Frente al cambio climático, honestidad intelectual y voluntad política

Por J. Enrique Olivera Arce



El gobernador de Tabasco, Andrés Granier Melo, propuso a Felipe Calderón Hinojosa realizar una “reingeniería” hidráulica total e integral en su entidad, pues “los tabasqueños no pueden vivir siempre en la incertidumbre” frente a la recurrencia año con año de inundaciones y afectaciones críticas en vidas y haciendas de la población. Visión de largo plazo, previsión y respuesta integral frente a los efectos de un ya irreversible cambio climático en el planeta, la del gobernante tabasqueño, pero también una manera de reconocer que la reacción frente al desastre no puede ya seguir soportándose en políticas públicas asistencialistas, actitudes demagógicas de los gobernantes, y esperanza fallida de las poblaciones que esperan todo del gobierno.

O se asume la responsabilidad colectiva y se toma al toro por los cuernos, o el cambio climático y sus desastrosos efectos terminarán por imponerse por sobre una sociedad inerme y en franca indefensión frente a los embates de la naturaleza. Un proceso de auténtica planeación regional y microregional por cuencas hidrológicas, involucrando a toda la población, que se haga acompañar de la infraestructura física idonea y necesaria aguas arriba y en la desembocadura de los ríos, es ya más que obligada y urgente.

En nuestro entorno más cercano, Veracruz, no podemos seguir engañándonos a nosotros mismos, siguiéndole la corriente a gobiernos ineficientes y al bombardeo mediático, que privilegia la imagen de los servidores públicos por sobre condiciones y necesidades reales y sentidas de la población. El día de hoy amanecimos con la noticia de que el huracán “Karl” dejó un saldo de más de 500 mil afectados, tras golpear al litoral veracruzano con categoría III para, en unas cuantas horas, atravesar la entidad con apenas categoría de tormenta tropical. La realidad es que con “Karl” vino a llover sobre mojado, la mayor parte y de mayor gravedad de las afectaciones que ha venido registrando Veracruz frente a las inclemencias meteorológicas, fueron previas al impacto del huracán.

El origen ya es del dominio público y el propio gobernador así lo ha declarado: “Lo que necesita el Estado para reducir el impacto de las lluvias cada año, es invertir en la reforestación de la zona y en el dragado de las cuencas. “Hay que invertir en dos grandes aspectos que tiene que ver con estos impactos del cambio climático, primero en la reforestación. Otra gran inversión que hay que hacer es el dragado”, El problema, explicó, es “que los canales cada vez más se encuentran reducidos debido a la cantidad de lodo en los cauces desde las montañas, por lo que las cuencas estatales se encuentran bloqueadas.

La intensa lluvia que acompañó a “Karl” durante escasas seis horas, confirmó lo dicho por el gobernante. La crecida de los ríos, deslaves y bloqueo de las corrientes de agua, y no los fuertes vientos del huracán son el origen de la actual contingencia. A ello habría que agregar corrupción oficial, inexistencia o mala calidad de la infraestructura física, la ausencia de una cultura de prevención y educación ambiental entre la población más vulnerable y, sin duda, años y años acumulados de indiferencia e irresponsabilidad al no prever la necesidad del dragado o desazolve de los ríos y sus afluentes. Y ni que decir del carácter comercial y no social del manejo de las presas, públicas y privadas de generación de energía eléctrica.

Después del niño ahogado vendrán las respuestas. El próximo gobernador de Veracruz, tendrá que afrontar el problema recurrente con visión de estado y de mediano y largo plazo. Y así como lo propone el gobernador tabasqueño, pensar seriamente en medidas integrales de reingeniería hidráulica, reordenamiento de asentamientos humanos acordes con las recomendaciones de los expertos avocados al estudio del cambio climático y sus efectos en la entidad. Privilegiando tecnología y sentido social por sobre politiquería electoral sustentada en asistencialismo clientelar. Bienvenidos albergues, láminas, cobijas y despensas, cuando así lo amerite la ocasión, pero por sobre todo ello, coraje y voluntad política para romper con atávicas inercias, simulación mediática, planes estatales de desarrollo de saliva, el obligado “diezmo” en la construcción de obra pública, dando paso a la honestidad intelectual para aceptar la realidad, previsión y racionalidad.

El cambio climático llegó ya para quedarse. Actuemos en consecuencia, con la plena seguridad de que no procede enfrentarle ni a periodicazos ni con reclamos infundados.

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