Hoy no fío, mañana sí...

Por J. Enrique Olivera Arce



Frase que ya siendo clásica entre los changarreros del país, es la que más se acerca al discurso de una jarocha y novel diputación federal priísta a la que sin duda estuvo orientada la opinión del senador Dante Delgado Rannauro, quien en días pasados expresara que se dejó “chamaquear”.

Defendiendo lo indefendible, entre lloriqueos a los que no faltará quien los compare con aquellos emitidos por quien habiendo sido violado se consuela a sí mismo, recurriendo al pero..., haciendo víctima verbal de un mal mayor al victimario, lo más representativo de la novel bancada veracruzana en la LXI Legislatura federal, trata de evadir el “palo dado”, con discursos que no convencen a nadie. Antes al contrario, contribuyen en mayor medida a destacar la inexperiencia de la roja y fiel juventud tan ponderada por el gobernador Herrera Beltrán, trivializando un asunto de Estado de la mayor relevancia.

Destaca el libreto mal aprendido de un Javier Duarte de Ochoa, que no atina a tragarse con decoro el hecho de haber actuado en contrario a sus promesas de pre campaña como aspirante asignado a gobernar a los veracruzanos, votando a favor del incremento a la ya de si onerosa, desigual e injusta carga impositiva contemplada en la Ley de Ingresos y Miscelánea Fiscal para el 2010.

Atendiendo a los dictados del sentido común, más le valiera al delfín el guardar discreto silencio en espera de que el Senado le corrija la plana a la Cámara de Diputados y ponga en su lugar al panismo calderonista para, así con los pelos de la burra en la mano, apechugar y a su vez corregir en su tan pomposo como inoportuno discurso.

La ligereza con la que otros miembros de la diputación federal emanada del priísmo veracruzano tratan de justificar lo que para un importante sector de la población está registrado ya como estigma de traición del PRI, dadas las condiciones de un proceso electoral anticipado parece irrelevante. La que trasciende es aquella de que hace gala el diputado federal por Córdoba, en tanto se le reputa como el más viable a ser nominado como candidato del tricolor en la contienda electoral por la gubernatura. A los ojos de propios y extraños, Javier Duarte de Ochoa se ha encargado de concentrar los reflectores en su persona y en torno a él giran lo mismo críticas que condena a la inexperta actuación de la diputación federal veracruzana, debiéndose asumir, por tanto, que correrá solo con el costo político de los platos rotos.

Y así parece ser en efecto. Pese a los esfuerzos mediáticos por mantenerle al margen de la “traición”, su novatez, inexperiencia y falta de carácter está bajo resguardo en el morral de la opinión pública. Prevaleciendo, por tanto en su perjuicio, el que ya se le considere como poco maduro para aspirar a una tarea como la de gobernar a Veracruz. Provocando, obligadamente, a que se le compare con otros personajes del priísmo veracruzano con mayor talento, formación, experiencia y visión. Como podría ser el caso del diputado local Héctor Yunes Landa, cuyos atributos personales, militancia partidista, formación académica y experiencia parlamentaria, frente al discurso de Duarte de Ochoa le colocan muy por encima del delfín y como el más idóneo para contender contra Dante delgado o Yunes Linares, en lo que se espera como una muy reñida competencia.

Pero no sólo la opinión pública en general juzga y emite sentencia. Javier Duarte de Ochoa por su blandengue y lastimero discurso es condenado a la hoguera por sus propios correligionarios en el seno del priísmo estatal, siendo centro del debate entre quienes a ojos cerrados le ponderan y apoyan y quienes no lo consideran apto para la tarea del año próximo.

Así las cosas, la candidatura a favor del delfín se aleja de la primera intención del Maestro Herrera Beltrán, insistiéndose en corrillos y tertulias que habrá de prevalecer un “plan B”. No lo se, el gobernador es cuidadoso en exceso para dar color al respecto, pero de lo que si estoy seguro es que, en primera y última instancia, será al interior del PRI, bajo su propio riesgo y al tenor de lo que mejor convenga al gobernante, donde habrá de tomarse la decisión final.

Para los veracruzanos comunes, hombres y mujeres ajenos a lo que está en juego en la cúpula de la política, corresponderá en las urnas determinar quién habrá de suceder al actual mandatario en la titularidad del Poder Ejecutivo Estatal. Lo demás son simples especulaciones motivadas por el insistir de una clase política insensible en hacer descansar una muy alejada posibilidad de impulso al crecimiento económico, generación de nuevos empleos y combate a la pobreza, en más carga tributaria para una sociedad que en la incertidumbre de la crisis siente estar atenida a lo que los intereses electoreros partidistas determinen.

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