Crisis,
política, e insanía
J. Enrique Olivera Arce
Pulso crítico
En memoria de los próceres socialistas del agrarismo veracruzano.
Suele
decirse que los toros se ven mejor de lejos. Para quien esto escribe cobra
plena vigencia el decir popular cuando, desde la apacible y dinámica capital
yucateca, a distancia se observa de conjunto el desgarriate que se vive
en Veracruz. Si ya de sí es grave el estancamiento de una economía en la que de
manera negativa inciden finanzas públicas quebradas, más grave aún resulta el
que la política política lejos de contribuir a su rescate, sea un factor más en
la agudización de su deterioro.
Se
insiste en ver el árbol y se pierde de vista el bosque, generándose un círculo
perverso en el que por sobre el interés más general de Veracruz y sus
habitantes, predomina el interés coyuntural, personal o de grupo, en la
búsqueda del poder por el poder, sin parar mientes que con ello lo que se está
perdiendo es precisamente el poder que deviene del ejercicio de la política,
cediéndole terreno a una crisis generalizada que lastima y deteriora aún más al
tejido social en la entidad.
Resultando
una verdadera paradoja el que en los círculos del poder político se hable de
crisis, sin aceptar que se está parado sobre ella y no precisamente como un
fenómeno sistémico globalizado. Como es el caso del gobernador veracruzano que
sin el menor pudor nos dice que “Veracruz, está preparado ante el
panorama económico mundial previsto para 2016” . Afirmación que no se puede
entender como uno más de los desbarres en que incurre un mandatario tan
ignorante como simulador, sin caer en la misma actitud de ligereza y estupidez
de quien lo expresa.
Javier
Duarte, y así a mi juicio deberíamos entenderlo, con su cortedad de miras en el
discurso refleja el desconocimiento casi generalizado de lo que se debe
entender en el marco de la crisis sistémica globalizada, como panorama
económico mundial adverso. Tal desconocimiento a su vez implica el no reconocer
que la crisis sistémica multidimensional tiempo ha que llegó para quedarse, lo
mismo en México que en la entidad veracruzana y, por lo consiguiente, el no
estar preparados para mayores descalabros económicos y con estos, un mayor
deterioro del tejido social. Insisto, por lo que se observa y se vive día con día
en la entidad veracruzana, tanto la crisis económica como sus nocivos efectos
de desigualdad, pobreza y violencia, se ignora por aquellos que desde el poder
público deberían prender la alerta roja y tomar medidas para paliarla.
La
economía veracruzana está inmersa en una espiral crítica negativa, y no
necesariamente como consecuencia de 10 años de un pésimo gobierno. Existen
elementos históricos que muestran fehacientemente que el atraso, estancamiento
y retroceso vienen de muy atrás, configurándose como factores estructurales y
no como un fenómeno de coyuntura derivado de cuatro lustros de corrupción y
saqueo en las esferas de la administración pública. Ejemplo de ello, entre
otros elementos a considerar, es la quiebra de la industria azucarera, la pérdida
de valor de la ganadería extensiva, y la venida a menos de la actividad
pesquera predominantemente artesanal.
Esto
sin considerar el estancamiento de las manufacturas, la construcción, y pérdida
de dinamismo y valor cuantitativo y cualitativo de la extracción petrolera.
(Leer a Hilario Barcelata Chávez).
Javier
Duarte, desde su campaña como candidato a la gubernatura, lo ignoró, e impuso
una visión triunfalista sin sustento, que ha mantenido a lo largo de su
gestión. Bajo esta prospera premisa, la clase política en su conjunto se
desentendió de la economía y perdió de vista lo importante priorizando lo
superfluo. Hoy de dientes para afuera, habla de crisis, sin entenderla ni
reconocerla, circunscribiéndola al ámbito de las finanzas publicas, en el marco
de la política política y en el escenario de la sucesión en el gobierno de
Veracruz.
El
gobernador Duarte de Ochoa y quienes aspiran a sucederle, en su discurso
así lo reflejan, independientemente del estado de insanía que, resultante de
impotencia y ausencia de capacidad de maniobra para administrar el conflicto
político de la sucesión, viene aquejando al fallido gobernante.
Así
las cosas, desde lejos es posible percibir de conjunto que en Veracruz dentro
del mismo costal conviven la crisis económica, la crisis política y la
crisis mental de quien gobierna, haciéndose una, cada vez más profunda que
atañe a todos los veracruzanos.
Lo
verdaderamente grave, es que del interior del costal se pretende salga el
sucesor de Javier Duarte, con lo que se cerraría el círculo perverso que
irremediablemente conduce al más de lo mismo… Hasta que el cuerpo social
aguante.
Hojas que se lleva el viento
El
consenso cada vez más amplio y justificado en torno al tema de los normalistas
de Ayotzinapa, es apenas la punta del iceberg de un movimiento generalizado de
resistencia que se opone lo mismo al modelo neoliberal de país que a un régimen
político caduco que se sostiene con autoritarismo, represión y violencia. La
respuesta nacional a la infortunada frase del Sr. Peña, afirmándoles a los
familiares de los 43 normalistas desaparecidos que “está del mismo lado”,
es apenas un pálido reflejo de lo que está anidando en el imaginario
colectivo.
-ooo-
27
de septiembre de 2015, fecha que se inscribe en la memoria histórica como el
día que formalmente, entre acarreo multitudinario, bufonadas y chistoretes, se
dio sepultura a la Liga
de Comunidades Agrarias y Sindicatos Campesinos de Veracruz y, con ello,
compartiendo la misma tumba, al ideario, programa y banderas socialistas del
agrarismo mexicano.
Cd.
Caucel, Yuc., a 30 de septiembre de 2015.
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