laboral, económica o social.

Esto en un contexto en el que partidos y candidatos han privilegiado más la difusión mediática de imagen que el propiciar el debate ciudadano en torno al futuro de Veracruz. Amén de las diversas manifestaciones de “guerra sucia”, que más que atraer y convencer, repelen. A lo que habría que sumar el machacón bombardeo de propaganda política que más habla del irreconciliable pleito ente el gobernador y el candidato del PAN a la gubernatura, apoyado por el gobierno federal, que de un proceso democrático de contienda electoral entre pares.

Los jóvenes no quieren ya propuestas y promesas descontextualizadas y ajenas a la realidad de Veracruz, el país y el mundo; exigen respuestas y compromisos concretos a sus requerimientos de inclusión, educación, empleo e ingresos dignos sobre lo cual estén en condiciones de afrontar el futuro. Hasta ahora y por lo que se ha podido observar y escuchar, ningún candidato a la gubernatura, diputaciones locales o alcaldías, con responsabilidad se ha asumido como promotor de reivindicaciones juveniles ó garante del cambio de modelo de desarrollo frente a la crisis, que este importantísimo sector poblacional contempla como premisa para avanzar en la transformación de una sociedad que hoy se les niega.

El impacto de lo que no se tiene y a lo que se aspira, en la percepción de la realidad a que se acogen la mayoría de los jóvenes adultos, hoy aún indecisos, tiene mayor peso que “el más de lo mismo”, en que coinciden propuestas y promesas de campaña de las y los candidatos, cuyo énfasis está puesto en la ya manida fórmula de gobiernos de empresarios para empresarios, o de parientes para parientes, bajo el supuesto de que a mayor inversión pública y privada, local y extranjera, con una buena dosis de complaciente corrupción, mayores expectativas de crecimiento y desarrollo para Veracruz.

El exigido cambio estructural que abata desigualdad, pobreza y exclusión no entra en los planes de gobierno, estatal y municipal que proponen los diversos candidatos. Estos llaman a la participación ciudadana, como panacea, pero al mismo tiempo niegan a la mayoría de la población el acceso a una mayor y equitativa distribución de la riqueza por generar. La juventud de a pie, ajena a privilegios dinásticos, lo percibe, lo vive en carne propia y lo asimila a su imaginario, negándose a participar en un proceso electoral que nada positivo le ofrece. Convencerla de la disposición y voluntad política de cambio, es la tarea y reto a superar cuando los tiempos de campaña están por concluir.

Sea cual fuere la estrategia a seguir por los diversos candidatos, sus equipos de campaña, y los resultados en el último jalón, el número de potenciales votantes que convencidos o por inercia le apuesten al abstencionismo o al voto nulo, darán el parámetro para medir la calidad y legitimidad del proceso electoral y su conclusión en las urnas. Si es que acaso esto último tiene algún valor en un clima de simulación democrática como el que se vive en México, o en una entidad federativa como Veracruz, en la que se privilegia, por sobre requerimientos de crecimiento económico, desarrollo y bienestar de la población, el ejercicio autoritario del poder por el poder; como quedara asentado lo mismo en las grabaciones de conversaciones telefónicas del gobernador Herrera Beltrán con sus subordinados, que el empleo de técnicas ilegales de espionaje presuntamente orquestado por el gobierno de Calderón.

Ocho días a lo sumo es el plazo para que los candidatos hagan valer sus ofertas de campaña a nivel de piso, por sobre el impacto mediático de guerra sucia y al alcance de hombres y mujeres comunes, dispuestos a hacerlas suyas inclinando la balanza a favor o en contra de las diferentes opciones en el espectro electoral. No siendo ya esto último posible en términos prácticos, sólo les queda recurrir, en el mejor de los casos, a hacer valer mediáticamente credibilidad y compromiso con el bien común.

En el peor escenario, el camino más viable en esta última etapa inercialmente sería el de las prácticas antidemocráticas que, rayando en la delincuencia electoral y en el absoluto desprecio a la ciudadanía, ya se perciben en el horizonte cercano amenazando con la “judialización de la elección.

