¿Alternancia
para más de lo mismo?
J.
Enrique Olivera Arce
Sin que ello implique el estar
de acuerdo con la estrategia bajuna y perversa de echar abajo la alianza entre
el PAN y el PRD para la elección del 2016 en Veracruz por el sólo hecho de la posibilidad de que
ésta pudiere designar como candidato a la minigubernatura al Lic. Yunes
Linares, considerado enemigo más que adversario político para el duartismo
fiel, considero que para el electorado en general y más allá de la opinión de
las militancias panistas y perredistas sobre tal coalición, se debe pensar dos veces antes de decidirse a
sufragar por una alternancia que no necesariamente es garantía de progreso para
Veracruz.
Si bien es cierto que conforme
se acerca la fecha de las definiciones electorales para los partidos políticos
contendientes, el consenso en torno a echar fuera del gobierno estatal al PRI
crece y se consolida, el descontento y el hartazgo debería llevar a la población a un análisis a fondo
de lo que implica el prescindir de un gobierno tricolor para substituirle por
una fórmula que, en su pragmatismo a ultranza, aspira al poder por el poder
mismo, sin proponerse modificar en lo sustantivo el negativo estado de cosas
que hoy prevalece en la entidad. Echar al PRI del gobierno estatal para más de
lo mismo, carecería de sentido práctico
para los votantes y un evidente retroceso para la vida política y social de la
entidad.
Afirmo que más de lo mismo con
una alternancia sustentada en una alianza PAN-PRD, porque basta con recurrir a un
poco de memoria para convencernos de que los antecedentes tanto de los partidos
presuntamente en vías de coaligarse como de sus posibles candidato tanto a la
gubernatura como a las diputaciones locales, no son nada gratos ni prometedores
para un cambio verdadero. Aún está fresca en la memoria colectiva el papel
jugado por ambos institutos políticos como aliados y cómplices del PRI en el llamado
“Pacto por México”, impulsando y aprobando reformas que diciéndose
estructurales, han resultado excluyentes, empobrecedoras y antidemocráticas,
agudizando desigualdad, polarización, pobreza y pérdida de soberanía.
Nada indica que el panismo se
oponga en lo sustantivo a las políticas públicas del peñismo, como tampoco nada
indica que el PRD con “los chuchos” tras bambalinas, esté dispuesto a reconocer
que se equivocó al respaldar la estrategia neoliberal del régimen que preside
Peña Nieto y estar dispuesto con talante autocrítico a enmendar su error.
Tanto el PAN como el PRD
afirman que la alianza propuesta es pragmática y al margen de toda implicación
ideológica. Lo real es que su pragmatismo es ideológico. Ambos están a favor de estrategias de mediano y
largo plazo y objetivos y metas cortoplacistas neoliberales que ni en forma ni
fondo se diferencian de las asumidas por el Revolucionario Institucional desde
hace más de tres décadas. Se dice que agua y aceite no se mezclan, esto, si
realmente se tratara de agua y aceite, empero en los hechos PRD y PAN
ideológicamente representan a las corrientes más reaccionarias del espectro
partidista de un régimen obsoleto y caduco. Uno pretendiendo guardar las formas
que le identifican con su origen y, el otro, exhibiendo su degradación
ideológica y programática que no tiene nada que ver con la izquierda reformista
que le diera origen. Son lo mismo para efectos prácticos y en ello debería
pensarse.
El estómago vacío y la cabeza
caliente, suelen ser pésimos consejeros para una gran mayoría que viviendo al
día, subordinada al poder político y económico, es víctima de enajenación y
manipulación. El descontento y hartazgo es el primer paso para liberarse, tomar
conciencia de ello ya es un gran avance, en tanto se tenga claro quién es el
adversario y donde ubicarlo. No es simplemente el PRI o los gobiernos emanados
de este Instituto político como el corrupto y fallido de Duarte de Ochoa en
Veracruz. Es la partidocracia tradicional, impune y rapaz, que respaldando a un
régimen que gobierna para las clases dominantes, mantiene secuestrada a la
democracia representativa, haciendo de los ciudadanos simples mirones de palo
en la toma de decisiones que le competen en su vida cotidiana. Luego echar al
PRI substituyéndolo por otra denominación partidista, sola o en alianza, igual
o peor, no es el remedio para una entidad federativa hundida y sin expectativas
de progreso.
Faltan aún seis meses para que
los votantes se expresen en las urnas. Tiempo suficiente para enfriar la papa. Si
se está convencido de la necesidad de una alternancia que trabaje a favor de la
búsqueda de soluciones racionales y viables que enderecen el rumbo perdido, que
bueno, pero no necesariamente la que
ofertan PAN y PRD, opción que a mi juicio perjudicaría más que beneficiar a
Veracruz.
Hojas que se lleva el viento.
En anteriores maquinazos
comentamos que la descomposición del sistema de partidos, abonada con la
obcecación del gobierno duartista por hacer transitar la sucesión en Veracruz
por el sendero del continuismo, daría lugar a una intensa guerra sucia
electoral, revolviendo más el cochinero. A unos días de distancia parece que no
nos equivocamos, la bacinica ha substituido a la razón. Y aún hay más en lo que
resta del camino. La elección de candidato del PRI a la gubernatura bajo el
método de asamblea de delegados, dará la medida.-
Villahermosa, Tab., 12 de
diciembre de 2015.
<< Home