Final sin fanfarrias


J. Enrique Olivera Arce



En tanto nuestra autóctona clase política juega al gato y al ratón, compitiendo en clásicas triquiñuelas que terminan por concretar la manipulación de que es objeto la ciudadanía, en Canadá se ratifica por parte del gobierno calderonista, la sumisión de cientos de miles productores del campo a las leyes del mercado dictadas desde los centros internacionales del poder económico. Lo convenido en el TLC por el gobierno priísta de Carlos Salinas en el renglón agropecuario, se ratifica por el gobierno panista de Calderón Hinojosa.

Oficialmente, la Secretaría de Economía divulgó que su titular, Eduardo Sojo, "no abordará el asunto de la desgravación total de maíz, frijol, azúcar y leche en polvo pactados para 2008”

Concretándose la alianza del PRI y el PAN en contra de los campesinos de México, y poniéndose punto final a lo que durante varias décadas fuera sustento de los principios sustantivos de una revolución agraria que, en primera y última instancia, terminó por beneficiar a los intereses internos y externos que este movimiento social pretendiera en su momento erradicar.

Ocupados en el proceso electoral y preocupados por sus posibles resultados, políticos y servidores públicos de todos los niveles, ni sudan ni se acongojan frente a la traición y la suerte que con esta le depara al campesinado veracruzano. Ubicándose en la misma tesitura todos aquellos que se dicen líderes agrarios; los mismos que en la arrebatinga de las parcelas de poder están recibiendo ni más ni menos que lo que merecen: limosna política; quizá como último pago a un sector que, a partir del primero de enero del 2008, se considerará ya prescindible.

Con la ratificación de un tratado asimétrico en el que desde su firma inicial se pusiera en franca indefensión al pequeño y mediano productor agropecuario, PRI y PAN, unidos por los mismos intereses, eliminan de un plumazo los vestigios de justicia social que alguna vez animara el discurso emanado de la Revolución Mexicana. Dejando atrás el atraso de lo que consideran una rémora, para dar paso a una falsa modernidad sustentada en el libre mercado. En un país profundamente desigual, la asimetría entre dos economías distintas en su forma y en su esencia, se impone al campo mexicano; la igualdad de oportunidades dependerá de la productividad y la competitividad de cada productor, independientemente del régimen de propiedad de la tierra, su calidad productiva, y capacidad económica y tecnológica para hacerla rendir con ventaja. Las ovejas compitiendo con los lobos en un sálvese quien pueda.

El PRD, presunto representante de las clases más desprotegidas, con su silencio se hace cómplice. Tan o más preocupado y ocupado en su propia crisis, que el resto de los partidos políticos que cojean del mismo mal, no dice esta boca es mía. Heredero de los mismos males que dice combatir, tiene como prioridad en Veracruz atenuar su irreversible agonía alcanzando una que otra posición en el Congreso local. No para reivindicar justicia, sino para satisfacer personales y perversos apetitos.

El gobierno del estado, poniendo toda la carne en el asador, de espaldas a lo que viene, irresponsablemente se olvida que los servidores públicos son eso, servidores públicos y no empleados del gobernador en turno u operadores políticos al servicio del partido que se dice gobernante. Alejados de su función sustantiva, dejando al garete la encomienda que en ellos depositara la ciudadanía, dócilmente estos se avocan a cumplir con el logro de un capricho partidista: ganar la elección con carro completo, a como de lugar y cueste lo que cueste, sin el menor reparo y ajenos a lo que sin duda es hoy más que nunca prioritario, la supervivencia del campo veracruzano. El mismo campo que no es aquel del que se espera copioso sufragio, sino el que es razón de ser de varios millones de veracruzanos que ven sellado su destino, condenados a morir de inanición.

