Las vísceras suelen ser malas consejeras

Por J. Enrique Olivera Arce


Como distractor no pegó. Mala señal del gobierno veracruzano con la cacería de alcaldes, síndicos, y funcionarios públicos menores de Ayuntamientos que, con excepción del de Tuxpan, sólo obtuvieran migajas por su mal proceder y presunto saqueo de las arcas públicas municipales.  

Lejos de obtener el aplauso de la ciudadanía, lo que generó la “cacería” fué malestar y una nueva andanada de rumores. “Se persigue a los pequeños peces y se dejan sueltos a los mayores” Se comenta en diversos círculos sociales.  

 Opinión a la que me tomo la libertad de agregar: y ni que decir del rojo y resbaladizo tiburón, artífice  del saqueo y descomposición de la vida política y social de Veracruz. 
Y en efecto, tal es la percepción que se construye en torno a cortina tras cortina de humo con las que se pretenden ocultar lo mismo impunidad que voluntad expresa de no tocar a los Alcaldes con mayor merecimiento para hacerse acreedores a sanciones en serio, y menos a servidores públicos estatales de la anterior administración, que la opinión pública señala, infructuosamente, como presuntos delincuentes. 

La cercanía del inicio formal y legal del proceso electoral del 2012, recomienda no hacer olas. De entre los peces gordos presuntamente responsables del saqueo de las arcas públicas, figuran aspirantes al Senado y diputaciones federales que podrían ver afectada su imagen pública, en perjuicio del número de votos que el PRI requiere para hacer pesar a Veracruz  en la elección presidencial.  

Podría salir a flote el destino de miles de millones de pesos, que presuntamente se desviaran a las campañas políticas y elección del 2010. Lo cual no es conveniente para el PRI. Además de que podría dar al traste con la ya de sí deslucida y menguada imagen de la administración duartista,  que ya no ve lo duro sino lo tupido. 

Si la intención fuera otra, la voluntad expresa del gobernador encaminada a sanear tanto la vida política de Veracruz como a su propia administración, se empezaría combatiendo la corrupción en las filas de su partido; encaminando investigación y señalamiento de responsabilidades a partir de su gabinete legal y ampliado; actuando en consecuencia contra todo servidor público presumiblemente participante tanto del lamentable saqueo de que fuera objeto la hacienda pública estatal y municipal en la anterior administración, así como de la pérdida de credibilidad y esperanza que el gobierno debería merecer de la ciudadanía. 

¿Existe tal voluntad, como lo ha afirmado el Gobernador en más de una ocasión? Al parecer no es así. De ahí la orquestada propaganda mediática, destacando la detención de servidores públicos municipales de poca monta. Pretendiéndose desviar la atención sobre la deuda pública estatal y del caso de los rumorólogos, a los que contra viento y marea se les fincara auto de formal prisión como presuntos responsables de los delitos de terrorismo y sabotaje. Cortina de humo fallida, una más, que pone en entredicho todo sentido de justicia y cultura de la legalidad en la entidad. Pésima estrategia comunicacional, cuyos resultados está valorando la ciudadanía como equivocada. 

Mientras, la corrupción e impunidad sigue su curso inexorable rumbo al 2012, en medio de una escalada no esperada de la violencia criminal en la ínsula de “aquí no pasa nada” crece el deterioro económico y social de Veracruz, que por cierto se resiste aceptar como tal un reducido sector de la clase media, que aún cifra sus esperanzas de movilidad y ascenso en un  priísta (¿Enrique Peña Nieto?) que, como presidente de la República, sepa salpicar.  

El Dr. Duarte de Ochoa “hace lo que puede”. Nadie se lo regatea. El problema es que siendo “el solitario de palacio”, todo le sale mal. Sin equipo probado en las lides político administrativas, sin asesores a la altura de las circunstancias y, sin un partido, su partido, que perdido en intereses mezquinos electoreros, no hace nada por darle soporte social. 

Careciendo de liderazgo, dentro y fuera de su administración, El Dr. Duarte empieza a dar muestras de desesperación e intolerancia. Sus decisiones parecen ser viscerales y reactivas frente a un  complicado rompecabezas, sin aun poder encontrarle la punta al mecate. 

Así como para el pueblo las tripas insatisfechas no tocan buen son, para el gobierno de Veracruz la combinación de  arcas públicas vacías, acreedores que ya no aguantan más, presión de gobierno federal, reconstrucción, nuevas inundaciones y más reconstrucción, incremento de desempleo, pobreza y desigualdad, la elección presidencial en puerta, así como la presencia de la oleada criminal a lo largo y ancho de la entidad, resulta ser un coctel pésimo para una buena y sana digestión. El malestar visceral como consejero, da paso a la sinrazón de las cosas. 

Hemos afirmado que a nadie le gustaría estar hoy en los zapatos del Dr. Duarte. La circunstancia que le ha tocado enfrentar –factores internos y externos que se le oponen-no reditúa el disfrute del premio que le concediera Fidel Herrera Beltrán, su mentor y padrino. Se dice que sólo por ello bien merece el beneficio de la duda. Si, pero, ¿hasta cuando? Estamos en septiembre, a tres meses de cumplirse el primer año de gobierno y no se ve claro el panorama. Es más lo que se dice, se repite y se machaca, siempre "adelante", que lo que el gobierno estatal hace en bien de una comunidad que de la prosperidad que se le ofrece únicamente recibe saliva.

¿Esperaremos que en el 2012 las hoy negativas circunstancias se pongan a favor del gobernante? Honestamente, creo que podemos esperar, que caray, pero me permito dudar de que las condiciones mejoren. La prioridad tanto para la clase política como para el gobierno, será lo electoral, gobernar bien y para todos puede darse por descontado; así lo dice la historia, así lo recomienda la práctica inveterada de la política veracruzana. 

Ante los barruntos de crisis que se perciben, la saliva mal empleada y el bombardeo mediático sobre pedido ya resultan insuficientes y banales. Más ruido a través de los medios es irrelevante, ha perdido eficacia; la prensa comparte con el gobierno la crisis de credibilidad ante una ciudadanía escéptica, misma que se mueve en un clima de incertidumbre gracias a una buena dosis de criminalidad impune, desinformación oficial, y autocensura periodística.  

Disfrazándose el desbarajuste con una profusa difusión de imagen del Dr. Duarte de Ochoa que, por cierto, cuesta y mucho a los contribuyentes, las cortinas de humo no son ya solución, habría que pensarse, simplemente, en escuchar al pueblo, más que fuera en el “twitter”.