El lopezobradorismo y el juego del gato y el ratón

Por J. Enrique Olivera Arce



El diputado Jesús Zambrano, líder de la corriente Nueva Izquierda —que ocupa la presidencia del PRD— dijo que los permisos (licencias) no existen y que “no se puede ser perredista cuando conviene y dejarlo de ser cuando no conviene”. Expuso que el sol azteca “no tiene espíritu masoquista como para dar permisos a sus militantes para que vayan a otra trinchera y desde ahí nos disparen y golpeen… en los hechos esta división al final divide a la izquierda y termina haciéndole el juego a los que dice combatir”.

Esto en respuesta a López Obrador quien pidiera licencia a su militancia en el partido del sol azteca.

Sin apasionamiento y al margen de considerar que la dirigencia nacional del PRD no representa más a la izquierda electoral, estimo que Zambrano tiene toda la razón. Se es o no se es, sin medias tintas como pedir licencia para combatir a su propio partido en los procesos electorales, así sea como resultado de la indudable traición de las corrientes que encabezan “los chuchos” y su alianza de facto con Calderón Hinojosa y su partido.

Ya son muchos meses (¿O años) los que han transcurrido sin que el lopezobradorismo se defina, jugando al gato y al ratón con amenazas, abiertas o veladas, de no ir ya más con “los chuchos” sin que se decida de manera evidente al rescate del partido de la Revolución Democrática y/o dar el paso lógico de romper en definitiva con el PRD y construir su propio camino más allá de los intereses electorales de coyuntura.

Tal juego da que pensar. O Andrés Manuel López Obrador “blofea” con la fuerza y estructura del movimiento que encabeza, dando por sentado que fuera del PRD no hay nada que hacer, o bien, carece de visión, estrategia y voluntad política para auspiciar que sean las propias bases partidistas las que, democráticamente, tomen el control de las dirigencias nacional y estatales rescatando lo poco que queda del partido.

Me inclino por lo segundo. López Obrador y su círculo cercano, ganados por la prisa coyuntural de pesar en la elección de Edomex y la presidencial del 2012, no ven más allá de los procesos electorales perdiendo visión de largo plazo y cayendo en el juego electorero del esteril debate sobre las alianzas que conjuntamente promueven “los chuchos” y el calderonismo, en contraposición al propósito explícito del lopezobradorismo de impulsar un proceso de cambio en México favorable a las mayorías. Sin dejar de lado que precisamente en el círculo cercano a López Obrador, paradójicamente opera el salinismo en contra de tal propósito.

De ahí que el juego del gato y el ratón, más que fortalecer al lopezobradorismo lo desgasta ante sus propios seguidores y la opinión pública en general. Asumiéndose que por encima del interés nacional prevalece en López Obrador el interés electorero de alcanzar nuevamente la candidatura de la izquierda electoral a la presidencia de la República. Perdiéndose la ventaja comparativa del tiempo como factor decisorio para influir en la población con vías a la creación de un nuevo partido político de izquierda, una vez concluida la elección presidencial del 2012.

Se es o no se es. Con alianzas con la derecha, o sin estas, López Obrador debería definirse, de una vez por todas, decidiendo si rompe o no con el PRD y no curándose en salud con una cuestionable licencia temporal.

Se está aún a tiempo para sepultar en definitiva el nauseabundo cadáver y emprender un nuevo camino alejado del oportunismo y pragmatismo tribal con que el PRD refleja la crisis generalizada del sistema electoral y partidos políticos en México.

La última palabra la tienen las propias bases perredistas y no Andrés Manuel López Obrador. ¿Se está o no se está con el PRD y su espuria dirigencia? ¿Se está o no se está a favor de la construcción de un nuevo partido de izquierda, que atienda a las nuevas condiciones de un Estado-Nación que se desmorona entre las manos de una clase política insensible, oportunista e ineficaz?

En tanto las bases no hablen, el desgaste profundizará la crisis de la izquierda electoral. Con Andrés Manuel o sin éste, una izquierda fragmentada, carente de ideología, visión de Estado, y de un programa mínimo, aceptable y consensuado que le una en el corto plazo, topará con pared tanto en la elección del Edomex como en la presidencial del 2012, facilitándole la tarea a la derecha representada lo mismo por el PAN que por el PRI.

Ya se habla de una desbandada cupular no consensuada con las bases, luego la pregunta obligada es si la militancia está de acuerdo en también pedir “licencia”, o seguirá prestándose al juego de “los chuchos” y su alianza con el PAN. Si llegase a darse el caso de una licencia masiva, debe darse por hecho que revienta anticipadamente el Partido del Sol Azteca quedando fuera de las cercanas contiendas electorales, de ahí que las “licencias” de Andrés Manuel y sus seguidores en el PRD, no tiene ninguna razón de ser.

Ya que la militancia al paso de los años no ha sido capaz de rescatar al partido, o rompe en definitiva buscándose transitar por nuevos caminos, o se seguirá con el desgastante juego del gato y el ratón que auspicia Andrés Manuel como estrategia fallida, con un muy previsible abandono del lopezobradorismo por mero cansancio. ¿Esto es lo que se quiere? Si es así, Carlos Salinas y Felipe Calderón habrán cumplido su propósito de destruir a la izquierda en México.

Lo menos que se puede esperar de la izquierda es congruencia. Se es o no se es.


pulsocritico@gmail.com
http://pulsocritico.com/
http://pulsocritico.wordpress.com/
http://www.gurupolitico.com/