El enemigo del PRI está en sus propias filas

Por J. Enrique Olivera Arce


El sólo observar las manifestaciones de paranoia electoral que se dan en el priísmo veracruzano, dan grima. Llevamos más de nueve meses escuchando a toda hora expresiones de pánico ante la idea aún no confirmada, de que será Miguel Ángel Yunes Linares quien abandere al PAN en la contienda por la gubernatura. Es tal su nerviosismo que incluso sobrevaloran la crisis interna de los blanquiazules, minimizando la propia, como si requirieran de terapia para autoafirmar identidad y expectativas de triunfo frente a un adversario que les genera temor e incertidumbre.

Absurda actitud cuando de antemano la mayoría de los ciudadanos informados considera ya como una derrota anunciada la que sufrirá Acción Nacional en las urnas, gracias al comportamiento del gobierno calderonista al que ya sin discusión se tiene por fallido.

Percepción de derrota anunciada que habiendo arraigado en el imaginario popular, el priísmo veracruzano no la asume como tal, desgastándose inútilmente en una guerra mediática, costosa y esteril, dejándose llevar por expresiones como lo asentado por Guillermo Zúñiga Martínez al hacer uso de la palabra en el seno del Consejo Político que tuviera lugar el domingo pasado, quien afirmara que el enemigo a vencer está afuera y no dentro de las propias filas del partido de la fidelidad. Expresión equívoca, a mi juicio; la medida tomada por el calderonismo de borrar de un plumazo sección sindical, contrato colectivo, y conquistas históricas de los mineros de Cananea, tanto por su simbolismo histórico en la conformación de nuestra identidad como pueblo como por lo que objetivamente representa como embate contra el movimiento obrero organizado en favor de la inversión extranjera, anuncia el principio del fin de la breve estancia del PAN en el gobierno de la República, arrastrando consigo toda posibilidad de triunfo del panismo en las elecciones locales del presente año.

La medida antipopular calderonista contra los obreros de Cananea, es un elemento que, como parte aguas, viene a modificar la correlación de fuerzas políticas, existente hasta el sábado anterior y la de los días por venir. Configurando un escenario preelectoral inédito en los últimos cincuenta años, en el que no sólo se vislumbran las próximas derrotas electorales del PAN, también la profundización de la crisis al interior del PRI en tanto que las diversas corrientes a su interior tendrán que definirse frente a la provocación de la ultra derecha. Significando esto último confrontaciones insolubles entre las nuevas camadas del priísmo, formadas en el neoliberalismo, y la vieja guardia progresista que aún guarda rescoldos del nacionalismo revolucionario surgido de la Revolución Mexicana.

Desde mi personal punto de vista, el enemigo del PRI a vencer está en su interior. Hablar de unidad en las actuales circunstancias es entelequia y en ello va implícito el proceso electoral veracruzano en puerta. Razón por la cual y más allá de la pugna entre Javier Duarte de Ochoa y Héctor Yunes Landa, no sólo no prenden los llamados de la cúpula priísta a la unidad para enfrentar al PAN, sino que se perciben como huecos y fuera de lugar, cuando de antemano Felipe Calderón se ha encargado de derrotar a su partido unificando en su contra a la mayoría del pueblo de México.

No verlo así, reduce al proceso electoral a simple enemistad irreconciliable entre Fidel Herrera Beltrán, Miguel Ángel Yunes Linares, y los seguidores de ambos. Perdiéndose la perspectiva y ofreciendo en bandeja de plata la gubernatura a la alianza de centro izquierda que, si sabe aprovechar la oportunidad, estará alineada con el movimiento nacional de repulsa a la medida anti histórica en Cananea, no estando lejana y descabellada la posibilidad de desmembramientos al interior del PRI a favor de un frente amplio popular de resistencia.

No puede dejarse de considerar que por la inercia que arrastra a un importante sector conservador de la sociedad y gracias a las estrategias tradicionales de coacción del voto, más que como expresión unitaria, el PRI pueda ganar la elección en Veracruz. Razón esta de peso para ocuparse y preocuparse en el como se de la selección de su candidato a la gubernatura, pues quién resulte ser el ungido en un proceso por principio antidemocrático, no sólo deberá encarar el próximo 4 de julio a una ciudadanía informada y movilizada, también correrá a su cargo, de triunfar en las urnas, gobernar a una entidad federativa, en medio del caos nacional previo a la elección presidencial del 2012. Ingrata tarea si el PRI triunfa con un abanderado forjado en las postrimerías de un modelo de desarrollo agotado, antipopular, y retrógrada, que, en la coyuntura, tanto en lo ideológico como en términos pragmáticos en nada se diferenciará de un panismo que nacido para perder pretende en su agonía retroceder la rueda de la historia.


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