El exabrupto

J. Enrique Olivera Arce


Independientemente de las consecuencias que pudiera tener en el futuro cercano en su relación con Calderón Hinojosa, la actitud asumida por el gobernador de Veracruz declarando “persona non grata” a Javier Alarcón, secretario del trabajo y amigo cercano del titular del poder ejecutivo federal, pone en riesgo sus esfuerzos por construir la unidad en torno a sus propósitos sexenales de gobierno, anticipando en la entidad la confrontación partidista en la pugna por alcanzar la presidencia de la República e el 2012.

El exabrupto en que incurriera, a más de no haber despertado otra cosa que críticas por  su inmadurez política, así no haya sido  intención premeditada revivió el beligerante talante belicoso de los grupos panistas afines al ex candidato a la gubernatura Miguel Ángel Yunes Linares, toda vez que más que un agravio al funcionario federal, éstos lo interpretan como un “estate quieto” al choleño que le disputara la gubernatura en una tan cerrada como cuestionada elección.

Si en la visita a Veracruz de Javier Alarcón este se hubiera constreñido a operar al interior de su partido en su búsqueda de ganar adeptos en su aspiración a la candidatura blanquiazul a la presidencia, como fuera el caso de su correligionaria Josefina Vázquez Mota –quien no necesita visa o salvoconducto-, las cosas no hubieran pasado a mayores pero, bastó que cenara con Miguel Ángel Yunes y su hijo, ex alcalde de Boca del Río, para que la sangre llegara al río. Javier Duarte sigue aún contemplando a su adversario como un peligro para su endeble administración y, de paso para su proyecto personal en el proceso decisorio de la designación de precandidatos a las senadurías por Veracruz en el 2012, lo mismo que en su afán de ganar protagonismo nacional haciendo pesar electoralmente a la entidad en la sucesión presidencial. Exhibiendo debilidad e inmadurez.

Así las cosas, tomando en sus manos una tarea que en todo caso le correspondía a la dirigencia estatal de su partido, se asumió de manera inoportuna como beligerante activo en una contienda que hoy por hoy, en su carácter de gobernador necesitado del respaldo de todas las fuerzas políticas de la entidad, debería obviar para bien de su proyecto de gobierno. Más cuando las corrientes mayoritarias del panismo veracruzano le han concedido el beneficio de la duda, sumándose, de hecho a su llamado a la unidad.

Con el exabrupto, el priísta Javier Duarte de Ochoa, lo que logra es que lo vean ya no como quien gobierna para todos como explicitara en sus propósitos, sino en mala hora como el adversario al que hay que combatir con vías a lo que viene en el 2012.

Paradójicamente, con su anticipada beligerancia electoral como primer priísta de Veracruz, también está propiciando la división al interior de su partido, avivando el fuego amigo en la pugna interna por las senadurías. Interpretándose por los aspirantes al Senado como el banderazo de salida para que cada uno de ellos busque llevar agua a su molino. Cobrando predominio la politización electorera de aquellas tareas de gobierno enfocadas al beneficio colectivo sin distingo partidista, restándole capital político y capacidad de maniobra al incipiente titular del poder ejecutivo estatal.

¿Qué tanto tuvo que ver la mano que mece la cuna desde la penumbra? Como para que Javier Duarte incurriera en lo que se considera una pifia política más, eso esta por verse. El hecho objetivo es que el joven y aún inexperto gobernante se echó un alacrán a la bolsa, declarándole la guerra al “perro de presa” de Calderón Hinojosa y reviviendo a Miguel Ángel Yunes Linares. Ello traerá sin duda consecuencias en lo inmediato, pese al constante coqueteo del gobernador veracruzano con el gobierno federal, a la par que, sin necesidad alguna en nuestra aldea, al extrapolar la pugna interna del panismo a la vida política de la entidad quien pierde es el propio Duarte de Ochoa y, de paso, el PRI, pues no hay que olvidar que la opinión pública juzga al ahora multicolor priísmo en cada uno de los actos de quien faltando a su compromiso echando las vísceras por delante, se olvidó de que gobierna para todos por igual.