Veracruz. LXI Legislatura, del servilismo a la ignominia

Por J. Enrique Olivera Arce




“Con todo respeto no es el camino correcto, no se puede seguir hipotecando el futuro de los veracruzanos y de los mexicanos”
Dante Delgado Rannauro



“Más seguro lo comido, ya mañana dios dirá”. Bajo esta premisa se pretende asegurar el cierre exitoso de la administración pública que mediáticamente ha convencido a muchos de una presunta eficiencia y eficacia que ha mantenido a lo largo de casi cinco años tanto finanzas gubernamentales sanas, como un blindaje contra toda adversidad que pudiera llegarnos de fuera bajo los efectos del fenómeno “cucaracha”.

Bajo esta misma premisa, el Maestro Fidel Herrera ejerció un efectivo chantaje poniendo en la balanza la paralización de la economía veracruzana, o el salvador remedio de un cuantioso endeudamiento público bajo la modalidad de eso que pomposamente se ha dado en llamar bursatilización. Capitalizando en su favor indiferencia o ignorancia de la gente común, interesada más en su personal y galopante deterioro de la economía doméstica que en la estrategia gubernamental de tapar hoyos abriendo boquetes.

Pareciera absurdo, si no viviéramos en la surrealista y fiel isla de la fantasía. Sin haber hecho a fondo una evaluación de destino de recursos y resultados del anterior endeudamiento que bajo la misma modalidad, comprometiera en la bolsa de valores el impuesto a la tenencia de automotores, sin más, transitando del servilismo a la ignominia, la LXI Legislatura local se anticipó a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, aprobando mediante el clásico mayoriteo, un nuevo endeudamiento por la friolera de 6 mil 800 millones de pesos, que compromete por quince años parte de las futuras participaciones de recursos que la federación está obligada a poner anualmente a disposición de la hacienda pública estatal. Con ello, el gobernador sacrifica el futuro de Veracruz en aras de un incierto presente, obligado a cubrir pasivos cuyo origen carece de transparencia.

Lo curioso del caso es que localmente se aprueba bursatilizar recursos presupuestamente aún no aprobados por la Cámara Baja del Congreso de la Unión para el 2010 y años venideros y que, en su momento, no dejarán de ser federales en tanto no sean recibidos oficialmente por la hacienda estatal.

Lo más lastimoso es el hecho de que 29 diputados locales, avalados por los 21 diputados federales electos de la entidad -en carta abierta publicada en diversos medios impresos-, que en los hechos son más fieles servidores del gobernador que representantes de la voluntad popular, con el mayor desparpajo y desvergüenza, sin mediar consulta con sus electores, levantaran el dedo aprobando hoy lo que para mañana será una carga de grandes proporciones para quienes les toque gobernar a Veracruz en las tres próximas administraciones. Amén de lo que para la ciudadanía en general representará el contar con una hacienda pública estatal de antemano comprometida.

La historia de Veracruz, o la SCJN, en su caso, ya pondrá a la LXI Legislatura local en el lugar que les corresponde

En colaboración anterior ya afirmaba que todos los partidos, sin excepción, pasan por una crisis de representatividad, credibilidad y confianza. Lo mismo se puede afirmar de la mayoría de los diputados, que atienden a consignas partidistas y de los gobernadores y no a quien se deben, los ciudadanos en general, sin distingo partidista. Lo cual por puro sentido común, indica que la crisis del sistema de partidos políticos se hace extensiva al poder legislativo, federal o local, que a los ciudadanos ni les inspira confianza y credibilidad, ni mucho menos se sienten democráticamente representados.

Vaya en estas líneas nuestro respetuoso reconocimiento a aquellos diputados locales que votaran en contra de la iniciativa de Fidel Herrera Beltrán o que, con un mínimo de dignidad se abstuvieran de aprobar el todavía presunto endeudamiento multimillonario.

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Partidos políticos. La prueba del ácido

Por J. Enrique Olivera Arce



En la democracia representativa la prueba del ácido para los partidos políticos son los procesos electorales. El sufragio ciudadano determina el ser o no ser de todo partido político. El proceso electoral del pasado cinco de julio, con un abstencionismo de un poco más del 60 por ciento, puso de manifiesto que en términos prácticos, ninguno de los ocho partidos nacionales paso la prueba. La ausencia de representatividad, credibilidad y congruencia del sistema de partidos políticos en México es más que evidente. Habiendo dejado de responder a las necesidades de participación política y representatividad electoral de la enorme mayoría de los mexicanos en edad de votar, estos, en una escala de 0 a 10 calificaron con 4 al conjunto del sistema de partidos, arrastrando consigo a una legislación electoral federal inoperante.

Hoy asistimos al funeral legal del Partido Social Demócrata que no alcanzando el mínimo de votos que le asegurara su supervivencia, no pasó la prueba de aceptación por parte de la voluntad popular. A partir de esta descalificación, surge con ello la pregunta obligada: ¿Cual sigue? ¿Cuándo tendrán lugar las próximas exequias partidistas frente a la profunda crisis de un sistema nacional de partidos políticos que avanzando a pasos acelerados hacia un nefasto bipartidismo, refleja su incapacidad para afrontar los retos de un país en quiebra técnica?

