Sublime obsesión
J. Enrique Olivera Arce
Vaya lío. Como de
película y sin saber si reír o llorar ante un V informe de gobierno que lo
mismo empina a los titulares del gabinete legal del gobierno de Veracruz, que
al priísmo estatal y prensa orgánica de acompañamiento. ¿Cómo defender lo
indefendible? No hay respuesta y a 48 horas escasas, toco al aún secretario de
finanzas comparecer en el congreso local para confirmarlo.
No hay nada que de
soporte a la exaltada pieza oratoria del domingo. No hay argumento con el que
avalar el retrato hablado de una realidad que sólo existe en la mente del
controvertido orador. Nada con que salir en su defensa. Nada con que convencer
en los tendidos, a lo largo y ancho de Veracruz y allende sus fronteras, de que la percepción colectiva y el amargo
sabor de boca que dejara en el imaginario social el mensaje político
dominguero, se sustenta en el trabajo de zapa y la mala leche de los
detractores de siempre y no, como debiera esperarse, en la bondad, certeza y números
duros expresados por el hombre mejor informado de la entidad.
Misión imposible,
ante la sublime obsesión de un servidor público que creyendo a pié juntillas en
sus propias fantasías, a lo largo de una hora, ante sus escuchas, lo mismo el
representante personal del Sr. Peña que
invitados especiales, acarreados a modo y audiencia radial y televisiva,
evidenciara desprecio a la verdad, ceguera frente a la realidad de su entorno
próximo y lejano y una soberbia enfermiza que refleja un total desapego para
con los veracruzanos que dice gobernar.
Sublime obsesión
que para infortunio del Sr. Duarte de Ochoa, es compartida únicamente, quizá,
por el amanuense por contrato que plasmara en blanco y negro sus infortunadas
fantasías.
Nunca en Veracruz.
Ni siquiera en tiempos de su “Alteza Serenísima”, la torcida retórica exhibiera
al desnudo la pobreza moral y política de quien ejerce el poder formal por
consigna, a tras mano y con distancia de por medio. Decepción incluso para el
pequeño grupo de mafiosos fidelistas que aspirando a la minigubernatura de la
entidad, ven frustradas sus aspiraciones anidadas en un proyecto transexenal
que desbarrancara en escasos 60 minutos.
Sí. De película cuyo guión trágico cómico, de no
ser por el hecho de que afecta, lastima y ofende a una gran mayoría de la
población veracruzana, se hace merecedor a los más altos galardones del mundo
de la farándula. Sólo en descargo del autor, cabe decir que la culpa no es del
indio. Sus ínclitos compadres llevados por la ingente necesidad de quien trueca
dignidad por una torta, en las urnas le dispensaran el alto honor de hacer,
deshacer y fantasear a su antojo. A esta pobre gente, urgida de pan es a la que
habría de reclamarle del desastre que hoy se vive en la entidad.
Sin faltar aquellos
que cotidianamente tienden la ignominiosa alfombra roja de la lisonja desmedida
y el ocultar en defensa de sus intereses
económicos o políticos, los desvaríos de quien no ha sabido gobernar. También
estos son merecedores del reclamo. No está en ellos el hoy desgarrarse las
vestiduras y llorar lo que en su momento no supieron denunciar y defender,
parafraseando a la madre del último Abencerraje del Califato de Granada.
Así que a lo hecho
pecho y a otra cosa mariposa. Aprender de lo andado y no insistir en tropezar
con la misma piedra, confiando en quienes no merecen nuestra credibilidad y
confianza.
La sucesión
Con el V informe
sobre el comportamiento de una realidad que no existe, se cierra toda esperanza
en el corto plazo de corrección de rumbo, castigo a los prevaricadores y
retorno del gobernante a la realidad que olímpicamente ignora. Si en el pasado
el gobernador pasaba a ser políticamente un cero a la izquierda en cuanto se
destapaba al candidato de su partido a sucederle, en esta histórica ocasión
Duarte se anticipa, sentando el precedente de ser el primero en adelantarse a
los designios y propósitos del CEN del PRI, mostrando la ausencia de unidad y
capital político que considerar en su calidad de primer príista de Veracruz y
dejando al garete el proceso sucesorio.
Escenario inédito
que resta capacidad de maniobra de un PRI que en el estado ha venido a menos a
lo largo de las últimas décadas, y que si ofrece como nunca, oportunidad a las
fuerzas opositoras para legítimamente vencerle en buena lid. Oportunidad
condicionada ya no sólo a la inteligencia y oficio político de la oposición
electoral, también y de manera relevante, en el como se vinculen a la llamada
sociedad civil, ofertando con responsabilidad liderazgo y un programa mínimo
para una acción transformadora, en torno
a lo cual se canalice descontento, hartazgo y limitadas expectativas de una
mejoría por la vía de una sana alternancia en la conducción política, económica
y social de la entidad. Sin esto último, no hay camino viable para sentar las
bases del rescate en los escasos 15 meses de un mini gobierno de dos años.
Una alternancia que
auspicie la oxigenación de la política y contribuya a la democratización del
quehacer gubernamental, más que opción de venganza en el ejercicio del poder.
De no ser así, la alternancia por sí y para sí no sería garantía de nada, y,
para nuestro infortunio, esto último es lo que se vislumbra en los intentos de
coalición electoral del PAN y el PRD, que tras un aparente realismo pragmático,
se oculta oportunismo e interés cupular para cambiar de manos el manido proceso
de prevaricación y corrupción impune que, de dientes para afuera, se pretende
combatir. Restándole a esta postura política
el mínimo de legitimidad democrática y abriéndole de nueva cuenta la
puerta al execrable continuismo fidelista.
Luego procede no
perder de vista que en el juego electoral, la pelota está en los terrenos de la
llamada sociedad civil y no en partidos políticos que ya no más responden al
interés de las mayorías y ni por asomo,
por sí solos cada uno de estos, en la contienda en marcha cuentan con el
suficiente caudal de votos duros para alzarse con la minigubernatura. Por lo
consiguiente, si de alianzas o coaliciones se trata para echar al PRI del
gobierno y acceder a una legítima alternancia, es a la llamada sociedad civil,
a sus organizaciones y a sus liderazgos, el establecer términos y condiciones
para que estas fructifiquen por el bien de Veracruz. La sociedad civil tiene la
palabra. En esta cabe el decidir si está por el cambio o por más de lo
mismo. Tiempo al tiempo.
Xalapa, Ver., 18 de
noviembre de 2015.
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