Exorcismo en el PRI.
El mismo traje con distinta etiqueta

J. Enrique Olivera Arce



El surrealismo político mexicano no tiene fin. Bajo el supuesto de que las mayorías populares son menores de edad, se recurre al analfabetismo funcional como fórmula de gobernabilidad. Si para el PRI cambiar de caballo sin cambiar de jinete es sinónimo de cambio, para el pueblo de México es ni más ni menos que la misma gata con un nuevo revuelco.

Soslayar que objetivamente la crisis del sistema de partidos políticos en el país tiene profundas raíces éticas y morales, pretendiendo convencer que otro será el traje con simplemente adosarle a la prenda una nueva etiqueta, o es ingenuidad o el PRI de espaldas a la historia confirma, una vez más, su desprecio a la inteligencia.

Bastaron escasos 25 minutos para en Aguas Calientes adosar la nueva etiqueta. No más el anteponer intereses personales a la unidad del partido. La Revolución Mexicana y sus demonios, fue exorcizada. Beatriz Paredes, teniendo como fondo la celestial música de las porras de Peña Nieto y Herrera Beltrán sentenció: “El PRI es la corriente histórica que puede articular la libertad de mercado con el ejercicio responsable del estado social de derecho y la defensa irrenunciable de la soberanía”. El salinismo vuelve por sus fueros…

Ulises Ruiz y Mario Marín, gobernadores preciosos, validaron la legitimidad de la ceremonia. Manuel Bartlett y su grupo crítico, fueron acallados, Manlio Fabio y Gamboa Patrón, blancas palomas. Se planchó previamente el traje y la XX Convención Nacional del PRI, terminó en paseo turístico con cargo al erario público para los 3,900 delegados. Así es el México surrealista de siempre.

Lo que queda en el aire es la interrogante: ¿Qué debe entender la militancia tricolor por socialdemocracia? ¿En que se diferencia de la democracia cristiana del PAN? Más si aún no tiene claro que se debe entender por democracia en el PRI.

De existir una izquierda organizada y congruente, frente al pragmático gatopardismo electorero diría: Ni un voto al PAN, ni un voto al PRI. Desafortunadamente esta no existe. Nuevamente cartucheras al cañón, quepan o no quepan, aunque me mantengo en lo dicho: el bipartidismo en México, sueño guajiro de la reacción.


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“Veracruz, granero de México”, demagogia y simulación.

J. Enrique Olivera Arce



Confirmando nuestro punto de vista expresado en el apunte del pasado 14 de mayo, titulado “El Campo Mexicano. Esperanzas por votos”, el diario La Jornada en su edición del pasado 11 de los corrientes, publicó un interesante reportaje de René Alberto López, corresponsal en Tabasco, titulado “Agoniza el Plan Chontalpa; ejidatarios y campos de cultivo, casi en la ruina”. En este, el autor destaca que “hace 43 años, el proyecto de desarrollo agrícola Plan Chontalpa prometía convertir esa región en el granero del país. En sus buenos tiempos llegó a producir 30 mil toneladas de arroz. Hoy, sus campos de cultivo languidecen, la planta y la maquinaria están casi en ruinas, y los ejidatarios enfrentan problemas de cartera vencida”.

En nuestro aporte, señalamos que “Actualmente difícilmente los 22 ejidos colectivos del Plan Chontalpa, en vía de privatización y sometidos a la reproducción del sistema económico dominante, se pueden diferenciar de otros ejidos del país. La producción y productividad cedieron el paso al asistencialismo oficial de subsistencia y la política electoral substituyó a la organización social colectiva; se abandonó la infraestructura hidráulica, y cinco mil familias, a pie de vía, esperan en vano un nuevo ferrocarril que les conduzca a un mejor destino”.

Testigo y protagonista de un programa de colectivización ejidal que alcanzara su más alto nivel con la constitución de la “Unión de Ejidos Colectivos del Plan Chontalpa, Lázaro Cárdenas del Río”, y cuyo modelo de organización sustentado en la democracia participativa, se reprodujera en diversas microregiones de Tabasco y del país en el sexenio de Luís Echeverría Álvarez, en su momento me lleno de orgullo y satisfacción el ser parte de los miles de jóvenes que comprometidos con el nuevo impulso al proceso de la Reforma Agraria Mexicana, pusiéramos lo mejor de nosotros mismos al servicio de un modelo agrario que apuntara a marcar el rumbo en la construcción de un nuevo y más vigoroso estado de cosas en el campo mexicano. Hoy, con la confirmación de nuestra apreciación ya anotada, aquel orgullo y satisfacción se reduce a un mal sabor de boca. El fracaso del Plan Chontalpa me alcanza y me llena de tristeza.