Y es en este último jalón, el más ríspido, en que cada candidato demostrará de que madera está hecho, de que recursos echara mano, y como habrá de comportarse en el futuro, caso de resultar ganador de la contienda, en un contexto de crisis y complejidad en el que las respuestas a las demandas de la sociedad deben marchar aparejadas en lo económico y en mano firme, para así conducir la nave entre las encrespadas olas de un país que vive ya los prolegómenos de una tormenta perfecta.

Poniéndose también a prueba a la propia sociedad veracruzana, que tendrá que optar por la comodidad de un más de lo mismo, dejándose vencer por el avasallador peso específico de la inmediatez, el oportunismo, la simulación y la corrupción, o correr el riesgo de apostarle al tan necesario como urgente cambio de rumbo con visión de futuro.

La suerte está echada, los dados están en el aire y partidos y candidatos, velan armas, prestos a la batalla final de lo que terminará siendo un tácito pleisbicito en el que la ciudadanía habrá de optar entre dejar triunfar a un candidato de Estado, o avanzar en el difícil y tortuoso camino de la construcción de la democracia.

En uno u otro sentido, la inclinación mayoritaria en las urnas dirá, en primera y última instancia, si el pueblo quiere el gobierno que cree merecer.

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Política e Internet. Campañas políticas en Veracruz

Por J. Enrique Olivera Arce




Las TICs 2.0 están cambiando la naturaleza de la intermediación política: ésta, hoy, se desarrolla cara a cara, se discute y debate en el momento en que los hechos están ocurriendo.
Constanza Mazzina




Diez días de campaña en el mundo real no son nada en una competencia en la que se privilegia el quien junta más seguidores en un mitin, que el quien convence a más con sus propuestas.

El rápido transcurrir del tiempo se impone sobre voluntades, propósitos, estrategias y disposición personal para aprovecharle al máximo. Es contra el tiempo que los candidatos a la gubernatura de Veracruz, diputaciones locales y alcaldías tendrán que aplicar su mejor esfuerzo, desplegando sus mejores armas, legales o extralegales, legítimas o espurias, sus muchos o pocos recursos materiales, financieros y humanos disponibles pero, sobre todo, argumentos viables que convenzan a un abigarrado conjunto de votantes potenciales que, indecisos, aún dudan sobre el ir a votar o abstenerse y, en el mejor de los casos, por que candidatos de su preferencia habrán de sufragar.

En el mundo virtual es diferente. Se avanza a favor y no contra el tiempo. Unos cuantos días bien aprovechados en la Web por los candidatos, sus equipos de campaña y simpatizantes en red, ofrecerían la oportunidad de verse favorecidos con un efecto multiplicador en la intención del voto a muy bajo costo, que no lograrían con todos los recursos aplicados en el mundo real. La iniciativa, creatividad, ingenio, dominio de las nuevas herramientas tecnológicas, y proclividad a hacerse escuchar, hace de los internautas un ejército electoral capaz de sacarle el mayor provecho en tiempo real a cada minuto disponible.

Un experto en medios de comunicación me comenta que en los círculos de la política veracruzana aún no se ve ni se entiende esto último. La mayoría de nuestros políticos, incluidos candidatos y asesores, consideran de mayor peso, nivel de penetración e influencia al empleo de la prensa electrónica e impresa en la promoción de imagen y propuestas, que lo que les ofrece la red de redes en el ciberespacio; sobrevalorando circulación y penetración de medios de comunicación tradicionales, cuyo negocio es reproducir boletines de prensa destacando aquellos que mejor les reditúen ingresos y prebendas.

Los que más o menos entienden y aceptan la importancia de hacerse presentes en la red, señala, lejos de aprovechar sus ventajas recurren a estrategias dispersas, a herramientas comunicacionales de muy poca penetración en red para el logro de sus objetivos y, pese al bajo costo del herramental disponible y de recursos humanos calificados a la mano, se niegan a invertir en opciones de mayor eficiencia y eficacia. Paradójicamente consideran más redituable pagar grandes sumas de dinero a la prensa impresa y electrónica que erogar modestas sumas en expertos calificados a su servicio, capaces de generar mensajes y efectos multiplicadores superiores con el empleo del herramental multimedia.

