¿México en la dirección
correcta?
J. Enrique Olivera Arce
Pulso crítico
Si alguien debería saber de la relación entre política y economía, lo
es sin duda el presidente de la
Comisión de Hacienda del senado de la república. Con
información privilegiada y hablando el mismo idioma del secretario Videgaray,
José Yunes Zorrilla debe contar con elementos de juicio suficientes para
afirmar con toda seguridad que “…El país va caminando en la dirección
correcta no obstante lo volátil y complicado del entorno internacional”.
Tal afirmación implica, por un lado, conocer a detalle el entorno
internacional a que hace referencia y lo insoluble de una crisis globalizada
que representa para el mundo entero algo más que una simple amenaza. Por el
otro, antecedentes históricos, situación actual y tendencias para el futuro
inmediato, tanto de la economía nacional como de las políticas públicas que
animan al proyecto neoliberal de país que impulsa el Sr. Peña Nieto. Esto le
coloca en el quehacer político como uno de los hombres del presidente
responsables de estrategia y conducción del México de nuestros días.
Luego no habría razón para que hombres y mujeres de a pie, sin mayor
conocimiento que lo que se nos ofrece mediáticamente, podamos albergar la menor
duda de que el senador veracruzano está en lo cierto al afirmar que México
camina en la dirección correcta. Y sin embargo, no convence, como tampoco
convence en su totalidad el proyecto de país que se nos impone. Correspondiendo
al propio Estado mexicano, con la información que difunde y pone a disposición
de la audiencia, el alimentar desconfianza e incredulidad.
Si nos atenemos a lo que por un lado difunde el Banco de México, el
INEGI, y la propia Secretaría de Hacienda, la información respecto a la marcha
presente y futura de la economía nacional y su caldo de cultivo social que le
arropa, es contradictoria y resta congruencia al triunfalismo que pareciera
carecer de sustento, con el que se afirma que todo es miel sobre hojuelas
a pesar del entorno internacional negativo, que condiciona sistémicamente
el comportamiento de la economía y finanzas públicas de cada país, chico o
grande, débil o poderoso que sea.
Está claro y así debemos entenderlo, que el senador Yunes Zorrilla no
se manda solo, como tampoco el propio Secretario de Hacienda. Su estrecha
vinculación con el presidente Peña y su compromiso con el proyecto neoliberal
de país, obliga, entre otras cosas, a mostrar y exaltar lo positivo de la
estrategia neoliberal, ya que mostrar el lado oscuro no sería políticamente
correcto. Luego el triunfalismo debe tomarse con cautela para que, en su
momento, no nos agarren con los dedos tras la puerta.
Y digo que con cautela, porque el confiar en exceso en el triunfalismo
gubernamental tiene consecuencias, como ha quedado demostrado en
Veracruz.
Más aún, cuando es evidente que el entorno negativo internacional está
más allá de las posibilidades reales del gobierno de México para paliar la
crisis globalizada y sus efectos en el ámbito doméstico. Como ejemplo, bastaría
saber que el peso específico de la política monetaria de USA o el precio
internacional de la mezcla del crudo, es tal que como espada de Damocles, pende
sobre nosotros determinando presente y futuro del quehacer económico y
financiero nacional.
Y para no ir muy lejos ni meternos en honduras, también es evidente que
en el terreno microeconómico, el del bolsillo cotidiano de las mayorías, el
triunfalismo macroeconómico no pesa en la percepción que anida en el imaginario
colectivo. A contrario sensu de la afirmación gubernamental, la realidad real
se encarga de convencer a hombres y mujeres que algo anda mal en lo que se
propone construir el régimen peñista. Controlada o no la inflación y la paridad
cambiaria frente al US dólar, el deterioro del empleo y el poder adquisitivo
del salario es creciente y permanente; la reducción del consumo familiar y el
incremento de la pobreza como corolario, ya es tema cotidiano. Frente a ello no
hay triunfalismo que valga.
La estrategia neoliberal es empobrecedora y excluyente, aquí, en la Unión Europea , o en
China. Convencer de lo contrario en un país que arrastra a 55 millones de seres
humanos en situación de pobreza y pobreza extrema, con el argumento de que
gracias a las llamadas reformas estructurales, México va por buen camino
reflejándose ello en la mejoría en el nivel de vida de sus habitantes, me
parece fuera de lugar.
Empero, acostumbrados ya al triunfalismo sin sustento, palabras más,
palabras menos de los hombres del presidente, ni perjudican ni benefician, simplemente
en el imaginario colectivo fortalecen la idea de la necesidad impostergable de
cambio de rumbo.
Hojas que se lleva el viento
Bajo el título: Zonas económicas especiales: Nueva escalada neoliberal,
el 25 de agosto del presente año comentaba en mi maquinazo que a mi entender
las Zonas Económicas Especiales que propone el presidente Peña, son en esencia
un paso adelante en el proyecto neoliberal del Sr. Peña, pero tambien un paso
atrás para el pueblo de México. “Un giro de 180 grados tanto en la economía
nacional como en las políticas públicas y la política política, que por
principio de cuentas, auspiciará mayor aceleración de desigualdad y pobreza
entre regiones y, al interior de cada una de éstas, polarizando y confrontando
al México neoliberal “modernizante” con el México más atrasado y estancado en
el subdesarrollo”.
Estimo no estar equivocado en tal apreciación. El anuncio en Puerto
Chiapas del proyecto de tres zonas especiales en el sur-sureste, por su
localización geográfica, potencial productivo e intencionalidad, lo dejó claro,
priorizándose el interés privado por sobre el interés social más general en una
estrategia de expoliación y saqueo lo mismo de recursos naturales que de
pueblos enteros. Pero aún hay más, en la negociación en lo oscurito del Acuerdo
Transpacífico (TPP), que signara el gobierno de México a espaldas de
la ciudadanía y a instancias del gobierno norteamericano, en el orden nacional
ya se contemplaba la inserción de las Zonas Especiales de Puerto Lázaro
Cárdenas, Puerto Chiapas y el corredor Coatzacoalcos-Salina Cruz en este
acuerdo multinacional que nos subordina a
intereses supranacionales que se sintetizan en la frase que se le
atribuye al presidente Obama: “No dejaremos a países como China escribir las
reglas de la economía global”.
Abriéndose la puerta en un acuerdo asimétrico más, a poderosas
trasnacionales energéticas y alimentarias en perjuicio de la fábrica nacional,
sin que mediara consulta alguna a los actores políticos, económicos y sociales
por involucrar en estas regiones.
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Cuestión de enfoques. Si Juárez no hubiera muerto otro gallo cantaría,
así, para el titular de Sedesol, José Antonio Meabe, si la pobreza se midiera
en México en base a estándares internacionales, para nuestra tranquilidad este
flagelo se abatiría en un 77 por ciento. Chingón ¿No?
Cd. Caucel, octubre 7 de 2015.
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