Insólito pero cierto. Al PRD se le prendió el foco

J. Enrique Olivera Arce



Acostumbrados como estamos a un estrecho círculo político en el que la mediocridad se oculta tras la ostentación, el triunfalismo y la complicidad de los medios, como lo podría ser fidelandia hoy día, el hecho de que un comediante sin estudios universitarios aspire a ser gobernador podría mover a risa a más de uno. Más, si tal aspiración se ve respaldada por un partido político que considerándose como la segunda fuerza política nacional no actúa con toda seriedad como tal.


Cuando tras un doctorado, una maestría o sesusdos estudios en el extranjero, que bien podrían ser especialidad en ciencias ocultas, sabemos se esconde la simulación, el engaño y el analfabetismo funcional, y aún así rendimos culto al academismo político, bien cabe la sonrisa burlona y el chacoteo ante lo insólito. El mimetismo camaleónico es parte substancial del político profesional, y así lo aceptamos.


Lo que no nos pasa por la mente es que en la política pueda sobrevivir o tener futuro, alguien que con toda honestidad manifieste conocer a la universidad únicamente por pasar frente a sus fastuosos edificios. A este le colgamos la etiqueta de ignorante y no idóneo para desempeñarse en un cargo de elección popular, ó en un puesto gubernamental para el cual se exige tener cuando menos licenciatura. Así es la costumbre y esta se hace ley, en un pueblo ya hecho en la cultura del masoquismo.


Por eso no es de extrañarse la sorna con la que en nuestro medio se comenta el hecho de que en Yucatán el PRD haya tomado la decisión de designar a Héctor Herrera, mejor conocido como “El Cholo”, como candidato de ese partido a la gubernatura del estado.
Teniendo la falsa idea de que la sociedad yucateca, clasista, atrasada y conservadora se rige aún por los patrones históricamente impuestos por la llamada “casta divina”, efectivamente ello podría llamar a risa ó, cuando menos a una mueca de escepticismo, ante la sola posibilidad de el “El Cholo” pudiese ya no gobernar, sino incluso aspirar a una candidatura de tal significación. Expresando con ello nuestra resistencia a aceptar lo que más que desatino podría ser un acto de congruencia.


Conociendo al pueblo yucateco, desprendiéndonos de la también histórica discriminación clasemediera con la que tratamos a nuestros indígenas, la candidatura de “El Cholo” (“El Naco” en nuestro medio), el hecho no provoca risa, antes al contrario. Ello es reflejo, por una parte, del cansancio de una sociedad harta de la corrupción y el despilfarro de una clase política que a ojos vistos se ha enriquecido a costillas de las necesidades más apremiantes de la sociedad. Y, por el otro, un rechazo histórico que desde la “Guerra de Castas” el indígena yucateco de origen maya, cuya presencia es mayoritaria en la península yucateca, ha manifestado para con los conquistadores españoles, criollos y ladinos que le han expoliado sin piedad alguna.


Lo que si constituye sorpresa es que el PRD, rompa con los paradigmas que le caracterizan a nivel nacional. Recurriendo por primera vez, en su corta vida como partido de izquierda electoral, a inclinarse por la candidatura de un ciudadano de a pie, emanado del pueblo, conocido por todos, y espectacularmente aceptado de antemano por la gran mayoría ciudadana, incluidas las clases medias que no guardan estrechos vínculos con las ruinas de lo que queda de la decadente casta divina, ó con el neopanismo de los nuevos ricos, industriales, comerciantes y prestadores de servicio turístico, cuyo poder económico se proyecta a los estados vecinos de Campeche y Quintana Roo.


Cosa rara entre las tribus que conforman el instituto político y muy difícil de lograr en ese complejo clima de pugna de intereses, inmediatismo, y pérdida de visión de largo plazo, que caracteriza a la izquierda política de nuestro tiempo. No sin cierta dosis de oportunismo en la coyuntura, en una entidad en la que el perredismo apenas pinta, al PRD se le prendió el foco echando mano del Cholo. Comediante de setenta y dos años, con más de sesenta de presentarse noche a noche en el único teatro regional del país ante un público abigarrado, plural y que con entusiasmo se une a su ya tradicional crítica política de denuncia a los excesos del poder. El PRD se puso las pilas, ofreciendo la candidatura que le negaran a Ana Rosa Payan, a un hombre que a lo largo de su ya larga vida ha cultivado la congruencia, siendo leal con el pueblo yucateco, viviendo, actuando, y hablando como piensa; y como habla, vive y piensa el hombre común de la península, más allá de intereses o militancia partidista.


Crítico de siempre de una clase política convenenciera y corrupta, el Cholo se enfrenta a esta, paradójicamente a propuesta de la misma. Aceptando el reto y enarbolando la bandera de una izquierda electoral desdibujada, fragmentada y con muy poco arraigo popular. Reto que no es nada fácil a su edad y en constante fricción con las figuras más representativas de la clase política y del poder económico peninsular. Y sin embargo lo asume con optimismo, pues como el mismo lo señala, cuenta con el capital político suficiente para alcanzar el triunfo. Destacando una verdad insoslayable: No necesita hacer campaña para darse a conocer entre un pueblo en el que siendo parte del mismo, es conocido hasta por los perros en el más apartado rincón de la geografía yucateca.


Para el PRI y el PAN la designación del Cholo, sin duda cayó más que como balde de agua fría, como “bomba”. Una más de las miles que se atribuyen a la autoría del comediante, y que prenden en el pueblo en cuanto se escuchan. Lo que ayer fuera verso ingenioso, hoy es una realidad a la que los partidos tradicionalmente enfrentados tendrán que aceptar. El candidato del PRD va cholo tras la gubernatura de su estado, que no es lo mismo que solo, pues con el va la mayoría de los yucatecos.





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