El próximo examen a nivel federal habrá de aplicarse en el 2012, con la elección presidencial y la renovación del Congreso de la Unión. De continuar la actual tendencia del electorado, con el agravante de la percepción mayoritaria de que los tres órdenes de gobierno manifiestan su incapacidad para frenar el deterioro de la vida económica y social del país, la calificación podría ser aún más baja que la obtenida en el presente año.

Pensando un poco a la antigüita, y bajo la óptica de un análisis simplista, podríamos estar de acuerdo con quienes afirman que no todas las elecciones son iguales, diferenciando a las llamadas intermedias de la sustantiva de cada seis años con una también desigual tendencia de participación y abstencionismo. Sin embargo, en las actuales condiciones que se viven en México, lo que echa por tierra tal tesis es que de aquí para adelante lo que determinará el resultado de todo proceso electoral, será la circunstancia económica y social que prive en el momento de la elección; arrastrando consigo a un sistema de partidos políticos cuya crisis aún no toca fondo y que, por lo consiguiente, no afronta el reto de actualizarse poniéndose a tono con una ciudadanía que le ha rebasado.

Fuera de la ciudad de México, todo es Cuautitlan, reza la vieja conseja con la que al mismo tiempo que los “capitalinos” menospreciaban a “la provincia” se descalificaba a la ingente necesidad de revertir el centralismo mediante un movimiento renovador que planteaba el caminar de la periferia al centro. Hoy parece que sigue privando tal añeja conseja. La vida política, económica y social se concentra en el Distrito Federal y zonas conurbadas aledañas de las entidades federativas que comparten espacios con la gran urbe. El resto del país, no obstante la tendencia a la feudalización regional y hacer pesar a los gobernadores en la toma de decisiones, el centralismo y el desdén por “la provincia”, se mantiene incólume. El trato de la prensa nacional para con las entidades federativas y las consecuencias sobre las finanzas públicas estatales y municipales como resultado del pésimo desempeño del gobierno federal, lo confirman.

Tal fenómeno no solamente se refleja, también se repite en el sistema nacional de partidos políticos. Los gobernadores podrán, pesar, influir y ser factor determinante en sus respectivas entidades federativas de la vida misma de los partidos políticos nacionales en los que a su jurisdicción compete. No obstante, las decisiones sustantivas recaen en el ámbito centralizado de las dirigencias nacionales que, entre otras cosas, administran lo mismo el reacomodo de la correlación de fuerzas en juego que los intereses de los poderes fácticos, poder real del país en su conjunto. Todo esto tiene como corolario el que en la vida interna de los partidos políticos la posibilidad de renovación y democratización resulte inviable. A más de que en una acción suicida se da la contradicción en la que los intereses partidistas del centro se confrontan con los que legítimamente respondan a la correlación de fuerzas e intereses fácticos de “provincia”. Existiendo ya de hecho una fragmentación en la que cada partido político está dividido en tantas partes como entidades federativas, incluido el D.F., coexisten en la vida republicana de México. Así, la unidad nacional de cada uno de los partidos sobrevivientes, resulta ser una entelequia.

Conforme tal contradicción se profundice con las exigencias de los gobernadores de una mas equitativa distribución de la hacienda pública federal y un mayor poder de decisión en materia de políticas públicas a nivel local, confrontando a las dirigencias nacionales con el gobierno federal, la fragmentación partidista será mayor y con un mayor grado de conflictividad, en el seno de una sociedad también dividida conforme la desigualdad y la pobreza reviven a la presuntamente muerta lucha de clases.

El tiempo avanza sin respuestas claras y contundentes a la crisis del sistema de partidos y, en Veracruz, se nos echó encima. La elección del 2010 se dará en tal escenario y no es extraño el escuchar comentar al ciudadano común, que en esta ocasión se reprobará una vez más a los partidos políticos, sometiéndoles a la prueba del ácido y que, de sufragar, será a favor o en contra de aquellos personajes que merezcan mayor confianza para el electorado, independientemente del color de la camiseta que ostenten o del calor que reciban del gobernador del estado.

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Duarte de Ochoa se deslinda. A buen entendedor pocas palabras

J. Enrique Olivera Arce



Tras la tormenta en el vaso de agua al interior del partido fiel, el diputado electo Javier Duarte de Ochoa tranquilizó las aguas. Sus declaraciones en entrevista banquetera fueron claras y contundentes: En ningún momento se ha manifestado como aspirante del PRI a la gubernatura de Veracruz. Palabras más, palabras menos, a quien se le considera el “delfín” del gobernador Herrera Beltrán cuando menos de dientes para afuera se auto descalifica como uno más de los adelantados que han hecho pública sus futuristas aspiraciones.

