Abandono e indefensión en zonas indígenas


J. Enrique Olivera Arce




En el mosaico del territorio nacional, Veracruz destaca por los efectos negativos del frío en las zonas serranas de la entidad y, más específicamente, en las comunidades indígenas que desafortunadamente en términos duros están prácticamente en franca indefensión frente a condiciones meteorológicas adversas.


Las imágenes trasmitidas por los medios electrónicos hablan por sí mismas de una realidad que no se puede tapar con un dedo. La afectación de la población por las bajas temperaturas no tiene más origen que el abandono y la pobreza en que sobrevive ésta. contrariamente a la información oficial por muchos meses difundida, en la que se destaca especial atención de las autoridades de los tres órdenes de gobierno a la población indígena.


Piso firme, fogones, becas, láminas de cartón, cobijas, colchonetas, y unos muy cuestionables “proyectos productivos”, ni satisfacen las necesidades básicas de la población indígena para su supervivencia ni mucho menos generan condiciones que atemperen la vulnerabilidad a que está expuesta la mayor parte de cada año. Reduciéndose la acción gubernamental a simples paliativos que posponen la aplicación integral de políticas públicas y acciones orientadas a la búsqueda de soluciones de fondo. Persistiendo la miseria de nuestros coterráneos de diversas etnias que habitan en la serranía y que, entre otras cosas, en su mayoría se dedican a la agricultura de subsistencia.


El abandono, la explotación y la pobreza extrema persisten en las comunidades indígenas de Veracruz. Nada o casi nada se hace al respecto, salvo lamentarse mediáticamente de las consecuencias. Soslayándose atacar los orígenes de una problemática que ya por costumbre desemboca en desgracias personales o familiares de las que da cuenta la prensa cuando el frío y la miseria cobran víctimas fatales.


Frente a falsas expectativas de progreso económico y mejora de las condiciones de vida en las zonas serranas no podemos seguir repitiendo hasta la saciedad que vamos bien, cuando la realidad afirma lo contrario. Si algo late en Veracruz es la indignación frente al abandono de los veracruzanos más desprotegidos y vulnerables.