Entre chascarrillos y bromas de mal gusto


J. Enrique Olivera Arce



Que fácil resulta ignorar el pasado frente a un chascarrillo. Bastó una nueva pifia literaria de Vicente Fox para hacerlo víctima del escarnio público, levantando con ello la cortina de humo tras la que se pretende ocultar la realidad de un sexenio perdido, y lo que sigue. Los grandes problemas nacionales pasan a segundo plano. El debate mediático se centra en torno a la estupidez supina de quien se precia de nunca haber leído. Soslayándose la herencia de ineficiencia y corrupción y deterioro, que dejara a los mexicanos un pésimo presidente de la República.

Por eso, cuando el presidente Calderón Hinojosa opone el pasado al futuro, soslayando el presente, no se sabe a ciencia cierta si se refiere a dejar atrás al país dividido, fragmentado, y a la deriva que hereda de su antecesor, ó constituye un anticipo de lo que será el México a construir sobre cimientos inexistentes. Un chascarrillo más, ahora en boca de quien está obligado a expresarse con claridad frente a un pueblo que espera rumbo y conducción. Pues sólo en broma se puede concebir, a la luz del concierto internacional, que un país pueda aspirar a ser la quinta potencia económica del planeta, con sólo desearlo, borrando por decreto el pasado, y soslayando un pesado presente que nos mantiene anclados en el inmovilismo y con alto riesgo de deslizarnos en el tobogán del retroceso.

País de chascarrillos, caricatura de lo que somos y lo que aspiramos a ser en los próximos cincuenta años, cuando de un plumazo aceptamos el fin de las ideologías que cual dogma religioso, se nos pretende imponer desde las alturas. Ni izquierdas ni derechas, dice Calderón. El pasado no existe. De lo que debemos estar convencidos y así lo debemos aceptar, es que el pueblo de México votó por el futuro. Por un mañana incierto en el que mecidos por las olas neoliberales, al vaivén del mercado, cerramos los ojos a la historia para dejarnos llevar en el carruaje de la pretendida opulencia que habrá de depararnos el mantenernos uncidos a un capitalismo en decadencia.

Broma cruel, pero al fin broma, para los millones de compatriotas, sin empleo, sin esperanzas, sin expectativas de mejores condiciones de existencia. Chascarrillo de mal gusto para quienes hoy, hoy, hoy, viven atados a la miseria, a la insalubridad y a la ignorancia.

Y para no quedarse atrás en la estulticia, diputados y senadores proclaman que los consejeros del IFE deben ser relevados, hacer maletas y retirarse al rancho, por no ser dignos de confianza. El comal le dice la olla, pues si alguien merece desconfianza son los que se dicen hacedores de las leyes. Que se vallan todos, sería la solución.

Cortinas de humo de un falso debate, ante la incapacidad para enfrentar un presente nacional que exige con urgencia achicar la nave y enderezar rumbo, empezando por la erradicación de corruptelas, impunidad y opacidad en el quehacer gubernamental. Que por cierto no se logra por decreto.

Si el tratar de ocultar el sol con un dedo en el concierto internacional, escondiendo nuestras miserias con una mano atrás y otra adelante, es desverguenza, qué podría decirse en lo interno, cuando reír y llorar son sinónimos, al festinar el entierro del pasado y el advenimiento del pensamiento único, que en nuestra pluralidad nos hace iguales frente a los designios del poder.