Se aduce que las herramientas comunicacionales con que cuenta el actual desarrollo tecnológico no están al alcance de las mayorías. Que en consecuencia es muy poca la gente que se conecta a internet y, los que lo hacen, en su mayoría jóvenes, están más interesados en la pornografía, la música o videos escatológicos que en la política. Y sin embargo, se quejan de que es un despilfarro el que hasta los niños cuenten con teléfono celular, o también de lo que juzgan como absurdo, el que una inmensa mayoría entre la ciudadanía, cuente con correo electrónico.

Estos mismos políticos, más por moda y exhibicionismo que por buscar eficacia en sus propósitos, se incorporan a las redes sociales de manera poco inteligente, a pesar de considerar lo arriba anotado. El estar en “Facebook” o “Twitter”, aseguran, les da lo mismo status que cercanía con los jóvenes y, los que hacen uso de este herramental con fines de proselitismo electoral, ven frustrados sus esfuerzos. No es lo mismo jugar a ser joven y estar a la moda, que conocer a los jóvenes.

De lo que podríamos estar seguros es de que en materia comunicacional lo que cuenta es el mensaje y, sin duda, la empatía entre éste y su receptor. Pero también el medio y mecanismos de difusión. El moderno “radio bemba” multimedia, supera ya en circulación, penetración, oportunidad e impacto a las tecnologías de información y comunicación tradicionales.

En nuestro ámbito queda confirmado, entre otros temas, con el impacto político y social del periplo día por día de Andrés Manuel López Obrador, o la amplia difusión del audio escándalo en torno al espionaje de que fuera objeto el Maestro Fidel Herrera Beltrán, gobernador de Veracruz. Frente al cerco informativo en torno al ex candidato a la presidencia de la República o al silencio cómplice de la mayoría de la prensa estatal, el mensaje cotidiano de AMLO y el relativo a las grabaciones (Fideaudios) de conversaciones telefónicas atribuidas al gobernante veracruzano, en minutos dan la vuelta a la aldea global a través de la Red de Redes; conformándose una estrecha relación psicológica de empatía o rechazo, así como de percepción política, entre mensaje-emisor-receptor-emisor-mensaje en cada nódulo de la cadena piramidal del fenómeno comunicacional en red, validando la relevancia de la Internet 2.0 y su efecto multiplicador de alto impacto en el mundillo de la política y el periodismo.

En estos apuntes no me interesa cuestionar la calidad, origen, o veracidad del mensaje emitido en torno al audio escándalo jarocho. Palo dado ni Dios lo quita y ya ni llorar es bueno. Ya tocará a las autoridades responsables el emitir juicio valorativo sobre ello. Lo que quiero destacar como tema de reflexión es la relación de temporalidad y eficacia comunicacional entre el mundo real y el herramental en línea en el desarrollo de las campañas políticas de los candidatos en contienda en la entidad veracruzana, así como la relación costo-oportunidad-beneficio entre las disponibilidades tecnológicas de comunicación tradicionales y las que hoy nos ofrecen las nuevas tecnologías de la comunicación y la información (TIC`s 2.0).

En su momento tanto los candidatos como sus estrategas de campaña, habrán de valorarlo al sacar conclusiones de su esfuerzo. Por cuanto a los receptores de la propaganda política con la que se nos bombardea día y noche en el mundo real, estoy seguro que la mayoría ya sacó las conclusiones del caso frente al criminal despilfarro de recursos empleados en un país de pobres para campañas políticas de muy baja penetración y creciente descontento por su abuso. Si en materia de comunicación se afirmaba que más vale una imagen que mil palabras, hoy, con el audio escándalo, no queda la menor duda de que un mensaje oportuno, impactante, contenido en un “mail”, un video, un blog, o un audio y difundido en la internet, gracias a la interacción, complementación y oportunidad de estas herramientas multimedia, tiene ya mayor efecto y relevancia en la intermediación política entre candidatos y audiencia, que ríos de tinta, foros o debates artificiosamente maquillados, o mil costosos “espectaculares” de promoción de imagen.

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Percepciones, sospechosismo y el “aquí no pasa nada”.