El juego del gato y el ratón puede seguir su curso y, culminando, iniciar otro, como es costumbre cada tres años en una entidad que vive en y de un permanente proceso electoral, cuyo único objeto es refrendar la corrupción, la impunidad y la vigencia de un presunto estado de derecho que lo conciente todo, menos lastimar los intereses creados de los poderosos. Lo que llega a su fin y no tiene refrendo, es una forma de vida que en un clima de casi absoluto desamparo, a lo largo de nuestra historia forjó aquellas esperanzas de un mundo mejor que hoy se ven truncadas.

LOS EMPRESARIOS Y LA POLÍTICA

Alfredo Bielma Villanueva


Desde siempre, los hombres del capital han participado en política, las más de las veces orientándola de manera subrepticia a través de personeros bien identificados con sus propósitos; no podría ser de otra manera puesto que lo que está en juego es la defensa de sus intereses desde posiciones de poder. De allí que quienes de democracia conocen no sean tan optimistas como para repetir lo que el incienso cotidiano dice acerca de la obsoleta cantaleta de que es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.


Las formas de gobierno deben sus características a la experiencia histórica, a la cultura y al grado de desarrollo económico que los pueblos alcanzan; nada en la sociedad es un producto ajeno al contexto social y económico. En México, por ejemplo, es un hecho que tanto los partidos políticos como los políticos-políticos, es decir aquellos que viven de la política y en la política, ya han perdido la credibilidad y la confianza de la ciudadanía; su descrédito es tal que ha motivado que la clase empresarial haya decidido prescindir de intermediarios para intervenir directamente en los asuntos públicos, ya sea a través de la vía electoral o en el ámbito de la administración pública. De esto último el gobierno de Fidel Herrera es un notorio caso.


En el escenario nacional hay ejemplos que sirven para subrayar el gradualismo con el que la clase empresarial ha avanzado en la toma de posiciones políticas. Se observó claramente cómo, ante la amenaza echeverrista de expropiar las tierras del Yaqui y del Mayo, surgieron en Sinaloa y en Sonora los representantes de la clase propietaria de los medios de producción agrícola en defensa de sus intereses. En Sinaloa Manuel J. Clouthier, cuando invadieron su rancho “Paralelo 38” y en Sonora Carlos Sparrow presidente de la Cámara de Comercio de Ciudad Obregón, después dedicado a escribir en la revista Impacto sus puntos de vista acerca de lo que él consideraba las desviaciones del régimen hacia el comunismo. En 1983 Francisco Barrio Terrazas logró para el PAN la alcaldía de Ciudad Juárez y en 1992 conquistó el gobierno de Chihuahua.


En 1995 un empresario ganó por el PAN la alcaldía de Aguascalientes y dos años más tarde alcanzó por la misma vía electoral y partido el gobierno estatal.


En Guanajuato la clase empresarial estimuló la actividad de Vicente Fox para hacerlo diputado en 1988 y en 1995 gobernador, para más tarde impulsarlo, aprovechando su carisma y desparpajo, a la presidencia de la república. En Nuevo León, los empresarios hicieron perder a Natividad González Parás como candidato al gobierno estatal, pero seis años después, aclarados los términos, lo convirtieron en su gobernador. En el presente, una expresión muy clara de éste fenómeno y de la maraña de intereses en juego es Jorge Hank Rhon como candidato del PRI al gobierno de Baja California Norte, su carisma y su perfil de empresario exitoso en aquella entidad le proporcionaron la oportunidad para ser un candidato con posibilidades de triunfo.


En Veracruz lo hemos venido observando a nivel municipal cuando en 1979 el PRI echó mano de un empresario, Juan Osorio López, para recuperar lo que en dos elecciones municipales (1973 y 1976) habían perdido los políticos tradicionales del lugar. Ya desde entonces se notaba en aquellos lares una abierta animadversión hacia los grupos políticos que bien tipificaban el sentido patrimonialista del poder.


Después vinieron los casos de Veracruz y Boca del Río, en donde los dos primeros alcaldes panistas no tuvieron el perfil de los políticos de siempre. Aunque actualmente en Boca del Río gobierna municipalmente un empresario, que nos da pie para el argumento de que ser hombre de empresa metido a político no implica ni garantiza necesariamente una gestión pública eficiente.


