“Dos años bastan…” ¿Certeza o demagogia?
J.
Enrique Olivera Arce
Bueno, era lógico esperarlo. La
dinámica inercial del viejo régimen puede más que la sensatez y el buen juicio
en el proceso electoral en marcha, como se puede observar en la tónica del
discurso de quienes aspiran al gobierno de dos años en Veracruz.
Las mismas mañas, los mismos
vicios que apuntan a considerar a los votantes potenciales como menores de
edad, incapaces de pensar y discernir sobre lo que ven, escuchan y perciben lo
mismo en el discurso proselitista que en la parafernalia en la que se cobija la
demagógica retórica. Nada que indique disposición a considerar que los tiempos
que corren ya no son los mismos que aquellos en los que engañar y manipular a
la audiencia era el camino para sumar adhesiones y sufragios, como tampoco hay
visos de una aceptación tácita de una realidad real que indica que Veracruz y
el mundo han trascendido el tiempo, ya no son los mismos.
Más en un Veracruz, entidad federativa en la que el repudio a la
élite gobernante va de la mano con el descontento y hartazgo de una población
dañada, lastimada e incrédula en la que su vida cotidiana está preñada de inseguridad
e incertidumbre. La sociedad veracruzana ha cambiado, toma conciencia de su
cotidiano existir y de sus necesidades reales y sentidas, las que no ve reflejadas en propuestas
descontextualizadas y ajenas a la realidad real.
Una frase de campaña de uno de
los aspirantes lo dice todo: “Dos años bastan…”, sin parar mientes en quien la
expresara, que no sólo el daño
infringido a Veracruz por un gobierno fallido, también el deterioro económico y
del tejido social al paso del tiempo, son de tal magnitud que no dos, sino
acaso 10 o más años son necesarios para enderezar entuertos y restablecer
normalidad, confianza y certidumbre en el futuro.
Esto, sin considerar como
contexto más general, que Veracruz es
parte de un todo nacional que con la instauración del modelo neoliberal de país
por los últimos gobiernos a lo largo de más de tres décadas, no escapa a la
pérdida de expectativas de crecimiento con bienestar y desarrollo con justicia
social para las mayorías. Desigualdad,
pobreza e inseguridad, como constante es el fruto perverso de este modelo
y todos vamos en el mismo barco. Contexto que profundiza y agudiza la
inviabilidad de conjugar con éxito en el menor tiempo posible lo deseable con
lo posible. Luego en este marco de referencia, dos años de gobierno no bastan
para reencontrar el camino perdido; cuantimás si a nivel nacional el gobierno
priísta con Peña Nieto a la cabeza, no sólo no tiene intención de cancelar el
modelo privatizador y empobrecedor en curso, sino todo lo contrario, insiste en
llevar las presuntas reformas estructurales hasta sus últimas consecuencias.
Con este escenario como
referencia, a mi juicio, insisto, no todo lo que los aspirantes consideran
quiere la gente escuchar, tiene visos de verdad, reduciéndose a simple
expresión demagógica ajena a lo que los veracruzanos esperan de una renovada
administración pública estatal.
Certeza o demagogia, que los
veracruzanos juzguen por sí mismos antes de emitir su voto en junio próximo.
Hojas
que se lleva el viento
Según anuncia el senador José Yunes Zorrilla, la
minuta de la Cámara de Diputados referente a la Ley Federal de Zonas Económicas
Especiales y la adición al artículo noveno de Bienes Nacionales, será
dictaminada en las primeras semanas del mes de marzo. Una escalada neoliberal
más que responde a compromisos con los poderes fácticos, domésticos y externos,
y no a las necesidades reales de la mayoría de los mexicanos. Y aún hay más,
Peña Nieto anuncia que en 2017 le recetará a México otra andanada de las
llamadas reformas estructurales, privatizadoras y empobrecedoras como corresponde
al modelo de país impuesto por los organismos financieros internacionales. Esto
en el marco de un escenario de crisis global insoluble y barruntos
nacionales de recesión y retroceso
económico que anuncia más despidos, más pobreza y más desigualdad.
¿Aguantaremos los mexicanos más de esta sopa?
-ooo-
Gracias
a una argucia legal los partidos políticos que contienden por la
minigubernatura de dos años en Veracruz, evaden la veda electoral y reciben
recursos frescos del erario público para actividades proselitistas, utilizando
“patiños” como precandidatos simulando una competencia democrática a su
interior que no es tal, toda vez que ya
está definido quién en definitiva les abanderara en la justa. Ni hablar, es la
partidocracia la que hace las reglas del juego esperando que los electores
potenciales se traguen el garlito. Y luego acusan a López Obrador de crear
“Juanitos”.
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