Política, turbiedad y desaliento
J. Enrique
Olivera Arce
Tras un prolongado y
madrugador pre proceso electoral 2016, formalmente arranca la contienda por la
absurda minigubernatura de Veracruz que, de manera arbitraria, el congreso
local le aprobara a Javier Duarte. Pre proceso que entre otras cosas, a más de
desgastante, se viera descarrilado por el propio gobernante en su afán de dar
continuidad al proyecto transexenal de Fidel Herrera Beltrán. A ello se suma el
estira y afloja en torno a la designación de candidatos a la diputación local
que entre otras cosas, habrá de calificar la elección de gobernador.
En consecuencia y en congruencia
con usos y costumbres veracruzanos, toda la atención de la llamada clase
política y por lo consiguiente la prensa de la entidad, está puesta en el
proceso que iniciando el pasado lunes está arropado por un clima negativo de
especulación, chismes y rumores, lo mismo al interior de los partidos contendientes
que al exterior de éstos. Bombardeando con dimes y diretes a un electorado
potencial que, por principio mirón de palo, se mantiene al margen alimentando
lo mismo desconfianza que rechazo a una actividad político electoral que no le merece credibilidad.
Incredulidad, desconfianza
y rechazo que se ha ganado a pulso una partidocracia simuladora y rapaz,
alejada de los intereses más caros de una ciudadanía que no se siente
representada en la toma de decisiones que le competen.
Aspirantes y expectativas en el arranque
Son tantos los que
queriendo alcanzar la gubernatura estatal, aspiran a la soñada nominación como
candidatos por sus respectivos partidos o por la vía de candidatos
independientes, y hasta sin registro oficial, que el arranque del proceso es un
verdadero galimatías en el que lo único que genera en la percepción ciudadana,
es que todos aspiran al poder por el poder mismo. Mucho ruido mediático y pocas
nueces en el sube y baja de personajes conocidos unos y desconocidos otros para
la población, que el objetivo central que debería importarnos, como es el
rescate y reconstrucción de Veracruz se pierde en el río de tinta vertido para
hacer pesar mediáticamente a uno u actor beligerante..
Acostumbrados a la rancia
dinámica inercial del juego electoral, todo se hace girar en torno a los personajes
que de manera directa o indirecta, cuentan con mayores posibilidades de éxito
en su propósito. Lo mismo para ensalzarlos que para exaltarlos o denostarlos y
descalificarlos, a la par que éstos, afanosamente muestran el músculo con la
clásica movilización y concentración de simpatizantes y presuntos seguidores
ávidos de escuchar y aplaudir el manido discurso, preñado de promesas y lugares
comunes, incluído el hoy de moda que habla de crítica y distanciamiento para
con el gobernador fallido.
Paradójicamente,
aspirantes, seguidores y amanuenses a modo, coinciden en destacar del discurso
la hueca alusión al cambio y rescate, enriquecida con la vana promesa de ejemplar
castigo para los prevaricadores. Paradójico, en tanto que cambio, rescate y
reconstrucción no pasan por la vía electoral ni los aspirantes se expresan con
claridad en lo que para cada uno
significa el sacudir a Veracruz de su marasmo y ponerlo en el camino correcto, con
más ánimo de expresar lo que la audiencia quiere escuchar que de tomar con
autenticidad el toro por los cuernos.
Verdadera Torre de Babel
que anidada en el ruido mediático, hace de la palabra hablada o impresa cortina
de humo tras la cual se oculta ausencia de voluntad política para afrontar con
seriedad y al costo político implícito, las tareas que exige un proceso real de
cambio y tranformación para la entidad. Lo cual dentro de la turbiedad de la
contienda electoral que desembocará en la elección de julio del 2016, resulta
hasta cierto punto lógico. Nadie en sus cabales se comprometería a transformar
la realidad presente con un límite de tiempo acotado, en el mejor de los casos,
de no más de 15 meses calendario.
Y tan es así esto último,
que no hay nada que verse sobre propuestas fundadas en un diagnóstico puntual,
sectorial y regional, a partir del cual
trazar un curso de acción viable cuando menos para crear las condiciones
necesarias para que, en los años posteriores al absurdo de dos años, se cuente
lo mismo con brújula que con rumbo cierto para encauzar a la entidad en las
tareas del crecimiento y desarrollo. Esto bajo la premisa de que las finanzas
quebradas de la administración pública no constituirán palanca alguna para un
plan o programa aceptable para limpiar el cochinero, antes al contrario.
Pero aún hay más. No basta
con un buen diagnóstico del estado que guarda la vida económica y social de la
entidad para sustentar un plan emergente de gobierno. A ello obligatoriamente
habría que sumarle en previsión, las tendencias más generales de la estrategia
neoliberal peñista que inciden o no para avanzar o retroceder y, con mayor
razón, aquellas tendencias que en el marco del mundo globalizado, amenazan al
todo y, por ende a las partes, con transitar por un periodo de tiempo no cuantificado
de estancamiento, recesión y deterioro social que a partir del 2016,
condicionan la marcha de la sociedad planetaria.
Sin este marco de
referencia, sea cual fuere el llamado a gobernar a Veracruz en el mini periodo
de dos años, a juicio de quien esto escribe, toda propuesta, programa o promesa
no pasaría más allá de un simplista onanismo retórico y esto, es
desafortunadamente lo que a estas alturas se alcanza a percibir lo mismo en
partidos, coaliciones y aspirantes a candidatos
que en el coro mediático. Lo cual debería parecernos grave
y preocupante en tanto el futuro de Veracruz nos atañe a todos.
El V informe
Y es en este
escenario turbio y desalentador que Javier Duarte de Ochoa, en un acto más de triunfalismo sin sustento y
exaltada simulación, rinde su V informe
de gobierno sin el mínimo de honestidad y conocimiento de causa de una realidad
que le rebasa y abruma. Con el más bajo índice de aceptación, popularidad y
credibilidad, el gobernante fallido se exhibirá desnudo ante sus gobernados,
firmemente convencido de que vistiendo atuendo de finos hilos de oro y pedrería
sin par, justifica la prosperidad de los veracruzanos que sólo anida en su
mente desquiciada
Y al final del
día, prolegómeno del nuevo año de mal gobierno, despilfarro, corrupción impune
y desvaríos, de su V informe sólo quedará en el imaginario colectivo la
interrogante de donde quedó el dinero que hoy es deuda.
Xalapa, Ver.,
14 de noviembre de 2015.
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