No sólo fracasó el ambicioso proyecto en la región de La Chontalpa. También en todo el país se perdió la esperanza que los hombres del campo depositaran en sus instituciones republicanas, incluida la Confederación Nacional Campesina. La traición, el abandono y la demagogia neoliberal, substituyeron a organización, capacitación, asistencia técnica, crédito, y democracia participativa en el campo mexicano; en detrimento de una histórica forma de vida productiva y social con las consecuencias que en materia de pobreza, desigualdad, migración y dependencia agroalimentaria, hoy, coloca a México como país entre los últimos de América Latina.

De ahí mi indignación cuando leo en la prensa diaria que, gobernantes y funcionarios, se llenan la boca, declarando que se apoya al campo y que en unos cuantos años Veracruz será el granero de México. No hay tal apoyo ni es viable lo que ofrecen los políticos cuando en su imaginación construyen a base de mentiras un escenario promisorio. Lo que existe en materia agroalimentaria es un proyecto neoliberal de un gobierno de empresarios para empresarios, que privilegia a los menos y castiga a la mayoría de los hombres del campo; reduciéndolos al papel de dependientes de la caridad oficial o, en el mejor de los casos, a jornaleros en su propia tierra. Como tampoco, más allá de desplantes demagógicos electoreros, la Confederación Nacional Campesina y sus expresiones estatales, constituyen esperanza reivindicatoria alguna.

El fracaso del campo arrastra al resto del país. La soberanía y autosuficiencia alimentaria es ya utopía. El caldo nos sale más caro que las albóndigas, y a la importación de alimentos habrá de seguirle la reducción de remesas de nuestros paisanos en el extranjero, así como la repatriación de los expulsados que ya no tienen cabida en la economía recesiva del norte, sin que exista blindaje eficaz para evitar la debacle. A la luz de los hechos, Andrés Manuel López Obrador tiene razón. O se cambia de rumbo o terminaremos en una simple colonia dependiente del capital extranjero.

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El PRD y la Consulta Ciudadana en Veracruz

J. Enrique Olivera Arce



Nadie lo dice en voz alta, pero todos lo piensan. Si de un balance crítico de los resultados de la Consulta Ciudadana en Veracruz se trata, no puede dejarse de lado el efecto que sobre la misma tuviera el que a última hora la estructura perredista estatal se montara en la convocatoria y organización del ejercicio democrático.

Lo que en sus inicios fuera un esfuerzo ciudadano, apartidista, entusiasta, en el que reinara la alegría surgida de la convicción y la conciencia de veracruzanos honestos y bien intencionados, de golpe se vio opacado por la presencia de la estructura perredista en la convocatoria, organización, distribución de los responsables de las mesas de consulta y hasta en los recursos materiales dispuestos para el ejercicio. El peso del descrédito del partido del sol azteca y su corrupta dirigencia estatal, se dejó sentir, inhibiendo la participación ciudadana.

No fueron pocas las personas, influidas o no por los medios de comunicación, que tomaran como referente para la consulta el cochinero en que la estructura del PRD transformara su elección interna. Incluso, el tradicional voto duro que se destacara en la elección presidencial del 2006, justificó su ausencia en el ejercicio con el argumento de la falta de respeto a la militancia por parte de la burocracia del partido en Veracruz, a la que se considera responsable de la debacle de marzo.

Con una credibilidad prácticamente nula y por lo consiguiente una también nula capacidad de convocatoria, la estructura formal y burocrática del PRD, más que coadyuvar al buen éxito de la Consulta Ciudadana se constituyó en un estorbo y, para muchos, incluso sabotaje deliberado auspiciado desde la cúpula estatal priísta.

La actitud positiva de las brigadas del Movimiento en Defensa del Petróleo, no aflojando en sus propósitos y seguir adelante con la lucha de resistencia pacífica, ni dejarse amilanar por los resultados cuantitativos de la Consulta en Veracruz, magnificados por la mayoría de los medios de comunicación como elemento para descalificar la importancia y trascendencia cualitativa del ejercicio, es más que evidente. En tanto que la estructura burocrática del sol azteca, más preocupada por mantener el control de prerrogativas y prebendas que en mantener viva la llama de la resistencia en las filas del partido, hace mutis y se pliega al veredicto de los medios que le hacen el juego lo mismo al PRI que al calderonismo.

El PRD tocó fondo en Veracruz. Electoralmente se le considera muerto y enterrado, socialmente inexistente. Habría que ver como se comportan sus bases ante la disyuntiva de rescate de su partido o desbandada. Por lo pronto, el ex diputado Uriel Flores Aguayo y sus seguidores no quieren saber nada más del PRD y se reorganizan en torno a una nueva asociación política que, a decir de quienes conocen el paño, terminará en brazos del PRI.

Si esto último es así, habríamos fallado en nuestras apreciaciones. No obstante aún es de esperarse que de darse una desbandada mayor, la base perredista emigre a Convergencia o al PT, enriqueciendo la vida de estos institutos, antes que al PRI. Lo preocupante es que se optara por sumarse al ejército del abstencionismo, pues del valemadrísmo político al retroceso democrático, sólo hay un paso.
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