¿Otro Frente? Calderón puede topar con pared

Por J. Enrique Olivera Arce



Es de llamar la atención que existiendo un casi unánime consenso en torno a lo que se considera como una fracasada guerra contra la delincuencia organizada y cuya negativa secuela se refleja ya en un incremento de la delincuencia común y cotidiana, Calderón Hinojosa, sin haber resuelto del todo el conflicto de los mineros se lance a una nueva aventura en sus afanes de legitimización, abriendo un nuevo frente, ahora combatiendo en contra del Sindicato Mexicano de Electricistas.

Adicionalmente, Calderón Hinojosa ante la paupérrima situación que guardan las finanzas gubernamentales y la precaria situación de la fábrica nacional, pretende disponer de los ahorros para el retiro de los trabajadores, sin previo consentimiento de estos, lo mismo en beneficio de los intereses creados del sistema bancario que opera las Afores que en apoyo a la endeble economía de nuestra ramplona burguesía nacional.

Falta de sensibilidad política, visión de Estado o un mal cálculo del riesgo que lo anterior representa, que puede orillar al país a un conflicto de insospechadas consecuencias. Las circunstancias que en el pasado permitieran a Salinas el tempranero golpe a “La Quina” o el sustituir el cacicazgo de Carlos Jonguitud Barrios en el SNTE por otro de igual o peor calaña, imponiendo a Elba Esther Gordillo, fueron muy diferentes a las que en el presente privan en el país frente a la crisis y su nociva secuela económica, política y social que ya resiente el bolsillo y seguridad de la mayoría de los mexicanos. Las condiciones del contexto general, nacional e internacional, son otras, como otras son las que prevalecen en el seno de amplias capas de la población que se sienten agraviadas y lastimadas por un gobierno sin rumbo ni brújula.

Si bien el repudio al charrismo sindical es prácticamente unánime en un país en el que la clase política se ha valido de este lo mismo para contener la lucha de los trabajadores por reivindicaciones salariales, prestaciones y mejores condiciones de vida, que como manipuladores de la voluntad popular en los procesos electorales, también es casi unánime la convicción de que tanto el charrismo como los sindicatos de protección al servicio de la iniciativa privada, tendrán que ser vencidos, tarde o temprano, por la voluntad mayoritaria y democrática de los propios trabajadores y no por decreto, capricho o interés del poder público.

Mucho menos cuando el poder público actúa en atención a una nada velada y sospechosa intencionalidad de golpear al movimiento obrero, tanto para allanarse el camino a la privatización de lo poco que queda del patrimonio de la Nación en manos del Estado, como al proyecto de reformas neoliberales a la legislación laboral, en aras de una flexibilización del trabajo en beneficio de una ineficiente iniciativa privada que, a falta de imaginación, pretende mantener e incrementar competitividad y ganancias a costillas de los asalariados.

Calderón Hinojosa debe tener cuidado, con el movimiento obrero no se juega. Podría topar con pared.

Y mientras Calderón desde su bunker se entretiene con soldaditos de plomo en el cajón de arena, apostándole a la guerra en tantos frentes como su falta de visión de Estado considera necesarios, la ultraderecha y los poderosos intereses trasnacionales hacen su propio juego en contra de los intereses de la Nación; el país sigue su marcha rumbo al desfiladero; la pobreza se incrementa, la fábrica nacional se desvanece perdiéndose soberanía, el tejido social se sigue deteriorando y, tanto la vida política como las finanzas públicas hacen agua por doquier.

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