¿Quién es quién en la prensa
veracruzana?
J. Enrique Olivera Arce
Pulso crítico
En una de sus
recientes peroratas, el Sr. Duarte de Ochoa mencionó algunas cifras que jaladas
o no de los pelos dan que pensar. Alrededor de 8 mil periodistas y
aproximadamente 500 medios de comunicación impresos, electrónicos y digitales
se tienen identificados en la entidad veracruzana, afirmó.
Fenómeno que se da una
entidad federativa en la que la prensa no se distingue por contar con tirajes
sobresalientes, aunado a que cotidianamente
la información destacada que se difunde es de índole política o policiaca
Esto último resulta
lógico, Veracruz históricamente destaca por su inclinación preponderante a la
grilla, la especulación, el chisme, los dimes y diretes, o las patadas bajo la
mesa, alimentado por un bombardeo permanente de propaganda política. Lo destacado
en el ámbito policiaco es relativamente nuevo, el crimen en todas sus
manifestaciones en la prensa brincó intempestivamente de información marginal
en la página roja de interiores a lo políticamente destacado en primera plana
de todo tipo de publicaciones. El tema político es medio y fin para amplios
nichos de mercado en el negocio de la información y la nota policiaca ahora
politizada, por lo consiguiente. Medios de comunicación y periodistas viven de
y para este negocio, lucrativo para unos cuantos y oportunidad de sobrevivencia
para los más en un mercado artificiosamente hipersaturado e hipercompetido.
Pero volviendo a
los números, al no existir un registro público gremial en el que
fehacientemente quede asentado quien es quien y quien es o no es, antecedentes,
medio en el que se desempeña, y
vinculación laboral y fiscal entre esas 500 empresas y los 8 mil tundeteclas y
reporteros gráficos que el gobierno estima existen en la entidad, resulta prácticamente imposible a vuela pluma
determinar quien o quienes son lobos, blancas ovejas o las de negro pelaje que
son todo menos periodistas.
Salvo, claro está,
para las autoridades que a decir del propio Sr. Javier Duarte, si saben a
ciencia cierta que especie y pelaje distingue a cada uno de los 8 mil
comunicadores o pseudo comunicadores identificados.
Luego, como en la Viña del Señor, en tal
universo hay de todo como lo hay en cualesquier otro gremio. Altos, chaparros,
gordos, flacos, cachetones o cari alargados, auténticos periodistas o
simuladores, honestos o deshonestos, voceros de los facinerosos de a pie o de
cuello blanco, o voceros de corruptos políticos o empresarios. Lo mismo podría
decirse de esos 500 medios de comunicación que el gobierno identifica gracias a
su eficiente monitoreo a lo largo y ancho de la entidad. Salvo las autoridades,
nadie más sabe de la vida y milagros de la prensa veracruzana.
No todo ciudadano
tiene vocación de espía ni todos contamos
con los modernos instrumentos para ser un “James Bond” que, en una
“misión imposible”, se diera a la tarea de saber quién es quién en el gremio
periodístico.
Lo curioso del caso
es que si el gobierno duartista tiene los elementos suficientes y eficaces para
diferenciar a los buenos de los malos periodistas, no actúe preventivamente en
consecuencia para depurar tan nebuloso universo, evitando que lobos y negras ovejas pongan en entredicho lo mismo
al gremio que a la libertad de expresión.
Sus razones tendrá
y para muchos son entendibles, pero eso no obsta para que conste que todo
periodista involucrado en hechos que lo mismo violentan la ley que la sana
convivencia social, sea señalado a priori como de oscuro pelaje sin tener los
pelos en la mano. No se vale.
Tampoco se vale,
como contrapartida, que todo periodista, si es que lo es, se asuma como
policía, ministerio público, juez y verdugo, aún en los casos en que
eventualmente se presuma contar con pruebas para señalar un ilícito. No es la
función de la prensa ni es medio para fortalecer el ya de por sí cuestionado
estado de derecho el tomar la justicia por mano propia.
Como tampoco es
aceptable el que las empresas periodísticas pagando salarios de hambre o, en su
caso, sin existir una relación laboral conforme a lo establecido por la ley, orille y
empuje a las ovejas de blanco pelaje a pervertirse y convertirse en lobos para
poder llevar el pan a su hogar.
La prensa no tiene
fuero, ni tiene porqué asumir que lo tiene para violentar la ley ni el oficio
periodístico está por encima de la sociedad. A Dios lo que es de Dios y al
Cesar lo que es del Cesar, cada chango en su mecate para llevar la fiesta en
paz.
La sociedad en su
conjunto tendría también que preguntarse si realmente se justifica en la entidad
tal proliferación de medios de comunicación, periodistas y pseudo periodistas,
la mayoría medrando a costillas de una corrompida vida política en la que se
capitaliza el deterioro social y económico de un postrado Veracruz.
Considero que si no
se tiene claro este panorama, difícilmente se podrá entender cual es el papel
que juega o debería jugar la prensa en la necesaria relación entre la sociedad
y su gobierno. En consonancia, propongo la creación de un registro público del
quehacer periodístico en la entidad que de una vez por todas, establezca el
quién es quién en la prensa veracruzana.
Xalapa, Ver.,
agosto 16 de 2015.
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