Partidos políticos, títeres de Elba Esther


J. Enrique Olivera Arce




Elba Esther Gordillo, artífice de la intriga y la perversidad política, de ninguna manera podría ser ajena a todo intento de privatización de la salud pública y saqueo de los magros ingresos de la burocracia federal, incluido el magisterio federal. Bajo la batuta de la profesora, las reformas aplicadas a la Ley del ISSSTE y aprobadas ya por la Cámara baja, no hacen sino confirmar lo que ya por todos es sabido. Lo mismo controla al PAN que al PRI y a esa morralla de pequeños partidos satélite. Sólo de esta manera pudo darse tal nivel de complicidad en torno al mayoriteo con el que fueran aprobadas las reformas que más convienen a sus intereses, a los del presidente de la República, y a la banca internacional que domina el escenario financiero de México.



Y por si fuera poco, seguramente también ejerce control sobre un sector del PRD y de Convergencia. De otra manera no se explica la tibieza con la que las bancadas de estos partidos se opusieran a los designios de la líder moral del magisterio. Tal displicencia choca con el sentir de un sector importante de la sociedad que no ve con buenos ojos tal albazo.



Quedando más que expuesto el carácter antipopular de los partidos políticos nacionales y sus respectivas bancadas en la Cámara de diputados y, a no dudarlo, también en la de senadores. Instrumentos con los que la llamada democracia representativa en nuestro país mantiene secuestrada la voluntad de la ciudadanía.



Ayer fue la ley del IMSS, hoy la del ISSSTE. Ambas reformadas bajo el pretexto de salvarles de una bancarrota responsabilidad de una corrupta administración y no de los trabajadores que, como siempre, han de pagar los platos rotos, en beneficio del enriquecimiento desmedido de banqueros y demás ralea de privilegiados del sistema. Porque no se puede ignorar que el fin último es tanto privatizar los servicios de salud del Estado, como se observa también con el llamado seguro popular, a la par que poner el ahorro para el retiro de los trabajadores en manos de ese engendro cedillista que conocemos como Afores, ampliamente recomendado al gobierno de México por el Fondo Monetario Internacional.



Medida necesaria para mantener la estabilidad macroeconómica de México, dicen los artífices de la privatización. Pretexto con el que a no dudarlo en fecha próxima habrán de arremeter una vez más contra los derechos laborales de los trabajadores, mediante la llamada reforma estructural a las relaciones obrero-patronales, con la que se pretende incrementar productividad y con ello competitividad en el mercado internacional.



¿A cambio de qué el gobierno calderonista cede ante el poder político y económico de Elba Esther Gordillo? ¿Simple pago de facturas por servicios prestados durante la campaña presidencial? ¿O condición sine qua non para que varios millones de burócratas y profesores, a una voz de la lideresa, den soporte al intento de legitimación
De Felipe Calderón como presidente de la república y jefe de Estado?



O a la inversa. ¿A cambio de qué la profesora pone alfombra roja a los objetivos de privatización de lo poco que queda del patrimonio de la nación del gobierno calderonista?



Una u otra cosa, lo cierto es que con la complicidad del PRI y la tibieza del PRD, la derecha avanza en sus propósitos privatizadores, atentando contra la mayoría de los mexicanos.




Por lo pronto en Veracruz, en tal escenario, Elba Esther y sus corifeos se aprestan a intervenir en las elecciones a modo de alcaldes y diputados locales, como primer paso para afianzar la pretendida candidatura de Tomás Ruiz a la gubernatura del estado en el 2010.