El futuro legislador se dice respetuoso de los tiempos marcados por el PRI y ya llegará el momento en que de acuerdo a las circunstancias diga esta boca es mía, dejando en libertad a Héctor Yunes Landa, José Yunes Zorrilla y Ranulfo Márquez Hernández, más los que se les sumen, a actuar como mejor les plazca, corriendo estos el riesgo inherente a ir en contra de las disposiciones del ahora partido rojo fidelidad, que en tono amenazante emitiera la figura decorativa que representa el papel de líder formal del priísmo en la entidad.

Nueva estrategia mediática del diputado federal electo, o sincera y honesta actitud de respeto a lo que llegado el momento el partido disponga, lo cierto es que sus declaraciones no se las traga nadie. El señor está en campaña, su imagen en los medios es tema de todos los días, sus declaraciones no se corresponden con su actual status de diputado federal electo, y su protagonismo le lleva incluso a desconocer que la voz cantante de la futura bancada priísta veracruzana en la Cámara de Diputados le corresponderá llevarla al Maestro Juan Nicolás Callejas Arroyo.

Sea como sea, sana intención de acallar el desborde de los medios y asumir una actitud humilde de respeto a los tiempos previstos, o cambio de estrategia hacia el interior de su partido, es buena señal. El invento del gobernador empieza a aprender a manejarse por sí solo, a frenar su verborrea y a concretar amarres, librándose del golpeteo mediático y evadiendo el insidioso acoso del ejército de reporteros que insten en hacerlo desbarrar, asumiéndose como el número uno entre quienes aspiran a suceder al Maestro Fidel Herrera Beltrán.

Sin embargo, nunca falta un pelo en la sopa. Así como inteligentemente se deslinda de un anticipado destape, en las mismas declaraciones se asume como revolucionario e institucional, pretendiendo ser congruente con la etiqueta de su partido. Como institucional no duda cabe, es leal a la camiseta y sobre todo fiel con el que dicen manda en Veracruz. Como revolucionario estaría por verse, pues hasta el día de hoy no da muestras ni siquiera de atender a discurso de tinte social demócrata de Beatriz Paredes Rangel, Presidente Nacional del tricolor, en su intento de mostrar el tan llevado y traído rostro renovado de la hoy primera fuerza electoral. El discurso de Duarte de Ochoa, pobre y repetitivo, es abiertamente neoliberal, contrario a lo que de la crisis espera como respuesta la ciudadanía; además, fuera de lugar porque en su calidad de diputado electo, no tiene ningún peso su reiterada propuesta de modificar rumbo y destino del presupuesto federal para el 2010.

Para nada refleja la rebeldía que como joven de el se esperaría, antes al contrario, conservador y proclive a la vida muelle, su imagen refleja lo contrario. Pero bueno, no se le pueden exigir peras al olmo, ya aprenderá si sabe abrevar de conocimientos y experiencia de no pocas vacas sagradas con las que habrá de compartir tareas comunes en la LXI Legislatura federal.

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¿Cuándo abriremos los ojos?


Por J. Enrique Olivera Arce



Contra toda señal de optimismo el horno ya no solo está para bollos. La tormenta perfecta a la que habría que sumarle nuestra reiterada costumbre de recurrir a la corrupción y a la impunidad en tiempos lo mismo en la bonanza que en la crisis, no cede. Antes al contrario, todo parece indicar que antes de tocar fondo habremos de quedar hasta sin repostero.

Si ayer amanecimos con la noticia de que el puente “Fidelidad” que por imprevisión y seguramente por un mal cálculo de futuras consecuencias de lo que para la obra pública representa el llamado “diezmo”, dejara de latir con fuerza, colapsándose. El despertar de hoy se da precedido de una verdadera pesadilla: ya no tenemos nada que bursatilizar, salvo angustia y desazón.

A las primeras horas de este aciago día, las primeras planas de los medios de comunicación dan cuenta del colapso de la vida económica de México. El INEGI anuncia que en términos anuales en el segundo trimestre del presente año la economía nacional sufrió una caída del producto interno bruto (PIB) del 10.3. Fenómeno sin precedente en los últimos 75 años que implica un retroceso de cuatro años y medio pero con 4 millones más de habitantes de los existentes al término de 2004.

Para los masoquistas irredentos, la información pueden consultarla, con pelos y señales, en la mayoría de los diarios nacionales. Pero podemos adelantarles que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, con números duros, comenta que si en el 2004 el pastel a repartir entre 103 millones 364 mil 441 habitantes ascendía a 8 billones 128 mil 442 millones, para el presente año una cifra similar tendrá que repartirse entre 107 millones 433 mil 499 personas. Así que échenle cuentas, en términos netos hoy estamos más jodidos que hace cuatro años y medio, no sin antes reflexionar que para aquel entonces se decía que gracias al TLC había inversión, producción, mucho petróleo y a buen precio, trabajo y menos pobres que lastraran el avance de la economía. Hoy ambas caras de la moneda aseguran todo lo contrario.

Y viene lo peor. Tanto el Banco de México como la mayor parte de analistas y consultores que conocen del paño, estiman que el 2009 habrá de concluir con un decrecimiento anualizado del 7.5 por ciento. En pocas palabras, el puente llamado “alternancia” está colapsado y este si que nos arrastra a todos en su caída.

