¿Por quién votará la izquierda?

J. Enrique Olivera Arce



Siendo la crisis económica global pecata minuta a posponer en su atención para mejores tiempos, la ebullición política propia de un año electoral se concentra en la selección de precandidatos y candidatos de unidad que aspiran a ocupar alguna de las 500 curules en la renovación de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. En este marco, teóricamente es de rigor para un sector importante de la ciudadanía el preguntarse por qué partido votar en Julio próximo, sin parar mientes en que da lo mismo sufragar por el pinto o por el colorado. Todos son iguales en el ejercicio del pragmatismo que ha elevado a la partidocracia al papel de factótum de la vida nacional.


Lo anterior viene a cuento porque en varios foros de internet, militantes y simpatizantes del movimiento social que encabeza Andrés Manuel López Obrador, así como algunas personas ideológicamente afines a la izquierda que se mantienen al margen de la política activa, viven en un estado de completa confusión. El partido que se decía representante de la izquierda institucional en México, no es tal, a más de encontrarse en condiciones de tan franco deterioro que ya carece de credibilidad, en tanto que otros partidos presuntamente de centro izquierda, que se ofertan como alternativa en tanto jugaran un destacado papel en el movimiento en defensa del petróleo, transitan por igual o peor camino, como lo acaba de poner de manifiesto la división en el Partido del Trabajo (PT).


La confusión se agiganta cuando el propio Andrés Manuel desmiente a muchos de sus seguidores que dejaron de confiar en el PRD y en su estructura dominada por las corrientes de “los chuchos”, declarando que el deterioro del partido no es tal, sino que los problemas que se viven a su interior son magnificados por los adversarios de la izquierda; intentando borrar de un plumazo lo que a nivel nacional se conociera como “el cochinero”, así como la lucha que al interior del sol azteca dieran las bases para oponerse a la traición de Ortega, Ruth Zavaleta, y asociados. Con igual talante, Alejandro Encinas da por muerto el pasado, declarando que “"No vamos a boicotear a nadie ni vamos a sabotear ningún trabajo del partido, lo que queremos es fortalecer el debate y el desarrollo ideológico para favorecer una cultura verdaderamente democrática del PRD y recuperar la legalidad interna", agregando que su movimiento en ciernes tiene un pie adentro y otro fuera del partido. Posicionamiento de ambos dirigentes, tan confusas como fuera de lugar en el escenario electoral en marcha, que dejan a militantes y simpatizantes de izquierda colgados de la brocha.


O se está dentro del PRD, o dentro del movimiento social, que involucra también al PT y Convergencia, con los dos pies en tierra, o no se está, frente a una tan necesaria como clara definición de la izquierda institucional frente a los retos que implica el participar en el proceso electoral o mantenerse al margen de este. Si se está dentro del partido ello implica, en las actuales circunstancias, subordinarse a las estrategias y decisiones electorales que este determine, no caben medias tintas. Si se opta por estar fuera del sol azteca, la disyuntiva sería apoyar a la coalición “Salvemos a México”, o de plano no participar en el actual proceso electoral, impulsando al movimiento social por otras vías distintas, renunciando a un derecho y también obligación procedente, en el arduo camino de la construcción de una auténtica democracia participativa.


Lo anterior no está nada claro para militantes y simpatizantes de izquierda, ni parece estar en el ánimo de los partidos en juego el dilucidarlo. Lo que prevalece es confusión, frustración y desanimo ante la falta de opción electoral, elementos estos que no auguran nada positivo para la izquierda en los comicios en puerta, dejándole al PRI, en el mejor de los casos, manga ancha en su proyecto de “carro completo”, haciéndole el juego a la derecha.


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