“Iluso”. Virus heredado, o adquirido intentando derribar el muro a topes

Por J. Enrique Olivera Arce



Iluso, es lo menos que en varios mensajes mis tres lectores se refirieran a un apunte anterior en el que hago referencia a que está en manos del próximo gobernador el que Veracruz cambie de rumbo o deje las cosas como están para seguir igual.

“La administración pública veracruzana no puede cambiar porque así lo decida en su momento Javier Duarte. Recibe el poder acotado por los intereses de los poderes fácticos y los creados como compromisos de campaña. Fidel estará presente a lo largo del mandato de su delfín”; “Frente al poder real, el cambio de rumbo en Veracruz, no está en la voluntad de Duarte”; “Javier Duarte no podrá contra la corrupción enquistada en todos los niveles de la administración pública”. Rezan algunos, en tanto que en otros, me cuelgan la etiqueta de “vendido” y, uno muy peculiar, en el que simplemente me dicen: “lástima de su edad”, como si de los años que cargo sobre mis espaldas dependiera el emitir una opinión al gusto o disgusto de la estimada lectora.

Que bueno que se opine, a favor o en contra de un comentario que considero atañe a todos. Entre más se participe y se discutan temas torales de Veracruz, más se enriquece nuestra vida política.

Zanjado lo anterior, en esta ocasión quiero referirme a un tema que ha venido inquietándome a lo largo de los últimos seis años, como lo es la concepción que el gobierno veracruzano contempla en su estructura orgánica sobre el desarrollo, sin que haya voces autorizadas que definan que debemos entender por desarrollo. Quizá Rafael Árias, Coordinador del Copladever y estudioso del tema, o algún brillante investigador de los muchos que tenemos en la Universidad Veracruzana, y que por cierto nadie les da juego, pudieran darnos luz al respecto.

Contamos con una secretaría de desarrollo económico y portuario, otra de desarrollo social y medio ambiente, así como una más, avocada al desarrollo agropecuario, pesca y alimentación. Otras responsables de la educación y a la salud. Y muchos otros organismos de menor jerarquía, avocados, en teoría, al tema en cuestión. Cada entidad se rige por propósitos y programas con cuantiosos recursos presupuestales, concurrentes al “desarrollo” como objetivo, concibiendo cada una a esta categoría de manera diferente y, la más de las veces contrapuesta.

Derivándose de lo anterior, no sólo duplicidad de funciones y derroche de recursos públicos. Lo más grave, es que ante la absoluta ausencia de complementariedad y coordinación inter e intra institucional, todas sin excepción no aportan nada positivo al logro del desarrollo como objetivo estratégico. En pocas palabras, así como se manejan las cosas, prácticamente no sirven para nada, si de cumplir un propósito superior se trata. Situación en la que el Comité de Planeación de Veracruz, en los hechos, en un cero a la izquierda que ninguna de las entidades mencionadas considera tanto en el cumplimiento del presunto Plan Estatal vigente de Desarrollo, como de las metas, obra pública y servicios, contempladas en los respectivos programas operativos anuales.

Lo primero que habría que considerar es que en realidad no se cuenta con un diagnóstico objetivo de la realidad que domina en Veracruz y, por lo consiguiente, con un plan estatal de desarrollo que contemple complementariedad, congruencia y jerarquización de prioridades, apoyado por un sistema estatal de evaluación. Que el Copladever está de adorno, como parche mal puesto en la SEFIPLAN, sin sustento operativo en el ámbito regional y sectorial y, en desacuerdo con la oficina que dependiendo del gobernador está encargada del programa de gobierno.

Así lo percibo. Lo que observo es que las entidades encargadas de promover el “desarrollo”, marchan a ciegas, interpretando cada una a su manera lo que a su entender les corresponde en el desahogo de las tareas que implica el progreso de Veracruz.

Crecimiento económico, ordenación regional y sectorial de las actividades productivas, seguimiento y control de la inversión pública en los tres órdenes de gobierno, vinculación con la sociedad para sumar y coordinar esfuerzos, actualización y retroalimentación, no son responsabilidad común, compartida y complementaria. Por ende, la atención a la producción, empleo, educación, salud, formación de recursos humanos, bienestar y mejores condiciones de vida de la población, marcha al garete y condicionada a que “el burro toque la flauta” en una orquesta sin director.

Media clase política afín al priísmo, quiere y busca estar al frente de las agencias de promoción del desarrollo en la siguiente administración. Hasta donde se alcanza a observar y leer en los medios de comunicación, el tema en cuestión, podría afirmarlo, no interesa un comino lo citado en los anteriores párrafos. No está en la mente de nuestra clase política, rejuvenecida por decreto y envejecida por vocación, propósitos y objetivos comunes en el complejo quehacer de las tareas del desarrollo en Veracruz.

Parafraseando a la señora que con toda valentía, expresara que “cualquier pendejo puede ser magistrado”, lo mismo podría decirse de los que aspiran a ser titulares de esos remedos de agencias “promotoras del desarrollo”, ya que para el caso, es igual “Chana que Juana”. De todas no se hace ninguna.

Antes que un buen funcionario, lo deseable e imprescindible es contar con una administración pública organizada y congruente con su propia finalidad y responsabilidades para con la sociedad a la que sirve. Si sobre el particular el gobernador electo no se ha pronunciado, es que posiblemente no le interese o, como me bombardean mis tres lectores, desde ya está amarrado de manos por los intereses creados, como para pensar en términos de congruencia, complementariedad y racionalidad del servicio público.

Bajo esta óptica, creo sinceramente que efectivamente me queda a la perfección el calificativo de “iluso”. No se si lo heredé de mi abuelo, luchador social y organizador sindical, o pesqué el virus a lo largo de mi persistencia por derribar el muro a topes, pero insisto, nada pierdo con ello, en que está en la decisión y voluntad política de Javier Duarte de Ochoa el darle un poco de orden y racionalidad a la administración pública, para así iniciar con honestidad intelectual un auténtico proceso de cambio y transformación de Veracruz.

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