En Córdoba y Orizaba es un fenómeno que se ha convertido en regla el que sean hombres de empresa quienes participen, principalmente por partidos políticos de oposición al PRI. En Lerdo de Tejada un empresario priísta aspira actualmente a conducir por cuarta ocasión el ayuntamiento de ese lugar. En Tuxpan el actual alcalde es de extracción empresarial. En Xalapa se observó el fenómeno en las elecciones de 2004, cuando el PRI postuló al empresario xalapeño Ricardo Ahued, quien prefirió mostrarse como candidato ciudadano que ser referido como priísta. Su convocatoria resultó arrolladora pues no estaba identificado con ninguna corriente partidista.


Ahora el PRI lanza a otro empresario, David Velasco Chedraui, pero en esta ocasión no hay visos de que pretenda desligarse de estas siglas y presentarse como candidato de la ciudadanía. El PAN lanza como candidato a Diputado por Xalapa rural a otro “iniciativo”, de familia cuyo éxito empresarial se debe a una laboriosa dedicación al trabajo, con largas jornadas cotidianas durante ya muchos años; muy diferente al tipo de empresario surgido en los pasillos del poder, que encaja bien en lo que dijo Monsivais: “El político de éste sexenio es la iniciativa privada del siguiente”.


¿Por qué la incursión directa de estos hombres de empresa en la política? Desconfianza en los políticos, corrupción en el manejo de los recursos públicos, pudiera ser parte de la respuesta. Principalmente ahora en que la aplicación del impuesto del 2% a la nómina los incita a conocer de cerca la aplicación de sus tributos.


Desafortunadamente, por razones propias del interés de clase, será muy difícil conciliar el beneficio de los que nadan en la abundancia con la esperanza de quienes carecen de casi todo, por lo que inevitablemente se radicalizarán aún más las posiciones políticas entre la dupla PRI-PAN con el partido que realmente exprese los intereses populares, que por supuesto no es la congregación de tribus-sectas- aglutinadas en el PRD que, salvo contadas excepciones, están más preocupados por atrapar la siguiente liana que en buscar mejores condiciones sociales para la comunidad a la que dicen representar y servir. Se admiten argumentos en contrario.


alfredobielma@hotmail.com
Julio 2007





El hombre invisible

J. Enrique Olivera Arce



Al margen de las implicaciones políticas y delincuenciales del más que confuso caso del mexicano de origen chino, Zhenli Ye Gon, bien vale la pena detenernos en una de las tantas aristas que configuran el escándalo mediático que ha trascendido nuestras fronteras.

