Veracruz. Fidel Herrera Beltrán, esperanza fallida

Por J. Enrique Olivera Arce



“El pez por la boca muere”. Conseja popular aplicable al aún gobernador constitucional de Veracruz, Mtro. Fidel Herrera Beltrán. Tanto habló, tanto dijo, tanto ofreció, tanto presumió con una alta dosis de triunfalismo sin sustento, que al final de un sexenio en plena decadencia, la realidad le coloca en su justa dimensión: un demagogo más que en su inconsciencia, por no decir otra cosa, nos deja un Veracruz en la inopia, endeudado, y con miles de familias que habiendo perdido todo, afrontan el futuro inmediato con una mano atrás y otra adelante. La lengua larga y su manifiesta incapacidad para administrar el patrimonio público de los veracruzanos, le perdió.

A menos de 90 días plazo del término de la actual administración, roto el diálogo con Calderón Hinojosa, lloviéndole sobre mojado, afrontando Veracruz una de sus más severas contingencias, exhibiendo imprevisión ante el cambio climático y no pocas manifestaciones de simulación, corrupción, impunidad, e indiferencia, la gente sólo pide “que ya se vaya Fidel”.

Lástima, se esperaba otra cosa de un hombre inteligente, audaz, ambicioso, forjado en la cultura del esfuerzo, conocedor profundo de fortalezas y debilidades de su patria chica, incansable y entregado pero poco eficaz en su empeño por trascender, al que el 6 de diciembre de 2004, desde las páginas del semanario “Acrópolis”, de Carlos García Méndez, diera la bienvenida como primer gobernador veracruzano del Siglo XXI, esperanzado en que se iniciaba una nueva etapa de trabajo, progreso y bienestar para todos los veracruzanos, tras afirmar Herrera Beltrán en su toma de posesión: “Vamos a convertir las palabras en acciones, los compromisos en realidades, y las obligaciones en resultados, en un diálogo intenso y coordinación efectiva con los Poderes Legislativo y Judicial y también con los ayuntamientos constitucionales conforme al nuevo reparto democrático que la voluntad ciudadana instruyó…Atrás han quedado las diferencias y los desencuentros”. ¡Que decepción!

No cumplió. A la siguiente semana, en las mismas páginas de “Acrópolis”, expresé: “No puede esperarse una buena sinfonía con un magnífico director que carece de orquesta”, al conocerse la integración de un gabinete resultante de un pago de facturas y no de una selección de entre los mejores hombres y mujeres de la entidad o, cuando menos, del partido político que le postulara como candidato a la gubernatura. Con un gabinete gris, anodino, subordinado hasta la ignominia, Fidel Herrera se olvidó de gobernar para todos. Dio acomodo, canonjías y prebendas a quienes le manifestaran “fidelidad” y desdeñó a los mejores y más destacados, integrando una mediocre y pueblerina orquesta.

Sometió a sus caprichos a los Poderes Legislativo y Judicial; subordinó la autonomía de los ayuntamientos a sus intereses políticos y económicos y, lejos de apoyarse en la pluralidad de las diversas fuerzas políticas de la entidad, convenciendo, compró a las cúpulas de los partidos políticos y, por si fuera poco, corrompió como ningún otro gobernador lo hiciera en la historia de la entidad, a una prensa dócil y acomodaticia poniéndole a su servicio –las honrosas y contadas excepciones confirmarían la regla-. La esperanza en un Veracruz mejor que remontará consecuencias del pésimo desempeño del gobierno de Miguel Alemán, quedó en eso, esperanza fallida.

Hoy el Mtro. Fidel Herrera Beltrán nos deja con un amargo sabor de boca. Su administración concluye en desastre tras desastre en todos los órdenes de la vida social y económica de Veracruz. Su triunfalismo mediático no cuajó, Fox le engañó y Calderón lo ha mantenido a distancia. Las arcas públicas estatales están quebradas y las grandiosas inversiones anunciadas como generadoras de riqueza, empleo y bienestar, no se concretaron.

En lo político, pretende heredarnos a su “delfín” y éste, joven aún inexperto pero con presunta buena fe, capacidad y preparación sobrada para gobernar, no sabe aún, o no quiere saber, lo que le depara el destino mientras, obligado a dar la cara frente a los entuertos del padrino, su futuro depende de un reducido grupo de notables que habrá o no de ratificarle como el próximo gobernador constitucional de Veracruz. Fidel ensució la elección tanto como pintara de rojo a la entidad, haciendo del proceso electoral escenario de sus fobias personales y, tanto Veracruz entero como el propio Javier Duarte de Ochoa, pagaremos las consecuencias.

“Muerto el rey, viva el rey”, clamará la misma prensa que hoy ensalza al gobernante en turno. En política hay intereses, no amistad y mucho menos ladrido fiel. Los aduladores le darán la espalda al Mtro. Fidel Herrera Beltrán, cambio de pesebre, ¿la misma pastura? Los críticos, desde el periodismo independiente, dejaremos que la historia y el pueblo de Veracruz sean quienes le califiquen, con la salvedad de que Herrera Beltrán no es otra cosa que hechura y consecuencia de un Estado-Nación hoy cuasi fallido, en el que el desastre no es privativo de nadie. Los responsables somos todos.

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