Ni matrimonio ni “acostón”
J. Enrique Olivera Arce
Para
Veracruz referible un matrimonio desavenido que un mal “acostón”, y bajo esta
pedestre premisa, Javier Duarte de Ochoa finca la unidad priista rumbo a la
candidatura al mini gobierno de dos años, encontrando lo mismo aceptación que
sumisión entre sus correligionarios. Nadie entre las filas priístas le objeta, nadie, incluidos los senadores
Yunes Landa y Yunes Zorrilla le enmienda la plana a quien con vulgar lenguaje, se asume como el legítimo consorte
de los veracruzanos. Así se teje la democracia en la entidad.
Héctor
y Pepe, sus seguidores y sus porras a modo, no aplaudieron pero guardaron
silencio, muy al contrario de la voz unánime en los tendidos, condenando la
“bellaquería” de quien ostentándose como el primer priista de Veracruz,
enloda aún más tanto a su partido como
al cochinero electoral en curso. El que calla otorga, la pírrica unidad priista
en la entidad pasa por Javier Duarte.
En
este marco de referencia, el tricolor cede la iniciativa a una mal conformada
oposición que no perderá la ocasión para darse por victimizada ante el votante
potencial, como victimizada se da la mayoría de los veracruzanos opuestos al
matrimonio por arreglo.
Y
si de matrimonio se habla, antes que un contrato social y político devenido en
violencia intrafamiliar, esas mayorías hoy ofendidas, preferirán el estatus de
unión libre, como el libre que es el albedrío para escoger mejor partido. Por
la libre, ni matrimonio forzado ni en mal momento el “acostón” ausente de
futuro. Ni sufragio para unos ni sufragio para otros. Antes que coyunda, el voto en blanco de castigo para todos; la
descomposición del proceso electoral en curso lo amerita, poniéndose nuevamente
sobre la mesa la negativa opción del voto nulo.
Opción
más que comprobada que no conduce a nada, salvo ponerle al tricolor el triunfo
en charola de plata. Voto nulo, voto en blanco, voto a favor de candidato
independiente, o voto por Juan de los Palotes como candidato sin registro, para
el caso es lo mismo contribuyendo a la dispersión y atomización del
sufragio, cediéndole terreno al voto
duro tricolor, comprado o por convicción que valida y refrendará el triunfo pírrico comicial de la
primera minoría.
Alianza PAN-PRD
Como
contrapartida se asume que la alternancia opositora del PAN-PRD, abre el camino
a la democracia negada, contribuirá a sacar a la entidad del atascadero
encauzándole por un nuevo rumbo, camino del anhelado progreso. Canto de
sirenas, a falta de ciudadanía y cultura política, para el pueblo empobrecido
oferta de un nuevo orden libre de corrupción, impunidad, simulación y con
seguridad pública plena en el cotarro. Falsa ilusión, el nuevo orden empieza en
casa y está más que comprobado que los partidos aliancistas, solos o coaligados,
se niegan en los hechos a la vida democrática en su propio corral.
Triste
realidad, pero electoralmente es la nuestra en Veracruz.
Ganar por ganar
“Es
la economía, estúpido”, dirían al presidente Clinton lo mismo sus críticos que
sus más cercanos favorecedores. La alternancia opositora está en la misma
tesitura. Si de pragmatismo coyuntural en la política política aldeana se
trata, nada más alejado de una opción de cambio, democracia y progreso, que
esconder la cabeza en la arena, negándose en el afán electorero a un entorno
externo e interno más amplio,
determinado por la economía de un todo que arrastra a cada una de sus
partes. El mundo globalizado dicta las reglas del juego, economía de mercado
bajo las reglas del neoliberalismo, o nada. El problema es ideológico en lo
global, la aldea no escapa a tal encanto, uncida la entidad al modelo de país
que impulsa el peñismo en concordancia con los centros del poder mundial, vamos
en el mismo costal.
Si
la opción ideológica neoliberal es todo o nada, la opción para una oposición
real no puede ser otra que buscarle por el lado de una izquierda auténtica
que, en frente único con movimientos
populares contestatarios, electoralmente oferte alternativas diferentes.
Utopía,
dicen los aliancistas del PRD. La izquierda en solitario borda en el vacío
renunciando de facto al propósito de echar fuera del gobierno al PRI. Pasando
por alto que con todas sus implicaciones
en la coyuntura, ganar por ganar sin aspirar a un cambio real en una economía
lastrada, estancada y en acelerado derrumbe, no tiene sentido. Combatir la
corrupción gubernamental y la inseguridad no es todo ni garantiza
fortalecimiento democrático, si la bondad de la alternancia propuesta no se
refleja cotidianamente en el bolsillo de los veracruzanos.
Resistir también es opción
Luego
buscar con dignidad, de pie y con la frente en alto, una alianza con el pueblo
ignorado, engañado y empobrecido en oposición al modelo económico y social
neoliberal que el régimen político en México respalda, también es opción. Si no se gana hoy, se
ganará mañana, que con utópicos sueños se construye futuro y se escribe la
historia. Cuestión de enfoques.
Empero,
no basta para una alianza de tal envergadura con buena voluntad, formación
profesional y carta de honestidad de quien pudiere pasar la prueba del ácido
para sacar adelante al buey de la barranca. Un frente amplio popular requiere
de experiencia, oficio político y liderazgo legítimo, aceptación plena desde
abajo, horizontal y verticalmente, de quien la encabece y no imposición cupular
al estilo del viejo régimen. Luego queda la interrogante:
¿Se
cuenta Veracruz con un liderazgo de izquierda capaz de movilizar a las
mayorías, aglutinarles y transformar descontento y hartazgo en conciencia de la
necesidad de tal frente amplio popular? Honestamente lo dudo, pero no hay peor
lucha que la que no se hace. Resistir también es opción.
Quien
esto escribe y pulsocritico.com desean a sus lectores y amigos, felices fiestas decembrinas, así como a lo
largo del nuevo año, salud, bienestar y
un cúmulo de logros personales y familiares. Que no decaiga la esperanza.
Cd.
Caucel, Yucatán, diciembre 21 de 2015.
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