La pesadilla va para largo. En el 2006 Andrés Manuel López Obrador la anunció, llamando a modificar el rumbo, a cambiar el modelo de país, y le calificaron de loco y peligro para México. Sigue insistiendo en ello y siguen llamándole demente y políticamente difunto. Bien me decía un taxista el día de ayer al comentar el colapso del puente “Fidelidad”: México es un desmadre completo, los perritos abren los ojos al tercer día de nacidos y los mexicanos, como buenos pendejos, nunca alcanzamos a abrirlos.
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Veracruz. Jugar a la pandemia

Por J. Enrique Olivera Arce



La gripe porcina a la que para evitar complicaciones a las poderosas empresas productoras y comercializadoras de cárnicos se le rebautizara como H1N1, ya tiene su propio videojuego («The Great Flu»), destaca la prensa mundial. Diseñado por un grupo de reputados virólogos que con la idea de aprovechar con fines educativos el apego de millones de niños, jóvenes y no tan jóvenes que en todo el mundo dedican gran parte de su tiempo a los videojuegos, conjuga un conjunto de estrategias que simulan las mismas herramientas con las que cuentan los gobiernos y las autoridades sanitarias: vacunas, antivirales, medidas de aislamiento, etc., para enfrentar la cada vez más extendida pandemia.

Coincidentemente, en Veracruz, pero con fines político electorales y propósitos tendientes a fortalecer las estrategias de promoción turística, en una tan inhóspita como abandonada región localizada en las faldas del Cofre de Perote, también contamos con un efectivo juego mediático que, a diferencia del videojuego citado, no educa pero que para miles de lectores a los que no convence del todo el que en la entidad a la medicina veracruzana le baste un simple tratamiento de paracetamol para erradicar lo que para el resto del mundo requiere de costosas y sofisticadas vacunas, también constituye entretenimiento y tema para intrascendentes tertulias familiares.

Como el videojuego concebido por Albert Osterhaus -primer científico en descubrir que había una nueva cepa de gripe aviar que podía transmitirse entre los humanos-, que busca a través de las nuevas tecnologías del entretenimiento el mostrar lo difícil y costoso que resulta para los gobiernos el tomar decisiones de salud pública a gran escala, el nuestro tampoco presenta monstruos ni ejércitos a derrotar, reduciéndose a una simpleza sin precedentes: una estatua en bronce de 1.30 metros de altura representando a un niño con no un cerdo sino una rana, en la mano, acompañada de un discurso enternecedor en el que se afirma que virus que no mata, engorda.

Trivializándose el riesgo mortal que para una población indefensa, sin distingos de clase o posición social representa la presencia de la pandemia en tierras veracruzanas, la incapacidad manifiesta de servicios públicos de salud para controlarla, y la irresponsabilidad oficial en que se incurre al homenajear a una criatura que tuviera en el poblado de La Gloria la suerte de no morir a consecuencia del mal hoy extendido a todo el orbe; padecimiento, paradójicamente, negado por cierto, en tanto se niega categóricamente que fuera el primer ser humano en contraer el ahora denominado H1N1.

Así se juega con la pandemia en nuestra vernácula isla de la fantasía. No se requiere ni de sofisticados instrumentos electrónicos ni de conexión a internet. Si Albert Osterhaus pretende convertir a empedernidos jugadores en auténticos estrategas en el combate a la nueva amenaza biológica, en Veracruz la lucha contra el H1N1 lo conveniente es desarmar a la población, incitarla al abandono de la prevención y a confiar ciegamente tanto en la bondad del paracetamol como en los servicios públicos de salud en los que sufridos médicos y enfermeras, mal pagados y peor equipados, están destinados a hacer milagros para evitar se erija otra estatua, esta dirigida al primer fallecido tras ser inoculado del virus de la gripe porcina.

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Veracruz. ¿Principio del fin de Fidelidad?

Por J. Enrique Olivera Arce



Hasta hace unas semanas el proyecto transexenal del gobernador Herrera Beltrán, mejor conocido como “Fidelidad”, sin adjetivos, se daba mediáticamente como exitoso. Con los resultados de la elección del pasado cinco de julio en los que el PRI triunfara en 18 de los 21 Distritos Electorales federales, el priísmo veracruzano lanzó las campanas al vuelo. Propalando que el éxito obtenido en las urnas confirmaba la fortaleza y aceptación ciudadana del gobernante, un mejor posicionamiento de este en la búsqueda de la presidencia de la República, y tener mano para imponer a su sucesor. Sentándose con ello las bases para que el proyecto fiel tuviera continuidad en la próxima administración pública veracruzana.

Al día de hoy la presunción del priísmo fiel no parece tener sustento. El optimismo que animara al proyecto transexenal de la “Fidelidad” se ve ensombrecido por aciagas circunstancias que operan en contrario. Las dos últimas declaraciones del Maestro Fidel Herrera Beltrán sobre la situación que guardan las finanzas públicas de la entidad, no son nada alentadoras. Un sinnúmero de obras iniciadas o proyectadas no podrán concluirse en el presente sexenio por falta de disponibilidad financiera. Para paliar tal escasez de recursos el gobernador ha solicitado al Congreso local autorización para colocar en la Bolsa Mexicana de Valores emisiones bursátiles por 6 mil 800 millones de pesos, a un plazo de 15 años, respaldados por las participaciones federales que anualmente recibe Veracruz.

