PVD. Aplaudidores y “contreras”

Por J. Enrique Olivera Arce


Cuando se defiende lo indefendible desde la nómina gubernamental, da mala espina.

Diversas voces  se han dado a la tarea de descalificar las críticas vertidas en torno al presunto “Plan Veracruzano de Desarrollo 2011-2016, argumentando sin elementos válidos, el atribuir carácter de panacea que transformará la realidad de Veracruz en seis años, al instrumento de política pública presentado en apretada e incoherente síntesis el pasado miércoles.

No valdría la pena insistir en mi postura crítica respecto a lo que ya me tomé la libertad en artículo anterior de calificar como “un documento vacío de contenido y alcances, reduciéndolo en su presentación a un simple listado de buenas intensiones, cuya principal característica es la incongruencia e inviabilidad económica y social”, si no fuera por el tono de las descalificaciones a quienes insensatos expresaran desacuerdo con el anuncio del gobernador del estado. Entre “los contreras”, que siendo minoría frente a la mayoría que aplaude el ahora ya famoso “PVD” me toca algo de ello, sin que esto quiera decir que me confundo entre panistas trasnochados y simuladores.

Por lo que respecta a quien esto escribe, no milito en el PAN ni por asomo comulgo con esta expresión política reaccionaria que está hundiendo al país desde la presidencia de la República. Tampoco recibo línea o dinero alguno de los partidos o personajes políticos de oposición en Veracruz. Mucho menos figuro en la nómina del gobierno priísta como para que pudiera decirse que “pateo el pesebre”.

Dicho lo anterior, me permito recoger el guante, pidiendo a quienes descalifican a “los contreras” por consigna oficial o por interés político personal, quieran defender con argumentos válidos al contrahecho fruto de un proceso de planeación que a mi juicio no fue tal, respondiendo, de manera muy simplista para que no se quiebren la cabeza, a las siguientes interrogantes que a mi juicio cuando menos debería haberse dado respuesta en la presentación del pasado miércoles:

Qué debe entenderse por desarrollo;
Qué es un plan Estatal;
En que estrategia de desarrollo se sustenta;
Cual es el contexto nacional dentro del cual se inscribe;
Cual es el diagnóstico al que daría respuesta el plan;
Qué objetivos persigue y con que propósito;
Por qué estos y no otros;
Cual sería el orden de prioridades regionales y sectoriales;
Cuales serían las políticas de asignación de recursos presupuestales
Quienes serían los beneficiados directos e indirectos;
Cual sería el impacto social y económico esperado en el tiempo;
Quién o quienes serán responsables de su implementación, control y evaluación.

Y, a mi modesto entender coincidiendo no con una minoría de “contreras”, sino con una amplísima mayoría, sin meternos en honduras de relación costo beneficio, la interrogante toral:

¿Con qué ojos querido tuerto se financiará el susodicho plan? Cuando es del conocimiento público que Javier Duarte de Ochoa heredó finanzas públicas estatales en bancarrota, una deuda impagable en el corto y mediano plazo, y que un porcentaje importante de las participaciones federales están ya comprometidas, gracias a la bursatilización y al servicio del oneroso endeudamiento en que incurriera su antecesor.

Cuando se tenga respuesta puntual, con datos duros, a las interrogantes que me permito proponer dilucidar, entonces hablamos para irnos entendiendo. Antes, el aplaudir sin sustento, satanizando a quienes hemos manifestado nuestro desacuerdo o limitada comprensión del galimatías expuesto el pasado miércoles, es simple y llanamente ignorancia, vulgar lambisconería, halago desmedido, o “cultivo” a la vanidad del “Señor”. En el mejor de los casos, descalificación sobre pedido de “los contreras” que molestan al Dr. Duarte de Ochoa, pagada por el gobierno duartista.