El racismo que nos fuera impuesto por el colonizador lo tenemos a flor de piel. Bastó dudar un momento de nuestra integridad como nación para que éste saliera a flote. Desde el presidente de la República hasta el hombre común, el de a pie, dejamos que afloraran prejuicios históricos, lingüísticos, culturales e incluso rescoldos de un nacionalismo trasnochado, patrioterismo pedestre, como el que nos induce a poner el honor nacional en once pares de piernas. No nos sorprendió y afectó tanto el que Zhenli Ye Gon, presunto delincuente de cuello blanco, hubiera puesto en jaque a la clase política, amenazando con hacer explotar la frágil estabilidad del país con sus declaraciones iniciales, como el hecho de que este personaje fuera de origen chino.
Congelados por el estupor y la indignación, cara a cara, nos observamos en el espejo como un país premoderno, dominado por la desconfianza, la falta de credibilidad en las instituciones, la opacidad de los tres órdenes de gobierno, la corrupción y la impunidad. Pero sobre todo víctimas de un extranjero. Nuestro complejo de inferioridad, síndrome racista y xenofóbico, nos llevó a calificar a una indudable colusión delincuencial que nos lastima y afecta, como “cuento chino”, haciendo mofa de nuestra propia ignorancia con chistes de mal gusto. Incapaces de aceptar nuestra responsabilidad y mucho menos de encontrar una explicación racional a un fenómeno que habla por sí mismo del nivel de descomposición de la sociedad mexicana, optamos por el camino fácil, el cómodo desprecio para con una raza, un pueblo, un país cuya cultura milenaria es digna de admiración, como motivo también de admiración es el que siguiendo un camino diferente, contra viento y marea, hoy se manifieste como la segunda potencia económica y militar del mundo.
¿O es que en medio de la burbuja mediática alguien pensó, acaso, en los miles de mexicanos de origen chino y sus hijos ya nacidos en México, que viven en paz y con respeto a nuestras leyes, contribuyendo con su trabajo al progreso del país?
Diluido en el chascarrillo pedestre, lo que debería haber sido motivo de alarma, punto de partida para hacer un alto en el camino y enfrentarnos a nuestros propios miedos, destapando la cloaca, terminó en un mal chiste coreado por el propio Calderón Hinojosa, quien sin pudor alguno ante un jefe de gobierno extranjero y en presencia de la prensa internacional, se hizo coparticipe de nuestros prejuicios ancestrales como nación dependiente y sometida. El cuento, carecía de relevancia. Lo implícito de una colusión entre el presunto delincuente y las esferas del poder, carecía de toda veracidad y credibilidad; no merecía preocuparnos y ocuparnos más allá del intrínsecamente ámbito de un asunto a dirimir en barandilla, en tanto el cuento fuera “chino”, así este fuera foco rojo, sintomático de un alto grado de descomposición política y del tejido social en un país que se derrumba.
El calificado con desprecio como “cuento chino”, se transformó en una caja de Pandora. El personaje protagónico, mexicano por así haberlo decidido el gobierno de México, más que una amenaza delincuencial es hoy “Espada de Damocles”, que pende sobre cabezas encumbradas de nuestra clase política.
Frente a ello, con el mismo desprecio con que se minimiza el valor de una raza, las autoridades expresan su desprecio a la inteligencia del pueblo de México, con otro cuento, no menos surrealista, basado en medias verdades y medias mentiras. Manipulado y controlado por alquimistas de corte medieval, intentan con este conciliarnos con la realidad, inventando al hombre invisible; al que nadie ha visto, al que nadie conoce, al que nadie escucha, al “chino” etéreo surgido de la nada. El personaje que en una obra maestra de ciencia ficción, ofende y lastima a la Nación, hablando de la pestilencia de una cloaca que sólo existe en su imaginación. Tan sólo bastó un acto mediático de prestidigitación, para confirmar la carencia de veracidad de cualquier implicación de orden político; de una tragicomedia más propia de los escenarios de la Opera China, que del surrealismo nativo de nuestra imperfecta democracia y su deteriorado estado de derecho.
El hombre invisible, el mismo que construyera un imperio en México a partir del soplo de un genio salido de las Mil y Una Noches, de facto ya ha sido juzgado y condenado por tráfico de estupefacientes, lavado de dinero, contrabando, falsificación de documentos, y mil y una lindezas más; colocándole a la cabeza de las más peligrosas bandas de la delincuencia organizada. Pagará con cárcel, dijera Calderón Hinojosa dictando sentencia. En consecuencia, el gobierno se apropia de 205 millones de dólares, o más, que, igual de etéreos, se reparten sin mediar razón de donde vinieron, de quién son, cómo llegaron al domicilio de Zhenli Ye Gon, donde están, quién los tiene. Colorín colorado, el cuento se ha acabado.
Lo que queda del mal llamado “cuento chino”, a más de la pérdida de credibilidad en las autoridades, es el amargo sabor de boca que nos deja nuestra falta de capacidad para remontar el peso de prejuicios racistas guardados a flor de piel. Los mismos que reflejan el complejo de inferioridad no superado de un pueblo que tardíamente aspira a la modernidad. La idiosincrasia de un pueblo que si algo peculiar tiene, es vivir siempre del cuento; pueblo al que le está vedado afrontar la realidad.
pulsocritico@gmail.com