Lo que para el buen entendedor significa que las finanzas públicas actualmente son deficitarias. No hubo el tan cacareado blindaje ni lo proyectado en materia de obra pública respondió a un plan racionalmente jerarquizado y congruente con las más que anunciadas consecuencias del errático e inadecuado manejo de las finanzas públicas federales frente a la crisis global. Como tampoco se quiso aceptar por parte del gobierno de la fidelidad que si le va a mal al gobierno calderonista nos va mal a todos, en tanto la hacienda estatal depende de la federal.

Lo mismo podría decirse de la estrategia de combatir los efectos del modelo neoliberal arrojando más gasolina al fuego. Apostarle a la bolsa de valores es tanto como insistir en seguir uncidos a la crisis financiera y sus nocivos efectos. Bursatilizar, aquí y en China, es contraer deuda, debiendo pagar esta y los servicios financieros que genera. Corriéndose el riesgo de que los bonos bursátiles queden en manos poco escrupulosas, a más de que se pignora a futuro la hacienda pública veracruzana, en perjuicio de las administraciones venideras.

Sea que se acepte o no el nuevo y multimillonario endeudamiento por el Congreso local, una cosa queda clara: lo que empezara con sin igual optimismo y triunfalismo, terminará en el 2010 como estrategia fallida. El voluntarismo y pensamiento único como rector del rojo proyecto transexenal de la Fidelidad por Veracruz, se observa trunco, empantanado y carente de respaldo popular. Para nadie es aceptable que una administración pública entregue a la siguiente arcas vacías y obligaciones de pago de deuda, que mermarán la ya de si volátil disponibilidad de recursos para que el nuevo gobierno cumpla a cabalidad con el encargo constitucional.

Y por si fuera poco, bajo el supuesto de que el proyecto transexenal contempla que quien quede al frente del poder ejecutivo estatal a finales del 2010, dará continuidad al proyecto fidelista apechugando sin hacer osos el quedar financiera y socialmente atado de manos para responderle a los veracruzanos, políticamente las cosas no están a saliendo del todo acorde con lo previsto. Javier Duarte de Ochoa, presunto delfín, a la fecha no se le ven tamaños para aspirar a gobernar a Veracruz; no crece ante la opinión pública y la promoción de su imagen y discurso es ostensible y artificialmente mediática. Obligado por las circunstancias más que ofertarse de cara a la sociedad se enfrenta al interior del PRI estatal a adversarios de mayor peso, experiencia y presencia, en un clima de confrontación entre la vieja guardia del tricolor y el arribismo de un puñado de jóvenes que no ven más allá de la oportunidad de enriquecerse a la sombra de la Fidelidad.

La situación no está nada fácil para el Maestro Fidel Herrera Beltrán y su proyecto transexenal. En los próximos meses tendrá que enfrentar la disyuntiva: Concentrarse en poner a salvo financieramente a su administración para arribar al final con buenas cuentas, o concentrarse en hacer triunfar, al precio que sea, al sucesor designado.

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Veracruz. No es hora de cantar victoria

Por J. Enrique Olivera Arce


Entre tanta noticia desalentadora sobre la marcha de la economía de México frente a la crisis global, en Veracruz se recibió como un respiro de aire fresco la información que divulgara el INEGI sobre el desempeño de las actividades económica de la entidad en el período 2003-2007. Tanto oxígeno que puede marearnos.

De acuerdo con el reporte de del Sistema de Cuentas Nacionales de México, en las que se presentan las cifras del Producto Interno Bruto (PIB) por entidad federativa, se destaca que el desempeño económico de Veracruz en el período citado fue muy bueno. En promedio, la tasa de crecimiento real del PIB registrada es de 5.4 por ciento, es decir, mayor que el promedio nacional y 10 veces más que la estimada para el crecimiento anual de la población en la Entidad, lo cual se traduce en un consistente incremento en el PIB per capita.

En 2007 el valor total de la producción de la Entidad registró un crecimiento real, es decir, descontada la inflación de 4.2 por ciento, un punto porcentual por arriba del nacional. Un hecho interesante es que en 2007 el sector productivo que más contribuyó al PIB veracruzano fue el de las “Industrias manufactureras”, el cual aportó 15.5 por ciento del total de la producción en la Entidad. A éste le siguieron “Comercio”, y “Servicios inmobiliarios y de alquiler de bienes muebles e intangibles”, ambos con 14 por ciento, y en el cuarto lugar “Construcción”, con 9.1 por ciento, aportando en el período estas cuatro actividades un poco más de la mitad de la producción de bienes y servicios de la Entidad. (La Jornada Veracruz 13/08/09).

