La Federación tiene el control. Calderón vino, vio, y venció

Por J. Enrique Olivera Arce





Felipe Calderón Hinojosa llegó a Veracruz haciendo lo que tenía que hacer. Con la oportunidad a su favor vino, vio, y venció. Capitalizando el nivel más bajo de aceptación de un Fidel Herrera Beltrán incapacitado administrativa, económica y financieramente para enfrentar la emergencia, así como la psicosis colectiva frente a los efectos de fenómenos naturales recurrentes, con consecuencias graves en la mayor parte del territorio veracruzano. Esta vez no llegó únicamente a “tomarse la foto”: Con decisiones ejecutivas y con dinero en mano, demostró quien es el presidente, desplazando a la administración pública de la entidad en el control de daños. Y en lo que viene una vez superada la emergencia.

La prepotencia con la que se actuara en la entidad, subestimando la fortaleza y capacidad ejecutiva de quien nos guste o no nos guste es el presidente de México, quedó atrás. Ahora, con humildad, real o simulada, todo es reconocimiento y alabanza para Felipe Calderón al destrabarse la operación del FONDEN para atender la primera etapa de atención a la población afectada, y el anuncio de un apoyo extraordinario para reactivar la economía de Veracruz en tanto se procede a la reconstrucción y vuelta a la normalidad en la entidad.

La coordinación y complementariedad entre los tres órdenes de gobierno, se restablece, con la salvedad de que el recurso económico queda bajo el control de la federación, por conducto del secretario de Desarrollo Social, específicamente designado para ello. Calderón tiene a Veracruz en sus manos.

En este escenario, atípico pero presuntamente justificado para los objetivos de la federación, las condiciones políticas, siempre cambiantes, sufren un giro inesperado en el marco del asunto pendiente de la sucesión del Mtro. Fidel Herrera Beltrán. Si de la emergencia frente a las inundaciones y los efectos del huracán se pretendía sacar raja política para presionar socialmente al TRIFE para que este fallara a favor de la ratificación de Javier Duarte de Ochoa como gobernador electo, el tiro salió por la culata. La confianza en tal posibilidad se vino abajo entre el mismo priísmo en la entidad.

La percepción de una posible anulación de la elección de gobernador y la reposición del proceso, cobra fuerza. Conocidos y destacados operadores políticos de un PRI secuestrado por la corriente de la fidelidad, ya trabajan a todo vapor a favor de uno u otro prospecto que pudiera tener la posibilidad de hacerse cargo de la gubernatura interina. Hasta este momento se tienen identificados cuando menos cuatro grupos, cada uno con su gallo y por su lado, operando en tal sentido. En tanto que a Javier Duarte de Ochoa se le observa cada vez más aislado y desprovisto de la tradicional cauda de la histórica cargada.

La impaciencia frente a lo que pueda resolver el TRIFE, se impone. Y la incertidumbre, madre de la inseguridad y temor a lo desconocido, hace mella en los cimientos del priísmo veracruzano. A mi juicio esto ya se está evidenciando y es en los agrupamientos que no comulgaran con la imposición de Javier Duarte de Ochoa, donde sin rubor se manifiesta. No se habla de traición, como aconteciera hace algunas semanas descalificando a los que no pusieran empeño en sacar adelante la elección del “delfín”, se habla de objetividad y pragmatismo frente a una posibilidad nada lejana de que los dados estuvieran ya cargados a favor de la anulación.

La coincidencia en los diversos círculos de opinión, ya no es en torno a la seguridad plena del triunfo irrebatible de Javier Duarte. Lo que domina es la interrogante sobre la fecha en que habrá de emitirse el fallo inapelable del TRIFE, y sobre quien recaería la gubernatura interina, así como lo que vendría después en una segunda vuelta electoral.

Frente a ello, el PRI se divide y debilita. Fidel Herrera pierde el control conforme se acerca su salida. La correlación de las fuerzas políticas en la entidad se modifica y reacomoda de acuerdo a la circunstancia en la coyuntura. Calderón lo sabe y actúa en consecuencia. Con las finanzas públicas estatales en bancarrota, quien tiene el dinero para sacar al buey de la barranca en la emergencia, tiene el control, le guste o no le guste a Reynaldo Escobar Pérez.

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