Humildad con honestidad y visión de futuro, fórmula para avanzar

Por J. Enrique Olivera Arce




Lo pasado, pasado está, salvo para los necios. Parafraseando al chaparrito pelón de lentes que despacha en Los Pinos, “Haiga sido como haiga sido”, Javier Duarte de Ochoa, gobernará a Veracruz en los próximos seis años. En fatídicos 13 días, la ojalá irrepetible experiencia de un pésimo gobierno será una página cerrada más en la historia de la entidad. Y a otra cosa mariposa.

Es lo que cada vez en mayor proporción se escucha lo mismo en las tertulias de café que en reuniones familiares, o de empresarios que cifran sus esperanzas en un nuevo estilo de gobernar en el que el equilibrio entre finanzas públicas y economía privada, se complementen armónicamente para bien de Veracruz.

Y es en estos últimos, al margen de lo que pudiera adeudárseles como proveedores de bienes y servicios, en donde con mayor énfasis priva la esperanza de que con Javier Duarte, si se aplica con inteligencia, voluntad política, pero sobre todo humildad para reconocer la realidad por la que atraviesa la vida económica y social de la entidad, se encontrarán los mejores caminos para salir de la postración y el atraso. Recuperándose tiempo y oportunidades perdidas.

Si Javier Duarte y su equipo de trabajo aceptan que las fórmulas neoliberales para enfrentar la crisis que el mundo padece, están agotadas y que, como lo está poniendo en práctica la República Popular China, si se orientan políticas públicas y visión estratégica de mediano y largo plazo, hacia el fortalecimiento del mercado interno, como el mejor camino para hacer frente a la incertidumbre de una economía mundial que no encuentra recuperación y estabilidad, podemos tener la oportunidad de recuperación, fortalecimiento y consolidación de la planta productiva de Veracruz, me comenta un por cierto exitoso empresario.

La solución en el corto plazo está en el campo y en el aprovechamiento pesquero de nuestro amplio litoral, comenta. Tenemos que construir auténticas cadenas productivas que vinculen producción primaria, industrialización y distribución, orientadas al fortalecimiento de la demanda de productos veracruzanos por veracruzanos. Consumir lo que Veracruz produce, es una falacia, agrega, si previamente no generamos la oferta suficiente para competir con productos que nos llegan de otras entidades del país o del exterior.

Reflexionando sobre lo anterior, mi interlocutor parece tener toda la razón. Acceder al mercado exterior y a la inversión extranjera es cada día más difícil y complejo. El fenómeno del proteccionismo en las economías de los países tradicionalmente consumidores de materias primas y producción de los países emergentes, es más que evidente; a la par que el capital externo se orienta en mayor medida a la especulación financiera. El capital “golondrino”, busca el camino más corto para mantener altas tasas de ganancia y, éste no es precisamente el de la producción de bienes y servicios y generación de empleo que demandan los países huéspedes.

Veracruz cuenta con un mercado de más de siete millones de consumidores. Mercado potencial no aprovechado y supeditado a la oferta externa, como puede observarse en las grandes cadenas comerciales que operan en la entidad. Coincido con el empresario que me ilustra sobre el tema. Estamos más que obligados a revertir tal tendencia. La reconversión y reordenación productiva, aprovechando nuestras fortalezas a partir de un adecuado proceso de planeación regional y microregional por cuencas hidrológicas, identificando y aprovechando nuestras ventajas comparativas en relación, sí, al mercado interno y no a la exportación que hoy por hoy está controlada por un reducido número de empresarios vinculados al capital externo y apoyados por el gobierno estatal.

Producir lo que demanda el amplio mercado interno veracruzano, substituyendo importaciones, capitaliza a la entidad, genera empleo y crea las condiciones para entonces sí, contribuir entre todos a consumir lo que Veracruz produce. Las circunstancias que hoy vivimos en el medio de una crisis nacional y global, lo exigen. Nuestra entidad tiene que adecuarse a la nueva realidad del mundo..

Se dice fácil, lo difícil estriba en la decisión de política política, para privilegiar una política económica que implica visión de largo plazo, cambio de paradigmas y actitudes, y el compromiso decidido de erradicar corrupción e impunidad, orientando finanzas públicas a resultados concretos, medibles, transparentes, sin falsos espejismos, en el proceso de rescate, reorientación y consolidación de la vida económica y social de Veracruz.

La impresión personal que guardo de Javier Duarte de Ochoa, lo he sostenido, es la de un hombre joven, aún inexperto, pero sin duda inteligente y bien intencionado. En sus manos está, insisto, el proponerse llevar adelante cambios positivos que contribuyan, ahora sí, al crecimiento económico y al desarrollo. No se puede repartir riqueza si antes esta no se genera, por lo que hablar de justicia social y reducción de desigualdad y pobreza, es demagogia si no se modifican viejos y caducos moldes de distribución equitativa de la riqueza, si esta sólo existe en el discurso.

Orden, eficacia con transparencia, austeridad y seguimiento puntual del gasto, visión, y voluntad política con disposición al cambio, sin duda redundaría en un mayor bienestar para la población, sin demagogia y falso triunfalismo. Este es el reto para nuestro joven gobernador. Este es el Javier Duarte en el que nos gustaría cifrar esperanzas. Esperemos que en el menor tiempo posible se libre de ataduras del pasado y que, con honestidad intelectual por delante, aplique racionalidad a la administración pública. El buen juez por la casa empieza, no más “sanguijuelas”, “tepocates” y “víboras prietas” medrando al amparo del erario público.

La condición para avanzar es la humildad. Duarte debe así reconocerlo. Menos proyección de imagen y más administración; caminar, eso sí, a paso firme, pero sin pretender correr dando vueltas y más vueltas al molino, generando falsas expectativas y promesas incumplidas. Es lo menos que de el se espera.

Para la ciudadanía, lo primero es entender y aceptar que los cambios que exige Veracruz no son tarea de un solo hombre. La tarea es de todos y la primera disposición al cambio está en cada uno de nosotros. Si no nos cegamos frente a falsos paradigmas y modificamos actitudes, priorizando principios y valores sustentados en la honestidad y en el trabajo, el cambio es posible. “Haiga sido como haiga sido”, estamos obligados todos a cerrar filas en torno a Javier Duarte, sin que ello implique extenderle un cheque en blanco, como suele ser nuestra inveterada costumbre.

pulsocritico@wordpress.com
http://pulsocritico.com/
http://pulsocritico.wordpress.com/