Con dicha información, en términos generales podría afirmarse que no estaba del todo disparatada la idea de que hasta finales del 2007 Veracruz marchaba por buen camino, bajo la conducción del Gobernador Herrera Beltrán y, sobre todo, por el esfuerzo concentrado de los actores económicos, empresarios y trabajadores urbanos y rurales, que con ideas emprendedoras, tesón e imaginación contribuyeran a la buena marcha de la economía veracruzana.

Hasta ahí, la información del INEGI es alentadora. No obstante, no debería ser motivo ni de una manifestación más de triunfalismo gubernamental ni mucho menos para echar las campanas al vuelo llamando a bajar la guardia. Si para finales del 2007 la situación se consideraba bonancible para la economía estatal, también se dieron las primeras señales de los barruntos de negros nubarrones que ya amenazaban con transformarse en los próximos meses en lo que ya se ha dado en denominar “tormenta perfecta”. La combinación del derrumbe financiero mundial, la recesión económica internacional y la implantación de políticas comerciales proteccionistas en los países más desarrollados del orbe a partir de los primeros meses del 2008, fueron configurando lo que se reconoce como “crisis sistémica global”, fenómeno que ha cimbrado al capitalismo en su fase neoliberal hasta los cimientos mismos del sistema.

De ahí que en el período 2008-2009 nos encontremos en un nuevo e inédito escenario nacional e internacional en el que la situación prevaleciente no puede calificarse aún como optimista para la buena marcha de la economía de México y, por lo que a nosotros toca, la veracruzana. Sobre todo si tomamos en consideración el crecimiento y desarrollo desigual entre regiones y lo focalizado de los bolsones exitosos de los cuatro rubros que para el período 2003-2007 soportaran el crecimiento del PIB estatal, que hoy por hoy se presume sean deficitarios a decir de los propios agentes económicos. A lo que habría que agregar la pérdida de mercados en el exterior para la industria maquiladora y producción agropecuaria, la reducción de remesas provenientes de los connacionales en el extranjero así como el anunciado déficit de las finanzas públicas en los tres órdenes de gobierno. La crisis está repercutiendo en las tareas de impulso al crecimiento económico, empleo y capacidad real de compra de la población en el mercado interno, con el consiguiente desequilibrio entre oferta y demanda de bienes y servicios.

Entre paréntesis, vale la pena señalar que finanzas públicas y actividades productivas a cargo del sector privado son dos temas que deben diferenciarse. Paradójicamente en las actuales condiciones para que crezcan las primeras deben castigarse fiscalmente a las segundas, siendo por tanto diferenciado el impacto de la crisis.

No estando el horno para bollos, se debería ser cauto en la celebración de lo anunciado por el INEGI. No se ha tocado fondo frente a la crisis y lo peor está por venir. Por más que se insista en que desde el Congreso de la Unión la diputación veracruzana presionará para modificar las políticas económicas de la administración federal calderonista, lo obvio está a la vista: No hay dinero suficiente ni lo habrá en el 2010, para mantener el flujo de recursos necesarios para sostener el ritmo deseable de impulso al crecimiento y desarrollo de las entidades federativas. Si bien nos va, se sostendrán los programas asistencialistas federales destinados a paliativos que frenen el amenazante clima de estallidos sociales. Pero lo más grave es que tampoco existe voluntad política para modificar el rumbo, avanzando hacia un nuevo modelo de país.

Así que lo que procede lo mismo para la administración pública que para los sectores social y privado, es apretarse el cinturón. Priorizar el destino de los recursos disponibles sometiéndoles a un severo y jerarquizado orden de atención a lo más urgente, dejando de lado el nocivo triunfalismo, la ostentación de lo superfluo y el deporte electorero que todo contamina.

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PRD. Para que insistir en su rescate

Por J. Enrique Olivera Arce



Hace unos días el ameritado maestro Jorge E. Lara de la Fraga en artículo de su autoría publicado en “Diario de Xalapa”, se pregunta: ¿Qué haremos con el PRD?

Sin militar en dicho instituto político, a decir verdad podría afirmar que para cualquier persona en su sano juicio la respuesta sería: Nada. Nada que a estas alturas se pueda hacer por un partido político en agonía que se propuso devorarse a sí mismo. Reconociendo la relevancia que en su momento tuviera para la vida política de México, a mi juicio cumplió su ciclo histórico tras haber perdido el rumbo inicial, dejando de ser referente legítimo para la izquierda electoral y social de este país.

Convertido en alcahuete de una camarilla de falsos redentores y huestes de tribus canibalescas sin mayor propósito e interés que no sea el disputarse cuotas de poder, cargos de elección popular, y obsceno disfrute de prerrogativas derivadas de aportaciones fiscales de los contribuyentes, el partido del sol azteca marcha a la deriva, de espaldas a las mejores causas del pueblo de México y sumiendo a lo mejor y más respetable de su militancia en un laberinto cuya única salida es un tobogán que conduce a la nada.

