La derrota empieza por casa


En La importancia de llamarse Ernesto,
Oscar Wilde señala:
"Me gusta hablarle a una pared de ladrillos.
Es lo único que nunca me contradice."

J. Enrique Olivera Arce

No puede uno hablar del descalabro priista sin necesariamente buscar respuestas. Quizá en ello descanse la enorme debilidad de la cúspide priista veracruzana, que busca respuestas donde no las hay. Perdidas en la coyuntura se niegan a observar el bosque y lo que hay más allá de este dentro del marco histórico de los prolegómenos y las ulteriores consecuencias de su divorcio con el pueblo; enfrascados como lo han estado en el impulso de políticas públicas contrarias a la ideología, principios y programa de acción de un partido político que habiendo nacido al calor de la Revolución Mexicana, constructor de instituciones republicanas y ejemplo para toda América latina, se dejara tentar por los espejismos tecnocráticos del modelo económico y social impulsado desde Washington.

Lejos de apoyarse en el estudio de su propia historia, el priismo se pierde hoy en la búsqueda de culpables de su debacle, personalizando la derrota y negándose a aceptar que más allá de la circunstancia adversa de coyuntura, existe un pueblo que hoy por hoy decidió cobrarse la factura. Llamando la atención que el todavía presidente del CDE del PRI persista en la tesis de que el trabajo cotidiano del gobernador era garantía de triunfo y que lo seguirá siendo para el 2007, atribuyendo la derrota a factores externos y ajenos a las filas del priismo, en tanto que sus correligionarios le señalan como artífice del descalabro.

Y no falta un aspirante vencido en la justa que desahogue su frustración divulgando a los cuatro vientos que el único culpable es el propio gobernador por haberles enviado a perder, negándoles los recursos para una campaña exitosa. Pero más llama la atención el que se haya hecho correr la voz de que habrá cambios en el gabinete fidelista para otorgarle premio de consolación al derrotado y castigo a quienes desde el primer nivel no supieron o no quisieron construir las plataformas y amarres necesarios para cumplir con las expectativas de triunfo del partido que gobierna.

Caso concreto el del titular de la SEDARPA, a quién hemos señalado por sus múltiples limitaciones pero que en materia política ni por asomo podría ser responsable de la pérdida del tradicional voto verde. El señor no erró en los casi dos años de gestión al frente de la Secretaría por no saber ganar al campesinado para el partido, esa no es su función. El error estriba en darle continuidad a políticas agrícolas, pecuarias y pesqueras ajenas a los intereses de la mayoría de los productores, cuyo origen se remonta a cuatro lustros atrás y de las que en gran medida el PRI es responsable. Y si no que lo digan los maiceros, los arroceros, los cañeros, los estableros y los pescadores ribereños, que hoy se enfrentan con franca indefensión a la importación de productos agropecuarios y pesqueros subsidiados.

El voto verde le fue adverso al PRI como le será adversa a los productores la apertura comercial total convenida en el TLCAN para el 2008. Los placebos asistencialistas no substituyen al subsidio y al financiamiento suficiente y oportuno que en el extranjero reciben los productores del sector. En ello no lleva responsabilidad alguna el titular de la SEDARPA, salvo no tener la suficiente calidad moral y honestidad intelectual para hablarles con verdad a los hombres del campo. Y por si fuera poco, se da ya como un hecho que el relevo de Juan Humberto García será el actual subsecretario de gobierno, Hector Yunes Landa, de quien se presume si sabrá capturar el voto verde para el 2007 sin más armas que su inclinación natural a la operación electoral, por cierto hoy en entredicho.

También, y rallando en el absurdo, un alto funcionario del régimen comenta que el rescate oportuno del partido habrá de sustentarse en una estrategia cupular, aplicable distrito por distrito, y verticalmente de arriba hacia abajo, coptando a la brevedad a los hombres fuertes de cada región y cuya presencia económica y social constituye factor de influencia y control determinante para inclinar la balanza a favor del partido en desgracia. Estrategia políticamente cuestionable en una circunstancia en la que importantes sectores pugnan por la democratización del país, pero también ineficaz si antes no se revierten las políticas públicas de rescate del campo que hoy por hoy sólo benefician a una minoría de pudientes.

No es el árbol el que determina y pesa, es el bosque y su entorno histórico. No quererlo ver así, con talante crítico, no hace sino confirmar la profundidad de la derrota y la incapacidad de un partido antes poderoso para rehacerse, recuperar fuerzas y regresar al seno del pueblo, del que nunca debió haber salido.
Oscar Wilde también dijo: "Sólo los que están perdidos intelectualmente nunca discuten".

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