Para el agro, 2008 fue malo; 2009 será peor, prevé la CNC

J. Enrique Olivera Arce


No lo digo yo, lo afirma El secretario general del cascarón priísta mejor conocido como la Confederación Nacional Campesina (CNC), Cruz López Aguilar. Llegado el momento de hacer un balance de resultados sobre el comportamiento del sector rural a lo largo del 2008, el líder agrario coincide con la mayoría de los especialistas: fruto del desmantelamiento del campo mexicano y políticas públicas contrarias a la soberanía alimentaria de México, el comportamiento de los sectores agrícola, pecuario, forestal y pesquero, acusa un deterioro creciente que en el año que culmina alcanzó sus niveles más críticos: por falta de apoyos para trabajar, más de 350 mil productores abandonaron el campo y con ello se dejaron de producir unas 23 mil millones de toneladas de alimentos, por lo que se tuvo que importar casi 50 mil toneladas en los últimos doce meses, señala el junior del ex gobernador de Oaxaca y líder moral de la CNC.


En paralelo, a partir del primer día del 2009, la pesca comercial de altura en las principales entidades federativas en las que se concentra la actividad, por acuerdo de armadores, cooperativistas y productores independientes, se paraliza por incosteable; más de dos mil barcos camaroneros, sardineros y atuneros de Sinaloa, Yucatán, Oaxaca, Tamaulipas y Sonora, suspenden su actividad productiva por tiempo indefinido en tanto no se reduzca el precio del diesel marino.


Aunque para la Campesina los magros resultados obtenidos en el año en curso, son resultado de un cambio muy drástico en el ejercicio presupuestal de los recursos federales al campo, dado que se compactaron los programas de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), al reducirse de 50 a sólo ocho, lo cierto es que el deterioro de la economía rural es fruto de toda una estrategia gubernamental que, inscrita en el modelo neoliberal de desarrollo adoptado por el país desde hace más de 6 lustros, ha tenido como propósito alentar la producción privada de un reducido número de neo latifundistas y exportadores, a costa de la economía de subsistencia de la mayoría campesina. Estrategia que, en las actuales condiciones de crisis de la economía real a nivel planetario, únicamente beneficia a especuladores y empresas trasnacionales que controlan la disponibilidad alimentaria internacional.


El atribuir el deterioro del campo a razones presupuestales, no es circunstancial ni responde de manera simplista a la ausencia de análisis de la realidad del campo mexicano. Para las organizaciones y sus liderazgos, importa más el beneficiarse de montos importantes de los presupuestos asignados, que los intereses vitales del campesinado y la soberanía alimentaria de México. De ahí su reclamo y el clima de rebatinga que impera en la negociación con los gobiernos federal y de las entidades federativas. A lo que habría que sumar el estira y afloja, o chantaje, de los líderes para obtener posiciones políticas en un 2009 de claro tinte electoral.


Más allá de los intereses coyunturales, particulares y de grupo, que animan a las organizaciones agrarias y sus liderazgos, la realidad que se vive en el campo mexicano y su extensión pesquera en los litorales y aguas interiores, es de un franco desastre. Desmantelada la infraestructura productiva y estructura política de apoyo y sustento científico técnico y financiero, la atención focalizada orientada al fortalecimiento de ventajas comparativas determinadas por el mercado internacional, combinada con políticas públicas asistencialistas, cancela toda expectativa de desarrollo económico y social para el sector rural, pauperizado y sin esperanzas. Situación que efectivamente, para el 2009, con el posible retorno y reincorporación de migrantes a sus comunidades de origen, con la sensible y esperada reducción de remesas, no puede esperarse sea mejor que la que se viviera en el 2008.