Se habla de dientes para afuera de una “refundación”. Tras este falso propósito se oculta el gatopardismo de las camarillas que secuestraran al partido. Cambiar para seguir igual, o peor. Conservándose en el mismo costal la corrupción acumulada de oscuros intereses bajo el resguardo de las visibles cabezas de la antropofagia tribal y las nobles y honestas intenciones de aquellos militantes que ingenuamente confían en que es posible recuperar para la izquierda nacional lo que ya de hecho es un cadáver viviente.

Como expresión vernácula de tal pretendida refundación, en Veracruz se sigue la misma tónica. La misma gata con un nuevo revuelco, bajo la conducción de dirigentes, ex dirigentes y “líderes morales” que prestos se apuntan como “salvadores del partido”, al margen de la base y con el mismo propósito de siempre: medrar a costillas de la necesaria participación en la vida política de aquellos ciudadanos que se identifican con la izquierda o centro izquierda. Las mismas caras, las mismas mañas, reunidos para llegar a un arreglo cupular en el que a nombre de la unidad ninguna de las tribus resulte raspada en el nuevo reparto de la estructura burocrática.

Honestamente estimado Maestro, no basta con recomenzar partiendo de cero cuando se carece de honestidad intelectual para reconocer que el PRD dejó de significar paradigma de lucha y compromiso. El Partido está muerto, como opción electoral y como referente de la izquierda histórica de este país. No vale la pena, frente a la crisis que afecta ya a la mayoría de la población, perder el tiempo en su rescate.

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Las falacias de la fidelidad

Por J. Enrique Olivera Arce



Algún día no faltará un investigador serio que, liberado de la influencia y peso específico del régimen estatal de la llamada fidelidad, habrá de publicar un estudio objetivo de la realidad real del sexenio que le tocara en suerte gobernar al Maestro Fidel Herrera Beltrán, en el que se dilucide el tamaño, forma y contenido de las falacias que hoy por hoy los veracruzanos estamos obligados a tragar; no por gusto, por cierto, sino por el hecho mismo de que la mayoría de los actores políticos y medios de comunicación no nos ofrecen más de una sola sopa: frente a una desquiciada realidad nacional Veracruz se distingue por mantener su ritmo ascendente, lo mismo en crecimiento económico, generación de empleos, infraestructura, educación, salud, atención al campo, que en finanzas públicas.

Idealizado panorama que nadie se atreve a poner en duda ante la ausencia de información fidedigna que respalde o cuestione el discurso mediático oficial. Imponiéndose así el triunfalismo de que hace gala el régimen de la fidelidad. Y cuando alguien alza la voz, como fuera el caso de los personeros de la oposición, desmintiendo a los voceros fieles, éstos son satanizados o simplemente ignorados por los texto servidores pagados por el régimen.

Es por eso que llama la atención que para fundamentar el perjuicio que a la entidad causa el (des) gobierno de Felipe Calderón Hinojosa y su errática y por demás fallida política económica y social, el economista y diputado federal electo, José Yunes Zorrilla, para distinguirse del también diputado federal electo Javier Duarte de Ochoa, portador este del discurso a modo de una juventud priísta ayuna de ideas con la que no se identifica la mayoría de los jóvenes veracruzanos, aprovechara el foro de la reunión-desayuno de la agrupación “Entidad Plural” que preside el buen amigo Felipe Hakim Simón, para hacer un rápido recuento de algunos aspectos destacados de lo que a su juicio guarda tanto la vida económica como las finanzas públicas estatales frente a la crisis global.

Destacando dos aspectos que guardan estrecha relación con el mediático clima de bonanza que se insiste cobija a Veracruz: Empleo y pobreza. En lo referente al primer renglón, Yunes Zorrilla señaló que en Veracruz un 36% de ciudadanos se encuentran sin oportunidades de trabajo, en tanto que por lo que toca al flagelo de la pobreza, afirmó que un 59% de los 7 millones 110 mil habitantes de la entidad, padece pobreza patrimonial, además de un alto porcentaje que no cuenta con un sistema de salud pública. Reconociendo que tal rezago se debe en buena medida al modelo neoliberal ya caduco bajo cuya tónica se ha venido rigiendo la marcha del país en los últimos años.

Con base en estas afirmaciones, en la misma reunión quien esto escribe entre otras cosas comentó: “No hay economía que pueda salir adelante con un lastre de más del 50 % de su población en condiciones de pobreza o pobreza extrema”. Con lo que me basta para poner en duda el triunfalismo fiel.

Paradójicamente, un día después, los medios de comunicación atribuyen a Américo Zúñiga Martínez, Secretario estatal de Trabajo, Previsión Social y Productividad, una declaración en la que con todo desparpajo, sin mencionar lo dicho por José Yunes Zorrilla, afirma que: “... el 97 por ciento de la población económicamente activa de Veracruz, mayor de 18 años, tiene una oportunidad laboral”. Insistiendo en se sigue incrementando en la entidad el número de nuevos empleos generados.

¿Quién se aproxima a la verdad objetiva y quién miente? ¿José Yunes Zorrilla o Américo Zúñiga Martínez?