Por J. Enrique Olivera Arce





Cuando la población carece de información oportuna, suficiente, transparente y creíble, el rumor y la especulación se encargan de la construcción de percepciones diversas, contradictorias, hasta absurdas, en la opinión pública. Así que no debe extrañarnos el que, nos guste o no, el tema de la seguridad pública ya esté en el ánimo de segmentos importantes de la sociedad veracruzana, no obstante que objetivamente la situación que se vive en Veracruz no se aproxima ni con mucho a la que priva en otras entidades del país, asoladas por un constante sobresalto resultante del clima de violencia que en estas se vive.

El crimen perpetrado en contra de un conocido matrimonio en Xalapa es motivo de comentarios, especulaciones y descabelladas teorías sobre su motivación lo mismo en tertulias de café que en los centros de trabajo o en el hogar de no pocas familias que relacionan el hecho casi de manera automática con el escenario de violencia que coloca a México entre los países más inseguros del orbe; magnificándose con el desgarre de vestiduras que se promueve en la entidad veracruzana con claro tinte y fines político electorales. Generándose en la población una falsa percepción de inseguridad y temor fácilmente capitalizable políticamente en el marco de un proceso electoral atípico, ríspido y propicio para dar por sentado, sin el mayor análisis, que la elección del cuatro de julio habría de darse en medio de un clima de violencia e inseguridad para los potenciales votantes.

Imponiéndose por sobre la razón un desagradable e inconsecuente “sospechosismo” en torno a intereses oscuros que con ello pretenden llevar agua a su molino, o bien, “subvertir” el orden público como recientemente afirmara el gobernador Herrera Beltrán.

Coincidiendo con quienes consideran que el asunto del incruento crimen debe manejarse con tiento, evitando su politización y partidización para no enrarecer aún más un proceso electoral en el que ya se dan manifestaciones de odio y encono, no puedo sino reconocer que el asunto ya se dirime en la arena política. No obstante considero que el tema no tendría


Coincido con quienes consideran que el asunto del incruento crimen debe manejarse con tiento, evitando su politización y partidización. No obstante, ello ya se dio y hay que aceptarlo como algo inevitable en las actuales condiciones de la contienda electoral, sin dejar de considerar que no tendría la mayor relevancia en términos político electorales, si el tema de la inseguridad en Veracruz no estuviera inscrito en el falso escenario que, de manera reiterada tanto el Maestro Fidel Herrera Beltrán, el presidente estatal de su partido y el candidato a la gubernatura, Sr. Javier Duarte de Ochoa, mediáticamente han construido a partir de la idea de que en nuestra entidad “no pasa nada”.

Tanto se ha insistido en este idílico escenario, ocultando a la opinión pública información sobre hechos sintomáticos de un proceso de descomposición social al que no le es ajena la violencia criminal, que cuando hoy, dominados por la percepción de lo inmediato, nos vemos obligados a aceptar que la versión oficial sobre seguridad pública no se corresponde con la realidad; el rumor y la especulación cobran presencia política revertiéndose en contra de la idea que pretendieran vendernos desde la cúpula del poder estatal. Generándose un caldo de cultivo propicio para que los partidos políticos que se oponen a la alianza electoral que encabeza el PRI, capitalicen electoralmente indignación, descontento y rechazo ciudadano.

Fuentes dignas de todo crédito nos comentan que la tendencia a favor de Duarte de Ochoa en los círculos empresariales y universitarios se está modificando, inclinándose a favor tanto de Miguel Ángel Yunes Linares, candidato del PAN y el Panal a la gubernatura de Veracruz, como de Dante Delgado Rannauro, gracias a que estos reconocen la existencia de un clima de inseguridad en diversas regiones y sectores de la geografía veracruzana, manifestándose dispuestos a combatirla si son favorecidos en las urnas por la voluntad popular.

Pero esto no se queda aquí. El rumor y la especulación trasciende el ámbito electoral, cobrando fuerza la percepción entre círculos políticos, empresariales y de intelectuales, de que con el desgarre de vestiduras y partidización del hecho criminal que conmocionara a Xalapa, se “se prepara un “veracruzanazo” por parte del gobierno federal, en contra de la administración pública estatal que preside el Maestro Fidel Herrera Beltrán. Percepción que se apoya en la declaración del gobernador en la que afirmara que los próximos 23 días serían los más delicados y difíciles de su carrera política. “Si la primera autoridad en el estado escucha pasos en la azotea, es por algo”, se comenta.

