El duartismo y su legado para el PRI
J. Enrique Olivera Arce
Para hombres
y mujeres de a pie, votantes potenciales en Veracruz, no estaría mal el
escrudiñar un poco en los fantasmas que rodean al tempraneramente descarrilado
proceso de sucesión en marcha. Fantasmas como el de la infalibilidad electoral
de la maquinaria priista y lo que representa en el contexto nacional, ser
considerada la entidad como uno de los principales reservorios de votos para el
tricolor y, por ende, para el buen éxito del proyecto transexenal del Sr. Peña
a partir del 2018.
Reflexionar sobre medias verdades y medias mentiras,
quizá ayude a definir la inclinación de cada quien en la elección de simpatías
y apoyo que nos merecieran tanto el PRI como cada uno de los partidos políticos
en el espectro electoral de Veracruz, hoy en pugna por hacerse de la mini
gubernatura de dos años en el 2016.
El reservorio.
No se
necesita retroceder mucho en el pasado político electoral
del PRI para constatar su paulatino pero constante retroceso en lo que a
sufragios efectivos se refiere. Bastaría con revisar los resultados de las
últimas elección federales para
confirmar que por sí mismo, sin el apalancamiento de partidos satélites, el tricolor ha perdido lo mismo hegemonía que
fortaleza en la vida política de México. Veracruz no es la excepción.
Y es en este
marco que vale la pena destacar el papel que, como reservorio de votos, tiene Veracruz para el PRI, para tener una
idea del por qué la entidad veracruzana no figura en el ánimo presidencial, y
sí en entidades federativas en las que resulta más fácil y con menor esfuerzo, consolidar posiciones ganadas que remontar
cuesta arriba.
En la
elección presidencial del 2,000, el priísmo veracruzano obtuvo 1, 008, 778
votos a favor de su candidato. (Cámara de diputados).
Para la
elección del 2,006, el PRI -en coalición con el PVEM-, obtuvo a favor de su
candidato presidencial apenas 727,638 sufragios (Cetrade/Manuel Reyna Muñoz).
En tanto que
para las elecciones presidenciales de 2012, , en la que resultara triunfador de
la contienda presidencial –“haiga como haiga sido”- el Sr. Enrique Peña Nieto, la votación de los veracruzanos fue de
3,577,076, de un listado nominal de 5,332,362, correspondiéndole al PRI
1,034,308 sufragios (29.49% del total), contra 1,179,327 del PAN y 765,900 del PRD (Prep).
Pasando el tricolor a ser la primera minoría.
Resultados
que ya para ésta última elección la numeralia electoral a favor del
Revolucionario Institucional, estaba prácticamente estancada y con visos de
retroceso, si consideramos el crecimiento natural del listado nominal en el
estado.
Lo cual se
vino a confirmar en la elección de diputados federales del 2015, en la que el PRI
obtuviera apenas 697,655 sufragios (Resultados
preliminares), 28% del
total de la votación registrada con el 98.63 de las actas capturadas.
Lo que
obviamente indica que la correlación de fuerzas políticas en la entidad
registra cambios substanciales en Veracruz. Con una mayor distribución del
sufragio entre todos los partidos contendientes y, por ende, una mayor
pulverización de las preferencias electorales que empobrece la vida democrática
en la entidad.
Esto último
al margen de opiniones en las que se considera que tanto las elecciones
intermedias, federales o locales, son otro cantar. O bien, que el PRI nunca
pierde, gracias a su maquinaria (dinero público) y estrategias electorales
aplicadas .Los números hablan de una realidad que hoy por hoy, pone en duda la
eficiencia y eficacia del aparato electoral tricolor en Veracruz, quedando
éstas como un fantasma más que se agita mediáticamente para desalentar en la
población inclinaciones electorales favorables a la oposición.
Luego la
reserva electoral de Veracruz que tanto se presume en círculos políticos y
medios de comunicación afines al tricolor, es cuestionable. El reservorio no parece
ser tal, antes al contrario, y es en este supuesto que habría de considerar si
el legado político de Javier Duarte de Ochoa al partido al que se debe, en la elección del 2016, modificará a favor
del PRI la tendencia acusada.
Para la
mayoría de analistas y estudiosos de la realidad política, económica y social
que hoy se vive en Veracruz, tal legado sería negativo. El capital político que
aporta al partido gobernante una administración pública estatal fallida,
endeudada y carente de confianza y credibilidad, lejos de favorecer representa una carga
adicional al deterioro histórico del priismo en la entidad. Razón ésta por la
que para quién resultare ser candidato del tricolor a la mini gubernatura de
dos años, la tarea electoral previa a la elección de 2016 será cuesta arriba y a
contra corriente. Al intento por ganar la gubernatura de dos años, se sumará el
obligado quedar bien con Enrique Peña Nieto.
Preocupación y guerra sucia
De ahí la
preocupación y miedo en el priismo veracruzano, de que en los meses venideros
pudiere concretarse y consolidarse una coalición opositora integrada por el PAN
y PRD, más la morralla que se les una
para la elección del 2016. Esto sin considerar que en su novatez, Morena con todo
el peso específico del liderazgo de López Obrador, pudiere capitalizar a su
favor todo el descontento, malestar y hartazgo del votante potencial para con
los partidos políticos tradicionales o “patiños” de nuevo cuño, que por
comisión u omisión le han hecho el caldo gordo tanto al gobierno duartista como
al partido gobernante.
Lo que
configura para el futuro inmediato, la prevalencia de una intensa guerra sucia
en la vida electoral de Veracruz. Guerra sin cuartel en el que PRI y gobierno
estatal, desde ya ponen toda la carne en el asador, como queda asentado en el
prolífico campo de los medios de comunicación orgánicamente afines al régimen
actual. Confrontación pedestre que con sus asegunes, no está respaldada por
cierto por los ahora punteros en el proceso interno de selección de candidatos a
la gubernatura y a la diputación local, lo que abona a su favor.
Guerra sin
cuartel a la que no serán ajenos los partidos y personajes opositores, en una
actitud que aunque se pueda considerar como de “autodefensa”, no deja de ser
cuestionable y condenable, en tanto que se suma a la conformación de un clima
electoral poco propicio en la búsqueda del mejor camino para un intento
legítimo y racional, de rescate de una entidad federativa que hoy vive sus
peores momentos.
Confrontación
electoral en la que hombres y mujeres de a pie, no pueden evitar el pensar que
para el partido en el gobierno, el recurrir de último momento a la compra de
votos y conciencias es parte del herramental de combate. Y a esta degradación
de la política es a la que hay que combatir, con un voto razonado, de ahí la
necesidad desde ya de reflexionar y hacer pesar la conciencia individual y
colectiva, entendiendo que el león no es como lo pintan.
Xalapa, Ver.,
noviembre 23 de 2015.