Para descargo del joven Secretario estatal del Trabajo, este dice apoyarse en la estadística del IMSS. Flaco referente en el que ni los mismos empleadores confían a sabiendas de cómo se manejan en dicho organismo las altas y bajas de los afiliados. No obstante, el funcionario bien se cuida de no comparar el número de nuevos afiliados al Seguro Social con el número de aquellos que en igual lapso –primeros meses del año- perdieran su empleo. Tampoco nos dice en que porcentaje los nuevos empleos contribuyen a dar respuesta a la demanda que se genera anualmente con la incorporación de miles de jóvenes al mercado del trabajo.

Para el grueso de la población, con base en lo que se vive en carne propia, está más claro que el agua que cada vez es más estrecho el campo de oportunidad laboral para los jóvenes que se incorporan año con año a la población económicamente activa, como estrecho también es el campo de oportunidad de educación media superior y superior para las nuevas generaciones.

Un alto porcentaje de jóvenes veracruzanos ni trabaja ni estudia. Sumándose al ejército de pobres que lastra a la vida económica y social de la entidad.

Ya habrá oportunidad en un futuro no lejano de conocer a ciencia cierta, con números duros, cual ha sido el comportamiento del crecimiento económico y del empleo en Veracruz en el actual sexenio, así como en que medida este flagelo se ha combatido con eficacia por el gobierno estatal. Hoy por hoy, la percepción que se tiene sería apenas pálido reflejo de una realidad marcada por una crisis global de la que no escapa nadie.

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Veracruz. La realidad real frente a la imagen virtual

Por J. Enrique Olivera Arce



“Manipular las opiniones es posible, desde luego, y se hace constantemente, pero nunca se está seguro de cuando la amplificación complaciente del dogma propio comienza a transformarse en paradójica consolidación de la herejía de los adversarios”.
Fernando Savater



Leyendo lo que al gobierno estatal le interesa difundir y lo que de la vida cotidiana de los veracruzanos reflejan los medios informativos, pareciera existir un mundo de distancia entre ambas lecturas. La realidad real, terca como siempre, bien que se encarga de desmentir a la otra, la realidad virtual que se nos vende cotidianamente.

Los discursos de todos los días del Maestro Fidel Herrera Beltrán, contribuyen a lo anterior. Un día sí y el otro también, para quien sienta necesidad de escucharlos, el idílico paisaje de una entidad pujante, próspera, cuyos habitantes viven tranquilos y al margen de la inseguridad y crisis económica que afecta al resto de México, con el que retóricamente se plasma la realidad virtual, referente oficial de rumbo y destino de Veracruz, más que desdibujar a la otra realidad, la real, confirma a esta como verdad objetiva.

Con motivo de la revelación de la placa con la que el Congreso local rindiera tributo a las Leyes de Reforma, en su discurso el Maestro Fidel Herrera Beltrán puso sobre la mesa la contradicción a que nos enfrentamos: “... en la hora actual la injusta distribución de la riqueza y el modelo económico neoliberal agotado, que en sus ciclos provoca más pobreza y angustia es el otro gran enemigo de la salud pública”. Reconociendo, con ello, lo que ya a nivel internacional no pudo seguirse ocultando tras los fracasos de un modelo de desarrollo que dio al traste con la economía mundial. No obstante, la sociedad veracruzana y con ella su administración gubernamental, no hace nada por cambiar de rumbo, vivimos en y para ese neoliberalismo caduco que se niega a reconocer en los hechos que el gran enemigo a combatir, caldo de cultivo y razón de ser del clima de violencia, inseguridad y paralisis del quehacer económico, es precisamente la desigualdad y la pobreza que generan deterioro del tejido social, pérdida de valores, deterioro del nivel de vida de las mayorías, así como el quebranto del marco jurídico en que se sustenta la gobernabilidad.

En el marco de ese modelo neoliberal agotado que nos atara al llamado Consenso de Washington desde hace cinco lustros, México combate efectos sin atacar las causas que hoy tienen al país al borde del desastre. Más de cincuenta millones de mexicanos en condiciones de pobreza o pobreza extrema, sobreviviendo en el margen objetivizan el peso específico de rezagos sociales, estrategias de crecimiento y desarrollo y políticas públicas fallidas que, acompañadas por la ceguera de un sistema político en crisis, conforman la realidad real en contraposición a la imagen virtual que, mediáticamente, se pretende imponer.

Lo que atañe al todo atañe a las partes. Veracruz, nuestro entorno más cercano, vive en carne propia tal realidad nacional. En el discurso se nos pretende aislar, convencernos de que somos ajenos al México que acusa una crisis económica y social que ya trastoca todos los ámbitos de la vida cotidiana. Estamos blindados, se insiste. Finanzas públicas sanas y una política de generación de nuevas fuentes de trabajo que permite que el empleo mantenga su ritmo ascendente. Lo mismo en el medio urbano que en el rural, vamos bien, cuando la realidad, la real, a gritos señala lo contrario.

Se festina lo virtual ignorándose lo real, mientras el mejor testigo, el bolsillo y bienestar de la gente, dice en silencio que el emperador luce en cueros su mejor atuendo.

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