Crisis y Similitudes
J. Enrique Olivera Arce
Pulso crítico
Bueno, parece que no sólo al gobernador de
Veracruz le interesa y urge desviar la atención en los tendidos, poniendo en
primer termino el desbarajuste electoral por sobre los problemas de fondo que
acusa la entidad. También el gobierno federal hace lo propio, ahora con el
falso debate mediático de la legalización de la marihuana a partir del amparo
que concediera la SCJN a cuatro individuos de una organización de la sociedad
civil, quitándole presión en la opinión pública a temas torales del país, como
el económico, la movilización magisterial, el affaire no resuelto de Ayotzinapa
o la violencia criminal que, como la
humedad, se cuela y extiende a lo largo y ancho del territorio nacional.
Cortinas de humo que, al parecer, tanto a
Javier Duarte, en su caso, como al Sr. Peña les vienen como anillo al dedo para
cerrar el año con el menor número de tropiezos en el imaginario colectivo.
Deuda pública y corrupción impone como
corolario, pasan a segundo término en Veracruz, tocándole en suerte al
presidente del CDE del PRI el ser el patiño a modo, lo mismo con su “misoginia”
que con su orquestado cosquilleo mediático en los ijares de los senadores Yunes
Zorrilla y Yunes Landa. No sólo la prensa oficialista, también la independiente
y crítica, se han ido con la finta electoral aceptando sin remilgos que el
problema de Veracruz es de liquidez de una administración pública quebrada y,
por tanto prácticamente insoluble y ya demasiado manoseado, y no económico como
lo pusiera sobre la mesa Javier Duarte, cuando la realidad real apunta en
contrario, agudizándose la crisis en el aparato productivo estatal que va de la
mano con un deterioro social en crescendo.
Para el caso del Sr. Peña, por lo
consiguiente. La presión de la percepción social que se refleja en un bajo
nivel de aceptación del presidente, se alimenta a partir de dos temas
sustantivos, el estancamiento económico y como corolario el tropiezo de las
finanzas públicas, así como la inseguridad fruto de un incremento no aceptado
oficialmente del accionar de la delincuencia organizada. A estos temas se
agrega en lo específico el enredo de la fuga del “chapo”, el conflicto
magisterial y el affaire Ayotzinapa, anidados en el imaginario colectivo e
interpretado como falta de capacidad, eficacia y transparencia en el quehacer
gubernamental.
Sin perder de vista que para algunos sectores
mejor informados, el deterioro creciente de la industria petrolera y eléctrica
nacionales, perdiendo peso específico en la conformación del presupuesto
federal, acompañado de la ya imparable devaluación del peso, se considera en el
ámbito de la percepción ciudadana como un fracaso de Peña Nieto en la
implementación de las llamadas “reformas estructurales” como instrumentos para
reactivar la economía.
De ahí que el colocar el falso debate sobre la
misoginia de un político de medio pelo o legalización de la marihuana como temas
de la mayor relevancia, habría que considerarles como un éxito tan coyuntural
como efímero en las estrategias mediáticas tanto de Duarte como del Sr. Peña. La
salida casi inmediata del secretario de gobernación, abriendo las puertas al
debate en el marco previo a la cobertura informativa con motivo de la visita de
Raúl Castro a México, o las declaraciones en tratándose de Veracruz de la
secretaria general del CEN del PRI, Carolina Monroy y el correspondiente
bombardeo mediático sobre estos temas, así lo confirman.
Lo destacable del caso es que por sobre la
coyuntura cortoplacista, la terca realidad tiende a imponerse. A una cortina de
humo casi de inmediato hay que sobreponerle otra sin que pueda ocultarse del
todo la problemática estructural del país. Más allá de lo mediático, la
percepción colectiva no quita el dedo en los renglones de que le son vitales y
de atención cotidiana, como el desempleo, la desigualdad, la pobreza y y la seguridad
individual y comunitaria agravados por
los efectos de la crisis globalizada.
Lo grave es que ni la problemática de
Veracruz ni la que acusa México en su conjunto, se resuelve mediáticamente,
posponiéndose el tomar el toro por los cuernos con estrategias viables y
políticas públicas para enderezar el rumbo perdido. Tanto Peña como Duarte se
han atado a sí mismos las manos estando imposibilitados para cambiar de caballo
a mitad del río, cediéndole terreno a la terca realidad que se les opone.
Luego tal similitud coyuntural de tesituras,
no es de dudarse configuren el tejido de la misma sábana con la que ambos, Peña
y Duarte, se cubren para en el caso
Veracruz dejar hacer dejar pasar hasta donde el tiempo y los veracruzanos
aguanten. De otra manera para quien esto escribe, opinador que no periodista,
desde endenantes el gobierno federal hubiera llamado a cuentas al gobernador
fallido. Y esto no sucede por más evidente que sea el agrio divorcio entre
Javier Duarte, la realidad real y el hartazgo de sus gobernados.
Hojas que se lleva el viento
Con dinero, acarreos y resoplidos se intenta
revivir a la Liga de Comunidades Agrarias y Sindicatos Campesinos (CNC) para
que el PRI pueda recuperar el voto duro en la zona rural. Vano intento, para
hombres y mujeres en el agro veracruzano no viendo lo duro sino lo tupido con
el abandono que padecen desde hace más de tres décadas, ni confían en
dirigentes de oropel ni esperan que por la vía electoral se resuelva la
compleja problemática de la producción agropecuaria, forestal y pesquera que
aqueja a la entidad. Dicen que el campesino es medio tonto, pero no. Sabe bien
distinguir entre liderazgos auténticos y dirigencias espurias surgidas del
terreno de los explotadores de siempre.
-ooo-
Javier Duarte ya no tiene la fuerza de
endenantes para someter, cooptar o comprar y manipular a los partidos que se oponen al PRI y sus
señalados satélites, de ahí que ya se de como un hecho la alianza electoral
entre el PAN y el PRD en Veracruz, contando con la venia de sus respectivas
dirigencias nacionales como una opción viable de alternancia en la gubernatura
de la entidad. Alianza que se construye al margen de identidades ideológicas y
sobre el supuesto pragmático de que a partir del hartazgo social el número de
votos por alcanzar en el 2016 será suficiente para vencer la estructura facciosa y estrategia al
tricolor. Falso supuesto, el electorado hoy día está más despierto y para el
imaginario colectivo PAN y PRD se sumaron al PRI en el llamado pacto por
México, entregando la industria petrolera y eléctrica al capital internacional
con la reforma energética. Los veracruzanos tampoco olvidan el papel jugado por
estos partidos en la aprobación del criminal endeudamiento aprobado en el
congreso local. Del plato a la boca suele caerse la sopa y otra alianza, más
congruente y comprometida podría dar la sorpresa. Al tiempo.
Xalapa, Ver., 08/11/2015
<< Home