Uno no es ninguno

J. Enrique Olivera Arce


“Si algo rescatable tiene el mundo moderno, radica precisamente en la posibilidad de reconocer al otro –a los otros-, igual derecho a pensar y decidir el sentido de sus vidas; y esto es aplicable a los individuos, a los pueblos y a los Estados.”
Marcelo Ramírez Ramírez. “Ideas sobre democracia, política y educación”. Centro Regional de Educación Superior “Paulo Freire, A. C.



Cuando el pensamiento político cede el paso al vacío ideológico, subordinándose a pedestres intereses personales y de grupo ajenos al interés más general de la sociedad, la política renuncia a su razón de ser. Dejando de manifestarse como ejercicio racional enfocado al bien común, y constituyéndose en obstáculo para la construcción de la democracia, como es dable observarlo en el proceso electoral en marcha.


La búsqueda del poder por el poder mismo, iguala a las fuerzas políticas y a sus candidatos. Carente de ubicación en el espectro ideológico, la clase política en su conjunto no tiene nada nuevo que ofrecer a la ciudadanía, salvo más de lo mismo: estancamiento y retroceso en todos los ámbitos de la vida cotidiana.


La imagen mediática sustituye a ideas y propuestas, estableciendo como denominador común en todos los partidos contendientes cursilería y mal gusto frente a las demandas de la población; reciclándose prácticas electoreras, presuntamente superadas, que anuncian a bombo y platillo la permanencia de la demagogia, corrupción, opacidad e impunidad, enemigos naturales de todo esfuerzo por avanzar en la vida democrática.


Dentro de este marco que guarda como eje referencial la simulación y el desprecio a la sociedad, el partido que dice gobernar a Veracruz, se ostenta electoralmente como fiel seguidor del gobernante y este, a su vez, hace ostentación de un nivel de aceptación que raya en el absurdo: nueve de cada diez veracruzanos están convencidos de la bondad de las políticas públicas y obra de gobierno que emanan de la actual administración pública estatal. Borrándose, con ello, de un plumazo, diversidad plural tanto de las fuerzas políticas como del pensamiento de los habitantes de este generoso terruño nuestro. Acercándonos peligrosamente a la idea de un pensamiento único, impuesto por el grupo hegemónico que detenta el poder político en la entidad. O se es parte de los nueve fieles, ó se es ese uno solitario que no comulga con el gobernante. Dicotomía que mediáticamente se hace pesar ante la opinión pública, con el propósito manifiesto de convencer de que sólo hay un camino y por ese hay que inclinar la intención del voto.


Como uno no es ninguno, según reza la conseja popular, las fuerzas oponentes no existen. Descalificándose no al adversario sino al carácter plural de la sociedad veracruzana. Así, paradójicamente, pretendiendo unir a los veracruzanos en torno a un remedo de proyecto político de crecimiento económico, la llamada alianza por la fidelidad se descalifica a sí misma, en tanto descalifica y desprecia a sus oponentes; negándoles de facto la posibilidad de valorar bajo una óptica diferente, lo que se hace y se deja de hacer a favor de la familia veracruzana.


Negación que por parte de partidos y candidatos oponentes, no merece ser confrontada, aceptándose sin más; negándose con ello a sí mismas como fuerza opositora. Confirmándose en los hechos oportunismo político, ausencia de talante crítico, y de formación ideológica de todo el conjunto de nuestra vernácula clase política, cuya única y permanente aspiración no va más allá de acceder a los beneficios del poder.


El uno de diez que piensa diferente, se diluye en un mar de indiferencia, dejando a la sociedad a merced del pensamiento impuesto. Lo que en términos de racionalidad política ni se da en la práctica ni es viable en una sociedad plural que aspira a vivir en democracia.