Como si lo que aconteciera en Michoacán pudiera sin más repetirse en nuestra entidad, pero que deja entrever cierto grado de desconfianza y pérdida de credibilidad en un gobernador que se da el lujo de reiterar que cuenta con el 92 % de aceptación entre los veracruzanos, cuando el comportamiento de la ciudadanía en su inclinación política a favor de partidos diferentes al del gobernante, indica lo contrario.

La sola idea de un presunto “veracruzanazo” es grave. Estaríamos hablando de una confrontación a fondo entre el gobierno de Calderón Hinojosa y el de Veracruz que, en términos electorales, confirmaría la idea de que los veracruzanos enfrentamos una elección de Estado. Si para la ciudadanía el IEV, árbitro de la contienda electoral en curso, carece de credibilidad, el hacer extensiva tal percepción para con el gobierno responsable de la conducción social y política de Veracruz, sería el acabose, terminando por incidir y afectar el resultado de una elección que está ya a la vuelta de la esquina.

Así, un hecho lamentable, como el acaecido en nuestra ciudad capital y centro neurálgico de la política veracruzana, que no debería juzgarse a priori más allá de un hecho aislado ni trascender más allá de su manejo por parte del ámbito de la procuración de justicia, adquiere una connotación política que no se puede minimizar ni desdeñar. Frente a una percepción ciudadana sustentada en el “sospechosismo” y que da lugar a tanto rumor y especulación, es de exigirse cuanto antes resultados eficaces, transparentes y creíbles, por parte de la Procuraduría General de Justicia del estado. Esperemos que así sea.

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Un “calcetín” en el marco de la crisis

Por J. Enrique Olivera Arce




“Si hay fidelidad, pero no hay duda, la cosa no va bien: se deja de ser un hombre libre.”

Jean Paul Sartre




Son tres los temas que de manera recurrente a lo largo de más de dos años he venido tocando en mis comentarios: la crisis sistémica global; la crisis del sistema de partidos en México; el pésimo gobierno de Felipe Calderón y, en concordancia, uno de los peores gobernadores que ha padecido Veracruz. Encargándose el tiempo de confirmar que no he estado equivocado del todo al ponerles en primer plano.

La crisis sistémica global lejos de amainar se recrudece. Ya no sólo se expresa en el ámbito financiero internacional, se ha hecho extensiva a la vida económica y social de los países más ricos, arrastrando consigo al resto de la comunidad de las naciones. Los últimos barruntos de derrumbe de la Unión Europea y la tendencia generalizada al hacer de los más desprotegidos el pagano de los platos rotos, lo confirman. Nuestro país y, por ende, Veracruz, idílica isla de la roja fantasía, no escapan a ello.

La crisis del sistema de partidos políticos en México no termina de tocar fondo. Las cuestionadas alianzas electorales “contranatura” conformadas para contender en los actuales procesos de elección de gobernadores, diputados locales y cuerpos edilicios, han dado al traste con el principio de diferenciación ideológica y programática que, como opción electoral y ejercicio de gobierno, debería distinguir a cada partido en el espectro de las diversas fuerzas políticas que concurren a la conformación de la democracia representativa. Ideología, programa y principios se substituyen por un grosero pragmatismo coyuntural, perdiéndose visión partidista de mediano y largo plazo. Con ello, la credibilidad social está perdida y el divorcio entre clase política y lo que se ha dado en llamar sociedad civil, es más que evidente. Los partidos políticos ya no son ni responden como tales, acaso mantienen su cohesión gracias a prácticas mafiosas orquestadas desde la cúpula. La vida política en Veracruz, bajo el virreinato del Maestro Fidel Herrera Beltrán, no es ajena a esta realidad.

La miseria política y moral que se pusiera de manifiesto en los últimos acontecimientos en el Municipio de Naolinco, dan la medida del nivel de profundización de la crisis política que se vive en la entidad y, por lo consiguiente, presencia y quehacer de los partidos políticos en el seno de la sociedad. La delincuencia electoral priva por sobre todo principio democrático de civilidad y respeto al que piensa diferente.

