Foxilandia hoy Calderolandia


J. Enrique Olivera Arce




Estamos mejor que hace 50 días, afirmó el presidente Calderón Hinojosa al hacer un balance de resultados de su gestión en el breve plazo citado. Optimismo inusitado del titular del ejecutivo federal que, para nuestro infortunio, tiende a ser más continuidad de foxilandia que objetivo análisis de la realidad que vive el país a escasos días de la forzada protesta rendida bajo el amparo del Estado Mayor Presidencial.

El precio del petróleo se desplomó, alcanzando niveles por debajo de los previstos en los presupuestos de ingresos e ingresos de la federación, poniendo en un serio predicamento a las finanzas públicas nacionales, con consecuencias a la vista que repercutirán en la vida económica de la nación en los próximos meses. Indicando imprevisión y fundamentalmente desconocimiento de las tendencias mundiales del mercado del crudo por parte de las autoridades responsables de la nueva administración.

Lo mismo podría decirse de la crisis en el abasto de maíz, al no preverse los resultados en el corto plazo de políticas públicas equivocadas y aplicadas por las dos administraciones que precedieran a la que encabeza Calderón Hinojosa, a contracorriente de la tendencia mundial en el comportamiento del mercado del grano, que han resultado atentatorias en contra de la soberanía alimentaria de México y de la economía familiar de millones de compatriotas.

Por si fuera poco, tal imprevisión acompañada por la premura del presidente de la República de legitimarse, mostrando mediáticamente su disposición a gobernar con mano dura, desatendiendo otras prioridades, dio lugar a que se saliera de control la ya de por sí acumulada carestía de bienes y servicios básicos, provocando una espiral inflacionaria que está dando lugar, a su vez, a una creciente inquietud y malestar en amplios sectores de la población.

En tanto que los resultados de los mediáticamente aparatosos operativos de combate a la delincuencia organizada y a las redes del narcotráfico, ni reflejan el éxito deseado ni mucho menos han abatido los índices de seguridad pública que en promedio registra el país. La captura de uno de los principales capos identificados con el tráfico de estupefacientes, tuvo lugar en Oaxaca y no en Michoacán, Tijuana, Guerrero y Sinaloa, en donde ha tenido lugar el combate a fondo contra tal lacra social. Considerándose por tanto como resultado de una operación normal y rutinaria de las fuerzas armadas y la Procuraduría federal y no acción concertada fruto de los aparatosos operativos. Dejándose prácticamente incólume y a su libre albedrío al poderoso aparato delincuencial que opera en la mayor parte del territorio nacional y que, incluso, se le considera parte activa de los vaivenes económico financieros de nuestro país.

En el orden externo, el titular del poder ejecutivo reincidió en promesas no sustentadas en Centro América, al estilo foxísta. Ratificó el estrecho maridaje con nuestro vecino del norte y, prácticamente, confirmó la ausencia de México en el liderazgo latinoamericano.

En la política interna, Calderón mostró su falta de liderazgo en su propio partido. Siendo cuestionado por el Presidente del instituto político y siendo incapaz de frenar la ruptura y desbandada blanquiazul en Yucatán, bastión panista en el sureste hasta antes de diciembre pasado.

¿En que entonces se basa el optimismo presidencial?