La tamalada, oportunismo político

J. Enrique Olivera Arce



Una oportunidad más de legitimar el proceso democrático electoral se pierde en Tabasco. La elección de gobernador, diputados locales y alcaldes terminó en un lamentable y cuestionado sainete en el que los partidos políticos contendientes mostraron el pedestre nivel que guarda nuestro sistema político. Tirios y troyanos se disputaron el poder por el poder mismo y no la voluntad popular, recurriendo a prácticas que ponen de manifiesto la inexistencia de la democracia como forma racional de convivencia entre diferentes en nuestro país. Y como no había de ser así cuando precisamente lo que falta en México es una clase política integrada por demócratas educados en el respeto al pueblo al que presuntamente se deben. Contienda bajuna en la que hubo de todo pero en la que predominó la simulación, la ausencia de ideas y de propuestas y, sobre todo, el desprecio a la ciudadanía.

Si de diagnosticar el grado de salud política de México se trata, las elecciones en Tabasco sin lugar a dudas indican la existencia de un cáncer terminal con póstulas y llagas a flor de piel. O se reconstruye desde la raíz el sistema político y el de partidos que va implícito, o muy pronto el cuerpo corrupto terminará por arrastrarnos a todos en su caída. México está cansado de tanto atole con el dedo.

Acres críticas generó la intervención del gobierno del estado en la celebración pública de un acto de fe cuya organización y desarrollo debería haber sido de la exclusiva competencia de las autoridades eclesiásticas, dejando a las autoridades civiles la tarea de brindar seguridad a los miles de fieles que se dieran cita en la Catedral de nuestra ciudad capital.

Entre otras cosas se consideró de muy mal gusto el que el gobierno del estado convocara por todos los medios a su alcance a la elaboración de tamales y atole y plantara en el Parque Lerdo el clásico templete rojo que suelen utilizar las autoridades para la celebración de eventos propios de sus funciones.

Pero también muchas personas, incluyendo a personajes políticos, calificaron como de oportunista tal intervención que no tuviera más objetivo que manipular con un claro interés político, el legítimo sentimiento y fervor religioso del pueblo.

Para otros, fue un claro indicio de una abierta tendencia del gobierno estatal a incorporarse al populismo de derecha que se espera sea la tónica de gobierno del régimen que encabezará Felipe de Jesús del Sagrado Corazón Calderón Hinojosa.

Igual de inoportuna se calificó por parte de algunos masones, la declaración del Ayuntamiento de Xalapa de sus intenciones de sustituir el nombre que lleva la calle de Enrique C. Rebsamen por el del santo Guizar y Valencia. Considerándola como contraria al espíritu laico que animara en su desempeño al destacado pedagogo y educador que tanto lustre diera a nuestra entidad.

La forma es fondo, diría Don Jesús Reyes Heroles; como en su momento Jesús de Nazaret expresara con toda claridad la diferencia entre lo que es del Cesar y lo que es de Dios y que nuestros Constituyentes recogieran con sabia viertud para plasmarlo en nuestra Carta Magna.