El fracaso de la administración pública federal a cargo de Felipe de Jesús del Sagrado Corazón Calderón Hinojosa, ya no está a discusión. Es del dominio público, tanto en lo doméstico como en el orden internacional, que bajo su conducción el Estado-Nación se debate a tumbos entre la ausencia de rumbo cierto y políticas públicas que nos acercan a la calificación de “Estado fallido”. Se observan con preocupación vacíos de poder y, lo que es peor aún, dualidad de poder, compartido entre el Estado y la delincuencia organizada en buena parte del territorio nacional. Habiéndose perdido tanto soberanía frente a nuestro poderoso vecino del norte como liderazgo en América Latina.

En concordancia, el tiempo y la perspicacia popular se han encargado de calificar al Maestro Fidel Herrera Beltrán como uno de los peores gobernantes que ha padecido Veracruz. Su administración se debate entre el desorden administrativo, la incertidumbre en el manejo de las finanzas públicas, incremento de la corrupción y la impunidad a todos los niveles y, por si fuera poco, el endeudamiento creciente de un gobierno ineficaz. Próximo a concluir su mandato, frente a su triunfalismo sin sustento, a lo largo y ancho de la entidad emerge la protesta pública, el reclamo y el descontento por compromisos no cumplidos, obras sin concluir o abandonadas en sus inicios pero registradas como concluidas e inauguradas a bombo y platillo. Demagogia entre mentiras y verdades a medias, construida artificiosamente con la complicidad de la prensa y que hoy, sin sustento, se derrumba.

En lo político, el protagonismo exaltado acompañado por el enfermizo afán de trascender y construir una realidad virtual sobre la que dar sustento a sus ambiciones dinásticas, dio al traste con la política estatal. Destruyó la posibilidad de un contrapeso democrático, cooptando a líderes políticos opositores y haciendo pedazos al PRD; ;dividió a su propio partido mediante un presunto recambio generacional afín a sus ambiciones e intereses personales y familiares; incorporó a su proyecto de sometimiento fiel a gran parte de la prensa mediante escandalosos ríos de dinero y, llevó a la palestra electoral el miedo cerval que le inspira el solo intento de Miguel Ángel Yunes Linares por hacerse de la gubernatura del estado.

Esto último polariza a la sociedad, genera confrontación y encono y, para nuestro infortunio, ya se dan casos de violencia, alterando la deseable tranquilidad y paz social que debe cobijar al ejercicio democrático de la sucesión.

En este escenario político, el deterioro económico y social en la entidad es evidente y es ya del dominio público que los triunfalistas indicadores de bonanza que divulgara el gobernante a lo largo de su administración, no pasan de cifras maquilladas. La realidad las contradice.

Crisis global, crisis del sistema de partidos políticos y cuestionada gobernabilidad, se entrelazan y se retroalimentan, en tanto que en Veracruz, isla de la fantasía, “no pasa nada”. Tanto que, como dice un priísta de la vieja guardia, “gracias al efecto Fidel si el PRI postulara a un calcetín para la gubernatura del estado, ello sería suficiente para que la ciudadanía le otorgara su voto de confianza en las urnas”.

Yo me permito dudar que tan temeraria, soberbia, alegre como ingenua afirmación sea compartida por la mayoría de los veracruzanos. ¿Usted, estimado lector, votaría por un calcetín que asegurara la continuidad del régimen de la fidelidad? Ó armándose de valor y dignidad le apostaría a un cambio constructivo para Veracruz, más que no fuere gobernador un calcetín a la medida de Fidel Herrera Beltrán?

Espero su respuesta el próximo cuatro de julio en las urnas.

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Clase política. Relevo Generacional

Por J. Enrique Olivera Arce



Si la edad pasa, el tiempo la apresura, / las hojas vuelan y en su curso breve / hallan y tienen fin todas las cosas”.
Gracilazo De la Vega


Visos de ilegalidad enrarecen el clima electoral en Veracruz. Conforme avanza el proceso de sucesión en la gubernatura de la entidad son más los barruntos de “judialización” de la elección y ya se rumora de una posible amenaza de anulación, atribuible a presuntas y muy obvias violaciones a la legislación vigente en la materia, presumiblemente con énfasis en la participación activa de los gobiernos federal y estatal en el proceso.

