Nuevo golpe a la planta productiva nacional


J. Enrique Olivera Arce



Por si la amenaza de la apertura comercial al sector agropecuario, convenida en el TLCAN, fuera poco, en cascada se avizora un nuevo conflicto de orden económico y social que afectará a la planta productiva de este sufrido país que aún confía en sus instituciones democráticas y en sueños guajiros de primer mundo que la administración panista en el poder se ha encargado de vendernos bajo la denominación de “foxilandia”.
La prensa nacional ha difundido que la Secretaría de Economía ha publicado en el Diario Oficial un decreto que implica la reducción de 6 mil fracciones arancelarias en 19 sectores industriales, pese a la objeción y protesta de empresarios y sindicatos que con ello ven afectados no sólo sus intereses más inmediatos, sino incluso su propia supervivencia productiva.


Los sectores afectados por el decreto, son, entre otros, el químico, plásticos y sus manufacturas, productos cerámicos, vidrio, cuero y calzado, textiles, prendas de vestir, acero y sus manufacturas, en un contexto económico nacional que a decir de Francisco Gil, Secretario de Hacienda, en el sexenio ha sido insatisfactorio en términos de crecimiento y, por ende, en la generación de empleos.


La medida adoptada por la Secretaría de Economía, pese a lo también afirmado por Gil Díaz de que la fortaleza de la economía mexicana permitirá enfrentar con el mínimo de riesgo a la desaceleración de EU, sin duda constituye un duro golpe para los sectores productivos involucrados que con ello prácticamente quedan en indefensión frente a la agresividad comercial de países como China, Corea, India, entre otros,con los que ya se tenían sensibles desventajas en términos de competitividad.


Quedando demostrada también la ineficacia de los programas orientados a incrementar productividad y competitividad, que en primera y última instancia no han sido más que medidas orientadas a taparle el ojo al macho ante la incapacidad de las autoridades para crear las condiciones necesarias para el crecimiento de la planta productiva del país.


El decreto, contrario a lo que el Presidente electo propone en términos de generación de empleos, reducirá el ritmo de inversión y propiciará la quiebra de multitud de pequeñas y medianas empresas y, por ende, incrementará la tasa de desempleo, así como la del comercio informal que ya constituye una verdadera infraestructura nacional para la comercialización de mercancía proveniente de los países asiáticos.


Para quienes dudaran de la certeza y contundencia con la que el Presidente Fox asegura que la próxima administración federal mantendrá y profundizará las actuales políticas económicas, el decreto en cuestión los sacará de duda. La decisión adoptada de última hora tuvo necesariamente que ser consultada con el Presidente electo en la medida en que incide negativamente en la política de empleo pleno propuesta para su aplicación en los próximos seis años. Y si no fue así, peor tantito, pues pone a Calderón Hinojosa en la tesitura de mirón de palo frente a disposiciones que le afectan de quien será su antecesor.


Lo que llama la atención en nuestro ámbito local es que frente a la magnitud e importancia negativa de un decreto que nos afecta, se guarde absoluto silencio y, lejos de mostrar preocupación al respecto, se mantenga la actitud triunfalista derivada de la convicción de que todo marcha bien y de que en Veracruz no pasa nada que pudiera afectar la imagen de una entidad que construye con continuado esfuerzo un futuro bonancible.


Si la renuncia del Estado Mexicano a revisar el capítulo agropecuario del TLCAN afecta a varios cientos de miles de familias del sector rural veracruzano, el decreto de reducción de aranceles en 19 sectores industriales tendrá el mismo efecto negativo, sobre todo en la pequeña y mediana empresa. No podemos quedarnos cruzados de brazos ni mucho menos actuar como el avestruz frente al peligro cuando la realidad exige actuar en consecuencia.