En este marco hace unos días Dante Delgado Rannauro, candidato común de los partidos Convergencia, PT y PRD a la gubernatura, exigió en carta abierta al gobernador Fidel Herrera Beltrán sacar las manos del proceso electoral en curso, en tanto que por parte del candidato del PRI, Javier Duarte de Ochoa se señala reiteradamente que el gobierno federal favorece a Miguel Ángel Yunes Linares, candidato del PAN-PANAL, por conducto de los programas asistencialistas de apoyo a la población más desprotegida. Y ni que decir de esta última alianza partidista, que contempla como adversario a vencer al propio gobernador de la entidad.

Y es precisamente en este ríspido escenario que cobra fuerza la idea de un inevitable relevo generacional en la clase política veracruzana, sea cual fuere el resultado del actual proceso electoral. Los viejos cuadros ya no sólo sienten el paso de los años, preocupados observan también con sigilo la fuerza arrolladora de una nueva generación que abiertamente les disputa protagonismo, posiciones y prebendas.

Siendo en las filas priístas donde más se percibe el inevitable paso del tiempo en destacados políticos de añeja militancia, a los que acecha el cesto de la basura de la historia. El Maestro Fidel Herrera Beltrán, propuso el recambio y lo está materializando de manera contundente, impulsando a un grupo de jóvenes, hombres y mujeres, no necesariamente los más aptos y con mejores credenciales, para ocupar cargos de primero y segundo nivel tanto en la administración pública como en la vida partidista, así como en puestos de elección popular, con Javier Duarte de Ochoa a la cabeza.

El relevo responde a una lógica inobjetable. El tiempo no perdona. Sin embargo, en el caso del priísmo, éste se da de manera forzada, poco transparente y, sobre todo, lastimando a más de uno cuyo historial y merecimientos exigen mejor trato.

Lo anterior parecería irrelevante. Quién dio todo a lo largo de su vida pública, ya lo dio, y a otra cosa mariposa. El descanso del guerrero es más que obligado y así debemos entenderlo, so pena de vivir en la frustración y la amargura los últimos días de de nuestra transitoria y breve existencia. No obstante, las cosas no se dan tan así. La natural resistencia al cambio es más que evidente en hombres y mujeres al servicio de la política; más cuando de manera brusca se les arrumba en el archivo muerto. No más prebendas y oropel, el destino es cuidar de los nietos añorando pasadas glorias.

Tal resistencia se observa en no pocos priístas veracruzanos de viejo cuño; estos observan con resquemor el desarrollo del proceso electoral en marcha, evalúan y califican el quehacer de los jóvenes, en su mayoría inexpertos a la par que tempranamente corruptos; sienten pasos en la azotea olfateando un futuro previsible e inevitable: la última oportunidad se les escapa de las manos. Ni cercanía con el que habrá de gobernar, ni mucho menos un cargo de consolación en los primeros niveles de la administración pública o en el seno del partido, para así retirarse con dignidad y aplomo.

No es difícil observar y escuchar tal resistencia cuando el respeto a las formas se ha perdido. Más que contribuir a la unidad del partido, viejos cuadros conspiran y auspician la división partidista, asumiendo el papel de jueces del desempeño de la generación de recambio. Más que aportar, estorban al proyecto electoral de Javier Duarte de Ochoa, en tanto que los jóvenes de los que se hace rodear el candidato a la gubernatura, les desplazan, les cierran la puerta en las narices, al sentirse víctimas de una generación que resistiéndose a un relevo constructivo, lejos de coadyuvar con la trasmisión de conocimientos y experiencia, les pone piedras a su paso.

Los que ya se van y los que se quedan se repelen entre sí. No existe diálogo de buena fe. El relevo se da porque así lo quiere el Maestro Fidel Herrera Beltrán, y nada más. Lo que debería ser un recambio terso, prudente, generoso y de buen grado, acusa aristas ríspidas que habrán de reflejarse en las urnas el cuatro de julio. El tiempo, siempre el tiempo, se encargará de poner las cosas en su exacta dimensión.

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